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Capítulo 25.5.

¿Desde cuándo vienes aquí tan temprano?

Como era costumbre, cuando abrió los ojos se encontró en aquel monótono espacio, un espacio negro sin nada en este, sólo oscuridad iluminada por algo que podían describirse como lunas gemelas. Todo el lugar era oscuridad, el agua, la tierra, el cielo, pero los bordes brillaban con bordes blancos, como una especie de dibujo en blanco y negro con los colores invertidos; todo era así, monocromo, excepto por el dueño de esa voz siseante, como la voz de una serpiente.

Al escuchar las burlonas palabras de esa serpiente, dándole una extraña bienvenida, sintió ganas de poner los ojos en blanco— ¿Eso es importante? —cuestionó en un tono hostil.

La serpiente sonrió— Si se trata de ti, por supuesto es algo importante —sentenció, quitándole unas manchas negras similares a la brea a algo que... ¿Cómo describir con palabras algo que no podía ser descrito? Aquello que esa serpiente de ojos morados estaba limpiando era una parte de su alma, algo con una figura similar un cubo hecho de carne jugosa de un color púrpura oscuro, pero con una figura demasiado amorfa para poder ser considerado un cubo, cubierto casi por completo por esa sustancia extraña de las cuales unas mariposas color rojo y azul bebían.

No le gustaban las mariposas.

Todo lo relacionado a ti es importante —agregó la serpiente, llevándose un poco de esa sustancia negra a la boca.

Suspiró— ¿Desde cuándo los parásitos se preocupan del bienestar de su anfitrión? —lo miró con recelo, sentándose a unos dos metros de la serpiente para ayudar en la labor de quitar esa sustancia negra de su alma, pero, sin importar cuántos trozos limpiaran, esas mariposas no querían desaparecer.

Me ofende que me compares con esos seres inferiores —declaró la serpiente, sin borrar su sonrisa del rostro.

— Y a mí me ofende que hayas copiado la apariencia de mi primera vida —sentenció, viendo que esa serpiente había copiado la apariencia que tenía como Vermillion: cabello negro, piel blanca, ojos morados, la única diferencia era el tono de sus ojos: sus ojos como Vermillion eran color violeta, no morados.

No tener brazos es molesto —rió la serpiente, atrapando a una de esas "mariposas" con sus manos para inmediatamente después aplastarla sin piedad.

— Que imites mi apariencia también lo es.

¿Tu apariencia? —repitió sin borrar su sonrisa, abriendo su mano para dejar que los restos de esa mariposa roja cayeran al negro piso donde se desintegraron.

— Sí.

¿No que esta era la apariencia de Ragnatela? —preguntó, ladeando un poco la cabeza mientras lamía esa sustancia de su mano.

— Cuando me hicieron comerme su cuerpo adopté esa apariencia. Viví más que él, así que es mi apariencia —dijo sin dudas en su voz y sin mirarle, limpiando parte de la sustancia de su alma. Esa sustancia se sentía como melaza, pegajosa, viscosa y desagradable al tacto.

Pero, ¿No que ahora eres Aylin?

— Soy Aylin.

¿Cuál Aylin? —apoyó su mejilla en su mano, mirándole fijamente con sus ojos morados.

— Ambas.

Ante esa respuesta, la serpiente rió— Ser o no ser, he ahí el dilema.

— ¿En serio revisaste esas memorias? —cuestionó mientras le daba una mirada incrédula, sin creerse del todo que esta serpiente supiera de esa famosa frase de Hamlet.

¿Por qué no haría? —preguntó con un tono juguetón.

— Porque se supone que tú te alimentas de sentimientos, no de memorias.

Es cierto, pero eso no impide que sienta curiosidad por ellas —dejó el fragmento de su alma en el suelo, el cual lentamente se encargó de digerirlo— Si no te gusta mi apariencia, ¿Quizás debería tomar-...?

Le interrumpió— Ni se te ocurra.

Ni siquiera he terminado de hablar...

— Sé lo que vas a proponer. No te atrevas a hacerlo, así estás bien.

Sonrió— Como órdenes —dijo, volviendo a su labor de quitar la sustancia.

