Still a home here
—Creo que me gustas — dijo Kouki tan bajito, que Seijuuro creyo no había dicho nada
—¿Creo? ¿Porque utilizar esa palabra?— le pregunto el pelirrojo
—Bueno porque creer es algo de lo que no estas seguro y segundo, porque de esa forma protejo mi corazón si tu respondieras con un; "lo siento, no siento lo mismo"—
Kouki levantó la mano e inesperadamente una mariposa que volaba cerca se poso en uno de sus dedos, Seijuuro; vio como con sumo cuidado dirigió esa mano hacia su rostro. La mariposa, tambaleante siguo su camino, bajando del dedo donde antes se posaba, para saltar a la piel del castaño, camino unos pocos centímetros, salto el ojo y luego, simplemente voló.
Seijuuro simplemente fue incapaz de dejar de mirar.
—No deberías de decir cosas tan impulsivas sin mirar con quien hablas a los ojos—
Kouki volteo la mirada.
—Mis sentimientos son solo míos, creer en ellos o no es de mi competencia, te lo digo, solo estoy protegiendo mi co... —
Con un movimiento rápido, Seijuuro había ladeado el rostro de Kouki, este fue besado de tal manera que antes de palidecer, ya se estaba sonrojado.
—Espero que pronto, puedas reconsiderar tus creencias—
Kouki vio con la boca semi abierta como el pelirrojo se alejaba, sus labios aún estaban tibios pero no pudo hacer más nada.
Seijuuro por el contrario, sentía que su corazón saldría por su boca, sus oídos e incluso sus ojos. Él era un joven poderoso, el mejor de su generación, un heredero. Seijuuro ya es alguien con solo respirar.
Pero en ese momento se sentía una persona normal. Una que había casi demostrado sus sentimientos con solo un beso. Ya era algo. Un paso que dar en la dirección correcta para el dueño de sus afectos.
—No recuerdo que fueras tan audaz.... — le dijo Kouki al viento
El pabellón hacia las flores era una amplia ala techada, la cubierta era una malla que permitía el paso de la luz y una cantidad de agua suficiente para el crecimiento de todo lo que ahí habitaba.
Habían pasado un par de días desde que el rey hubo huido de esa mirada.
No vio ira, burla o temor. Había algo creciedole dentro con su mera presencia, con el saber de su cercanía, su aroma, su alma.
Lo estaba volviendo loco.
Eso le fascino y atemorizo en igual medida, no podía enter su reacción y cuanto más le causaba curiosidad más le costaba acercarse.
No fue necesaria la espera, pues el joven príncipe estaba cerca, podía escuchar los latidos de su corazón, paladeaba el aroma que desprendía su cuerpo con cada paso que daba, casi; saboreaba el hilo del latido de su corazón.
—Este lugar es sagrado — le dijo sin mirarlo —Podría pedir tu cabeza por la ofensa, solo por acercarte ¿Lo sabes?—
—Lo se — le respondió el príncipe ain atisbo de duda en su voz —Pero también se que no lo harás, pues es algo que bien podrás hacer tu mismo, cosa que no has hecho—
Para su horror, su rostro se prendió como el fuego pues lo que decía era cierto, agradecido que aún le daba la espalda y no podía mirarlo.
—Traigo una ofrenda —Siguio diciendo —Por si quieres reconsiderar tu postura—
Era alguien con una curiosidad innata, eso mismo lo había llevado a donde estaba.
—Solo por esta vez — Le dijo en medio de un vergonzoso tartamudeo.
Se levanto, sacudió sus manos llenas de tierra y por fin le encaró.
—Se trata de unas flores que crecen cerca de mi hogar "Flor del infierno " le llaman— acto seguido abrió un paquete que traía el príncipe consigo y que no había notado hasta ese momento, mostrando unos pocos brotes verdes —Estuve preguntando y espero que no sea ese un problema, se que no hay de estas flores aquí —
Observo entonces con curiosidad, pero sin tocar lo que se le obsequiaba
—¿Cómo florecen? —
—Bueno... — comenzó a hablar —No es necesario describirlos, pues espero que lo veamos pronto juntos—
En las noches tranquilas, cuando el aire estaba húmedo después de la lluvia, solía vagar por los jardines. El rico aroma de la tierra mojada, de los botones que se abrían, le hacían sentir tranquilo, una calma que casi nunca le llegaba.
— Entonces ¿Cómo es que te volviste lo que eres? —Le dijo mientras le observaba podar las flores marchitas con el filo de sus uñas —Si se puede saber, claro está —
—La verdad no lo recuerdo — le contesto sin mirarlo —Un día era así y al siguiente solo segui existiendo. Mi morir a mis padres, mis hermanos y pronto, tenía un reinado que me honraba y que yo protegia—
—Sigues siendo tu mismo, no has cambiado a pesar del paso de los años— tomo una de las flores cortadas, para ponerlo entre un libro encuadernado
—Es mejor vivir siendo fiel a si mismo, que nunca a serlo y morir deshonrado—
—¿No me dirás que tan viejo eres?—
—Bueno, si esta en tu deseo morir—
Después de esa frase, la risa de ambos pudo ser escuchada incluso por los criados, quiénes estaban felices de ver a su solitario amo ser feliz, justo antes de que todo fuera cambiado para siempre.
—Entonces ¿No tienes un color preferido?—
—Ciertamente no tengo preferencia alguna, pero si tuviera que elegir, creo que seria el color rojo—
—Sei-chan ¿No es eso algo egocéntrico?—
—¿Porque lo sería Reo? —
—Bueno; creo que es por el color de tu cabello, te describe todo a ti— le dijo el pelinegro señalando su cabeza
—No es por eso aunque lo parezca, además no es de la misma tonalidad ¿A que viene tu pregunta?—
—Solo quería saber, no hay nada mas— le respondió, sonriendo con picardia, Seijuuro no lo entendía totalmente, pero era algo a lo que poco a poco se acostumbraba
—Terminemos con esto — le dijo señalando un esquema deportivo para el equipo —Tengo cosas muy importantes que hacer—
—Como hablar con Kou-chan ¿Verdad?— casi lo grito para que medio equipo lo escuchara, Seijuuro por supuesto que lo ignoro, orejas rojas incluidas y sin contestarle claro.
-Como hablar con kouki, por supuesto- pero eso era algo que ni estando más loco le diría.
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