Capítulo 23.80.
Feliz Año Nuevo.
(Si todavía no es Año Nuevo cuando leas esto, vuélvelo a leer cuando lo sea).
...
— ¿Cómo describirías a tu sobrina?
—...—Joel detuvo su vaso con whisky a las rocas a la mitad del camino ante esta pregunta— ¿Qué hay con esa pregunta tan específica y personal, señor Becker? —preguntó con una sonrisa profesional, mirando al anciano delante de él, uno de sus socios comerciales con quien tenía un contrato que valía varios millones de euros.
Azel Becker, dueño de la compañía Zephyr, una empresa especializada en obras de ingeniería; heredó la compañía de su padre, Edgar Becker, tras su muerte. Sesenta y siete años, divorciado dos veces, cuatro hijos: Steven, hijo de su primer matrimonio, médico traumatólogo, 44 años; Sariel, mano derecha de su padre, ingeniero industrial, 42 años; Luca, ingeniero químico, 41 años; y Timothy, ingeniero eléctrico, 36 años. A pesar de tener cuatro hijos era bien sabido que, de no ser por su dinero y poder, Azel Becker estaría total y completamente solo, dos esposas y tres de sus cuatro hijos lo abandonaron y era de conocimiento público que su hijo Sariel sólo estaba cerca de él por el dinero, y la verdad es que él no podía culparlos, este hombre era desagradable hasta por gusto. ¿Por qué un hombre así quería saber de su preciosa hija?
Azel dio un sorbo a su whisky, un ruidoso sorbo— Tengo curiosidad, ¿Por qué la única chica de la familia Vogel está fuera del foco público? —cuestionó, dejando el vaso sobre la mesa delante de él— He escuchado rumores, rumores desagradables, y temo que ese tipo de rumores puedan manchar la imagen de nuestra alianza.
A pesar de la insinuación en las palabras de este hombre, en ningún momento la sonrisa de Joel vaciló— Mi familia siempre ha estado envuelta en rumores y en misterios, señor Becker —comentó con tranquilidad, dejando con delicadeza su vaso con whisky en la mesa— Sólo hay que recordar los rumores sobre mi abuela, tíos y primos, pero todos esos rumores sin fundamento no tienen nada que ver con nuestra alianza.
— Sí, esos rumores...—empezó el hombre, recordando los rumores sobre los Vogel. Desde que podía recordar esta familia siempre había llamado la atención de los demás, ¿Cómo no hacerlo? El atractivo de los Vogel no se limitaba sólo a su apariencia y sus famosos ojos azules, los cientos de rumores alrededor de esta familia no hacían más que aumentar la fama de los miembros de esta familia y de la última mujer conocida con dicho apellido: Circe Vogel, la fundadora de esta familia y la mujer de la que los Vogel heredaron sus famosos ojos azul zafiro.
La vida y figura de Circe siempre estuvo rodeada de un halo de misterio, pocas cosas se sabían con certeza de ella, pero había miles de rumores sobre ella, desde que era la nieta de un rey hasta que fue una prostituta en la segunda guerra mundial, lo único en que todos aquellos que habían visto alguna vez a Circe concordaban en que fue una mujer hermosa y carismática incluso en sus últimos días.
Cerró los ojos— Esa chica, Aylin, debe tener la edad de mis nietos —comentó Azel mientras tomaba una vez más su copa. Los rumores de Circe ciertamente eran más preocupantes que los de esa chica.
— Su nieta, Samantha, tenía quince años si mal no recuerdo, ¿No?
— El mes pasado cumplió dieciséis...
Era sorprendente que este hombre recordará el cumpleaños de la hija del hijo y nuera que despreció— En ese caso está en lo correcto, mi sobrina tiene la misma edad que su nieta, señor Becker —admitió Joel de buena gana, aunque sus pensamientos eran diferentes. ‹Me pregunto qué diría este hombre si supiera que una parte importante de los rumores son ciertos› pensó con cierta satisfacción al ver a Azel Becker, el orgulloso hijo de una familia burguesa desde hace generaciones, bajar la mirada ante el nieto de una simple cortesana.
Circe Vogel, su abuela, fue muchas cosas, entre ellas una mujer hermosa y descarada como ella sola con varios matrimonios en su haber, conquistas sustentadas por su encanto demoníaco que permaneció hasta el fin de sus días, un encanto que heredó de su abuela, la mujer capaz de hacer suplicar de rodillas a un rey. La juventud de su abuela fue en la segunda guerra mundial, donde sedujo desde a soldados rasos hasta altos rangos tanto del bando del eje como de los aliados.
