Capítulo 19
Salieron de la casona hacia el exterior. Los sonidos de los grillos y algunas aves nocturnas eran lo único que rompía la quietud de la noche. Caminaron, bueno más bien Jungkook lo hizo, con Jimin trepado a su espalda y los brazos rodeando su cuello. Fue lo único en que transó Jimin para hacer más llevadero su transporte a Jungkook.
- ¿Falta mucho?- preguntó Jimin al ver que se habían alejado de la casona entrando a un bosquecillo que circundaba la casona. Jimin sabía que tras el bosquecillo había un río que recorría de extremo a extremo el fundo de su tía. De ahí provenía el agua con que se regaban los jardines y se abastecía el agua de los bebederos de los caballos.
- ¿Porqué preguntas?¿estás muy cansado?- le preguntó Jungkook irónicamente, ya que el era el único que estaba haciendo el esfuerzo.
- Ja, ja- dijo Jimin- tú fuiste el de la brillante idea de sacarme en plena noche de la casona para mostrarme no se qué. Así que calladito. - Jimin se acomodó apretando un poco más sus brazos al cuello de Jungkook.
- Cuidado, princeso. Me estás ahorcando- se quejó Jungkook resoplando.
- Está un poco oscuro. No me gusta la oscuridad- le susurró Jimin cerca de la oreja. Jungkook sintió un cosquilleo en el cuello al sentir la respiración de Jimin.
- Hay luna, princeso. No exageres. Ya casi llegamos.
Jimin vio como se introdujo por entre los árboles y salieron a un claro iluminado por la luz de la luna. Se bajó de un salto y miró alrededor. Detrás de los árboles, el claro estaba cerrado por una especie de muralla de zarzas.
- Mmmm...bonito lugar. Pero ¿porqué me trajiste?- preguntó Jimin dándose vuelta para mirarlo.
- Pensé que al traerte a mi lugar secreto, al que nunca he traído a nadie, sería una manera de demostrarte que confío en tí...una manera de que vieras que mis disculpas eran sinceras- Jungkook se rascó el borde de la oreja pensando que tal vez había sido una idea estúpida- aunque ahora que lo pienso el lugar no debe tener nada de interés para tí. Debes conocer un montón de lugares mucho más grandiosos que mi humilde plantación de frambuesas silvestres.
Jimin notó que lo había ofendido. Y realmente no fue esa su intención. Por alguna razón tan sólo compartir este momento con Jungkook le hacía feliz. Era como cuando te reconciliabas con alguien que te importaba, que te hacía sentir el corazón livianito. Estar cerca de Jungkook, descubrió, le hacía sentirse bien. Se acercó a Jungkook y se puso tras su espalda, apoyó su barbilla en su hombro y rodeó su torso con sus brazos que apenas lograban abarcarlo.
- Gracias. Es lindo lo que has hecho. No fue mi intención ofenderte- le habló bajito, como cuando se trata de apaciguar un niño- el lugar es hermoso y el aroma a las frambuesas me hace agua la boca.
Jungkook nunca pensó que esas palabras lo harían sentirse feliz. Cayó redondito. Además el gesto cariñoso de Jimin al abrazarlo le dejó un calorcito tibio en el pecho.
- ¿Quieres probarlas?- Jungkook estaba reacio a apartarse, pero tampoco era bueno acostumbrarse a esas demostraciones de afecto, así que suavemente se apartó de Jimin yendo hacia las zarzas con frambuesas.
- ¿Puedo?- preguntó Jimin dudoso de la oferta. Rosita le había contado que Jungkook sólo las recolectaba cuando estaban en su punto exacto de maduración para que su tía las hiciera mermelada- ¿puedo comer todas las que quiera?
Jungkook se largó a reír.
- Sí. Puedes, princeso.
Jimin sonrió abiertamente y se acercó para empezar a probar esas frambuesas cuyo aroma no se parecía en nada a las que compraba en los supermercados. El olor era intenso y dulzón. Invitaba a sentir en la lengua y boca la ambrosía que prometían. Ya las había probado cuando Jungkook había llevado algunas a la casona y también cuando le llevó a la estancia de los caballos en su picnic improvisado. Pero, nada comparado con esto.
- Mmmm...- gimió de placer al aplastar la primera de ellas en su paladar sintiendo la explosión de sabor y dulzura- ¡saben a gloria!- exclamó con entusiasmo.
Jungkook cortó una y la llevó a su propia boca. Demorándose en paladearla mirando a Jimin comer. Debería ser pecado ver comer a alguien así. Había algo sensual en los gemiditos que salían de su garganta al degustar las frambuesas. Jungkook se dio cuenta que sus sonidos le tenían la piel erizada. Pero como hipnotizado no podía apartar la vista.
- ¡Ay!- gritó Jimin de repente retirando la mano del frambuesal. Jungkook se acercó rápidamente saliendo del trance en que se hallaba.
- ¿Qué pasó?- preguntó viendo a Jimin alzar la mano hacia la luz de la luna, en su dedo brillando una gotita de sangre.
- ¡Creo que me picó algo!- chilló Jimin asustado moviendo la mano frenéticamente.
- No te picó nada. Los frambuesales tienen espinas- le explicó Jungkook agarrando su mano y llevándose el dedo a su boca para chupar la sangre y aliviar el dolor del pinchazo.
Jimin se quedó estático mirándolo. Jungkook se quedó quieto al darse cuenta de lo que había hecho. Un violento rubor tiñó sus mejillas. Sacó el dedo de Jimin de su boca como en cámara lenta con los ojos de él mirándolo.
- Lo...lo siento. Lo hice sin pensar. Es...bueno...eso hago cuando me pinchó...es decir cuando no las sacó con guantes..- balbuceó torpemente y Jimin sintió que Jungkook así de aturdido era una cosa linda de ver.
- ¿Seguro qué no querías chuparme el dedo?- preguntó Jimin con una sonrisa picarona.
- No, no. Fue sólo...- Jungkook vio que estaba bromeando cuando Jimin largó una carcajada.
- De nuevo estás disfrutando verme así- gruñó Jungkook picado por ser objeto de la diversión de Jimin.
- ¿De verte como?¿otra vez con una crisis de gay panic?- Jimin levantó una ceja. Era muy gratificante ver la confusión pasando a través de los ojos negros de Jungkook. Tal vez podía jugar un poquito.
Agarró una frambuesa con cuidado, ahora que sabía de las espinas, y le tomó la mano a Jungkook que se dejó llevar por la curiosidad sin apartar la mano. Le tomó el dedo medio y reventó la frambuesas en él, sin dejar de mirarlo se llevó el dedo a su boca y lo envolvió con su lengua succionando toda la fruta del dedo con lentitud. Un hilito de saliva se extendió entre el dedo y la boca de Jimin cuando la apartó para luego deslizar la punta de su lengua relamiéndose los labios.
Sentía el sabor dulzón de la frambuesa con el salobre de la piel de Jungkook. Había sido un gesto provocador hacia Jungkook, pero terminó volándole la cordura a él. Ahora estaba tan o más ruborizado que Jungkook. Jugar con fuego nunca era aconsejable. Y ahora entendía cabalmente porqué.
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