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(๑); Capítulo dos.

Gulf estaba sentado en la rustica silla esperando su turno en la interminable fila. A pesar de que pudo poner una excusa y no asistir a la cita ya concretada con el doctor, prefirió dar la cara y terminar con esto lo antes posible. Por eso estaba ahí asistiendo a la tonta cita médica con el ginecólogo recomendado por su amigo. Pero la espera era tan tediosa que cada dos segundos revisaba su teléfono celular aburrido hasta la médula y él que de por si se consideraba una persona impaciente y esperar lo estaba matando. Volvió a mirar la fila y está seguía siendo tan larga. Lo que podía darse cuenta a simple vista es que el aclamado doctorcito era muy respetado y solicitado.

Un gran bufido salió de sus regordetes labios. La idea de estar sentado en esta incómoda silla de plástico esperando su turno era absurdo. Sentía que era una pérdida de tiempo ya que él se sentía bien y estaba seguro que no estaba embarazado. Y aunque podía negarse y perder la cita, la idea de escuchar la chillona voz de Apo regañarlo no le agradaba.

Jugueteo con su celular. Los nervios del pelinegro se estaban disparado, hasta el movimiento de sus piernas era un indicador. Sus manos ya se sentían húmedas y temblorosas. Siempre había odiado los hospitales y nunca entiendo la razón,  pero el olor a enfermedad, alcohol, agua oxigenada y a detergente le ponían los pelitos de punta.

Trato de hacer un mantra mental que consistía en que pronto saldría de esto y podría volver a su grandiosa vida sin preocuparse por nada que no fuera trabajo, fiesta y más fiestas. Y sexo, obvio.

Pasaron milenios podía asegurar el omega, pero cuando llegó al fin su turno y su nombre se repitió varias veces las piernas no le respondieron. Sentía que entraría en la misma morgue. Volvió a murmurar su mantra mental y se dirigió por el gran pasillo. El liso piso era de granito y de un gris pálido y en todo momento mientras caminaba se concentró en mirar el suelo tratando de distraerse y cuando sus pasos se detuvieron alzó la mirada buscando la puerta indicada y esta se alzó imponente. La puerta marrón desde la vista periférica de Gulf se veía aterradora. Arriba en una hojita de color melón el nombre del doctor Mew Suppasit decoraba la puerta.

Apo le había recomendado a Mew porque este había atendido a sus primos y no había quejas de su trato y era un alfa muy respetuoso. No como muchos doctores alfas que solían aprovecharse de sus pacientes solo por ser omegas. En cambio Mew no era de ese estilo, por lo poco que Apo le había contado Suppasit lo haría sentir cómodo.

Tomo la manilla y sus dedos temblaron al girarla. Cuando poco a poco abrió la puerta se topó con el espacioso cuarto de paredes color melón, lo primero que noto es que su doctor le gustaba dicho color. Había un gran escritorio a la derecha y muchos estantes en los rincones del espacioso lugar. En el lado izquierdo había otro cuarto que lo tapaban cortinas de color azul que Gulf por instinto dedujo que era la sala especial para revisiones.

Después de haber recorrido con su mirada grisácea el espacioso lugar, al fin decidió echarle un vistazo al que sería su doctor. El corazón de Gulf tartamudeo y eso a sus 25 años nunca había pasado. El olor de la menta le llegó a las fosas nasales y olió el aroma tan cautivado, comenzandose a sentir raro y tal reacción poco común en él lo dejo detenido en el mismo lugar. Había entrado en un trance que solo había oído de los tontos omegas cuando conseguían a sus almas gemelas ¡Qué patético! Había dicho innumerables veces sin dar crédito a lo oído, pero ahora que podía comprobar la veracidad de lo dicho quería golpearse. Él nunca había sido del tipo de omega romántico, ni cariñoso, lo del era sexo y dureza, pero mirando a los bonitos ojos negros color carbón, lo hacía dudar de todo y de si mismo. Y un pensamiento un poco aterrador vino a su mente "Por él, solo por él dejaría el sexo desenfrenado" y el pensamiento lo aturdio aún más. ¿Qué le sucedía?