— ¿Qué más opciones tenía como mujer? —suspiró su abuela, recostada en su sofá mientras miraba al vacío con una mirada que no mostraba ni una gota de vergüenza, arrepentimiento o miedo, no, era una mirada astuta al recordar las "travesuras" que hizo en su juventud— Si de igual forma tenía que abrir las piernas, ¿Por qué debería dejar que lo hicieran los soldados rasos si podía hacerlo un general? —preguntó con una sonrisa insolente.
Al final de la guerra Circe se casó con un noble inglés con un alto rango en la milicia llamado Albert, el cual terminó siendo expulsado de la nobleza por casarse con una plebeya extranjera de dudosa reputación al punto en que él fue despojado de su apellido y títulos, por lo que tuvo que ser él quien adoptara el apellido de su esposa, pero Albert nunca se quejó ni arrepintió de aquello ya que él quedó total y completamente hechizado por Circe, la cual se encargó de que ese hechizo jamás se desvaneciera hasta su muerte, aunque ¿Por qué su abuela aceptó casarse con él?
— Fue el mejor prospecto entre el bando de los ganadores —se encogió de hombros con una copa de vino fino en manos— No había forma que quisiera volver a un país hecho trizas por la guerra, además, en ese entonces estaba embarazada de tu padre y Albert quería ser el padre, y quizás lo era, o quizás no ¿Eso siquiera importa a este punto?
Albert era un idiota que cayó en el juego de su abuela y jamás se supo a ciencia cierta si él era o no era el padre de Kieran Vogel ya que, al fin y al cabo, todos los hijos y nietos se parecieron única y exclusivamente a Circe y, claro, él murió antes de que existieran los test de ADN, permitiéndole a su abuela casarse unas cuantas veces más con la condición de que ellos fueran quienes adoptaran su apellido y no al revés. Aun así, Joel estaba bastante seguro de que su padre no era hijo de Albert ya que Kieran Vogel fue un hombre especialmente horrible y cobarde, alguien que poseía una personalidad desalmada y un corazón frío que no se ablandaría ni por el llanto de una niña, una personalidad que no concordaba en lo absoluto con el carácter despiadado y desvergonzado de sus demás hermanos y el resto de la familia.
— Debí abortarlo cuando tuve la oportunidad.
Ese era, quizás, el único arrepentimiento que su abuela tuvo en su vida.
Una forma de ejemplificar esto era que sus tíos Aki y Akim, un par de mellizos que definitivamente eran hijos de Albert, ellos tenían una personalidad digna de un general idealista que no vacilaría en dar una orden que provocará muchas bajas si es que con ello ganaban la batalla, personas despiadadas con sus enemigos y que no piensan dos veces en las personas que dañan pero a la vez son románticos empedernidos con sus esposas. Por el contrario, Kieran era un sádico inmoral que disfrutaba pisotear al resto, poseedor de una personalidad más parecida al director de un campo de concentración o a un general ruso que le dispararía a los soldados si retrocedían o se negaban a obedecer alguna de sus irracionales órdenes. Su padre era el tipo de persona que estaba mejor muerta ya que en la muerte ya no sería capaz de hacerle daño a nadie más.
— Y si todavía tiene curiosidad sobre mi sobrina, señor Becker, creo que podría contarle un poco de ella —aceptó a su petición pues, a fin de cuentas, Aylin, André y Melody eran sus temas de conversación favoritos, pero... ¿Cómo debería describir a Aylin?— La primera vez que la vi, fue como ver una aguja en un pajar —admitió, recordando la primera vez que vio a esa niña.
— ¿Una aguja en un pajar...? —repitió Azel. Aunque su expresión era neutra como siempre, Joel pudo notar que lucía un poco confundido ante tal comparación.
— Sí, ¿No ha oído que la familia Vogel sólo es capaz de hacer niños? —rió con suavidad— Desde la generación de mi abuela, Aylin ha sido la única niña que ha nacido en la familia —agregó. Sí, esa chica fue singular desde que nació.
La primera vez que la vio fue en el funeral de su tío Berk, quien había sido víctima de un secuestro que al final terminó con él troceado en una maleta, un final trágico, pero no sorprendente si considerabas como es que era ese hombre. Mientras velaban a Berk con el ataúd cerrado por lo horrible de su estado, Joel por el rabillo del ojo pudo ver una niña pequeña, de unos cinco años.
Fue imposible no notarla pues entre la multitud de cabellos negros y blancos ella era la única que tenía el cabello de un tono diferente: rojo, un color que no correspondía con el estándar de los Vogel aun cuando era común que los niños de la familia nacieran con el cabello rubio y que este luego se oscureciera. También le llamó la atención ver a una niña aquí ¿Acaso era familiar de algún empleado? Pero, si era así ¿Dónde estaban sus padres?
