Capítulo 20
Ambos se mantuvieron alejados durante el día. Jimin además de realizar su trabajo diario, aprendería a cepillar el pelaje de los potrillos, cosa que no lo hacía nada feliz. El único al que no le tenía miedo era a bruto.
- Jimin basta- se quejó Yoongi al ser retrasado por Jimin- no podemos perder toda la mañana en que te des valor para cepillar a los otros potros.
- ¡Sí, ya lo sé, pero no puedo evitarlo!- gruñó de mala manera- ¿seguro que no van a patearme cuando esté cepillándolos?
- No. A ellos les encanta. Es como recibir un masaje, Jimin. Se relajan- se quedó callado al ver a Jane entrar.
- Kook te necesita en los corrales- dijo con cara de poker vino el veterinario a vacunar a los caballos y te necesita allá ahora.
Era de las pocas cosas que a la Negra no le gustaba hacer, más que nada porque no se llevaba con el veterinario. Viejos desacuerdos entre ellos sobre como manejar a los animales.
- Buenos días Negra, de buen humor como siempre- dijo Yoongi con voz irónica y se volvió hacia Jimin- lo dejaremos para mañana. Puedes preparar el alimento de la tarde y no te olvides de anotar las cantidades exactas que les das en el cuaderno.
- No tengo nada por hacer- lo interrumpió la Negra- yo me encargo de enseñarle.
Jimin miró a Yoongi pidiendo auxilio. Una cosa era que estuvieran las cosas en paz con ella, pero otra muy distinta era que se hiciera cargo de enseñarle. Capaz y de adrede hacía que los potros le patearan el trasero.
- ¿Jungkook está de acuerdo?- preguntó Yoongi al ver el s.o.s. de Jimin en su rostro crispado.
- ¡Vete de una vez! Jungkook ya lo sabe idiota. Lo que me faltaba que un vaquero ordinario venga a decirme que puedo o no puedo hacer.
- Te lo advierto, si me llego a enterar que has molestado nuevamente a Jimine no me voy a quedar callado. Así que más te vale recordarlo- Yoongi se fue dando grandes zancadas hasta desaparecer.
- ¿Tú también desconfias?- Jane miró a Jimin directo a los ojos.
- ¿Debería?- respondió Jimin con otra pregunta.
- Dejémonos de payasadas. Hago mi trabajo y punto. Si quieres aprender rápido y librarte de mí, pon atención. Cepillar a los potros es sencillo, además te van conociendo mejor y así puedes conocerlos a ellos también. Cada uno es diferente, igual que las personas. A medida que vayas ganando confianza ellos también confiarán en tí. Piensa en ése potrillo del demonio, el que te sigue como perro faldero. Ya te lo ganaste y además de confiar siente apego por tí. Aunque eso no es del todo bueno, por eso me molesté el otro día. Será mucho más difícil cuando llegué el momento de entrenarlo.
Jimin la miraba con los ojos abiertos. Era la primera vez que Jane hablaba tanto con él. Se le notaba que se apasionaba con su trabajo, a pesar de lo severa que demostraba ser. Tal vez el también la había juzgado mal. No perdía nada con intentar aprender de ella.
- De acuerdo. Pero debes saber que les tengo miedo. Puede que no lo entiendas, pero es así. Pondré atención y haré mi mejor esfuerzo por no salir corriendo.
Jane sonrió de medio lado y levantó una ceja.
- Eres tan...no sé cómo definirte. Pero en fin, empecemos de una vez- Jane agarró el cepillo de cerdas gruesas y abrió el cubil de un potro.
Jimin se encogió de hombros y entró tras ella.
- Empezaremos limpiando sus cascos- la negra se dobló por la cintura y tomó la pata delantera del potrillo- tú posición siempre debe ser la cabeza en dirección a la cola del animal.
- ¿Pretendes que le tome las patas?- dijo Jimin horrorizado.
- Te creí más osado citadino- se burló Jane- pon atención, te aseguro que no vas a correr ningún peligro.
Jimin asintió aunque lo dudaba seriamente.
- Usamos varios cepillos. Éste se llama limpiacascos. Se pasa desde el talón hacia la punta y con esta punta roma se limpian las ranuras y orilla de la herradura- jane procedió a demostrarlo, Jimin la miraba atento- ahora hazlo tú.
Jimin se acercó aún con temor, pero se dio valor y se puso en la otra pata y la levantó. La negra se puso a su lado y le pasó el limpiacascos. Jimin repitió lo que había visto hacer a Jane. Cuando hubo terminado la miró.
- ¿Está bien?- preguntó Jimin con gotas de sudor perlando su frente.
- Sí, bastante bien. Continuemos con las traseras- Jane no espero y se dirigió hacia la parte trasera del animal.
- Ahora haz lo mismo. Tú en una y yo en otra.
Jimin ni chistó obedeciendo de inmediato.
Después la Negra le enseñó a cepillar el cuerpo con la rasqueta y la bruza, a peinar las crines y cola con el cepillo de crines. Le explicó que cuando tenían barro o sudor seco se utilizaba el cepillo de raíces, pero como los potrillos permanecían en sus cubiles hasta su entrenamiento no era necesario utilizarlo.
- ¿Terminamos?- preguntó Jimin resoplando acalorado.
- Eso quisieras. Toma ese balde y la esponja y pásala por todo su cuerpo, después con el paño de allá- le indicó un paño colgado de la manija del balde- lo secas. Siempre en dirección del pelo.
¡Mierda! Pensó Jimin, nunca, pero nunca, tendría un caballo. Daban más trabajo que una horda de niños en un cumpleaños.
La mañana se le pasó volando y cuando se dio cuenta era la hora de almorzar.
- Por la tarde seguimos. Quedan sólo cinco.
- Pero debo preparar su alimento- le indicó Jimin con los mechones de pelo pegados por el sudor a su cabeza. Necesitaba urgente un baño. El olor a caballo no se le salía de la nariz.
- Será rápido, ya aprendiste y yo te voy a ayudar. Me voy- la negra salió silbando una tonada que Jimin nunca había oído, pero que era pegajosa.
Al almuerzo tampoco se topó con Jungkook. Su tía le explicó que cuando venía el veterinario les tomaba todo el día y comían sólo un refrigerio mientras seguían trabajando.
Por la tarde, Jane y el terminaron con los potrillos restantes y luego le ayudó a preparar el alimento. La Negra era rápida y eficiente. Jimin se sintió torpe al lado de ella. Bueno, la condenada llevaba haciendo el trabajo por años y el sólo dos semanas. Ya ni tiempo tenía de extrañar a su novio o la ciudad. Eso sí, extrañaba bailar. Tenía que hacer algo al respecto para no perder la elasticidad de sus músculos y ponerlos duros. No quería músculos de esos, lo suyo era ser fibroso y fino sin ser suave al tacto.
También regresó sólo. Jungkook tenía para un rato más. La negra se despidió de él con una leve inclinación de cabeza. Supuso que había hecho el trabajo decentemente, por lo menos jane no se quejó al respecto. Había sido una maestra firme, pero enseñándole con generosidad los trucos del cepillado. Estaba gratamente sorprendido. Le estaba empezando a caer bien la negra aunque tuviera cara de poker.
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