Capítulo 23.
— Señorita, ¿De qué color es este vestido? —preguntó Yona, mirando mal a su mellizo.
— Sí, ¿Qué color es? —insistió Thoma, lo cual le ganó una mirada llena de escepticismo de la chica. ¿En serio era el mismo niño tímido de hace un rato?
Aunque, la verdad es que a Samantha le sorprendió un poco lo rápido decidieron preguntarle a ella que color era ese— Turquesa —respondió, consiguiendo que ambos niños desviaran su atención de su enemigo/mellizo, mirándola con una expresión de "¿Qué?"— Es turquesa. Miren —les mostró otro vestido— Este es verde azulado —apuntó a una camiseta— Y ese es azul verdoso.
—...
—...
La expresión de los mellizos era como si de pronto les hubieran puesto una ecuación cuadrática al frente y les hubieran ordenado resolverla. Por cierto, todavía no sabían leer.
— Para mí lucen iguales —se quejó Yona después de intercambiar su mirada entre las tres prendas.
— Son diferentes —sin embargo, ambos niños la miraron como si les estuviera mintiendo. ‹ ¿Quizás sí es cierto que los hombres ven menos colores que las mujeres...? ›. Dudó, recordando haber leído algo así.
Después de eso, Samantha pudo ver como esos dos juntaban unos pufs que habían en la tienda para inmediatamente sentarse en ellos y cubrirse con la capa de Aylin, ignorándola a ella por completo.
‹ ¿Acaso se enojaron conmigo? ›. Se preguntó Samantha, un tanto herida al notar que ambos se amistaron en pos de ignorarla al punto en que incluso Yona, quién era obviamente hiperactivo, se quedó quieto ahí con Thoma y no cambiaron de posición hasta que su mamá y Aylin terminaron las compras; por cierto, esta última parecía drenada mentalmente.
— ¿Qué están haciendo...? —preguntó Aylin, mirando con confusión a esos dos bultos ocultos bajo su capa.
— ¡Jiějiě! —y sólo entonces los niños salieron bajo la capa.
— Quiero helado —le pidió Yona de la nada, todavía medio cubierto con la capa de su hermana— ¿Podemos ir por helado? —la jaló de la manga, viéndola tomar un extremo de la capa para recuperarla.
Aylin lo miró como si estuviera loco— Es invierno —le recordó ya que parece que el aire acondicionado le había hecho olvidar que afuera seguía nevando.
Al ver que su hermana no iba a ceder, el niño decidió preguntarle a alguien más— ¿Podemos ir por helado? —le preguntó a la madre de Samantha, acompañado de Thoma, porque él también quería helado.
Melissa sonrió— Claro, cariño. ¿De qué sabor quieres?
— ¡Chocolate!
‹Me lo esperaba›. Sonrió la mujer.
Aylin vio con una expresión plana la escena. Estos niños aprendían rápido a quién podía usar para conseguir lo que querían, mejor no los dejaba mucho tiempo cerca de Melissa o ella los iba a echar a perder.
— ¿Hicieron algo? —le preguntó a la rubia, notando que parecía desanimada.
Samantha suspiró— Ellos me ignoraron por decirles que ese vestido era turquesa...—admitió.
‹ ¿Y por eso estás deprimida? ›. Se preguntó, sin entender muy bien la razón por la que algo así le afectó— ¿Sólo eso? —preguntó mientras ponía su mano en su mentón, meditando esta respuesta.
— Les dije cuáles eran los colores azul verdoso y el verde azulado y ellos dijeron que era el mismo tono —esta vez se quejó.
La miró raro— ¿Y cuáles son...?
— ¿Tú tampoco lo sabes? —preguntó Samantha, logrando que Aylin se encogiera de hombros. En su defensa, en los últimos siglos a la gente se les ocurrió ponerle nombre a muchos tonos que antes se llamaban igual, sin mencionar que en el idioma español esta tendencia era incluso más fuerte— Ven, déjame mostrarte —tomó su mano, llevándola a donde estaban las prendas de la discordia.
‹ ¿Mmm? ›.
No recordaba que Samantha iniciara el contacto físico a excepción cuando le ponía la mano en la cara. Parecía ser que, de alguna forma, esta chica se sentía más cómoda a su alrededor, lo cual le parecía un poco extraño considerando que es lo que había pasado la última vez que interactuaron ¿No se supone que ella debería sentirse incómoda, molesta o intimidada a su alrededor?
