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(๑); Capítulo cinco.

Gulf se había levantado muy animado. Conversar con sus amigos y que estos le hayan dicho con tanta convicción que lo apoyarían sin importar lo que sucediera había hecho que los miedos y el gran peso en sus hombros se aliviara.

Cuando recibió la noticia de que estaba embarazado al principio fue un shock y la idea de ser padre no le resonaba en la cabeza, pero ahora que veía todo con más claridad, Gulf tendría ese bebé y intentaría ser el mejor padre.

A pesar de que el peso sobre sus hombros se había aliviado un poco y el miedo había desaparecido por completo, aún su corazón picaba y le dolía porque Mew lo había rechazado por llevar en su vientre el bebé de otro hombre. Y se sentía sucio, asqueroso y no digno de su precioso alfa.

Los pensamientos que este merecía alguien mejor lo atormentaron por días, pero ahora con la tranquilidad y serenidad de él y de su lobo comenzaba a sentir la esperanza brillar en el fondo del túnel donde se había metido sin saber.

Y sabía que mientras tuviera esperanza esperaría a su alfa el tiempo que fuera necesario y por su hijo y por Mew, él se proponía cambiar y ser mejor.

Acarició su delgado vientre y sonrió. Se dirigió a la cocina para prepararse algo sencillo, ya que a eso de las 8 vendrían sus amigos a buscarlo para comprar algunas cosas para el bebé. Aún Gulf no sabía de que generó era su bebé, pero comprarían ropa que sirviera tanto para niñas como para niños.

Aunque Gulf ayer se quejó que era muy rápido para estar comprando la ropa de su diminuto retoño, Apo lo amonestó con un "Es mejor ir comprando las cosas con tiempo. Se un jodido padre responsable" y ahí empezó la charla de la madre regañona. Después Up gritó "Al centro comercial" y Mild agregó "Debemos buscar tiendas con ofertas" y Gulf vio como sus amigos planeaban que debían comprar primero y en ese momento sabía que había perdido la batalla.

Cuando estuvo listo su desayuno de bollitos con carne, se sirvió una taza de café. Tomo asiento en el sofá y comió todo mientras miraba la televisión. El reloj en la pared del frente marcaba las 7:30 am. Finalizó sus bollitos y se tomó lo poco que quedaba de su taza de café de un solo trago. Después Gulf se dirigió a su habitación para darse un rápido baño y a los segundos ya estaba con una toalla en su cintura y buscando en sus gavetas que ponerse, agarró un suéter y unos jeans rasgados en las rodillas. Se vistió rápidamente y después volvió al baño y arreglo su cabello, se miro en el espejo dándose el visto bueno y cuando al fin se sintió satisfecho salió y se dirigió a la sala de estar. Tanteo sus pantalones verificando si había metido la billetera y las llaves y efectivamente se encontraban ya en sus bolsillos.

Ya listo y sin preocuparse de irritantes gritos de "Apúrate, Gulf" Se sentó en el sofá y apago la televisión. El silencio lo envolvió de repente. Sus pensamientos se llenaron de Mew. Aunque su rechazo y su lejanía le agrietaban el pecho, también recordar su hermoso rostro hacia que un cosquilleo hermoso se esparciera por todo su estómago.

Estaba tan cautivado y encantado por su alfa, que era tan opuesto, diferente y tan correcto para él.

Aún podía recordar detalladamente su rostro, sus hábitos y el intenso color negro de sus bellos ojos. Pero sabía que con los días siguientes esa imagen se volvería borrosa y esa sensación le ahuecaba el pecho. Si fuera su decisión en estos momentos inrrumpiria en el hospital y le rogaría por una oportunidad, pero no quería incomodar a Mew.

Gulf era alguien que decía lo que pensaba y luchaba por lo que quería, pero nunca forzaria a nadie a quererlo, por más que su lobo aullara y le debilitará el alma no tener a su alfa, él esperaría. Apretó los puños y respiro profundo.

—Todo estará bien—se reconforto y apaciguó su semblante.

Hasta que el recuerdo de las mentitas olvidadas en su habitación lo hizo levantarse de un salto. Necesitaba esas mentitas, necesitaba olerlas, para apaciguar a su lobo. Entró en su habitación, las busco en su mesita de noche y las tomo con suavidad en su palma. Salió de su habitación y se volvió a sentar en el espacioso sofá. Se recostó y pego las mentitas de su nariz.

Huelen como tú, pero no sé igualan a ti, Mew.