— ¿Por qué una de las esposas ha traído a esta niña? —fue la pregunta que escuchó de su tío Erick, el único hijo del tercer matrimonio de su abuela, el sexto y último hijo de su abuela; a su tío Frank, el primer hijo del segundo matrimonio de su abuela, el cuarto hijo de su abuela y hermano mayor del occiso. Erick parecía muy confundido por la presencia de esa niña, al igual que él.
— Ah...—el hombre dirigió su mirada a donde su hermano apuntó, viendo a esa niña— Esa niña no fue traída por una de las esposas...
Erick elevó una ceja ante esta información— Entonces ¿Quién es?
— Ella es la hija de Naim.
— ¿La hija de Naim? —repitió Erick. Naim era el cuarto hijo de su tío Berk, el quinto hijo de su abuela— ¿Estás seguro que es hija de Naim...? —preguntó, sin creérselo. La última mujer nacida con el apellido Vogel fue Circe, hace muchos años no nacía una niña en esta familia aun cuando habían tantos hijos ¿Esa niña realmente era hija de Naim?
Frank suspiró— Sí, nosotros también nos lo preguntamos, pero los test de ADN fueron claros: ella es una Vogel. Si la mirabas bien e ignorabas su cabello; su piel y ojos corresponden con el estándar de la familia, así que ¿Tal vez su cabello se vaya a oscurecer con el tiempo?
Pero, a pesar de que esos dos estaban discutiendo con tanta concentración sobre esa niña, pronto Joel notó que en todo el tiempo que llevaba observando a esa niña ni Naim ni su esposa se le acercaron, de hecho ningún adulto se le acercó, era como si... la estuvieran evitando.
— Ella estaba bajo la custodia de Berk —admitió Frank. Tal parece se había perdido un poco de la conversación por mirarla— Ahora que sabemos que él está muerto, lo más probable es que sea dada en adopción fuera de la familia.
‹ ¿Qué? › se preguntó Joel, sin creerse que en serio esta gente pensara en dar en adopción a la primera niña que nacía en generaciones ¿Acaso creían que daba mala suerte o algo así?
Fue entonces que Joel cayó en cuenta de algo que había ignorado hasta ahora y eso era la expresión de esta niña: ella se veía... abatida, sola y aturdida, la misma mirada que tenían los perros callejeros que había visto en las calles de la ciudad cuando son abandonados a su suerte por sus dueños. A sus quince años a Joel jamás se le permitió tener una mascota, su abuela se había excusado diciendo que su esposo y él eran suficiente compañía y, por su parte, su madre le prohibió tener una, de seguro si traía un perro Javier lo mataría a él y al perro, pero...
— ¿Quieres venir conmigo? —le preguntó, consiguiendo que la niña levantara la mirada y lo mirara con esos característicos ojos azules que delataban sus orígenes como una Vogel.
La razón por la que preguntó eso fue puro y duro egoísmo además de mucho aburrimiento ya que no podía ir a la escuela y no tenía amigos con los que salir, por lo que pensó que, quizás, cuidarla sería divertido. Él en realidad sólo... estaba buscando algo que hacer con su vida.
Aunque sus tíos parecían bastante horrorizados ante su idea, ese mismo día sus primos, los hijos de Berk, le entregaron todos los documentos relacionados a esa niña. Todos ellos parecían tan aliviados de deshacerse de ella que su curiosidad sólo se hizo más fuerte y decidió aprovechar los días que le dieron para "prepararse" para leer los documentos, pero informes de la escuela no decían nada, las observaciones sólo hablaban de que Aylin era muy tranquila y reservada, sus notas también eran buenas ¿Por querían deshacerse con tanta desesperación de esa niña? Ellos incluso hablaron con su madre y con Javier, quienes no tuvieron de otra que aceptar esto ante la real amenaza de que lo emanciparan, todo con tal de que se hiciera cargo de esa niña.
‹Hubiera preferido que se resistieran más...› suspiró, leyendo los informes de su nueva responsabilidad.
Cuando le contó a Berk sobre las acciones de Javier, él prometió que haría algo, pero al final él murió antes de dignarse a hacer algo y el resto de sus tíos ni siquiera se molestaron en preguntarle cómo estaba, sólo le intentaron hablar de la herencia de manera muy insistente. Si su abuela estuviera viva esto no estaría pasando. Nadie quería hacer algo por él y todavía querían que él pensara en ellos, un montón de hipócritas con hambre de poder, cuando tomara el mando de la empresa. Como los odiaba.
