28
Capitulo 28
CAPITULO FINAL.
Bruce estaba que se comía las cutículas Pero no podía, tenía que mantenerse sereno y transmitir esa serenidad a Claudia.
Verla tendida en esa plancha de quirófano con los brazos extendidos y esa manta azul sobre su pecho para tapar la visibilidad donde le estaban practicando la cesárea era algo un poco escalofriante.
Porque a ver, estaba a solo unos pasos de ver cómo le abrían su vientre, y esos doctores con sus guantes ensangrentados no era una buena vista.
Sintió un nudo en la garganta al recordar como su bella mujer había sufrido empezando el trabajo de parto.
Sentía que era a él a quien le venían las contracciones, escucharla chillar, y morderse los nudillos para tratar de aguantar el dolor.
Le había repetido hasta el cansancio que era momento de practicar la cirugía, pero ella estaba rotundamente empecinada en que quería tener a sus hijas de forma natural.
Todo se había vuelto un caos, cuando le inyectaron el medicamento del Diablo, como le había dicho ella, era para acelerar las contracciones, Pero no funcionaba, no dilataba y las bebés se estaban quedando sin oxígeno y el ritmo cardíaco de Claudia estaba disminuyendo drásticamente.
No les quedó de otra que intervenir urgentemente, Bruce estaba a punto de sufrir un infarto cuando vio a Claudia tan débil, amenazó con destruir la carrera de cada persona que estuviera en la habitación si no hacían algo rápido y salvaban a su mujer e hijas, porque él no quería a una ni a dos, él quería a las tres.
Así que ahí estaba viendo cómo metían las manos dentro de la barriga de su mujer para sacar a la primera bebé.
Un nudo se le atoro en la garganta al ver esos dos cuerpecito pequeño sin cabello, las habían sacado abrazadas parecían siamesas pero él sabía perfectamente que no era así ¿Cierto?
—Señor Black, felicidades, sus hijas nacieron sanas — le dijo el doctor separando a las niñas con ayuda de otro doctor para que las viera mejor a las dos, al hacerlo las niñas empezaron a llorar. Bruce sonrió y una lágrima traicionera salió de su ojo izquierdo. — serán llevadas por las enfermeras para asearlas y luego podrá cargarlas.
En menos de nada se las habían llevado y Bruce volvió con Claudia que tenía los ojos cerrados.
—¿Amor?— la llamó él con un tinte de preocupación en su voz—¿Claudia? — volvió a llamarla y ella no respondía. Le dió un beso en la frente con los labios temblorosos y palmeo un poco sus mejillas
—¿Bruce? — murmuró muy bajo casi inaudible, pero es oído escucharla por estar muy cerca de ella
—Por Dios, me has asustado mucho estaba por llamar a una enfermera.— Sus ojos se cristalizaron, respiró profundo para tratar de calmar las emociones que lo estaban abrumando, Pero no podía estaba muy felíz, beso su frente repetidas veces, quiso besar sus labios pero tenía una mascarilla con oxígeno en su cara. — las bebés están bien, están fuera de peligro, somos padres de dos hermosas nenitas
Ella asintió lentamente, aún se sentía adormilada, la anestesia la tenía muy dopada, sollozo y las lágrimas se le escaparon de sus ojos cayendo por los lados.
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Tres días después estaban en la casa, las niñas estaban durmiendo en su cama mientras que estaban en la habitación de las niñas, Bruce estaba armando una cuna mecedora para las niñas, quería poder tener a las niñas sin alterarse tanto por cargarlas, mientras cargará a una arrullar a la otra en la mecedora, no quería contratar a una niñera. Dios, quería disfrutar de sus niñas cada segundo.
A lo lejos se escuchaba un llanto de una de las bebés y Claudia se levantó del sofá donde estaba sentada y a paso lento fue a la habitación de ellos donde estaba una de las niñas llorando, su puñito estaba apretado en una de sus orejitas.
—Mi niña hermosa, Pero te vas a arrancar la orejita— habló suavemente mientras le quitan las manitos de su orejitas enrojecida, la meció suavemente y volvió a quedarse dormida y la otra ni se despertó.
Luego volvió a la habitación de las niñas donde estaba Bruce con el ceño fruncido, tratando de armar la pobre mecedora.
—Desde aquí puedo ver los engranajes de tu cabeza — le dijo ella volviendo a sentarse donde estaba.
—Creo, mejor contrato a alguien para que venga y arme este aparato— dijo mientras veía el manual— no tengo idea donde va cada cosa.
Claudia miró con los ojos entrecerrados las piezas de metal y plástico que
tenía en la mano, y sacudió la cabeza.
—creo que esa va ahí, amor. — le señalo la pieza que tenía en la mano — Mira la curva.
—Oh, pues si, es verdad — dijo al darse cuenta de que ella tenía razón.