Sabía lo que esa serpiente quería proponer: tomar la apariencia de uno de sus amantes ¿A quién copiaría? No lo sabía y no quería saber. La sola idea de que esta cosa profanara sus preciosas memorias haciendo algo así le retorcía el estómago; prefería que copiara su apariencia a que hiciera algo así.

— ¿Cuánto tiempo crees que tome limpiarlos todos...? —preguntó, cambiando el tema.

He estado limpiando estas cosas desde que eras Ester, pero incluso después de tantos años es difícil. No podría decirte cuánto tiempo esto tomará —se levantó para sentarse a su lado.

— No te acerques —eso fue una amenaza.

¿Todavía me tienes miedo?

— Eres una maldición dada por un dios hecho de odio, ¿Por qué no debería temerte?

Me hieres, incluso cuando he trabajado tan duro para ayudarte con esto —aunque sus palabras decían algo así su mirada, aguda y burlona, decía lo contrario— No importa cuánto me odies, me sigues necesitando, Anlil —se sentó a su lado.

—...

Anlil, ese fue el nombre de su segunda vida tras ser maldecida por Lux; la vida donde fue maldecido y condenado a lidiar con esta serpiente mientras su alma existiera. El miedo que sintió cuando fue maldecido todavía se mantenía en su pecho aun después de tantas vidas.

Tus deseos, tus anhelos, los conozco todos y cada uno —acarició su rostro con delicadeza. Fue extraño que esa mano suya, hecha para pintar al mundo de rojo, pudiera actuar de manera tan gentil— Aun si engañas a todo el mundo, nunca lograras hacerlo conmigo, porque soy una parte de ti.

Frunció el ceño ante este tacto— No recuerdo haberte dado la confianza suficiente para tocarme.

Pero Fátima sí lo hizo, por eso no te has alejado —sonrió con dulzura.

Fátima, esa fue otra vida, una vida donde su alma casi es dada como sacrificio a un dios que ni siquiera había conocido en vida. Contrario al miedo de Anlil, los sentimientos de Fátima estaban llenos de gratitud hacia esta serpiente, causando una polaridad en su corazón porque por un lado le temía, le odiaba, no le quería cerca, pero a la vez confiaba y aceptaba a esta serpiente.

Pero, ¿Qué hay de tus sentimientos? ¿Qué es lo que sientes por mi ahora, Irregular?

—...Eres una serpiente muy molesta, pero te necesito.

Estás mintiendo —sonrió, viendo la expresión de fastidio que puso ante su pregunta.

— Si lo sabes, ¿Por qué lo preguntas? —apartó su mano.

Porque te amo y hoy, mañana, y el siguiente día, esperaré que tú me ames como yo te amo a ti.

Aunque el propósito original de esta serpiente fue alimentarse de sus sentimientos negativos, una maldición que se tragara su corazón, por alguna razón que no entendía y que simplemente no tenía sentido, esta cosa decía amarle y en vez de comerse su corazón decidió ayudarle a comerse los sentimientos de aquellas traumáticas memorias. Eso era tan absurdo que, más allá de su naturaleza maligna, no podía terminar de confiar en esta serpiente.

Sin importar si pasan cientos, miles, millones de años, yo esperaré —tomó su mano y lamió la sustancia negra en esta, causándole un escalofrío en la espalda al ver esa lengua bífida pasar por su piel.

De inmediato apartó su mano— Es perturbador que digas eso con mi cara —sentenció con un sentimiento que no podía describir más que como "muy parecido al desagrado".

Pero a mí me gusta tu cara —sonrió.

— Ya deja de molestar y sigue con tu trabajo.

Como ordene, mi reina.

Otra vez ese desagrado— Si vuelves a llamarme así, juro que encontraré una forma de deshacerme de ti.

Aunque dijo eso, en realidad no tenía intenciones de intentar deshacerse de esta serpiente, y esta lo sabía, sabía que necesitaba que actuará como un mediador entre su mente y su corazón, porque sin que esta maldición se alimentará de sus emociones estas serían demasiado fuertes puesto que, después de todo, la base de su alma fueron dos almas enamoradas y un slime, monstruos conocidos por actuar por instinto.

