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Capítulo 35.33.

— Desearía que Matt fuera como tú...

— Entonces, ¿Por qué no sales conmigo en su lugar?

‹ ¿Eh? ¿Qué? ›. Pensó, sintiendo su sonrisa tambalearse cuando se dio cuenta de lo que pensó. Desvió la mirada, sintiéndose incapaz de mirar a Samantha ahora mismo— Eso...—quiso decir algo, cualquier cosa, pero su cerebro decidió dejar de cooperar con ella en ese momento y, en su lugar, dejar su mente en blanco.

Aunque por fuera estaba tranquila e imperturbable como siempre, por dentro Aylin realmente estaba congelada al notar el rumbo de su hilo de pensamientos. De no ser porque Amber volvió de su corta llamada con su padre, sólo habría sido cosa de segundos para que su sonrisa desapareciera antes de entrar en total y absoluto pánico.

‹ ¿Qué ha sido eso? ¿Qué acaba de pasar...? ›. Se preguntó, sintiendo sus manos temblar en los bolsillos de sus pantalones mientras caminaba hacia la casa de Amber.

Le gustaba molestar a Samantha, era divertido hacerlo, pero... ¿Qué carajos fue eso? ¿Por qué estaba tan nerviosa?

‹No puede ser...›. Casi le da algo cuando cayó en cuenta, en ese momento, de que le gustaba Samantha más de lo que pudo imaginar. ‹Caí en la trampa de la chica heterosexual...›.

Y al notar eso, entró en pánico.

— ¡Nooo, me niego a aceptarlo! —chilló, llevándose las manos a la cabeza.

— ¿Aceptar qué? —preguntó Amber, asomándose por la puerta de la cocina, confundida al escucharla gritar— Aylin, ¿Estás bien? —le preguntó, viéndola demasiado pálida, más de lo normal.

— ¡Mi personaje favorito murió! —mintió, encontrando una excusa en milésimas de segundo— No es justo, ¡Él merecía ganar...! —se cubrió la cara con sus manos.

— ¿...Okay? —aceptó Amber, sin recordar haber visto a Aylin así de apasionada con algo, o haberla escuchado gritar. ‹Qué curioso, supongo que también puede ser así por cosas que le gustan›. Concluyó, pensando que, quizás, debería preguntarle sobre eso.

— Agh...

Y viendo que Amber, con su inocencia/ingenuidad/idiotez de protagonista se creyó su mentira, la chica arrastró sus pies hasta el baño. Quería estar sola y esa chica seguía sin querer prestarle el cuarto polvoriento de aquel padre que convenientemente llevaba años en el extranjero.

‹Tacaña...›. Pensó, mirándose a sí misma en el espejo.

¿Por qué de todas las personas le tuvo que gustar esta chica? ¡Tenía novio, novio, era heterosexual! ¿Qué clase de mala broma era esta?

‹Ya sabía que las cosas le estaban yendo demasiado bien...›. Gimoteó, llevando su mano al espejo.

Y ante la situación de pánico absoluto de Aylin, aquella serpiente emergió del espejo, tragándose su reflejo y mostrando a alguien que era ella, y a la vez no.

No te preocupes, esta no es la primera vez que te rompen el corazón —dijo la serpiente con claro cinismo.

—...—Al escuchar su voz Aylin levantó la mirada y miró con fastidio a eso— ¿Qué clase de consuelo es ese, serpiente?

Pero es verdad —se encogió de hombros—. Si te gusta, lucha por ella.

— No seré la amante de nuevo.

¿Y quién dijo algo de ser el amante?, desde hace mucho quieres que ella termine con ese idiota —le recordó con una sonrisa que la puso de los nervios— ¿Cuál es la diferencia si es por un motivo un tanto egoísta~?

Frunció el ceño— No es por eso por lo que quiero que terminen.

Pero la deseas —se burló, pues él, más que nadie en el mundo, sabía qué se escondía en el corazón de Irregular—. Ella es muy buena opción: es hermosa, inteligente, amable y de una buena familia —enumeró con tranquilidad pues, objetivamente, Samantha era un buen partido— Así que deja de ahogarte en un vaso de agua y quítasela a ese idiota, no seas inútil.

— ¿Qué clase de consejo es ese? —cuestionó, llevando su mano izquierda al espejo con cierta indignación.

¿Quieres un consejo negativo entonces?

Y para el completo pánico de Aylin, la mano de la serpiente traspasó el espejo y tomó su mano.

Siempre que te enamoras, esas personas terminan en la tumba —le recordó la serpiente—, pero no importa cuánto te pase, siempre terminas enamorándote luego. ¿Ese destino, esa maldición, será capaz de cambiar?

Y mientras veía esos ojos morados que alguna vez fueron suyos, Aylin perdió completamente el color de su piel y comenzó a sudar.

— ¿Te has dado cuenta de que tus tragedias no son casualidad?

Aquel que caiga por tu amor, morirá, y yo te veré llorar, sufrir y gritar, y luego buscar a alguien más.

— Me pregunto cuándo notarás que lo que ocurre es totalmente intencional.

No sabes estar sola. Aquellos a quienes has perdido no volverán.

— ¡Eres una simple pecadora! ¡Ya basta, vas a rendirte ahora...!

Me pregunto cómo es que sigues viva sin atarte a nada especial.

— No importa lo que quieras, nunca tendrás tu "final feliz".

Pudo entonces sentir como el agarre de esa serpiente a su mano se hacía más fuerte, logrando hacerla reaccionar y hacerla echarse para atrás, cayendo cual saco de cemento en el piso.