Gulf suspiro y guardo el paquetico de mentitas en su pantalón delantero. Pasaron varios minutos donde Gulf fue uno solo con el abrasador silencio, hasta que su puerta sonó. Observó por la mirilla dándose cuenta que eran sus flamantes amigos con grandes sonrisas. Abrió la puerta, salió y cerro detrás de él pasando el picaporte.

El grupo se dirigió por los largos pasillos. Al salir del complejo de apartamentos todos se dirigieron al coche de Apo. Este era de un color mostaza escandaloso.

Apo presionó el botón del seguro y el coche hizo un sonido dando atender que los seguros habían sido quitados.

—¡A la vaquicueva!—grito Up alzando la mano y haciendo una pose extraña.

Mild lo imitó.

—Batman, ¿qué haremos hoy?

Up dejo su rara pose y se paró recto.

—Mi querido Robin, compraremos varios paquetes de pañales y mucha ropa de bebé que estén en oferta.

Gulf negó divertido. La risa tirando de sus mejillas volviéndolas muy abultadas.

Apo los miro con cara de póker y se masajeó la frente. Definitivamente se volvería viejo rápido.

—¡No estamos en una jodida película! ¡Maduren!—gruño y entró en el coche.

—No tiene sentido del humor—asintio Up como si hubiera descubierto América. Abrió la puerta y tomó asiento en el lado derecho.

—Pobre del alfa que lo tenga—murmuro Mild y dramatizo—¡Oh pobre! ¡Pobre alfita!—entro en el coche y cerro.

La sonrisa de Gulf no dejo su rostro mientras tomaba asiento en el puesto del copiloto.

Apo movió la palanca listo para poner en marcha el coche, pero antes miro a Gulf.

—¿Dónde iremos primero?—pregunto y apretó el muslo de su amigo dándole confort y haciéndolo sentir seguro.

Gulf no pudo responder a tiempo porque Mild y Up se adelantaron y gritaron al unísono.

—¡Centro comercial!

—¡La ropa es primero!

Apo gruño y Gulf lo que hizo fue reír.

—Ya los oíste, al centro comercial.

Apo puso en marcha el coche y comenzó a conducir por las largas calles de Bangkok. Se había instalado en el coche un gran silencio, no era incómodo, más bien era reconfortante. Gulf miraba por la ventana distrayendose con la vista de los edificios y las casas pasar. Apo sonreía mientras sus dedos apretaban el volante viendo fijamente al frente. Pero este dulce silencio no duró mucho cuando Mild y Up entonaron una canción.

—Compraremos pañales.

—Loción, nunca olvides la loción.

—Toallitas y mucha ropita.

—Que no falte la compota.

—Y el remedio para la gripe.

—¡Oh, oh bebé!

—¡Oh bebé, vamos amarte!

Apo les lanzo una mirada mortal por el espejo retrovisor, pero el extravagante dúo lo ignoraron pasándose un brazo por los hombros y siguieron entonando su original canción. Apo suspiró y miro a Gulf, rogando por ayuda divina.

—Oh mi querido amigo, somos los únicos normales.

Gulf sonrió juguetonamente, porque sabía que no era cierto. Si su alfa lo hubiera aceptado, Gulf estuviera actuando igual de eufórico.

¡Pobre Apito! Un día su cabello se volvería verde, lo podía afirmar con los ojos cerrados.

—Así parece... ¡Oh qué horror! ¡El embarazo me hizo normal! ¡Santa luna, devuelveme mi ardiente lenguaje sensual!—miro al techo del coche rogando por ello mientras juntaba las manos.

Apo resopló cansado.

—Ninguno de ustedes tiene remedio—aseguro y se mantuvo concentrado en la carretera hasta que volvió a darle un vistazo a Gulf esta vez con preocupación—¿Cómo te sientes?

—Desde ayer que ustedes vinieron a animarme me he sentido mejor. Y seguiré tu consejo, tendré esperanza y esperaré a mi alfa.

Apo sonrió.

—Asi me gusta.

Unos 30 minutos más tarde Apo estacionó el coche en el estacionamiento del centro comercial. Mild y Up salieron disparados del coche como dos infantes que estaban apunto de elegir sus regalos de navidad. Gulf y Apo siguieron a los entusiasmados tíos.

Cuando estuvieron dentro del centro comercial, Mild y Up arrastraron a Gulf a una tienda de ropa de bebé y por los grandes carteles fuera de la vidriería de la tienda había ofertas y mucho descuento. Los dos tíos se les iluminaron los ojos. Gulf no sabía si reír o bufar. Los tíos que le habían tocado a su bebé serían unos obsesionado con las ofertas ¡Qué desgracia!

