Capítulo 29.
Aquí tienen un capítulo tranquilo y poco heterosexual -w-
...
A pesar de que habían bebido bebidas bajas en alcohol, el alcohol se acumuló y comenzó a hacer efecto en sus sistemas. Samantha ni siquiera sabía en qué momento la invitó a ver los fuegos artificiales en su balcón, pero terminaron ahí poco más de un par de horas antes del nuevo año.
— Sigo sin entender cómo no elegiste a ninguno de esos dos...—protestó Samantha, mirando a Aylin con molestia.
— ¿A quiénes...? —replicó Aylin, mirándola de reojo.
— ¡A Valentino y a París! —exclamó Samantha— Ambos eran buenos partidos —se quejó.
‹Es más honesta cuando está borracha› pensó, notando ese detalle— ¿Por qué debería creerle a un mentiroso y a un farsante? —elevó una ceja— Además, no tenía real interés en tener una relación en ese tiempo —le dio un sorbo a lo que quedaba de su copa.
Literalmente el libro se llamaba "Tu engaño y mis mentiras", París era un engaño y Valentino un mentiroso, ¿Por qué debería creerles? Además...
— Por usted, yo haría cualquier cosa...
— Mida...—tomó del mentón al joven príncipe, quien estaba totalmente intoxicado por el efecto de Ragnatela. Por su creación, su cuerpo estaba hecho para generar adicción, un arma hecha para destruir este mundo— ¿Morirías por mí?
— Sí...
— ¿Y si dijera que quiero que mueras por mi mano?
— ¿Por su mano...? —repitió el chico, deslumbrado como una polilla acercándose a una llama, una de la cual estaba advertido, pero una por la cual no pudo evitar sentirse atraído— Mi señora, yo arrancaría mi corazón por usted.
— En ese caso, ¿Puedo romper tu alma?
— ¿Eh...?
— He adquirido un poder interesante. Por eso, ¿Me permitirías ponerlo en práctica contigo? —se acercó un poco más a él, como si estuviera a punto de besarlo.
—...—una sonrisa surcó los labios del joven— Por supuesto.
El príncipe heredero, Mida, no pudo resistirse al encanto de este monstruo y como regalo por su fidelidad, su alma fue partida en dos, dos mitades que nunca pudieron volver a unirse ni tampoco fueron capaces de separarse. Un par de gemelos malditos.
‹Algo como un amor eterno... No quiero eso›
Valentino y París, aquellos que nacieron de la muerte de Mida, aquellos que alguna vez la mataron, ¿Se sintieron atraída hacia ella por ser ella o por esa cosa llamada "destino"?
Un lazo que no había podido ser roto ni siquiera cuando ese mundo se destruyó. Un lazo así ¿En qué se diferenciaba de una cadena atada a su cuello?
‹Pero, parece que la autora obvió que no era mi primera vida...› pensó, ignorando la mirada de Samantha, quien parecía molesta porque no eligió a ninguno. ‹O que esos idiotas me mataron en esas dos vidas que nos encontramos› rodó los ojos.
Podía recordar a la perfección cuando Arashar la asfixió con sus propias manos, o cuando Haruki la apuñaló para luego tirarse de una cascada con ella. Si existían muertes placenteras, podía asegurar que ninguna de esas muertes que había experimentado fue placentera.
‹Aunque el dolor que te rompan el alma es más horrible› le restó importancia.
— Pero...—protestó la rubia.
— ¿Pero...? —repitió.
— Se suponía que era romance...
Al escuchar eso, Aylin se rió— Y este también, pero pasan muchas cosas raras —sonrió mientras la miraba. ¿Acaso quería leer un romance? No existía nada como un "felices para siempre" en su historia— En tal caso, dime, ¿Cuál es tu historia? —cambió de tema, tomando un pequeño envase de helado de piña que trajo con ella. No entendía porque a los adultos les gustaba comer helado de piña en Año Nuevo, pero no iba a quejarse del helado gratis.
—...—Samantha miró el cielo, notando que algunos impacientes estaban encendiendo unos cuantos fuegos artificiales aun cuando faltaba un buen rato para el inicio del año— Pues... Soy una chica de dieciséis años de clase alta, que fue amada por sus padres y tiene una buena relación con sus hermanos y su cuñada —sonrió, sirviéndose un poco de gaseosa que tomó de la fiesta. No quería emborracharse más.
— Olvidas lo más importante —comentó Aylin, apoyando su mejilla en su mano mientras dejaba el envase a un lado.
— ¿Qué cosa?
— Eres una hermosa chica de dieciséis años —sonrió, diciendo algo que normalmente no diría por culpa del efecto desinhibidor del alcohol.
— No me molestes —se quejó Samantha, dándole unos cuantos golpecitos.
— Yo lo decía en serio —se rió ante esta débil amenaza.
Estuvieron así un momento, teniendo una pelea infantil en el piso del balcón, hasta que Samantha logró hacer que Aylin cayera de espaldas al suelo. Sólo una pelea tonta de dos adolescentes que se intoxicaron con champagne.
— Me rindo, me rindo. Tú ganas —se rió, siendo acorralada entre Samantha y el suelo.
—...
— ¿...?
Al sentir una gota caer en su mejilla, Aylin se descolocó por completo y abrió los ojos para ver qué sucedía. No fue hasta entonces que ella notó que Samantha estaba llorando.
— ¿Qué...?
— ¿En serio crees que soy hermosa? —preguntó Sam con la voz rota. Tal parece ser, ella estaba más borracha de lo que pensó en un inicio.
—...—dudó un momento en responder, sin entender del todo la situación— Sí, eres hermosa...
— Entonces... ¿Por qué Matt sigue coqueteando con esa chica? —sollozó.
