Capítulo 4.
— Estoy condenada...—se lamentó Samantha, apoyando su frente en su pupitre.
— ¿Pasó algo...? —preguntó Christina, mirándola con preocupación.
Un quejido salió de su garganta ante esa pregunta— Aylin es una completa perezosa, descuidada y parece que tiene la cabeza en las nubes —se quejó con un tono lleno de cansancio— No quiero hacer todo el trabajo yo sola...
Christina y Karen compartieron una mirada en silencio.
— Pero, en realidad, ella tiene muy buenas notas a pesar de que se incorporó tarde...—comentó Karen.
— Si, de hecho leí que ella viene de una escuela súper exclusiva —agregó Christina.
Levantó la mirada— ¿Dónde lo leíste? —le preguntó, entre incrédula y esperanzada, a Christina. Quizás todavía tenía oportunidad de mantener un buen promedio.
— Emmmm... déjame ver —dijo la chica, tomando el libro y dándole una ojeada rápida a las páginas— Aquí.
La autora había hecho un diálogo entre la protagonista y Aylin, quien decía que había estado en un internado toda su enseñanza hasta ahora. Este internado al que Aylin hacía mención era, de hecho, muy exclusivo y muy difícil de entrar, sólo unos pocos hijos de gente con dinero podrían entrar.
‹Así que si es cercana con Amber› pensó con cierta amargura.
Esta sospecha no hizo más que confirmarse cuando vio a Aylin hablando con esa chica antes de ir a su casa a hacer el trabajo.
— Ah, Samantha —desvío su mirada de Amber al notarla cerca— Me tengo que ir. Te los encargo.
Si las miradas mataran, Amber estaría muerta y enterrada y Aylin gravemente herida...
— ¿Por qué estabas hablando con esa chica? —preguntó, apretando las tiras de su mochila. ¿Por qué a la autora le gustaba ponerla en situaciones tan adversas...?
—...—Aylin la miró un momento en silencio y luego sonrió— Oh, ¿Acaso estás celosa? —se burló con una sonrisa ladina.
— ¡¿Qué?! ¡Claro que no! —exclamó, logrando sacarle unas cuantas risas más a Aylin.
No había dudas, a esta chica le gustaba molestarla, lo hizo todo el corto camino al auto. Samantha no tenía licencia de conducir aún, pero le habían comprado un auto como premio por tomarse tan en serio sus estudios y como muestra de que tenían dinero.
— La verdad es que vivo con ella —admitió Aylin, ya más tranquila, subiendo a la parte de atrás del auto de Samantha, auto que, por cierto, estaba siendo conducido por el chofer de la familia.
— ¿Qué...? —preguntó, mirándola raro desde el asiento.
— No me mires así. No fui yo quien decidió vivir con una completa desconocida, fueron mis padres quienes me obligaron a aceptar porque no querían rentar una casa —se quejó, mirando el interior del auto mientras se apoyaba en el respaldo del asiento. Este auto se veía caro.
— Pero... ¿Cómo...?
O sea, ¿Se fue a vivir con ella sin conocerla antes...?
Suspiró— ¿Recuerdas que el padre de Amber trabaja en el extranjero y nunca está?
— Sí.
Y era precisamente esa la razón por la que no entendía.
— Bueno, su padre es un amigo del trabajo de mis padres. De alguna forma decidieron que poner a dos adolescentes sin supervisión y dos niños pequeños e inquietos en la misma casa era buena opción —declaró con claro fastidio.
— ¿Tienes hermanos? —preguntó, un tanto confundida.
Ahora que lo pensaba, no habían mostrado mucho de la vida de esta chica hasta ahora.
— Bueno, sí, aunque por 12 años fui hija única —comentó con naturalidad mientras miraba por la ventana del auto.
‹Así que sus hermanos tienen cuatro años›
— Es un tanto extraño pasar de ser la menor de varios hermanos a ser la hermana mayor de dos.
¿"La menor de varios hermanos"...?
‹Debe estar hablando de su vida en el otro libro› concluyó— ¿Tus padres viajan juntos por todo el mundo? —preguntó, recordando vagamente el trabajo del padre de la protagonista.
Asintió, sin mucho interés— Sí, aunque mayormente lo hacen por Asia.
Viajar todo el año, ellos dos solos...
— Tus padres se deben llevar muy bien.
No creía que sus propios padres aguantaran lidiar tanto tiempo el uno con el otro. Su padre era el dueño de uno de los hospitales principales de la zona y su madre era una dermatóloga que trabajaba en la empresa de maquillaje de su hermana. Sus padres pasaban mucho tiempo separados pero se amaban, aunque sinceramente no creía que tuvieran tanta paciencia si pasaran todo el día juntos después de décadas pasando tanto tiempo estando por su cuenta en el día a día.
— Definitivamente —admitió Aylin, sin despegar su mirada de la ventana— Ellos tienen algo especial, es como si en su mundo sólo existieran ellos dos...
En ese punto el auto se detuvo frente a una gran casa y el chofer se bajó del auto para abrirle la puerta a Samantha, fue un viaje bastante expedito gracias a que a esa hora no había tanto tránsito. Fue entonces cuando Aylin dijo las siguientes palabras que descolocaron totalmente a Samantha.
— Entre ellos dos no hay espacio para mí.
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