—¿Se encuentra bien?—Mew lo miro preocupado y comenzó a levantarse de su alta silla de cuero.

Antes que Mew se levantara, Gulf asintió rápidamente aún aturdido. Se sentó y apretó las manos en su regazo ¡Qué patético! Él no era de este estúpido modo.

—Estoy bien—confirmo y trato de calmar a su acelerado corazón.

Mew sonrió más tranquilo, volvió a sentarse y se colocó sus lentes de lectura mientras leía la información que le había formulado Apo. Mientras Mew analizaba la hoja, Gulf lo observaba fijamente; tan maravillado.

El alfa era precioso. Sus ojos eran tan grandes y negros como dos grandes pozos y si pudiera agregar parecía que hubiera constelaciones en cada uno de esos brillantes luceros. Su cabello era de un marrón claro con destellos rubios en los bordes. Su cuerpo en la gran bata se veían imponente y fuerte. Su aura gritaba poder, pero a la vez gentileza. Su fantástico olor tenían el ancho espació oloroso. Sus labios eran pequeños y de un suave rosa. Tenía dos lunares cerca de su ojo derecho y una nariz perfilada. Había unos pequeños pelos adornando su mentón, pero además de eso su cara se veía limpia y fresca. Gulf quiso golpearse con el escritorio por detallar a su doctor, ya hasta parecia un acosador.

¡Qué calamidad! ¡Qué horror! El increíble Gulf Kanawut idiotizado por un alfa, era hasta difícil de creer.

Gulf era un omega rebelde y con demasiado temple. Hacía lo que se le daba la gana y seguía sus propias reglas. Tampoco seguía tontas jerarquías, ya estaba bueno de que los omegas se dejarán pisotear por los alfas y ya los estereotipos estaban sobrevalorados para él. Muchos alfas quisieron dominarlo, pero él no se dejó y con ello recibió comentarios tales cómo omega raro o defectuoso, pero el nunca le importo, a Gulf le valía un bledo lo que cualquier alfa pudiera pensar de él. Era asi y no iba a cambiar su dominante personalidad por nadie.

Porque estaba muy claro era un omega, pero un omega dominante y que hacía valer sus derechos.

Perdido en sus tontos pensamientos no se había dado cuenta que Mew había comenzando a hablarle. Pestañeo y Mew pareció notar su desconexión y rió. El sonido tan rico y atrayente viajando por todo su sistema.

—Te perdí por un momento—bromeo y su suave carcajada le acaricio como los pétalos de una rosa.

Gulf miro a Mew y como un bálsamo se le fueron los nervios que había sentido en todo la mañana. La actitud despreocupada y tranquila de Mew lo hicieron sentir en confianza.

—Lo siento, debo admitir que estaba asustado desde que llegué. Los hospitales no son lo mío—sonrió.

—Ya veo, pero no debes temer. Te revisaré y te haré unos pocos exámenes y ya verás que todo pasara rápido, ¿de acuerdo?—lo tranquilizo y tendió su mano—Mew Suppasit, seré tu doctor y prometo hacer todo fácil para ti—aseguro sonriente.

La hermosa sonrisa iluminó toda su cara. Gulf quedó atontado y prendado de la manera en que sonreía. Sino fuera una consulta médica ya Gulf lo hubiera envuelto en sus brazos para nunca soltarlo.

—Estoy seguro que estaré en buenas manos. Es un placer doctor Suppasit. Gulf Kanawut, sea gentil—apretó la mano amistosamente. La cálida piel y su calor corporal haciéndole cosquillas en el estómago.

Mew soltó la delgada mano y se reajusto los lentes.

—Debes saber que en cada consulta primero hago entrar al paciente en confianza y después viene el chequeo rutinario. Así que cuéntame cómo llegaste a mi señor Kanawut—lo miro con curiosidad.

Al principio habia sentido el asfixiante miedo que le solían causar los hospitales llegando a un punto que Gulf creyo que le daría un ataque de ansiedad en pleno hospital, pero después que vio a su doctor los nervios se volvieron desconcierto por sentirse tan atraído y embobado por el adorable alfa y después de escuchar su voz y que esté lo calmara con unas pocas palabras llegó a un punto donde se relajo por completo y se recostó en la silla.