‹Me pregunto si ella se sentirá de esa manera cuando crezca› pensó, notando que el segundo nombre de Aylin era Nilya, o sea, Aylin al revés, era un dato curioso y hasta simpático, pero aquella curiosa anécdota pronto quedó en el olvido cuando leyó los informes médicos. A diferencia de los informes de la escuela, estos eran bastante alarmantes. ‹ ¿"Trastorno reactivo del apego"? › repitió en su mente, sin nunca haber oído de eso.
Después de una exhaustiva investigación auspiciada por Google, Joel descubrió que el trastorno reactivo del apego era un trastorno que ocurría cuando un niño crece sin recibir la atención que cualquier bebé requiere y los demás informes médicos parecían avalar el diagnóstico. La madre de esta niña, Liv, había sufrido depresión postparto por culpa de un embarazo no deseado, un parto traumático y un bebé con defectos congénitos visibles; la larga temporada que la bebé pasó en el hospital no hizo más que auspiciar que la madre jamás se vinculara con su hija y, aunque los especialistas dieron aviso de que la bebé estaba mostrando signos de depresión, cuando la custodia pasó a su abuelo nada cambió y la niña terminó teniendo un trastorno que rara vez ocurría fuera de los orfanatos.
También, leyendo los informes Joel supo que Aylin estuvo presente en el atentado que desembocó en el secuestro de Berk Vogel y en la muerte de ocho personas, un evento tan traumático y violento que causó un cuadro de amnesia retrógrada. Cuando despertó en el hospital, las enfermeras pronto descubrieron que la niña no tenía ningún recuerdo, al punto que en las observaciones se agregaba que no recordaba su propio nombre, ni su edad ni en qué país estaba.
Cerró los informes y suspiró ‹Esto será difícil›
Y lo fue.
Cuando sus primos le entregaron a la niña lo primero que notó es que ella era demasiado ligera además de lucir desganada y sin energía, como si fuera una llama a punto de apagarse. Algo también alarmante fue el hecho de que ella no reaccionara ni en lo más mínimo cuando los que eran sus tíos, los únicos cuidadores que ella podía recordar, se fueron, dejándola con un completo extraño.
— Mi nombre es Joel y desde hoy yo te cuidaré —pero no hubo respuesta a sus palabras, ella ni siquiera lo miró aunque la estaba cargando— ¿Hay algo que quieras? —sonrió, intentando no lucir amenazante. Esta niña no tenía ni un solo vínculo afectivo, de seguro su abuelo había cambiado constantemente de niñera para que algo así ocurriera.
— Comida...
Había tantas cosas mal en esta situación que Joel ni siquiera pudo contarlas todas. A pesar de que ella sólo había estado dos meses con sus tíos cuando le quitó el uniforme del internado para bañarla pudo notar que bajo el lindo y caro uniforme del internado su piel tenía varios moretones y... podía ver como sus costillas se marcaban en su piel. ¿Cómo era posible? Había visto perros callejeros en mejor estado que esta niña.
Una niña que no llora, una niña que no pide consuelo, una niña que no mira a los ojos, una niña que no sonreía ni expresaba emociones, una niña que no pedía ayuda, una niña sin ningún tipo de apego hacia nada ni nadie, eso fue lo que Joel encontró. Aylin fue una niña difícil y le costó mucho siquiera lograr que ella dejara de lucir como si se fuera a desmayar en cualquier momento, cosa que, de hecho, había pasado un par de veces en la escuela.
Algo que Joel agradeció fue que a Javier, al parecer, le desagradaba la presencia de Aylin lo suficiente para decidir irse de fiesta más a menudo, algo que lo benefició mucho porque el horario de comidas de esta niña fue muy estricto debido a los signos claros de desnutrición, al punto en que le tomó meses hacer que tomara un aspecto menos enfermizo y de que su piel no se sintiera fría al tacto.
— Tengo hambre...
Tuvieron que pasar dos meses para que Aylin le tuviera confianza suficiente para pedirle algo tan básico como comida. Podía ser poco, pero esta niña casi no hablaba, sólo respondía sí él le preguntaba algo, y después de la escuela ella sólo se quedaba sentada en un rincón de la habitación.
Ese fue el primer paso, pero poco después de eso Joel pasó de ser prácticamente ignorado por Aylin a que ella se le pegara como una garrapata, exigiéndole comida o que la cargara. Había leído que esto podía pasar, que era parte del proceso de re apego, pero fue un tanto abrumador, fue como si de pronto Aylin se hubiera convertido en un bebé que exigía atención cada vez que podía y, cuando no la obtenía, se escondía bajo el futón, lo cual era muy extraño porque según sus informes médicos decían que tenía claustrofobia, pero aún así le gustaba meterse en lugares así y si estaba enojada con él gruñiría, arañaría y mordería si intentaba sacarla de ahí.