Apo les hizo un movimiento con las manos para que se adelantarán mientras el iba a otra tienda de ropa que no tenía ofertas.

—¡Qué tíos les ha tocado a mí bebito!—exclamo y cruzo los brazos con un puchero.

Mild le pasó un brazo por los hombros.

—Gulfi... Como padre debes saber que la ropa de bebé son muy caras y por eso existen las sagradas ofertas ¡Te alabamos ofertas!—sonrió y arrastró a Gulf hacia la tienda.

Ya Up estaba adentro y cuando los vio acercarse alzó un mameluco de jirafa.

—¡Este me fascina! Me lo llevaré—Up tomo el mameluco y siguió recorriendo la tienda.

Mild engancho su mano del brazo de Gulf y lo llevo al final de la tienda. La vista de unas hermosas camisas lo hizo detenerse.

—¡Son preciosas!—levanto varias y Gulf las miro, pero todas eran específicamente para niños o niñas y no mixtas que pudieran quedarle a ambos sexos.

Mild frunció el ceño buscando y buscando y alzando camisas de aquí para allá volviendo un desastre el centro de la mesa donde estaban acomodadas las camisas. Paso un rato hasta que alzó la ideal, ni muy de niña, ni muy de niño.

Gulf alzó los pulgares dando el visto bueno

—Perfecto.

El gritó de Up se escuchó del lado derecho de la tienda. Gulf sólo pensaba que en cualquier momento el de la tienda los echaría, porque al darle un vistazo rápido, el tipo como de 30 años los miraba ceñudo.

—¡Por aquí hay pantalones preciosos!—les hizo señas para que se acercarán y Gulf estuvo de acuerdo y ayudo a Up a seleccionar algunos.

Y así se pasaron las horas. Mild se encargó de seleccionar las camisas y ya tenían en sus brazos cinco de ellas de diferentes modelos. Up tomo tres mamelucos preciosos de los cuales se enamoró a primera vista; uno de jirafa, uno de un pollito y el otro de un conejito, también agarro cinco pantalones. Gulf eligió para su bebé tres pares de medias y una hermosa mantita de lunas. Al terminar de tomar lo necesario se dirigieron hacia el señor que parecía amargado al inicio pero que ahora tenía una pequeña sonrisa. Este les acomodo todo en varias bolsas con mucha amabilidad y les deseo una buena mañana.

Cuando el grupo estuvo fuera de la tienda, Mild tomo la palabra y soltó un raro deseo.

—Quiero ser un bebé de nuevo y que me compren ropa.

—Deseo no concedido—bromeo Gulf—Soñar no cuesta nada, corazón.

—¿Sabías que la crueldad animal es penada?

—Yo no te estoy maltratando. Siempre exageras todo.

—Se siente así, tú tono suena cortante...Yo no... Puedo resistirlo... Mi pobre corazón—fingió caer y Up lo sostuvo en sus brazos.

—No mueras, Milddiebuu.

—Si es por ti no moriré, Upddiebuu.

Gulf volteó los ojos. Definitivamente sus dos amigos estaban calificados para filmar una película. Eran tan dramáticos y siempre estaban recitando diálogos como si estuvieran en un teatro. ¿Y de dónde inventaban apodos tan raros? Cuando el extraño dúo dejaron de actuar como Romeo y Julieta versión baja calidad, todos se dirigieron a la tienda más cercana de comida. Y de inmediato vieron el gran cartel de pizza Dandelion en una esquina y se acercaron a ella y tomaron asiento en una mesa blanca de plástico con las sillas del mismo color.

Con un mensaje avisando el lugar donde estarían y ya con una pizza pedida en el centro, Apo llegó y se sentó, colocó la gran bolsa marrón en la mesa y comenzó a mostrarle a Gulf la ropa que había comprado.

Gulf se sintió cálido con el gesto de Apo. Su amigo era tan dulce y aunque siempre lo regañaba, nunca lo hacía con mala intención solo se preocupaba por él y Gulf lo sabía.

—Gracias. En serio.

Apo negó sonriendo y después dirigió su mirada hacia Mild y Up que ya estaban comiendo muy gustosamente una rebanada cada uno de pizza.

—La ropa que compre es de calidad, no como los tíos enamorados de las ofertas.

Mild y Up protestaron.

—Mi sobrinito me amara y le enseñaremos lo importante de comprar en tiendas con ofertas, para una cómoda experiencia.

—Te apoyo—asintio Up.