—Mi estúpido mejor amigo pensó que debía verme con un ginecólogo porque dice que vivo una vida descontrolada yendo a fiestas y acostandome con desconocidos—no titubeó, ni sintió la vergüenza al decirlo—Tiene miedo de que quede embarazado y aunque le dije que me cuide y que los tipos acabaron afuera, sigue diciéndome y mortificandome que existen espermartozoides inteligentes o que sé yo.

Mew pareció aturdido con la información pero trato de no mostrar ninguna reacción en su rostro, encubriendo su mirada con la que estaba acostumbrado a mostrar con cada paciente. Desde el punto de vista de cualquiera Gulf físicamente se veía como los omegas comunes, pero no lo era, ya que al ver que se relajaba y le agarraba confianza sentía que el filtro y su aire fuerte salían aflote en oleadas. Mew en estos momentos agradecía internamente estar tomando las pastillas del bloqueo de olores, porque al no oler a Gulf, él no sentiría nada extraño por este.

Y mientras miraba al desvergonzado chico podía darse cuenta de inmediato que su lobo gris parecía atento y interesado en el omega y aunque el bloqueo de olores estaba ahí dificultandole el olerlo, Mew podía sentir el vínculo invisible afianzarse. Esto era problemático.

Mew estaba pasando por muchas cosas últimamente y una de ellas era que el omega que le gustaba y al que había cortejado por semanas lo había rechazado criticando el como era. El omega irritado le había gritado que quería un alfa dominante, no un alfa que parecía omega; tan suave y dulce como él. Lo llamo defectuoso y inútil. Mew no le levantó la voz y escucho el griterío en un estado de aturdicion total, después dio varios pasos y se alejó sin decir palabras, insultar o usar su voz de alfa. Él no era así.

Muchas veces Mew pensó que era defectuoso por no ser como los demás alfas, pero con el tiempo se amo tal como era. Era diferente al resto y eso estaba bien. Qué los cambiaformas lobos aún vivieran en el estereotipo de alfa y omega común y que debían ser de tal forma para Mew estaba mal.

Aparte de su decepción amorosa que fue catastrófica, Gulf era su paciente y él no se metía con ellos. Estaba prohibido en su trabajo y era un incumplimiento a su contrato que había leído y firmado convencido que ese no seria su caso. Además de todos estos contras, Gulf no era un omega común. Era uno de clase dominante; los omegas más difíciles con los cuales lidear. Gulf se podía ver qué tenía un carácter fiero y por lo que había dicho vivía una vida desordenada y alocada y Mew por más que hubiera esperado a su destinado rogándole a la luna por un milagro, ahora que lo había conseguido no estaba preparado para un volcán en erupción como Gulf. No quería quemarse en lava.

—Ummm, ya veo—dijo después de estar perdido en sus pensamientos. Comenzo a anotar en su libreta y alzó la mirada—Pero tu amigo tiene razón, al ser cambiaformas lobos nuestros espermatozoides son muy potentes y al caer muy cerca de ti pueden escalar para llegar a tu órgano reproductor.

Gulf abrio la boca y la cerro de golpe. Cuando Apo se lo comento se rió en su cara sería, pero que un doctor especializado te lo dijera, ahora Gulf si empezaba a creerlo. Aunque aún la palabra espermatozoides le daba risa y quería soltar miles de carcajadas, se quedó quieto, la situación era sería.

¡Qué los espermatozoides se alejen de él! ¡Qué no hayan llegado a la meta! Pidió Gulf mentalmente y después miro a su doctor; a su hermoso doctor.

—Antes que empiece está revisión... Solo quiero que sepa que usted doctor Suppasit es el tipo más sexy que he visto en toda mi puta vida y que si sale negativa esa prueba yo le juro que lo voy a invitar a salir—declaro muy seguro.

Mew tosió aturdido y sus mejillas se enrojecieron por la sinceridad de su paciente.

—Te han dicho que eres el omega más raro y sin filtro de este mundo—formulo.

Gulf sonrió.

—Todo el puto tiempo. Amo ser así, la verdad. Lo común aburre mi querido Suppasit.