‹ ¿Estoy cuidando a una niña o a un gato? › se preguntó, escuchándola sisear cuando acercó su mano a su escondite. Si era un siseo significaba que no estaba enojada, sólo de mal humor, ¿Quizás había dormido mal?— Ya sal de ahí —suspiró, agarrándola de la manga para sacarla de debajo del futón.
Por un momento temió que ella sólo se quitara la camiseta para zafarse de su agarre, cosa que había hecho antes cuando se enojaba con él, pero no lo hizo, en su lugar hizo un berrinche pasivo y se negó a levantarse aun cuando logró sacarla de ahí abajo. Esa niña sólo dejándose arrastrar, sin importarle que más tarde él tuviera que curarle los rasguños por culpa del áspero suelo de cemento, pero a él sí le importaba y viendo que ella no iba a levantarse, decidió tomarla en brazos, logrando que su expresión de disconformidad cambiaba un poco.
— Realmente te gusta que te carguen, ¿No es así, Lya? —suspiró, cediendo a los deseos de esta niña porque si no lo hacía ella volvería a su escondite y no saldría hasta que le diera hambre o él la sacara de ahí, lo cual nunca salía bien por culpa del piso. Por cierto, aunque ella seguía siendo bastante inexpresiva podías notar una mirada de victoria en su rostro en momentos así.
Sin embargo, a pesar de que era bastante molesto tratar de convencerla de salir de su escondite, en el fondo era bueno que ella fuera tan buena escondiéndose...
— ¡¿Por qué la sala está sucia?! —Javier, completamente iracundo, entró al cuarto y lo agarró del cabello para gritarle más a gusto.
Joel reprimió un quejido de dolor. ‹Porque tú la ensuciaste con tus malditos amigos› Si decía algo así, moriría— Lo lamento...
— ¡Tus disculpas no me sirven! ¡Ve y limpia, maldito holgazán! —ordenó, arrastrándolo del cabello para llevarlo a la sala. Los escalones fueron especialmente dolorosos, dejando arañazos y moretones por toda su espalda.
En momentos así estaba muy feliz con que Aylin le gustara esconderse bajo el futón, ella jamás fue un objetivo de Javier porque él nunca la veía. Cada vez que Javier bajaba las escaleras ella siempre se escondía.
— Estoy bien, Lya...—aseguró, viéndola asomarse de su escondite para mirarlo. Le dolían las costillas y de seguro que mañana esto iba a doler todavía más— Ya estoy... acostumbrado.
Todo sería más fácil si ese tipo se muriera de sobredosis en algún lugar, pero ese bastardo ya había sobrevivido a tres sobredosis. Sí, todo sería más fácil sin él, pero su madre era una idiota obsesionada con "su hombre", sin él en medio toda su vida hubiera sido mucho más fácil y el vincularse con Aylin hubiera sido más rápido.
— No quiero ir a la escuela —esa fue la queja de Aylin, quien estaba recostada en el sofá mientras veía a un punto inespecífico de la habitación— Todos me miran con lástima...
Esa fue la primera vez que Aylin se quejó abiertamente de algo, eso era algo bueno ya que significaba que estaba más cómoda a su alrededor, pero que no fuera a clases sería malo— ¿Por qué tú, Aylin Vogel, permites que esos idiotas te vean con lástima? —cuestionó, mirándola desde la silla de su escritorio— Si quieres que te dejen de mirar con lástima vuélvete alguien a quien nadie pueda volver a mirar en menos.
Aunque dijo eso, él en realidad no esperaba que lo hiciera. Era una niña de cinco años, ¿Qué podía hacer?
Bueno... resultó que mucho, o eso es lo que le dijeron los profesores la primera reunión que hubo en primer grado.
— ¡Esa niña es una genio! —exclamó uno de los maestros, mostrándole un examen que Aylin había hecho, el cual no pudo ver bien porque se lo puso en la cara— Ella es realmente inteligente, un poco reservada, pero...
— Sí me permite decirlo —intercedió otro maestro— Sería una buena idea adelantarla de grado, las clases de primer grado no-...
— No —lo interrumpió— Quiero que ella siga teniendo clases con niños de su edad.
A él lo habían adelantado varios años, su madre ni siquiera se lo pensó mucho antes de aceptar y nunca pensó en lo dañino que sería para él estar rodeado de adolescentes con los que no pudo conectar siendo apenas un niño pequeño.
