Imsomnia.
-¿No te arrepientes de esto? - pregunta sin mirarlo
-No. La verdad es que no -
-Te enviaron aquí por obligación. Tu... me viste matar-
Esta reacio, no puede creer en la sinceridad de un hombre que a sido obligado.
-Fue esa acción de hecho la que llamó mi atención. Fueron las razones detrás de tu acto las que me encandilaron, deberás hacerte responsable -
Extraño - pensó -Pero honesto -
-Por supuesto, pero... la eternidad, yo...- El rey estaba nervioso. A pesar de su posición, de lo que era, sus acciones en ese momento lo hacían ver como un niño indefenso.
-No te preocupes por eso, encontrare una manera... si tu me amas, yo; encontraré una manera para siempre ser un nosotros-
Una pequeña sonrisa floreció en su rostro, justo en ese momento un aire frío sacudió sus cuerpos, pero las flores blancas que fueron lanzadas del árbol más cercano que bailaron a su alrededor; alrededor del rey, le hicieron ver etéreo, un ser puro y brillante.
Esa era su verdadera forma y estaba orgulloso de ser el primer y esperaba que el único en poder verlo.
Los seres humanos son volubles. Su corazón cambiante no sabe que puede causar catastróficos daños con un solo latido.
O la falta de el.
No está muerto. Lo sabe.
Pero si siente que debería de estarlo. A lo lejos escucha los gritos, aun es capas de entender los débiles murmullos de los moribundos.
Y a un solo toque, esta él.
Sus ojos ya no son capaces de verle con una dulzura que no es propia de sus facciones.
Esta paralizado. Lucha, lo hace; pero le es imposible... le es imposible moverse. Aun hay tiempo, aun puede traerlo de vuelta. El mundo sería más llevadero si está a su lado. Si le ama como afirma amarle.
Entonces un par de manos le alejan de su otra mitad, de la posibilidad de volverlo a la vida, de su alma que se marchita.
Lo llevan en rastras a donde antes se hallaba su majestuoso trono. Ahora solo hay pedazos inservibles, han rapiñado todo el oro, las piedras preciosas, los metales útiles.
-Si no mueres, al menos me asegurare de que no salgas nunca- le dice una voz, alguien que es incapaz de ver porque su vista se ha nublado al grado que solo ve oscuridad. -Una tumba decadente para alguien que ya ha caído - una oscuridad profunda que le enfría el alma, o lo que quedaba de esta.
Cierra sus ojos y; cuando es levantado y sentado entre astillas y piedras rotas, escucha como el antiguo edificio se viene abajo, es poco a poco, piedra por piedra, llevándose todo a la oscuridad.
Si tan solo no hubiera dudado antes, si tan solo se hubiera desecho de los temores de su corazón.
Una determinación creció, una mancha en su alma pura. Creció también una marca, un lazo que eliminaría las barreras del tiempo, que reencarnación su alma, un don que le permitía volverlo a ver, en el futuro, vería una vez más amor en su mirada.
Volvería a ver a su príncipe, lo juraba por su sangre derramada, ahí; en su tumba improvisada.
Lo primero que vio al despertar fue su mano alzada hacia el techo, su corazón se sentía pesado, el dolor de una perdida no del presente, sino de un pasado inexacto.
Su madre le había dicho una vez que tenia una sensibilidad inocente, que su alma era vieja y con ello el sufrimiento más palpable.
Luego ella murió y todo aquello de lo que alguna vez le hablo, se volvió inservible.
En ese momento ya no es él mismo, ni el que era cuando su madre vivía, ni el que fue cuando se dividió. En ese momento es el mismo pero a la vez diferente. Pero eso estaba bien. Ya estaba bien.
Ya no lo acosaba el hambre irracional de victoria, como si algo le hiciera falta en extremo y esa fuera la razón de su extraña locura; además claro del trauma aun latente de la perdida de su madre.
Ahora había algo muy diferente, una desesperación irracional por una cosa.
O más bien un alguien.
Kouki y su mirada, su sonrisa, su fácil sonrojo.
Fue el fatídico encuentro en las escaleras lo que le causo una impresión extraña en el, luego esa determinacion en la cancha, inclusive cuándo cayo en la duela.
Pero Kouki le huía.
Sin embargo; esta vez no lo dejaría ir, esta vez, lo salvaría, podría decir lo que quisiera pero sería su ayuda, su salvador.
Esta vez las palabras que guardaba, saldrían con todo uso de razón.
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