Mew soltó una carcajada para apartar los nervios.

—Hace un momento parecías tímido y ahora sueltas lo que piensas sin una pizca de vergüenza—arqueo una ceja.

Una sonrisa coqueta pinto los labios cerezas del omega.

—Habia quedado aturdido por su belleza, pero ya me recompuse, fue difícil, pero aquí estoy listo para cortejarte—guiño.

Mew negó y negó, su cabello marrón se revolvió por el movimiento. Su paciente lo descolocaba y lo ponía muy nervioso. Su lobo revoloteaba en su interior tan inquieto como él. Mew por el miedo y su lobo por la alegría de conseguir a su destinado.

—¡Oh! ¿Cortejarme? Me halagas... Yo... debemos—tosió y trato de recomponerse—Mientras más rápido salgamos de esto sabremos la respuesta a tus dudas.

—Esta bien... Y sí, quiero cortejarlo ¿Quién dijo que un omega no puede hacerlo?—sonrió—Voy a invitarlo a salir se lo aseguro. ¿Sabía usted que sus mejillas son muy bonitas? Yo quiero lamerlas.

Mew casi tropieza cuando se estaba levantando de su silla al escuchar aquellas palabras sugerentes del omega. Calmó su respiración, se quitó los lentes y se reacomodo el cuello de su camisa.

—No salgo con mis pacientes señor Kanawut—dijo muy seguro. Su voz sonó neutra y calmada.

—Puedo ser la excepción.

—No lo creo—murmuro y cuando le faltaba un paso para traspasar el pequeño cuarto de revisiones la mano de Gulf apretó su muñeca y su cuerpo de inmediato tembló ante el contacto.

Solo un puto contacto y su cuerpo parecía gelatina. Apretó los ojos y trato de calmar su estúpido corazón. ¡Joder! Había tenido hace poco una decepción amorosa por un omega que lo había rechazado de la manera más fría y déspota y ahora estaba interesado en uno que parecía gritar desde sus grises ojos "peligro" pero parecía que eso lo atraía mucho más. Tomo valor y carraspeo.

—¿Sucede algo?—pregunto y miro a esos hechizantes ojos grises. El cabello negro con destellos púrpuras brillaba sedoso y le caía en la frente. Estaba tan largo que a Mew le provoco tocar las hebras.

Gulf Kanawut era hermoso, precioso, bello, lindo y muchas palabras que indicaban belleza. La cómoda ropa sencilla que constaba de unos jeans y una holgada camisa negra con un logotipo de un tigre le quedaba a la perfección. Todo era simple hasta sus converse, pero en Gulf se veía muy sexy. Quizás andando como un vago Mew igual lo conseguiría precioso ¡El omega lo iba a volver loco!

—¿Por qué no reaccionas a mi olor?... Yo no puedo dejar de estar perturbado por tu olor a menta. Creo que antes de llegar a casa comprare una cajita de mentas para recordarte—al decir las palabras parecía asustado, confundido y sobre todo triste.

Mew se quedó detenido en el mismo lugar, sus pies parecían plomo. La pregunta y el sentimiento al comentar cómo se sentia habían dejado aturdido al alfa. Aquellos ojos como las mismas gemas parecían un río de emociones preciosas y cautivantes.

Trato de hallar su voz y tosió en su mano. Dio una sonrisa calmante aunque por dentro su corazón parecía como la misma rueda de la fortuna; rodaba y rodaba sin parar.

—Como ginecólogo veo una cantidad de omegas. Todos desprenden olores y feromonas que a cualquier alfa lo hacen reaccionar, pero soy un doctor respetado y como regla no me enredo con mis pacientes. Así que usó una pastilla que me bloquea los olores por un tiempo limitado. En estos momentos no puedo olerte, no sé a que hueles, Gulf—lo tranquilizó porque ver el dolor en esos ojos lo aniquilaba. Despues volvió a toser al darse cuenta que había llamado a su paciente por su nombre de pila y el nunca hacía eso.