Si no lo hubieran adelantado él ahora estaría en la escuela, lejos de Javier, sólo siendo otro adolescente normal yendo a la escuela, sin estar obligado a estar en el sótano de la casa ni a limpiar la casa cual Cenicienta. Aylin necesitaba estar con niños de su edad, no sería bueno para ella ser adelantada de grado.
— Con que seas el único que lo sabe estaré bien.
Quizás por eso le sorprendió un poco cuando Aylin de pronto le dijo que esta no era su primera vida ¿Quizás había visto demasiada televisión? Eso hubiera sido mucho más normal y, a decir verdad, hubiera preferido eso a que ella realmente le demostrara que había tenido varias vidas.
‹ ¿Qué demonios...? › pensó, intentando digerir los datos históricos que esta niña le comenzó a dar, datos que ella no debería saber y que estaba seguro que no vio en la televisión. Eso fue... muy raro, a decir verdad, pero cuando comenzó a hablarle de un mundo mágico decidió dejar eso de lado y "aceptarlo", a ella se le olvidaría más tarde, ¿No?
No, no lo olvidó, pero no hablaba mucho de eso. Sí alguna vez le preguntaba de ello con alguien más presente, Aylin fingiría demencia, pero si le preguntaba a solas ella sí respondería o soltaría datos al azar de sus vidas anteriores sin pensárselo mucho. Cosas como "oh, yo sé hacer eso" o "¿Eh? ¿Por eso estaban peleando?" eran usuales cuando veían televisión juntos, no obstante, otras veces eran comentarios bastante oscuros como "eso es imposible, los huesos son demasiado duros" o "yo comí eso" refiriéndose a un animal extinto o algún plato raro.
— ¿Alguna vez comiste carne humana?
— Sí.
También hubo veces que había deseado no preguntar, porque la respuesta fue muy explícita.
— Fue un corte así —usó sus manos para ilustrar un corte con mucha precisión— El dolor era horrible, tanto que te paralizaba, entonces ellos te metían a un agujero en la arena para que no murieras desangrado. La arena es muy buena absorbiendo la sangre, así que te dejaban ahí y esperaban que no te murieras para así venderte a un precio más alto que cuando estabas entero. Es especialmente malo cuando quieres orinar, no es fácil orinar siendo un eunuco, pero te acostumbras.
— ¿No es difícil cuando eres un adulto y quieres...?
Lo miró raro— ¿De qué hablas? Yo nunca llegué a la adultez siendo un ser humano. Lux me maldijo para que no lo hiciera.
Aun así, ignorando el tema de las vidas pasadas, tema del que no quería hablar porque las vidas que ella narró le parecieron horribles, muy coherentes con el sentido histórico, pero horribles. No quería imaginar a su sobrina en esas situaciones, así que decidió ignorarlo con la esperanza de que ella lo olvidara y así evitar la terapia que significaría el sólo tratar los traumas que su primera vida como "Vermillion" traería.
‹Sí, olvidemos eso› pensó Joel, viendo a su nuevo amigo y vecino, Phillip, mirando con fascinación a su nuevo hermano, André. Ese bastardo de Javier había terminado embarazado a su madre y aunque con él lejos todo era mejor, la idea de que esto se descontrolara cuando volvía cada tantas semanas le aterraba, ese tipo era un maldito violento y no dudaba que terminaría haciéndole lo mismo que le hacía a él a André.
— ¡Él no se parece nada a ti! —comentó Phillip con una sonrisa, viendo el cabello y ojos castaños del bebé, además de una piel un tanto bronceada.
— Lo sé —admitió, tomando en brazos al bebé quien comenzó a llorar exigiendo su atención. Los Vogel tenían una apariencia muy característica, pero André no era un Vogel.
— Pero, Aylin también tiene el cabello castaño, ¿No?
Suspiró, sintiendo a su hermano retorcerse en sus brazos por culpa del berrinche. Su vida sería más fácil si él y Aylin trajeran instrucciones de cómo cuidarlos— Sí, es café, pero a este paso se volverá negro antes de que te des cuenta.
Él y Phillip eran los que más cuidaban a André, su madre prefería evadir su responsabilidad cada vez que tenía la oportunidad de ver a Javier en alguna fiesta. A pesar de que su madre lo ignoraba, su hermano menor era un bebé muy activo y era igual de exigente de atención que Aylin.
‹ ¿Cómo su madre pudo ignorarla...? › se preguntó, sin poder imaginarse ignorando a André. No era su responsabilidad cuidarlo, al igual que Aylin, al igual que Phillip, pero, si lo ignoraba, si los ignoraba, ¿Quién iba a cuidarlos?— En serio, si no fuera yo estaría llorando por la frustración —refunfuñó, peinándole el pelo a su sobrina. Si mirabas bien, podrías ver el cambio gradual de castaño cobrizo a castaño oscuro en el cabello de Aylin, realmente su cabello se oscureció y quizás se volvería más oscuro en el futuro.
