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Capítulo 9
Bruce estaba impaciente. Dos semanas. Dos largas semanas desde que había salido con Claudia, dos largas semanas habían pasado desde el ultimo beso que le habia dado al dejarla en su casa.
Pero lamentablemente él no pudo quedarse y había tenido la sensación de que ella no tenía ni la más mínima idea de lo especial que era y necesitaba que se lo demostrara. Así que no había dormido con ella. Ahora... Ahora estamos endemoniadamente arrepentido de eso, rayos como la extrañaba, sus labios, su cuerpo, sus hermosos ojos bicolor.
Había pasado demasiado tiempo fuera de su país y ahora quería desaparecer de ahí en cuestión de segundos, quería verla.
Ni bien termino la reunión Bruce corrió a tomar su teléfono y se sentó en su silla frente al ventanal de la oficina mientras contemplaba la ciudad una ciudad de la que siempre le había gustado Pero ahora la detestaba y no sabía realmente porque. Ella contestó unos tonos después .
-¿Si?
Él cerró los ojos. Y suspiró.
-no sabes cómo extrañé oírte.
-y yo Tenía muchas ganas de que me llamaras. - le dijo con una sonrisa de colegiala, no se atrevía a decir nada más por el momento, no iba a ser abierta con sus sentimientos, le parecía maravilloso que el lo hiciera de cierta forma pero ella no iba a ceder.
-Esto se ha alargado mucho. Salgo hacia Nueva York dentro de media hora. Te veré en cuanto aterrice.
-bien iré al aeropuerto a esperarte.
Bruce pensó en nanosegundos
-mejor Mi chófer te recogerá a la hora indicada y te llevará a mí. No sabes las ganas que tengode verte.
-Y yo a ti-dijo ella suavemente.
Cuando ella colgó, tenía el estómago lleno de dragones eufóricos. Esa pequeña admisión honesta estaba bien. Pero Sentía que se estaba exponiendo para que le hicieran daño. Diablos, si no se arriesgaba nunca recibiría nada a cambio. Y, por el momento, tenía la sensación de que era seguro invertir sus sentimientos en Bruce Black.
Bueno eso rogaba ella.
Por Dios ya había tenido un bue. Trago amargo con el amor ahora me tocaba toma un buen elixir en su vida
.
.
.
Bruce caminó con decisión por el aeropuerto. Sabía que una chica con los ojos bicolor y muy sexy, lo estaba esperando.
Caray de verdad No podía creer que estuviera tan enganchado a ella.
Tampoco podía creer que un viaje de negocios que había estado a punto de cancelar le hubiera llevado hasta ella. ¿Y si no hubiera ido allí? Se preguntaba constantemente, lo más probable era que Claudia estaría trabajando, no se hubieran conocido y probablemente estaría saliendo con otro hombre, besando a otro, entregando su delicioso cuerpo a otro.
-demonios -Los celos le golpearon el pecho y empezó a caminar enérgicamente, apresurándose para verle la cara.
Le gustaba estar con ella, realmente le gustaba su compañía. Era honesta y real, diferente al resto de mujeres con las que había salido. Y habían Sido muchísimas.
Nunca había sido el tipo de hombre que usaba y descartaba a una mujer, pero, aun así, había pasado por muchas buscando a la que encajara.
Claudia, podía ser exactamente la mujer a la que había estado buscando. Alguien con quien sentar la cabeza. Alguien con quien compartir su vida. Alguien con quien envejecer.
Se sentía estúpido Porque Ya podía imaginar la vida que tendría con ella a su lado. Y, como la conocía desde hacía solo tres semanas, la idea era aún más estúpidamente increíble que había tenido jamas.
Para mayor placer, la mujer que pensaba que lo esperaría en el coche en
realidad estaba esperándole dentro del aeropuerto.
Claudia se rio mientras le rodeaba el cuello con los brazos y él la levantaba del suelo. Cuando la bajó de nuevo, no le soltó, más bien le dio un beso profundo y desesperado que los dejo a ambos con ganas de más.
Él descansó su frente sobre la de ella y suspiró.
-no sabes lo feliz que me hace estar contigo
Ella descanso las manos en su pecho, en serio tenía el estómago revuelto pero de una manera placentera.
-¿Por qué dices cosas tan cursi?
-tu me haces ser cursi
Claudia sonrió. Cuando ella se inclinó para besarle la mejilla, él tensó la mano alrededor de su cintura de forma posesiva.
.
.
.
Bruce todavía la sujetaba por la cintura cuando pasó con ella por la entrada VIP del restaurante más exclusivo de todo Nueva York.
-esto es una una locura, conseguir una reserva de este lugar es prácticamente imposible.
-no para mí soy dueño de este lugar -explicó él, modestamente mientras el camarero les servía las bebidas.
Claro, ¿De que más era dueño?
-¿Y qué tal ha ido el vuelo? ¿La persona que estaba a tu lado roncaba?
¿Y qué tal los bebés? ¿Han llorado durante todo el vuelo o qué?
Bruce se rio en bajo, conmovido por la forma en la que bromeaba sobre su jet privado.
-Dentro de poco te llevaré conmigo y tú misma podrás ver a todos los bebés llorando en el avión mientras te hago el amor en medio del cielo.
-¿Lo harás ahora? -Ella arrugó la nariz.
Ella se quedó paralizada cuando él rápidamente se levantó de su lugar para darle un cálido beso en su nariz.
-¿Qué? -preguntó él con una risa ahogada.
Ella negó con la cabeza y bajó la mirada a su plato. Estaba inquieta porque lo que estaba sintiendo por el era realmente fuerte y sabía muy bien él le podía romper el corazón y estaba segura que no lo superaría ni lo olvidaría fácilmente.
-¿Esta bien? -preguntó él. Cuando ella asintió, él se inclinó hacia delante-. ¿Quieres hablar de ello?
-No, tranquilo todo está bien -Ella estiró la mano hacia su copa.
Él le apartó la mano de la copa, colocando la palma sobre la mesa y deslizando las yemas de los dedos sobre sus nudillos.
-Me puedes contar cualquier cosa. Pero eso ya lo sabías, ¿verdad?
Ella se rio entre dientes.
-Sí. Y debería decir que desde la última salida el culo me está doliendo.
A él se le borró la sonrisa al instante.
-¿Es un chiste cierto?
-nop. Y siendo sincera estos días ha estado doliendo más.
-Por Dios ¿Has ido al médico?
-¿Ir al médico por un dolor de culo? Estás loco, yo sé lo que me pasó, podré tolerarlo.
Él ahogó una carcajada.
-Eres adorable.
Ella dio un sorbo a la bebida.
-Gracias. Tú también.
-No copies mis cosas. Piensa tus propias frases que decir. Se supone que eres creativa.
-¿Como qué?
-Ah, muy inteligente. Hazme pensar por ti también.
-Hmm. Vale, voy a aprovechar esta oportunidad para pedir que la próxima vez que pienses tener una cita tan intensa me avises con antelación para llevar un par de antiinflamatorios en sangre.
-nena, las citas conmigo siempre serán intensas, y... si no son intensas durante, sin duda serán intensas después.
-Es muy alentador saberlo.- dijo ella en un murmullo
El camarero retiró los platos y Claudia vio con culpabilidad cómo se llevaba a medias su plato de pollo que, sin duda, era realmente caro.
-¿La cena no te ha gustado ?- le pregunto Bruce.
Una corriente eléctrica le recorrió el brazo hasta el hombro y le bajó por la columna vertebral, y ella tragó para aplacar el horrible sabor que tenía en la boca.
-No tenía mucha hambre y sabía un poco raro.