Gulf ladeó la cabeza pensativo. ¿Entonces ese era el motivo del por qué Mew no reaccionaba a él? Porque en estos momentos Gulf después de analizar sus emociones extrañas y al principio no le había dado un significado en particular quizás porque nunca fue creyente de las parejas destinadas, pero después de sentir a su lobo revolverse como loco, respirar el olor a menta y sentir a Mew, se dio cuenta que el precioso doctor Suppasit era su destinado. Y sus sentimientos por un breve momento se sintieron heridos al darse cuenta que este no reaccionaba a él, pero ahora que sabía el motivo se tranquilizó. Solo debía salir de este tonto chequeo y podría arrastrar a Mew a una cita. Aunque Mew había sido claro al decir que no se enredaba con sus pacientes, Gulf era muy persuasivo y ese alfa sería suyo.

—¿No es peligroso ingerir esas pastillas?—pregunto.

Mew se conmovió por la preocupación.

—No, estoy bien. Son comunes y no dañaran mi sistema, puedo asegurartelo—una sonrisa suave pinto sus labios.

—Me alegra oirlo—alego y después su mirada se volvió juguetona—Si te interesa saber mi olor; huelo a durazno.

Mew se quedó estático en el sitio. ¿Gulf olía a durazno? ¡Su jodida fruta favorita! ¡Oh por dios! ¿Por qué el destino tenía que ser tan cruel? ¿Por qué de todos los olores Gulf olía a frutas? Mew estaba tentando a olerlo aunque no pudiera oler nada en estos  momentos. Su corazón relampagueo intensamente. No sabía que hacer, no sabía cómo afrontar sus emociones y tampoco sabía cómo lidiar con un omega como Gulf. Todo era tan complicado y sentía como si en estos momentos el techo de su consultorio le estuviera cayendo encima. Trato de relajarse y entró en el pequeño cuarto y Gulf lo siguió de cerca.

Cuando Gulf entró lo primero que noto fueron los miles de aparatos que lo pusieron nervioso. Mew le señalo la camilla y Gulf se recostó.

—Realmente quiero salir de esto y invitarte a salir. Nunca he tenido citas, pero puedo hacer el intento por ti —comento. Quería tan mal salir con aquel precioso alfa.

Mew no sabía que decir. Todo lo que Gulf soltaba lo desconcertaba y lo ponía nervioso en un estado que en cualquier momento le daría un ataque al corazón y moriría. No se sentía preparado para un omega como Gulf, realmente no lo hacía. Sus nervios estaban disparando su pulso y cada segundo que pasaba su corazón se volvía errático. Las emociones que estaba sintiendo lo asustaban como nada lo había hecho. Tomo el aparato y lo lleno de gel, le pidió a Gulf que se levantara la camisa y este con una sonrisa coqueta y sus mejillas semirojas lo hizo y Mew tragó saliva.

¿Por qué su destinado tenía que ser un omega tan coqueto? Sentía que en cualquier momento se le subiría la tensión mientras pasaba el aparato y sin culpa sus manos tocaban la morena piel y está se erizaba.

Mew solo quería terminar rápido. Su jodido corazón estaba desbocado. ¿Por qué debían existir los destinados? ¡Tonta su suerte!

Mew siguió todos los chequeos establecidos y verifico cada parte del cuerpo del omega que lo miraba con ojos brillantes y lujuriosos ¡Joder que sacrilegio estaba pagando! Cuando terminó todo Mew salió de ese cuarto con las mejillas ardiendo de un intenso rojo. El cuerpo de Gulf se quedaría en su mente por un largo tiempo, podía asegurarlo.

Tomo asiento en su escritorio y pudo escuchar como Gulf se vestía. Cuando esté salió sus mejillas estaban sonrojadas y una sonrisa curvaba sus facciones con plenitud.

—Me encanta que no seas como los otros alfas y seas tan respetuoso y tímido... Yo te quiero para mí—admitió y se comenzó acercar estirando los brazos y Mew comenzó a entrar en pánico.

Podía sentir que el omega lo necesitaba y quería darle un abrazo, pero el miedo lo tenía helado y la inseguridad le recorría todo el cuerpo.

Todos los exámenes de Gulf salieron negativos, este no estaba embarazado y no tenía ninguna enfermedad grave. Asi que al saber que cuando se lo dijera a Gulf lo tendría todo los días visitándolo hasta que aceptara salir con él hicieron que Mew cometiera el peor error de su vida. Más tarde estaba seguro que se arrepentiría de haber mentido.