Ante esas palabras, Aylin se giró un poco para verlo— Pero, Joel... tú siempre luces como si fueras a llorar...
— E-Eso...—Joel quiso defenderse, poner una excusa, cualquier cosa, pero cuando Aylin le dio esa mirada se le hizo un nudo en la garganta— Yo...—sólo un débil sollozo salió de su garganta acompañado de una lágrima que mojó su mejilla. Sin importar cuánto quiso no llorar, no pudo impedirlo y terminó llorando delante de ella.
— Está bien —entonces la niña tomó un pañuelo y limpió las lágrimas que caían sin control de sus ojos.
Contrario a cómo debía ser, era en estas ocasiones que era Aylin quien daba consuelo y no Joel, paradójicamente opuesto a cómo debería ser. Y esa era otra de las razones por las que Joel jamás se arrepintió de su decisión impulsiva de ese día ni de la decisión que tomó ese día que la ambulancia y la policía llegaron a la casa.
Sabía que su madre volvería a abrirle la puerta a Javier, lo sabía, por eso, lejos de la mirada de los demás, consiguió ese polvo en los barrios bajos y le pidió a Aylin que se lo pusiera a la cerveza de ese bastardo que dejó a un bebé, a su pequeño hermano, en el hospital. Sólo una gota y todo esto acabaría.
— Sólo pon este polvo en su cerveza cuando te grite para que le traigas una. Él no lo notará.
—...
Aylin podía ser una niña demasiado aguda, ella supo que quería hacer desde el principio, pero fingió no saberlo y nunca más hablaron del tema, porque no era necesario. La muerte de su padrastro sólo fue un lamentable hecho, tan lamentable como que su madre se fuera poco después y los abandonara, sí, muy lamentable.
Estar por su cuenta no fue difícil, siempre estuvo por su cuenta y sin esos dos parásitos su vida fue mucho más fácil sin nadie que le gritara y golpeara por cualquier razón y sin estar condenado a vivir en el sótano, aunque... Cuidar a André y a Aylin nunca fue fácil, sobre todo porque a medida que Aylin le tomaba más confianza peor se portaba, y después de la muerte de Javier ella se tomó todas las libertades que quiso.
— ¿Qué estás haciendo...?
Aylin lo miró desde la nueva alfombra de la renovada sala, comiendo un plato que él no conocía mientras veía la televisión junto a André, quien tenía restos de arroz en la boca— Estoy comiendo.
— Sí, pero... ¿De dónde sacaste eso? —apuntó al plato. Estaba seguro que él no cocinó arroz con fideos, tan seguro como que de hecho él no conocía ese plato.
— Tenía hambre y no querías despertar, así que hice algo para mí y luego André se quejó de que también quería —respondió como si nada aun cuando lo normal es que ella lo molestara para que se levantara y le hiciera algo de comer, al punto de que era capaz de tirarlo de la cama si él se resistía a levantarse a cocinar a las cinco de la mañana.
—...
Después de la muerte de Javier el nivel de descaro de Aylin se disparó y se volvió aún más exigente, como cuando le exigió que le comprara varias cosas para hacer "kintsugi". Ni siquiera entendía qué es lo que se suponía que era eso pero supuso que era para reparar el plato que Phillip rompió sin querer.
— Puedo comprarte otro...—señaló, viéndola a punto de hacer un berrinche porque no estaba cediendo a su petición, pero es que era sólo un plato.
— ¡No quiero uno nuevo, quiero el mío! —se quejó los ojos llorosos mientras se aferraba con fuerza al borde de su camiseta. Sí, era un plato, pero era su plato.
—...—Joel sabía que ella no iba a llorar por un plato, no importaba que tan triste, enferma o adolorida estuviera, ella no podía llorar, al punto en que en más de dos años cuidándola él sólo la vio llorar una vez— Está bien, ¿Qué es lo que necesitas? —suspiró.
No fue hasta que vio a esa niña reparar ese plato con una técnica que no conocía que cayó en cuenta que Aylin no era muy normal. Sabía varios idiomas, sabía cocinar, coser, bordar, reparar cerámica y carpintería, además de que su habilidad para usar cuchillos, los cuales él jamás le había dejado usar antes, daba miedo; pero nada de eso se lo habían enseñado, ¿Quién le enseñaría a una niña de siete años a usar polvo de oro para reparar platos?, la respuesta era nadie, nadie le había enseñado esta niña a hacer algo así.