—Que malos hábitos le enseñaran a él retoño de Gulf. ¡Pobre retoño! ¡Oh pobre mi nieto! Los tíos lo llevarán por el mal camino de las ofertas.

Gulf soltó una risita y decidió al fin darle un mordisco a su pizza. Estaba muerto de hambre. Ser arrastrado por dos eufóricos tíos de las ofertas era horrible. No sabe cuántas veces dio vueltas en esa tienda o cuántas veces Up gritó y Mild se le cayó la ropa al suelo porque alborotaba todo lo que tocaba. Lo positivo es que el señor con mirada de asesino serial no los echo y a la final les sonrió.

Después que todos terminaron de comer sus pizzas junto a sus refrescos en silencio. Mild y Up parecían querer saltar de sus asientos. Gulf y Apo observaron a sus dos amigos, aveces parecían que ambos tenían hiperactividad o que aún no superaban la etapa de la niñez.

—Compraremos los pañales—informó Mild levantándose y arrastrando a Up con él.

Apo frunció el ceño. El que Mild y Up eligieran los pañales no estaba planeado en su mente. Estos no conocían nada de bebés y menos de pañales de calidad.

—Ustedes no saben nada de pañales. Hay buenas marcas y otras no. Y estoy seguro que elegirán los primeros pañales que vean o la bolsa de pañales más bonita—rebatio muy convencido de que eso es lo que haría el extravagante dúo.

Up alzó el pecho y apoyo su brazo en el hombro de Mild

—Le preguntaremos a la chica que atiende en la tienda o a las mamás que se encuentren ahí. Así que no te preocupes, no somos tan ineptos—y ambos se fueron como dos relámpagos sin esperar que Apo volviera hablar.

Apo miro a Gulf con una ceja alzada mientras recostaba su mejilla en su palma.

—Ellos se ven tan emocionados y eso que no son los padres del bebé y tú en cambio pareces tan lúgubre.

—Estoy emocionado, aunque no lo parezca—le dio un golpecito en el brazo a su amigo sonriendo—Pero en ellos es diferente, ya que siempre los eventos especiales lo exageran... Te acuerdas que en tu cumpleaños número 22 te contrataron un stripper solo para ti.

Apo le dio un escalofrío de repente al recordarlo.

—Ni me lo recuerdes—negó y negó—No había forma de decirle al tipo que se fuera al carajo y que me importaba el rábano del rábano cuánto dinero habían gastado Up y Mild.

—Fue épico. El pobre striper se le bajo la presión cuando sacaste ese látigo.

—Es que me tenía harto... Le expliqué decentemente que no quería sus servicios y el siguió bailando y queriendo manosearme. Recordar a ese hijito de la calabaza me trae un dolor de barriga—articulo, movió la nariz y una sonrisa se pintó en su cara al recordar el mal momento que pasó Gulf—Y a ti en tu cumpleaños número 18 te regalaron un hermoso vibrador rosa personalizado, pero el pene que representaba era inmenso.

—Ni me lo recuerdes, lo guarde en mi gaveta pensando que era el mejor escondite y mi pobre abuelita Nadia lo encontró y me rezo muchos padres nuestros porque el vibrador era inmenso y a cada momento me preguntaba con recelo "¿Eso entra en ti mijito?"

Gulf y Apo se echaron a reír. Definitivamente Mild y Up siempre los ponían en aprietos.

—Hace rato dijiste que estas emocionado, pero se que hay un pero, te conozco Gulf.

—Es que... Me hubiera encantado comprar ropa con Mew y elegir todo junto a él. Pero aquí estoy siendo rechazado por mi alfa y comprando la ropa con ustedes.

Apo pareció ofendido agarrandose su abultado pecho.

—Pero que loquera dices... Comprar ropa con nosotros es otro nivel, más con Mild y Up de por medio.

—Ni me lo digas, el tipo de la tienda de ofertas estaba que nos echaba.

Apo rió imaginando el escenario donde el furioso tipo de la tienda echaba a Mild y Up y estos discutían y armaban un teatro de que eran unos respetados abogados. Movió la cabeza sonriendo y después miro a Gulf buscando su mano en la mesa y apretándola.

—Me lo imagino... Y entiendo lo que sientes, elegir la ropa y los objetos de nuestros primer bebé junto a nuestra pareja destinada debe ser lo más hermoso. Pero debes ser paciente, estoy seguro que Mew te buscará.

—Confío en ello, porque ahora soy un hombre lleno de esperanza—guiño.

—Esa es la actitud, cariño—lo felicitó y volvió apretar su mano y Gulf le devolvió el apretón.