—Estas embarazado—soltó apresuradamente y después no quiso mirar a Gulf. La mentira le apuñalaba el pecho.

¿Qué jodido estaba haciendo?

—¡¿Qué?!—su voz sonó estrangulada y después chillo escandalizado—¡¿Estoy embarazado?! ¡¿Estas bromeando conmigo?! ¡¡Mew, mirame!!

Mew alzó la mirada temeroso y al hacerlo se arrepintió. Un dolor crudo vestía los ojos grises; estos centellaban, lo taladraban.

—Lo estás, Gulf. Lamento decirlo, pero estas embarazado—trato de que su voz no tartamudeara y actuó profesional anotando en un papel—Podrás venir para ver cómo sigue tu embarazo, pero te recomendaría cambiar de médico. Mi amigo Dew es un buen ginecólogo.

Mew le tendió un papel de color melón y Gulf agarró el papel apretándolo contra su pecho como si este fuera un escudo para su corazón roto.

—El cambio de médico es porque te avergüenza que este embarazado de otro... Yo... Yo... Lamento no ser el omega que esperabas—sono tan abatido y destruido cuando lo dijo. Su voz pastosa y sus ojos grises estaban opacos—Hoy que te encontré, un alfa tan fabuloso como tú, como me gustaría cambiar las cosas y no haber ido a cada una de esas fiestas, ni dormir con desconocidos... Lo siento.

Gulf era un omega fuerte y no iba a llorar, pero su corazón se sentía pesado y le dolía horrores. Su alfa nunca lo iba a querer y saberlo hacía que su respiración se volviera agitada. Miro a Mew grabando su bello rostro en su mente y salió de aquellas cuatro paredes que olían a su alfa. Su lobo aullaba destrozado y sus pies se sentían de concreto.

Le pesaba el cuerpo y el alma mientras caminaba por los pasillos los cuales quizás nunca pisaria. Sus manos tocaron su pancita plana que en algunos meses crecería. El sabor amargo en su boca no se iba y la idea de ser padre no le gustaba, no quería a este bebé, quería un bebé de ese alfa adorable, no de un desconocido.

Pero ya no podía regresar el tiempo atrás y debía atenerse a las consecuencias, porque algo estaba claro en su mente el nunca lo abortaria. No era un asesino. Y abortar se sentía como un crimen, así que tendría al bebé contra todo pronóstico.

Salió del hospital y el aire fresco del mediodía le dio en el rostro relajandolo un poco. Mientras recorría las largas y abarrotadas calles paso por una tienda y compro una caja de mentitas.

Había encontrado a su alfa y lo había perdido, pero por lo menos le quedaba las cajas de mentas. Mientras Gulf caminaba iba pensativo... ¿Debía comprar cosas que olieran a menta? Definitivamente lo haría. El olor aunque no se comparaba al de su alfa y era tan artificial; lo hacía sentir un poco mejor, solo un poco, porque perder a su bonito alfa se sentía horrible.

Y lo más doloroso de digerir en estos momentos es que su bonito alfa no era reemplazable así comprará todas las cajitas de menta de cada tienda y esa afirmación lo ponía triste.

(♡)

¡Hola mis bellezas! ¡Mis Kardulis! ¿Cómo están? Espero que bien y sino es así todo mejorara.

Aquí estoy con la segunda actualización que prometí. Así que espero disfruten este maratón de tres capítulos de esta peculiar historia.

Ya con estos tres capítulos publicados solo faltarían cuatro capítulos más y finalizamos con este peculiar mini-fic de 8 capítulos, que quizás tenga un extra; todo depende.

꒰⑅˖♡ Dinámica músical:

Como ya saben en cada capítulo prometí dejar tres canciones. En esta ocasión les dejo tres músicas coreanas que me ponen de buen humor.

1) Chungha - Sparkling.
2) Winner - I love you.
3) Loco & Hwasa - Somebody.

¡Muchas gracias por leer y por siempre darme love! Se les ama y recuerden siempre cuidarse ♡

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