— ¿Quién eres?
La niña levantó su mirada del plato, bastante conforme con su trabajo— Soy Irregular —sonrió. Hace poco ella había aprendido a sonreír aunque no lo hacía muy a menudo.
‹ ¿"Irregular"? › repitió en su mente, sin entender esa respuesta— ¿Qué se supone que significa eso...?
—...—se lo pensó un momento— No lo sé, así me llamaban todos cada vez que me moría —admitió, sin tener una respuesta concreta— Creo que me llamaban así porque mi alma es extraña —y sin más que decir, Aylin se levantó y se fue a dejar su plato reparado lejos del alcance de André y de Phillip, quien era un tonto que siempre tiraba cosas.
‹ ¿Cómo se supone que luce un alma extraña...? › se preguntó Joel sin siquiera saber cómo lucía una normal.
Aunque luego Aylin le mostró un dibujo representativo de esto él sólo podía decir que en el papel que ella le entregó sólo se veía una mancha amorfa digna del test de Rorschach pero hecha con crayones en lugar de tinta, lo cual no tenía mucho sentido porque Aylin podía dibujar mejor que él. Y mientras él intentaba buscarle un sentido a la mancha que había en el papel, ella le dio un dibujo de un slime rojo, ¿Qué tenía esto que ver con lo de "alma extraña"? No tenía idea, pero el dibujo estaba bien hecho.
— Ja...—Joel contuvo una risita al recordar esto. Aylin siempre fue una niña difícil y, como su tutor, él tuvo que lidiar a menudo con eso, como la vez que ella le tiró una silla a un compañero por molestarla para que luego este mismo niño se volviera su rival académico y, posteriormente, su amigo.
¿Cómo describir a Aylin en pocas palabras? Regodeona, berrinchuda, inquieta, astuta, con un ingenio rápido y un pobre sentido de autoconservación. ¿Se había equivocado al criarla? Probablemente cometió muchos errores, varias veces casi le da un infarto por su culpa, como la vez que se tiró en bicicleta de una colina demasiado empinada y terminó rompiendo la bicicleta, el casco y su brazo; su mayor error sin duda fue el ser ingenuo y no haberle pedido a esos dos que renunciaran a sus derechos parentales sobre ella, pero diría que, en general, hizo un buen trabajo.
— Aylin es...—se tomó un segundo para reflexionar su respuesta— Es el tipo de chica que si descuidas unos segundos ya está intentando acabar con el mundo —rió, viendo la expresión de incredulidad de Azel Becker, pero cuando la conocías esa respuesta tenía mucho sentido. Aylin siempre se metía en problemas porque quería, porque podía y porque no tenía instinto de supervivencia al punto en que estaba seguro de que ella iba a matarlo de un ataque al corazón, sin embargo él pudo obtener lo que estaba buscando. Antes de conocerla todos los días eran horribles, planos y aburridos, pero cuando se trataba de esa niña nunca te aburrías.
No obstante, era obvio que Azel no le creyó del todo. De seguro pensó que exageraba.
— Esa chica suena como alguien interesante —admitió Azel, intentando entender a qué se refería con eso de "acabar con el mundo"— Estoy seguro de que ella y mi nieta se llevarían bien.
Ah, sabía que este tipo tenía algo así en mente cuando pregunto eso— Sí, es probable —sonrió, manteniendo al margen el desagrado que sintió al notar que quería usar a su nieta y a Aylin para afianzar esta alianza comercial. Por lo menos Azel no fue lo suficientemente estúpido para intentar arreglar una cita entre ella y alguno de sus nietos porque eso lo hubiera indignado bastante, aunque... pensándolo fríamente, si la nieta de este hombre era linda estaba bastante seguro de que Aylin no se iba a quejar por pasar el rato con ella.
Ante la idea de que Aylin se ligara a la nieta de Becker, Joel tuvo que contener una risa. No le agradaba Azel, era un buen socio comercial pero no persona buena o confiable, simplemente no podías bajar la guardia cerca de él, pero sería divertido si él descubriera el historial de su familia de esa forma, de seguro se indignaría al saber que los Vogel eran verdaderos hijos de puta.
— Ahora que lo pienso, mi sobrina no tiene muchas amigas mujeres —fingió preocupación aun cuando, en realidad, el que tuviera más amigos que amigas no era algo que le preocupara. Si se llevaba mejor con los chicos bien por ella— Quizás sería bueno para ella tener una chica de su edad con la cual hablar.
Al ver los ojos de Azel brillar ante la idea, Joel supo que él había caído en su trampa.
‹Esto será muy divertido› ocultó su sonrisa con ayuda de su vaso de whisky.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro