Capítulo 6.
Ese día Samantha decidió que Aylin era la chica-, no, la persona más rara que había conocido en toda su vida.
‹Me pregunto si eso en su libro era normal...› pensó mientras terminaba el té— No podemos hacer el trabajo en la sala, mis padres quizás traigan invitados.
— ¿"Quizás"? —repitió, confundida, recibiendo la taza de té con Pipo aun en su regazo— ¿No esas cosas se planean con tiempo...?
— No conoces a mis padres —suspiró.
No era raro que llegara de la escuela y encontrara una especie de fiesta de alta sociedad en la sala. Después de todo su familia era muy social, sólo había que recordar la vez que su abuela organizó un bingo que duró hasta las 5 am...
Aylin parecía incrédula ante tales razones, pero no se quejó y aceptó ir a su cuarto para hacer la tarea mientras Pipo volvía a su casa bajo la escalera principal.
— Tu cuarto es muy normal...—comentó Aylin, mirando su cuarto con curiosidad. Un cuarto con paredes de color blanco con mucha luz natural por el balcón, una cama de dos plazas que se veía esponjosa, un escritorio de madera bien cuidada, un sofá gris, una mesa de madera baja y unos cuantos puf grises alrededor.
¿A quién quería engañar? Esto más que un cuarto parecía un departamento de un ambiente, incluso tenía un balcón y un sofá, y estaba segura de que detrás de esa puerta había un baño o un vestidor, o ambos. Si tuviera una cocina se creería que era un departamento, pero si, era más normal que el salón...
— ¿Qué es lo que piensas de mí...? —cuestionó Samantha, un tanto ofendida ante estas palabras.
— Oye, no me culpes, he visto muy pocos cuartos en toda mi existencia —se encogió de hombros, guardándose sus observaciones para sí misma— En este libro sólo he visto el cuarto de Amber.
— Pero, tú viviste en un internado...
Aylin lució sorprendida ante estas palabras por un momento, un par de segundos quizás, pero rápidamente volvió a su actitud normal— Con qué has estado investigando sobre mí —comentó en un tono jocoso— ¿Tanto te gusto...? —preguntó, demasiado cerca para el bien de Samantha.
— Responde la pregunta —ordenó, haciendo lo primero que se le ocurrió: ponerle la mano en la cara.
Aylin no parecía muy feliz de que interrumpiera su juego, o eso mostraba su expresión cuando se alejó.
— El internado al que fui tenía esos dormitorios básicos, esos que parecen barracas llenas de camas —declaró con un aire desinteresado, frotándose un poco la nariz con la mano. Ese manotazo le había dolido un poco— Nunca he tenido un cuarto propio, creo —dudó.
— ¿Ni siquiera ahora?
Suspiró— No, Thoma y Yona duermen en la cama del cuarto de invitados de Amber. A veces duermo ahí también o en el sofá —comentó con un aire desinteresado.
—...
— No me mires así, estoy viviendo gratis en una casa ajena, no es como si pudiera pedir demasiado —dijo, desviando su mirada hacia el balcón— Además, al menos ahora no escucho a 20 personas roncando cerca de mí.
Eso sonaba lamentable.
Ella siempre había tenido un cuarto propio, desde que podía recordar le habían dado un espacio propio y no se había visto en la obligación de compartir con sus demás hermanos. La simple idea de vivir en un internado como el que Aylin decía o de tener que compartir cama con sus hermanos la ponía de los nervios.
— Eso es muy lamentable...
En todo el tiempo que Samantha llevaba viendo a Aylin, incluso cuando la vigilaba desde lejos, jamás la había visto poner una mala cara. La mayor parte del tiempo estaba sonriendo o con una expresión más neutra pero muy expresiva, había momentos en que Samantha se cuestionaba si Aylin podía curvar los labios para el otro lado.
En ese momento pudo confirmarlo: Aylin sí podía curvar sus labios hacía el otro lado.
— No deberías decir que es lamentable o algo por el estilo —dijo con una mirada y un tono tan serios que le causaron escalofríos. Esa seriedad en ella se sentía antinatural— Yo no doy lástima en lo absoluto. Guárdate tu piedad para alguien más.
— L-Lo siento...