El camarero colocó un plato con el postre entre ambos y Bruce no le soltó la mano cuando ella trató de liberarla.
-Para arreglar ese sabor raro del pollo... -Él le agarró la mano derecha mientras metía su cuchara en la tarta de lava fundida y le metió la cucharada de delicioso chocolate en la boca.
Claudia se cubrió los labios mientras dejaba que el sabor diera vueltas en su boca. Tenía un sabor realmente delicioso, pero de repente sintió una arcada.
Ella tragó y, cuando él estaba a punto de darle otra cucharada, se le revolvió
el estómago e intentó regurgitar todo lo que había comido.
Ella no quería herir sus sentimientos, pero al ver la cuchara cerca de la boca, le entró el pánico.
-Necesito ir al baño.
Rápidamente se libero del agarre de él y salió disparada al baño que quedaba al fondo del lugar ¿Porque diablos estaba tan lejos?
Una vez dentro enjuagó su boca muchas veces tratando de aplacar las ganas de vomitar lo que había comido, que sensación más horrible, pensaba ella.
-Oh, Dios mío.
Era más que evidente que ese restaurante carisimo era un fraude, y no quería decirle eso a bruce.
Pero por Dios, estaban sirviendo comida descompuesta porque ¿Cómo demonios explicas que pocos bocados le había dado a su comida y ya le había caído mal? Pues fácil la comida estaba descompuesta, bien elaborada y todo Pero descompuesta al fin.
Pero no quería decirle nada a
-¿Me puedes llevar a casa... Por favor? - le dijo ella una vez llegó a la mesa, seguramente se asustaría al verla con los ojos rojos.
-¿Te sientes bien?- pregunto al verla respirar con dificultad y con una leve capa de sudor
Ella sabía que tenía los ojos enrojecidos y no podía mirarle.
-Sí. No... te preocupes-murmuro. No podía hablar. No podía ni inspirar. Ahora el lugar entero apestaba. El olor de la carne podrida le golpeó la nariz cuando el camarero pasó con la comida de alguien, y ella casi se dobló.
Bruce la miro preocupado ella parecía estar enfadada, molesta. Él respiró hondo.
-nena ¿Dije algo que no te haya gustado?
Dios, era tan tierno Pero sabía que si pronunciaba alguna palabra daría el mejor de los espectáculos vomitando en medio del lugar.
Bruce la miraba impresionado mientras ella salía casi corriendo del restaurante. Él se apresuró detrás de ella, siguiéndola con pasos rápidos, y le agarró el brazo cuando empezó a alejarse del restaurante.
-Espera. ¿Qué ha pasado?
Ella respiró hondo varias veces.
-perdón pero quiero ir a casa.
Ella comenzó a caminar otra vez y él la agarró de nuevo.
-por lo menos dejame llevarte
Claudia asintió y él vio su expresión preocupada y confusa mientras ella entraba al carro y se sentaba en la parte de atrás, apartando la vista de él y mirando por la ventana.
Pero, ¿qué había hecho?
¿por qué ni siquiera lo miraba?
-claudia, ¿va todo bien?
-Sí.
-¿Podemos hablarlo antes de que te deje en casa?
-otro día -dijo con dificultad tratando de pasar el trago amargo que sentía en la boca.
Él sintió el pánico en los huesos y agachó la mirada hasta la mano de ella.
Estaba apretando el asiento como si su vida dependiera de ello.
Él le cubrió los nudillos, casi esperando que ella lo apartara Pero no lo hizo, mas bien giro su manos y la enganchó con las de el
Él miró su perfil mientras ella apoyaba la frente sobre el lateral de la ventana y seguía respirando de forma extraña.
Él le sujetó la mano entre ambas palmas y respiró hondo mientras la miraba. Si, definitivamente ella no tenía ganas de hablar.
Y el Quería llegar a conocer cada pedazo de su corazón, pero no sabía si ella le dejaría.
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