—¿Nunca has armado algo en tu vida ?
Él negó con la cabeza.
—No, ¿para qué? Mejor llamo a alguien para que arme esto cuánto antes.
—Niño mimado —dijo ella como si fuera el piropo más romántico del mundo.
Esa noche se sentaron juntos delante de la televisión cuando se retransmitió el nuevo anuncio donde Claudia era la protagonista.
Pero ella estaba hecha un mar de nervios, todo el mundo la estaba viendo. Pero Bruce la sacó de sus pensamientos cuando la abrazo y beso su frente repetidas veces haciendo que ella se riera.
El estaba realmente emocionado por ver a su mujer en la pantalla y sabía que muchos iban a verla, se merecía eso y más, y él iba a encargarse de darle todo y ayudarla a que logré todo lo que se proponga.
—No Te imaginar lo orgulloso que estoy de ti.
El anuncio publicitario tenía pocas semanas y ya estaba en todas las redes con una gran receptividad. Era todo una tendencia.
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Las bebés ya tenían un mes y era toda una odisea para los papás primerizos.
Ya estaban en casa después de su cita con el pediatra de las bebes y Claudia estaba realmente agotada.
Los periodistas estaban como locos queriendo capturar una buena foto de ellos y las bebés, querían tener la primicia.
Pero Bruce, se detuvo antes de entrar a su casa y les dió un ultimátum, cuando sea el momento el les presentaría a sus hijas a los medios, por el momento quería tener su vida privada así... Privada.
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Diez meses después.
—Gracias por venir. — dijo Bruce despidiéndose de la diseñadora que había ido a tomar las medidas para el vestido de novia de Claudia.
Ella había ido a infinidad de tiendas y ninguna tenía lo que ella buscaba hasta que Bruce sugirió contratar a una buena diseñadora para que le creará el vestido de sus sueños.
La mujer se despidió de ambos para luego subir a su carro, Claudia y Bruce estaban en la puerta de la casa viendo como se marchaba la mujer.
—Va a quedar espectacular mi vestido.
—Se supone que no debí ver el vestido o será de mala suerte. —dijo él cerrando la puerta tras ellos y llevándolos al jardín donde estaban las niñas de casi un año jugando con una de las sirvientas de la gran casa
—Mi mala suerte se terminó cuando te conocí— dijo ella deteniéndose para tomar pequeñas bocanadas de aire de pronto sentía la saliva pesada.
Bruce la miró un tanto extrañado
—¿Estás bien? — le pregunto acariciando una de sus mejillas.
—Si, estoy bien — tocó con su mano la mano de él que aún tenía en su mejilla— Creo que deberíamos adelantar la fecha de la boda.
—¿Porque?— ¿para que iban adelantar la fecha? Dentro de siete meses sería su boda, el consideraba que era lo suficientemente pronto.
— es que sino el vestido no me va a servir y enserio quiero mi vestido de ensueño.
—Mi amor no te estoy entendiendo, ¿Cómo que no te va a servir? Se supone que ustedes hacer dietas y esas cosas para entrar en esos vestidos.
Ella suspiro y le sonrió levemente, lo tomo de las manos y se sentaron cerca de las niñas que jugaban tranquilamente con pequeños muñequitos ignorando a sus padres olímpicamente.
Claudia estaba más que feliz con la vida que tenía un esposo que la amaba con locura y dos hermosas hijas que eran la luz de sus ojos.
Había hecho algunas sesiones de fotos para una importante revista a parte de ser la modelo principal de la empresa de Bruce.
Claudia Suspiro, su familia estaba creciendo y sabía que el hombre que había escogido como compañero de vida iba a estar con ella en las buenas y las malas.
Pudo una de sus manos en el muslo de Bruce, dándole suaves caricias, pasara lo que pasara siempre iba a contar con él.
—¿Podemos adelantarla para dentro de dos meses?— pregunto ella después de un cómodo silencio. Hasta a Bruce se le había olvidado de lo que había estado hablando.
Cuando ella dijo eso ella miró más extrañado aún —¿Por qué? No es que no se pueda, si quieres hasta dentro de un mes la adelantamos Pero...
— No es nada malo, ya te lo dije es solo que...
—¿No te gusta el lugar? Porque si es así...
—No... el lugar me encanta es solo que... — se cayó un momento para ver a sus hijas y luego verlo a él, ¿Que podía pasar? lo peor ya lo habían vivido, ahora solo les quedaban felices — Estoy embarazada.
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Bueno hasta aquí llegó está historia mis queridos lectores.
Puede que les dé un epílogo, aún no lo se.
Gracias por estar conmigo en esta historia, no me cansaré de decirlo, son los mejores lectores.
También les comento que estoy creando un grupo de WhatsApp para que hablemos de los personajes y otras cositas. Quien se quiera unir me deja su número en los mensajes o en privado.
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