Realmente odias ese título, ¿No? —sonrió, recordando la razón por la que odiaba que le llamaran así. Aunque aquel matrimonio no fue un matrimonio político, su preciado Irregular no tuvo voz ni voto ese el matrimonio, por ello, pese a que hubieran pasado muchísimos años desde ese entonces, su odio por ese título y por la persona con le obligaron a casarse se mantenía— En ese caso, mi único dios, yo cumpliré tu voluntad.

Aun cuando esta serpiente podía ser bastante molesta e intensa, cuando trabaja esta se tomaba su trabajo en serio. Esa noche pudo deshacerse de varias de esas mariposas que rondaban por ahí, pero...

Esa chica está teniendo una pesadilla —señaló la serpiente, viendo algo parecido a una estrella de cereal, del tamaño de una hamburguesa, aparecía en el espacio negro.

—...

Lo había notado cuando durmieron juntas en la fiesta, pero... Esta chica estaba llena de pesadillas.

¿Te la vas a comer? —preguntó la serpiente, notando que su dios lucía distraído.

— Sí.

Cuando era Vermillion adquirió el trabajo "demonio invasor de sueños" y con ese trabajo obtuvo la habilidad de invadir los sueños de los demás. Unas cuantas vidas después, cuando Bella tomó el papel de suma sacerdotisa de Lavorthra, esta habilidad de alguna forma se fortaleció al punto de que ahora podía comerse las pesadillas de los demás.

‹Un demonio rezándole a dios› pensó con cierta burla al recordar eso mientras tomaba la pesadilla que apareció ahí. Aquello era tan contradictorio que era gracioso, pero su propia existencia era una contradicción en sí.

Las pesadillas pueden comerse la mente de las víctimas, pero podía comerse dichas pesadillas.

¿A qué sabe una pesadilla? Depende de la persona y de la pesadilla, pero en general era un sabor umami con un gusto picante, ácido o amargo. Las pesadillas tenían mejor sabor que los sueños normales, estos últimos tenían sabor a pastilla dulce barata.

Te gusta.

— No realmente. Está un poco amargo —se quejó, masticando un trozo de esa pesadilla. El sabor era una mezcla rarísima entre amargo, umami y picante, como comer un café extremadamente cargado, sin azúcar, acompañado de un sándwich con queso y mucho picante, todo en un mismo bocado.

No, esa chica —sonrió— Esa chica te gusta.

— Sí, me gusta...—admitió, sin entender a lo que esta serpiente se refería.

Ante esta respuesta la serpiente rió— Creo que es más que un simple "gustar" —sin embargo, estas palabras parecieron indignarle al punto de intentar alejarse, pero la serpiente no le dejó.

— ¡Ya déjame! —ordenó, intentando despegarse a esa molesta serpiente de encima ¿Cómo diablos era tan fuerte? Esto se sentía como estar luchando contra una maldita boa constrictor que ya te había envuelto. ¿Acaso también había copiado la morfología de esa vida?

— ¡No me pidas que te deje y que me separe de ti!, porque donde tú vayas, yo iré; donde habites, habitaré. Tu pueblo será mi pueblo, y tú, El Creador, serás mi Dios.

— ¡¿Te leíste la biblia también?! —cuestionó, reconociendo el voto de Rut a Noemi, aunque la serpiente distorsionó el final.

—se rió, sin soltarle a pesar de la resistencia que estaba poniendo— Por eso, permíteme seguir a tu lado aun si tienes que volver con Lux. Prometo servirte aun si tienes que estar con alguien así.

— Realmente, tú...—dejó escapar un suspiro lleno de cansancio ¿Siquiera tenía opción? No parecía que esta serpiente quisiera soltarle hasta que cediera a sus exigencias y no podía soltarse de su agarre, justo como la primera vez— Bien, pero ya suéltame —cedió, logrando que esta serpiente por fin le soltara. ‹Es demasiado fuerte...› pensó con cierta inquietud. De seguro ahora mismo su cuerpo tenía la piel de gallina.

Tal parece ser que, incluso si quisiera hacerlo, no tendría oportunidad de deshacerse de una maldición así por la fuerza. Aunque esta fuera su mente, la mente y alma de sus huéspedes era el hábitat natural de estos parásitos.

‹Qué amargo...› pensó, volviéndose a sentar mientras sentía el sabor que esa pesadilla le dejó en la boca. ‹Para tener una vida tan feliz, sus pesadillas son muy amargas›

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