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Capítulo 8.5.

‹ ¿Cómo me convenció de esto? › se preguntó Aylin, viendo la bomba de baño deshacerse en varios colores en el agua.

— ¿Qué acondicionador te gusta más? —preguntó Melissa, mostrándole toda una colección de acondicionadores en las repisas del baño.

Aylin mostró una expresión de incredulidad al ver esa colección de champú y acondicionador. Es por esto que aceptó la ayuda de la madre de Samantha, aquí había demasiadas cosas que no entendía en este lugar.

— ¿Para qué sirve el acondicionador...?

La mirada que le dio la madre de Samantha ante esa pregunta la puso incómoda.

— ¿Cómo tu pelo se ve así si ni siquiera sabes para qué sirve el acondicionador...? —cuestionó, un tanto incrédula de que el cabello de esta chica se viera tan bien sin siquiera saber para qué servía el acondicionador.

—...—Aylin decidió entonces que era más interesante ver los colores que había dejado la bomba de baño al deshacerse en el agua. Hace tiempo sabía para qué servían esas cosas, pero en esta vida ese conocimiento no había sido útil, así que lo había olvidado.

— ¿Alguna vez te has dado un baño en tina? —preguntó la mujer, mirándola seriamente.

—...

Dudó.

— No que recuerde...

No sabía si alguna vez la bañaron en una tina cuando era una niña pequeña, suponía que sí, pero en el internado sólo había duchas al igual que en su escuela actual y en casa de Amber prefería ducharse a darse un baño de tina. No es que le diera miedo o algo por el estilo, no era ella quien le tenía fobia al agua, es sólo que le parecía algo extraño y ajeno, tampoco tenía ganas de hacerlo.

La mujer mostró una mirada de tristeza con esta respuesta— ¿Quieres elegir entre estos? —preguntó, extendiéndole un par de botellas para que eligiera.

Aylin vio con curiosidad los envases de acondicionador. No tenía ni idea que diferencias había entre estos, así que decidió por el olor.

— Este huele bien.

La mujer suspiró al verla elegir de esa manera— Está bien.

Realmente, su visión sobre los Vogel se arruinó ese día...

Los Vogel eran una familia que se dedicaba al rubro de la tecnología, desde hace muchas generaciones habían estado involucrados con rubros como el automotriz y de maquinaria pesada, pero con los nuevos tiempos que decidieron apostar por las empresas tales como Amazon, Microsoft y Apple. Habían pasado varios años antes de que sus inversiones comenzaran a darles beneficios, pero cuando lo hicieron su patrimonio se duplicó y decidieron aumentar sus apuestas haciendo ellos sus propios programas. Dios, estos tipos estaban tan metidos en el rubro de la tecnología que el software que usaban para su empresa había sido creado por ellos.

Aun así, cuando veía a esta chica no podía ver a la hija de esa prestigiosa familia, sólo podía ver a una chica que estaba siendo descuidada por quienes deberían cuidarla. Por la forma en que hablaba de sus padres no parecía haber una relación cercana y por su forma de vestir podía decir que no había nadie que le dijera algo. No era su estilo de vestir, sino el cómo usaba la ropa.

Si Samantha abotonaba mal sus botones, ella o su esposo le dirían, y si ellos no lo hacían Tyler o Joshua lo harían, y si ninguno de ellos lo hacía, de seguro Christina lo haría. Esta chica había estado todo el día con la camisa mal abotonada y nadie le había dicho nada, sólo había caído en cuenta cuando se la estaba desabrochando y notó que le sobraba un ojal.

Un suspiro lleno de cansancio salió de los labios de Aylin al notar que había puesto mal el botón.

— Otra vez...

Miró la camisa en sus manos, la tela no sólo se veía algo vieja también se sentía gastada, como si esta prenda hubiera sido usada por mucho tiempo. A decir verdad esta ropa estaba en el estado en que normalmente la usarías como pijama o como trapero.

Esta había sido la decisión correcta, incluso si era sólo era darle un poco de ropa y lavar la que traía puesta quería ayudarla. Tareas domésticas como lavar la ropa podían ser algo bastante tedioso hasta para ella.

Fue entonces que Melissa notó que la chica se ponía nerviosa cuando la vio tomar su bandana.

— ¿No quieres que lave tu bandana? —preguntó, percatándose de ese detalle.

— No... Me es incómodo estar sin ella...—admitió, desviando su mirada al agua de colores de la tina.

—...

Normalmente, uno pensaría que usar una bandana cuando tienes las orejas tan perforadas como las tenía esta chica sería incómodo, pero en este caso parecía que la situación era al revés...

— Aylin, ¿Por qué quieres ocultar tus audífonos? —preguntó, haciendo que la chica se tensara visiblemente.

No fue difícil notar que ocultaba, porque prácticamente ni estaba intentándolo. Pudo notar que a ella le estaba costando mantener la conversación cuando estaba en la tina y sólo pudo hacerlo de manera fluida cuando estaba mirándola de frente, también había notado una especial dedicación de ocultar sus orejas, como si tuviera un complejo con ellas a pesar de que eran completamente normales, sólo tenían muchos piercings y no creía que esos fueran el problema. Todas estas cosas eran demasiado específicas para ser sólo una coincidencia.

Respiró profundo— La gente tiende a tratarme diferente cuando sabe que tengo problemas de audición... Es muy molesto...—admitió sin mirarla. Que la gente la tratará como si fuera una discapacitada era algo que odiaba, no necesitaba que la tratarán como si fuera incapaz de valerse por sí misma.

— No te preocupes por eso —entonces la mujer tomó la bandana y la dejó en la cesta de ropa sucia, dejando al descubierto un par de pequeños audífonos que habían bajo esta— Nadie te va a molestar aquí, así que no pienses en eso.

—...—Aylin abrió la boca para protestar por esa decisión, pero ninguna palabra alcanzó a salir de su boca.

— Hijo, si llegas a toparte con una persona poderosa, por favor, haz lo que dice. Si le gustas podrás ascender en el mundo. Nunca seas rebelde ¿Entendido?

Al escuchar esa voz maternal resonando en sus oídos cualquier intención de resistirse a la decisión que Melissa Oriol de Becker había tomado fue purgada de su mente.

¿En serio iba a obedecer unas palabras dichas a finales de la edad del bronce...?

— Recuerda tu lugar, esclavo.

Tragó duro.

— Está bien...

La respuesta fue , porque no conocía otra forma de sobrevivir.

Sin ser consciente de lo que pasaba por la mente de Aylin, la mujer sonrió— Aquí está la ropa para que la uses.

— Gracias...

— Tú no tienes ni una gota de orgullo, ¿No es así?

Al recordar esa pregunta sintió ganas de reír.

— ¿Qué puedes hacer con el orgullo...? ¿Puede convertirse en oro? —al ver que la otra persona guardó silencio, sin saber que decir, una risa seca salió de su garganta— Algo como el orgullo no te dará de comer cuando tengas hambre. No necesito algo así de inútil.

Es difícil tener algo como el orgullo cuando veías como provocaba problemas estúpidos.

Suspiró, hundiéndose hasta la barbilla en la tina— Es un lamentable destino...

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