Se levantaron de la mesa y juntos aportaron dinero para pagar la cuenta de la pizza y los refrescos. Mientras caminaban por los grandes pasillos del centro comercial iban hablando de que más podrían comprar para el bebé.

—Podríamos comprar dos paquetes de toallitas, una colonia, una crema y el shampoo. Después con más calma compraríamos lo demás—sugirió.

—Me parece bien—asintio Gulf y después prosiguió con una pregunta que le estaba dando vueltas desde que se levantó de la mesa—¿Crees qué vendan toallitas de menta?

Apo no pudo detener la sonrisa que surcó sus labios.

—Lo dudo, pero nada se nos quita por preguntar—lo codeo juguetón.

—Quiero que mi bebé huela a él. ¿Estoy siendo patético? ¿Un cursi extremo?

—Quizás un poquito, pero ver este lado dulce y romántico tuyo es formidable. Lo que dicen es verdad, el amor cambia a las personas.

Gulf no refutó esa afirmación.

Ambos chicos se dirigieron a una tiendita donde vendían productos de uso personal para bebés. Gulf seleccionó la colonia más suave y con olor a fresas. Apo eligió el shampoo y la crema corporal. Cuando tuvieron los tres productos, Gulf pregunto por las toallitas húmedas. La señora sonrió y le mostró varios tipos de toallitas húmedas, pero ninguna era de menta, así que se conformó con una que olía Aloe vera y otra a manzanilla. Al tener todo lo que andaban buscando, pagaron y se fueron. Gulf aprovecho y le mando un mensaje de texto a Mild informándole que los esperarían en el coche.

Al salir del gran centro comercial, Gulf se sintió muy feliz, aunque aún faltaba mucho por comprarle a el bebé, tenía lo esencial y eso era lo importante.

Apo y Gulf estuvieron un rato sentados en sus respectivos asientos y Gulf puso música y de inmediato Zoe Wees comenzó a sonar por el alta voz.

Gulf amaba a esa cantante en particular. Sus canciones, la melodía y la letra siempre transmitían mensajes y hablaban de temas delicados. A parte su voz era hermosa y lo hacía sentir muy en paz con su parte animal.

Apo se relajo en su asiento con una pequeña sonrisa mientras daba golpecitos en el volante.

Unos segundos más tarde llegaron unos alegres Mild y Up, mostrando los cuatro paquetes de pañales que habían comprando y explicaron lo que le había dicho la amable señorita de la tienda. Aunque eso no era todo lo que traían. Mild saco  de una bolsa marrón una pañalera de color amarillo chillón que tenía varias flores y las flores que se destacaban más eran unos gigantes girasoles. Up tomo la pañalera de las manos de Mild y se la tendió a Gulf.

Gulf se sorprendió por el dulce gesto, porque no esperaba que los dos locos de sus amigos compraran algo más, pero la dulce acción de pensar en algo tan simple como una pañalera lo hizo sentir cálido.

—Toda madre o padre necesitan tener una pañalera—declaró Up.

—Un padre o una madre sin una pañalera es como un borracho sin su botella—concluyo Mild.

—Gracias—la voz de Gulf trastibillo por la emoción y los dos sin esperar más se abalanzaron contra su amigo abrazándolo. Este les palmeó las cabezas con suavidad.

El trayecto en coche transcurrió tranquilo. Apo de vez en cuando daba golpecitos en el volante y movía la cabeza siguiendo la suave canción. Mild y Up se durmieron abrazados y Gulf se entretuvo acariciando la adorable pañalera de intenso color amarillo. Se sentía cálido, demasiado cálido, como nunca se había sentido.

Aunque no esperaba ser padre a esta edad, ahora podía decir con seguridad que esperaría a su bebé con ansias y mucho amor. También podía asegurar con la mano en el corazón que Mild, Up y Apo no querrían apartarse del niño cuando naciera y ese hecho le daba más fuerza y vitalidad, porque sabía que junto a sus amigos no debía temer.

Gulf se recostó en su asiento poniéndose más cómodo para pasar los pocos segundos de viaje que le quedaba. La gran vista de la cuidad pasaba con suavidad por la ventana. Una gran sonrisa estuvo en su cara de inmediato. Todo se sentía bien y correcto. Ahora solo faltaba su alfa en su ecuación, en su grupo social y en su pequeña familia. Y sabía que muy pronto Mew volvería a él. Podía sentirlo.

( ๑♡)

Músicas viejas, pero que nunca pasan de moda en mi corazón:

1) Someone like you - Austin Mahone.
2) Too little too late - Jojo.
3) Fire meet gasoline - Sia.

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