‹Mierda, duele...›.

Sin embargo, el golpe en el suelo no fue lo peor, no, fue que su celular cayó y, de alguna forma, se activó la reproducción aleatoria de una canción, o quizás sólo siguió con una canción que había dejado antes de empezar.

Al escuchar una melodía similar a una cajita musical, pero con un tono aterrador, Aylin de inmediato se giró a tomar el aparato.

— Llorando sangre se va flotando, alegre e indulgente, y mañana mira aquel bello cielo que se mece por aquí.

Con su hombro doliendo por el golpe y las manos temblorosas, la chica intentó pausar la canción, cambiarla, eliminarla; no le importaba, ahora mismo no estaba bien y no quería escuchar canciones que la pusieran más nerviosa. No obstante, por lo que acababa de vivir sus manos estaban temblorosas y, en lugar de apretar el botón para cambiarla, apretó más arriba, adelantándola.

— Vamos, ¿Dónde te escondiste? Escucho tu respirar. Roujira (te encontré), roujira (te encontré), roujira, te voy a encontrar, te voy a encontrar.

Eso fue suficiente para Aylin, quien sólo quería que todo esto se terminará, sólo...

— Hey, Google... apaga el teléfono...—pidió con la voz temblorosa mientras sentía cómo su corazón latía como loco.

Sintiendo cómo el temblor en sus manos no paraba, se llevó las manos a la cara e intentó regularizar su respiración, sin éxito.

‹ ¿Por qué? ›.

¿Por qué justamente esa canción?

‹Me siguen vigilando, ¿Verdad? ›.

Sólo fue una canción aleatoria, pero todo esto la había rebasado. Estaba en su límite.

Ese sentimiento de ser controlada, vigilada, atrapada, comenzó a abrumarla. Se sentía aturdida, podía sentir como su corazón latía con fuerza en su pecho y, pronto, su respiración se volvió irregular.

‹Esto me está volviendo loca›. Pensó, queriendo llorar, gritar, no sabía, ya no lo sabía. Sólo... ‹ ¿Por qué? ›.

Maldición, realmente se sentía mal...

Ellos probablemente le amaban, sus padres; también ellos, no hay duda, pero ¿Por qué todos...?

‹ ¡Ya no pienses en eso! ›. Se dijo a sí misma en un intento de controlar la situación, pero falló. ‹ ¡No lo recuerdes! ›

Si "ser amada" es "felicidad", entonces ella debería haber sido más feliz que cualquier otra persona.

‹Otra vez, respira›.

‹No puedo...›. Sollozó.

No quería ver sus debilidades.

No supo cuánto tiempo estuvo en el suelo del baño, llorando en silencio por culpa de un ataque de pánico mientras la serpiente, la culpable de todo, le decía que respirara mientras se comía el pánico que le consumía. Su veneno era la solución, una gran ironía.

No sabía cuánto tardó en tranquilizarse, pero... Amber no había tocado aún, debieron ser unos cinco o diez minutos en realidad, pero esos pocos minutos se sintieron como una eternidad...

‹Esto no funciona›. Suspiró Aylin, echándose agua en el rostro en un intento de relajarse y distraerse con la sensación física del agua fría en su piel.

Sólo esperaba que la autora, ya que había tomado importancia, no intentará "profundizar" en su personaje. Eso sería horrible.

‹Déjame sólo ser un secundario...›. Suspiró, cerrando el grifo, ya más relajada, pero en el fondo seguía aterrada. Estos sentimientos en su pecho ¿Qué debería hacer con ellos?

¿Dónde debería tirarlos?

‹El amor es demasiado valioso para desecharlo›.

Quiso poner los ojos en blanco al escucharlo volver a hablar. ‹No porque los diamantes sean resistentes significa que necesito uno›.

‹Pero te gustaría tener uno›.

‹Yo...›. Tomó el papel, secándose las manos. ‹No puedo responder eso›.

Samantha era la persona por la cual no podía tener estos sentimientos.

No sabía si estos sentimientos eran buenos o malos, mas su único consuelo es que estos sentimientos eran suyos y no unos que la autora simplemente decidió implantarle. Prácticamente todos sus interacciones con Samantha habían sido fuera del foco, y la autora no estaba interesada en el yuri, sólo en el yaoi.

Sí, estos sentimientos eran suyos, pero no por ello le gustaban.

"Un amor que acabó desde el principio", ella no necesitaba algo como eso, no quería ser amada, no quería un final feliz, sólo que la dejaran en paz. Este amor se vería mejor desapareciendo.

‹Realmente eres necia ¿Te matara si admites tus propios sentimientos? ›.

Frunció el ceño. ‹Esto es un libro›. Le recordó. Admitir sus sentimientos sí podía matarla. ‹Y ¿Quién dijo algo de negar mis sentimientos? ›. Cuestionó.

‹...›.

Esa fue su única respuesta: el silencio, y la verdad es que eso se le hacía reconfortante a este punto.

Suspiró. ‹Ya pasará›.

Todo pasaba tarde o temprano, como dicen, el tiempo todo lo cura, ¿No es verdad?

Pero, la verdad es que ella sabía que algo así no era cierto: el tiempo no cura nada, sólo hace que aquello sea más tolerable...

***

Se supone que iba a publicar esto ayer ('。_。`)

Encima les debo el capítulo especial por las 1.5K de estrellitas.

En fin, perdón por la tardanza (。・・)ノ゙

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