Gracias a este seco intercambio verbal, por las siguientes dos horas el ambiente en el cuarto fue incómodo, o al menos lo fue para ella. El ambiente era tenso y silencioso y ella no sabía qué hacer para aliviarlo, realmente no era buena en situaciones así...
‹No debí decir eso...› suspiró, terminando de escribir una plana del trabajo.
— ¡Samantha, hija...! —escuchó la voz de su madre.
Se levantó, sintiendo las piernas un tanto adormiladas por estar en la misma posición tanto tiempo— ¿Si, mamá? —preguntó desde la puerta.
— ¿Puedes venir un momento?
—...—Samantha miró a Aylin, quien parecía estar concentrada en su parte del trabajo, sentada en uno de los puf de su cuarto, aunque seguía jugando con el lápiz en su mano— Volveré pronto, tú sigue con tu parte —suspiró, abriendo del todo la puerta y bajando al primer piso.
Ese "momento" en realidad no duró un momento, de hecho se alargó por más de una hora hasta que Samantha decidió que tenía que hacer algo antes de empeorar su situación con Aylin por dejarla sola tanto tiempo en su cuarto. Su madre la había usado para reforzar la planeación de la repentina reunión de negocios de sus padres, pero la idea de dejar a su visita sola en el cuarto no le gustaba.
— Mamá... Tengo a alguien en mi cuarto...—dijo Samantha, incómoda por la situación. No esperó que esta posible reunión terminara siendo lo suficientemente importante para que ella tuviera que estar presente también.
— Oh, ¿Es Matt? Lo siento por arruinar tu-.
La interrumpió— No, no es Matt —suspiró. Hacía tiempo ya que él no venía a su casa— Es una compañera de clases, estábamos haciendo un trabajo...
— Mmmmm...—Samantha miró a su madre, tal parece tenía una idea, aunque no sabía si esta le iba a gustar— Entonces, ¿Por qué no la invitas a bajar? —propuso, sirviendo un poco de champagne en su copa.
— Eso...—dudó. Aylin no lucía como una chica que disfrutara mucho las fiestas, al menos las de clase alta, pero no perdía nada con preguntar— Está bien, le preguntaré —de todas formas tenía que volver a su cuarto para alistarse para la fiesta.
Samantha subió las escaleras hacia su cuarto, pero cuando llegó se encontró con la imagen de Aylin durmiendo apoyada en la mesa donde estaba haciendo su parte, en una posición que no le parecía muy cómoda. Suspiró, un tanto resignada al verla así. Debía despertarla, ¿No es así?
Pero, cuando Samantha estaba a pocos centímetros de Aylin, algo le llamó la atención.
‹ ¿Ah? ›
Samantha estiró su mano y tomó las hojas que reposaban junto a Aylin, todas escritas con una caligrafía muy pulcra.
‹ ¿Qué demonios...? ›
¿Cómo en poco más de tres horas esta chica había hecho la mitad del trabajo? ¡Era un trabajo para un mes...!
—...—entonces, Samantha volvió su mirada a la chica que dormía en su mesa— Aylin, despierta —dijo, tocando su mejilla con el dedo para despertarla.
— Hmm...—se quejó cuando sintió que interrumpían sus sueños. Los ojos azules de Aylin se abrieron con sueño, dándole una mirada perezosa a Samantha, como preguntándole para qué la despertó.
— Ven, puedes usar la cama.
Si se había dormido con la cabeza apoyada en la mesa eso significaba que estaba cansada, ¿No? Además, en casa de esa chica no parecía tener un lugar cómodo para dormir. De todas formas, ella no podría usar su cama en unas cuantas horas.
‹Sólo por esta vez...› se dijo a sí misma, mientras Aylin se dejaba guiar hasta su cama, le recordaba a sus primos pequeños cuando caminaban a la cama a dormir.
Como se esperaba, cuando Aylin tocó la cama ella ya estaba más dormida que despierta, pero antes de volver a dormir levantó la mirada y la miró— Tu cama es muy cómoda...—y entonces rió, una risa débil y burbujeante antes de acomodarse y volver a cerrar los ojos.
Sonrió, viendo que ya se había dormido— Lo sé.
Esto no era lástima, era compasión.
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