20
Capítulo 20
Bruce observó a la mujer que estaba en la bañera y se le volvió a encoger el pecho, igual que le pasaba cada vez que ella se reía, le hablaba o le tocaba. No se habían tocado mucho últimamente y él sabía que era el culpable, pero estaba cansado.
Caminando hacia la bañera, él se quitó la camisa y se quitó los pantalones justo cuando ella abrió los ojos. Entonces los abrió de par en par y lo observó con duda.
Él le agarró el brazo y tiró de ella para que se sentara.
—dame lugar.
Ella estaba sorprendida dejando que el se acomodara detrás de ella.
Ella trago grueso cuando sintió su pene chocar con sus caderas, muertas el acariciaba su barriga con las manos abiertas, quería sentir la mayor cantidad posible de subbarriga.
El silencio se rompió con el sonido de sus respiraciones profundas. Él puso los labios sobre su oreja.
—Nonsabes como te extraño
—¿Si sabes que tenemos semanas sin estar juntos? —dijo ella con frialdad mientras él pasaba los labios
por la curva de su cuello
Él la envolvió con los brazos y la atrajo más cerca, dejando escapar un
suspiro de los labios cuando ella presionó las caderas contra su miembro.
—Lo sé. Ha sido muy difícil mantenerme alejado de ti.
—¿Por qué lo has hecho?
Su voz sonaba dura, y como no, estaba… molesta, el estuvo el movimiento y miro su perfil
—Porque te sentías mal y no quería ser el causante de más agotamiento en tu cuerpo.
—Pero Ni siquiera me dabas un beso cuando te ibas a trabajar — dijo ella girsndose Para verlo, tenía los ojos cristalizados por las lágrimas.
El le miró su boca por inercia —si te besaba no iba a ser capaz de detenerme
—tremendo estúpido.
Bruce abrió los ojos como plato.
—¿Pero, que dices? —Él ahogó una risa.
Claudia le clavó el codo en la cintura de forma juguetona y se acomodó contra él.
Ella bufo — en serio Eres un estúpido.
—¿pero que hice?
—Nada, en serio no hiciste nada.
Bruce, de forma instintiva, envolvió los brazos alrededor de sus hombros, apretando los pechos al acercar la cara a su pelo.
—¿Creías que no quería hacerte el amor? Sueño con ello. Te veo y quiero hacerte el amor. Pero estabas muy débil.
Claudia cerró los ojos.—bueno pues ya me siento mejor.
El le liberó el cuerpo y deslizó las manos hasta su barriga, dejandola donde se notaba como una de las bebes se estaba haciendo notar.
Ellos se rieron juntos y Bruce llevó la mano a la parte baja del vientre.
Claudia puso la cabeza sobre su hombro y gimió arqueando la espalda ligeramente. abrio más las piernas cuando él deslizó los dedos porsu entrepierna de forma dominante.
No iba a negar que estaba más que excitado.
—Deberías verte.
Fascinado, arrastró la mano por su pecho hasta llegar a la barriga y la volvió a subir para cogerle el pecho. Lo apretó ligeramente y sus pezones se endurecieron como botones. La carne que tocaba era firme.
—cielos… —Él respiraba con pasión y le mordió el lóbulo mientras sus dedos jugaban con sus pezones. Claudia gimió y se sacudió de nuevo mientras él le golpeaba repetidamente el clítoris extremadamente sensible.
—No me he corrido en días.
—Yo tampoco —le susurró él al oído y le clavó la lengua en la curva de la oreja.
Ella giró la cabeza a un lado para ofrecerle la boca. Fue un beso suave y cálido.
—Tienes un sabor tan agradable.
Él gimió cuando ella se sacudió mientras él la sujetaba y ella dejó que los muslos cayeran hacia los lados en esa enorme bañera. La erección de Bruce se chocó contra la parte baja de su espalda mientras él seguía torturando su clítoris.
Claudia interrumpió el beso y se agarró a los lados de la bañera, levantándose sobre él. Él le cogió de la cintura para que mantuviera el equilibrio cuando se levantó.
Con el agua derramándose por su piel perfecta, se giró para quedar de frente a él. Él inclinó la cabeza hacia atrás para mirarla, para ver su barriga redonda y
sus pechos voluptuosos. Su cuerpo era muy diferente al cuerpo al que le había hecho el amor hacía solo unos meses.