Aylin no era buena consolando a la gente, realmente no sabía muy bien cómo hacerlo, así que sólo pudo sentarse mientras ella comenzaba a llorar de manera desconsolada— No es tu culpa —puso su mano en su mejilla, limpiando sus lágrimas con su dedo.
— ¡Pero...!
Suspiró— No importa que tan hermosa seas, tú no tienes control sobre las acciones de otra persona —la abrazó— Está bien llorar, pero... Tú no eres la culpable del comportamiento de tu novio, incluso las personas más hermosas son engañadas por sus parejas.
— ¡Eso no me hace sentir mejor...! —se quejó, moqueando un poco.
— Pero es la verdad, y él insiste en comportarse de esta manera contigo. ¿Qué te hace creer que esta vez sí será diferente? —preguntó, haciéndola dudar de todo aquello que creía— ¿Por qué estar con alguien que no te quiere hacer feliz?
—...—no respondió, sólo se aferró más fuerte a ella mientras lloraba.
Samantha no supo cuánto tiempo estuvo llorando en brazos de Aylin mientras esta le acariciaba el pelo. Lloró porque su novio no le contestaba, lloró porque él y la protagonista se estaban haciendo demasiado cercanos, sólo lloró hasta que se quedó sin lágrimas y entonces siguió gimoteando, aferrada a la ropa de Aylin. No era justo, ¿Por qué tenía que pasarle algo así?, ¿Había hecho algo mal?, ¿Se había equivocado?, ¿Por qué tenía que ser ella quien se quedara sin su final feliz?
Aylin suspiró, escuchándola llorar y quejarse en voz baja de la situación. ‹Me gustaría que alguien llorará así por mí...› fue el pensamiento fugaz que cruzó por su mente, pensamiento que rápidamente fue exiliado de su mente— ¿Ya pasó? —preguntó, rodeándola con sus brazos.
— Eso creo —respondió con la voz ahogada.
— Vamos a lavarte la cara. No sería bueno empezar el año de esta forma —rió, ayudándola a levantarse para ir al baño de su cuarto.
— Me veo terrible...—gimoteó, viéndose en el espejo.
— No es cierto, sólo estás un tanto desarreglada —aseguró con una sonrisa— Tú eres muy bonita, Sam —dijo, acariciando su mejilla— Sal conmigo, te trataré mucho mejor que él —susurró en su oído, como si se tratara del mismo demonio tentándola a pecar.
Al escuchar esto, Samantha la alejó de inmediato, poniendo su mano en su rostro— ¡Este no es momento para bromear así...!
— Sí, lo lamento...—suspiró, apartándose de su agarre al ver que ella pensó que estaba bromeando. ‹Yo lo decía en serio› pensó, ayudándola a arreglar su apariencia y maquillaje.
Tomó un tiempo, pero cuando faltaba una hora para el año nuevo, Samantha había vuelto a la normalidad y nadie podría decir que estuvo llorando hace un rato.
— Gracias...—agradeció la chica con la voz ahogada.
— No hay de qué —sonrió.
A pesar del frío, Samantha volvió a salir al balcón, decidida a empezar bien este año; todo esto en compañía de Aylin, a quien pudo ver mensajeándose con alguien.
— ¿Con quién te estás escribiendo? —preguntó Samantha, apoyando su cabeza en el hombro de Aylin. El celular que vibraba no era el suyo, ya lo había revisado.
— Oh, es mi tío. Me mandó una foto de él y su prometida —tomó su teléfono y le mostró una foto de un hombre de unos 26 años, quien compartía claro parecido con Aylin; acompañado de una mujer hermosa— Él está en Londres haciendo un magister, creo que allá ya es año nuevo —divagó un poco.
— Oh...—su tío parecía una buena persona, al menos lo suficiente para que Aylin le prestara atención— Yo también fui a Londres. Fue en las vacaciones de invierno para ver a mi abuelo...
— ¿En serio? —preguntó, un tanto sorprendida al escuchar esto— Ustedes hacen muchas cosas para las vacaciones, ¿No? —sonrió.
— Sí, las vacaciones con mi familia son lo mejor...—le sonrió de vuelta, más relajada al hablar de su familia.
Fue así que comenzaron a hablar de cosas triviales y sin importancia, como del lugar donde Samantha había ido de vacaciones el verano pasado o del anime que Aylin había visto la semana pasada. Sólo era una charla trivial, llena de cosas sin importancia, recuerdos simples que te llenan de una pequeña felicidad.
— Y así se juega este juego, ¿Entendiste? —Aylin le mostró cómo manejar la moto del videojuego.
— ¡Sí! —exclamó, recibiendo el celular muy emocionada.
A pesar de que entendió cómo jugar, Samantha nunca había jugado este juego de motos, así que, menos de un minuto después, chocó con un auto y perdió la partida.
Aylin rió al ver su expresión de frustración— ¿Quieres intentar otra vez? —propuso, consiguiendo un asentimiento.
Ellas ni siquiera notaron la hora hasta que comenzaron a escuchar la cuenta regresiva y la gente encendiendo los fuegos artificiales.
— ¡3... 2... 1! ¡Feliz año nuevo...!
Desde el balcón ambas pudieron ver como el cielo se llenaba de colores rojizos y amarillos, un espectáculo sorprendente que sólo podían ver una vez al año, pero, por un momento, Samantha se quedó deslumbrada por la sonrisa que Aylin le dio.
— Feliz año nuevo, Samantha.
— Feliz año nuevo, Aylin...—le devolvió la sonrisa, pensando que, quizás, el próximo año sería mejor. Después de todo, ahora tenía a alguien que estaba a su favor sin necesidad del guion.
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