—estas más hermosa ahora que antes.
—Estaba triste pensando que ya no te excitaba.
Él negó con la cabeza, horrorizado, cogiéndole la mano y tirando de ella
hacia abajo con suavidad. Claudia se agachó y envolvió los brazos alrededor de su cuello mientras se sentaba sobre sus muslos.
—dejs de pensar eso —murmuró él—. Simplemente no quería cansarte por mi propia satisfacción sexual.
—¿Y qué pasa con la mía?
Él la atrajo más cerca hasta que su barriga quedó presionada contra sus abdominales y los senos chocaron contra su pecho, y él la besó apasionadamente.
Cada palabra que él no había dicho, cada sentimiento que no había sido capaz de transmitirle, estaba en ese beso. Él deslizaba las manos por su espalda, agarrándole de las caderas y acercándola para que abriera su sexo sobre su miembro.
El agua se salía de la bañera y caía sobre el suelo de mármol cuando se movían.
Ella pasó las manos mojadas por su pelo y parecía deleitarse con la sensación y,
cuando él interrumpió el beso, ella se inclinó a por más y gruñó cuando él no
la dejó continuar.
Agarrándole las caderas, la levantó de sus muslos y, cuando la cabeza de su miembro se había introducido en la abertura de su sexo, Claudia dejó caer la
cabeza hacia atrás y se sentó sobre él.
Ella abrió los ojos y la expresión de lamento que tenía en la cara la delató.
—Me voy a venir
El apretó los dientes. Ella todavía no se había movido y ya estaba preparada para el orgasmo.
Sus paredes vaginales estaban succionando su miembro y Bruce estaba dando su mejor esfuerzo en no correrse—no sabes cuánto te he deseado estos días.
El la movia, y ella le seguía, era un ritmo exquisito, tanto que pronto llegaron al orgasmo.
Gimiendo, Bruce se inclinó hacia delante y atrapó el pezón oscuro y endurecido con la boca. Ella deslizó las manos por su pelo otra vez manteniéndolo sobre sus pechos mientras él chupaba como si su vida dependiera de ello.
—Te he echado de menos —susurró sobre su pezón antes de arrastrar los
dientes por la carne hasta llegar al otro pecho. Eran voluptuosos y se le
escapaban de las manos cuando los apretaba.
Claudia se echó ligeramente hacia atrás con su miembro todavía dentro de
ella hasta que su cuerpo se aferró a la base del miembro y le acercó la cabeza
a sus pechos.
Ella tenía todo el cuerpo sensible y necesitado, y no quería nada más que hacer que el momento durase. Había esperado, había tenido miedo.
Dejó que el miedo la inundara de nuevo, el miedo a perderlo, a no tenerlo a su lado, y entonces lo apartó bruscamente. Tenía que dejar de ser tan paranoica. Ese hombre había demostrado sus intenciones una y otra vez y, por lo que conocía de él, Bruce Black no era infiel.
Él le pertenecía por ahora; le pertenecía porque él había elegido estar con ella. Por los bebés.
Él la agarraba con fuerza mientras miraba la barriga como si tuviera miedo de hacerle daño.
—Bésame —imploró él levantando la boca. Esa dura orden emitida con tanta súplica hizo que a ella le estallara el
corazón de amor, admiración y posesión.
—Eres mío —gimió ella antes de cubrirle los labios con los suyos.
Se besaron con hambre como si no quieran soltarse jamás, ella gimió pero quedó ahogado en la boca de él.
Ella estaba sentada sobre el y Su miembro llegó muy adentro cuando levantó la cadera al mismo tiempo que la acercaba.
Él no dejaba de atraerla sobre su miembro, dejando su clítoris presionado sobre la base, y ella dejó que él tomara el control con su pasión. Él respiraba con más intensidad sobre su
boca.
Claudia sintió su semen cálido y abundante dentro de ella, y esa sensación diferente hizo que un nuevo orgasmo la acribillara. Ella le agarró del pecho y empezó a moverse más fuerte, más rápido, y él gruñó interrumpiendo el beso y presionando la boca sobre su cuello. En segundos, Claudia, lubricada por su semen, lo agarró violentamente y se estremeció intensamente sobre él, uniéndose a su orgasmo.
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