‹Es curioso›. Pero no le molestó, en su lugar sólo se quedó escuchándola hablar sobre la diferencia entre esos colores.
Mientras Samantha le explicaba a Aylin cual color era cual, poniendo los colores uno junto al otro, esos dos niños aparecieron y se pegaron a las piernas de su hermana.
— Jiějiě, la tía pregunta que qué sabor de helado quieres —le dijo Yona, aferrándose a su pierna para luego tirar de su manga.
— ¿Qué están haciendo? —preguntó Thoma, asomándose a ver qué hacían.
— Le estoy explicando cuál es la diferencia entre el azul verdoso y el verde azulado —explicó Samantha, sin pensárselo mucho, consiguiendo un "ohh".
— Se ven diferentes, ¿No es así? —les preguntó Aylin, a lo que los dos niños asintieron— Por cierto, quiero helado de fresa —le dijo a Yona, quien de inmediato asintió y fue a decírselo a Melissa— ¿Ves? Enseñarles no es difícil, compararlos uno al lado del otro ayuda porque a simple vista sí parecen el mismo color.
— Oh...—dijo ella, notando como Thoma se le había pegado a Aylin, otra vez, mientras escuchaba su explicación. Enseñarle a los demás, sobre todo a los niños, era complicado, no entendía como Christina lo hacía parecer tan fácil— Por cierto, a esta gama de colores se les llama azul cerceta o teal —agregó.
— ¿Te-qué? —repitió Aylin, dándole la misma mirada de "no entiendo nada" de Thoma.
Al verlos mirarla de la misma forma, Samantha soltó una risita— Teal, así se le llama en inglés a esta gama de colores. El "teal" y el "cerceta" es por los patos cerceta.
¿Qué era un pato cerceta...?
— Ayudas mucho aquí, ¿No? —preguntó Aylin, tomando su celular y buscando la imagen de ese tipo de pato. ‹ ¿Así se llamaban estos patos? ›. Se preguntó mientras Thoma miraba la foto con una expresión de contrariada.
‹Ese pato es raro›. Pensó el niño. Los patos eran lindos, pero ese pato era raro.
Samantha desvió la mirada, un tanto nerviosa al ser descubierta— Sólo ayudo a veces en verano...
— Eso suena como un verano interesante —sonrió Aylin.
— ¡Sí! Trabajar con mi tía es muy divertido —le sonrió de vuelta, muy emocionada al poder hablar de esto.
— Niñas y niño, vengan aquí —indicó Merry, mirando a esos tres desordenar las prendas de la tienda—. Recuerden que está prohibido comer aquí.
— Entonces, ¿No hay helado? —preguntó Yona con un aire desolado, quien estaba junto a la mujer.
— Sí, pero lejos de la mirada de los clientes —indicó Merry, llevándolos a la trastienda donde su hermana estaba en el teléfono.
— Thoma, no has dicho qué sabor de helado querías —señaló Melissa, mirando con preocupación al niño.
Ante estas palabras, Thoma escondió su rostro tras la capa de Aylin, quien suspiró al ver a su hermano volver a actuar tímido— Quiere helado de vainilla.
Lo que era el poder del dinero, en diez minutos los niños tenían un helado en perfecto estado sin salir del local.
Helado en medio del invierno...
‹Supongo que siempre es buen momento para un helado›. Pensó Samantha, comiendo un poco de la nieve que le dieron. Los niños podían ser bastante simples y demasiado complicados a la vez.
Madre e hija entonces vieron con curiosidad como Thoma y Yona le extendían su helado a Aylin, quien le sacaba un pedazo a cada helado con la cuchara y lo probaba— Están buenos —y sólo entonces los niños comieron el helado.
— ¿...Por qué hacen eso? —preguntó Melissa, mirando con curiosidad ese comportamiento.
— Thoma no confía en los desconocidos —declaró Aylin, limpiándose los restos de helado con una servilleta—, y Yona tiene un trauma porque una vez tomó leche caducada y dicho trauma empeoró cuando probó crema echada a perder.
O sea, básicamente ambos niños usaban a su hermana como catadora para asegurarse de que la comida estuviera en buen estado.
‹Qué divertido›. Pensó Melissa, conteniendo una risa. Sin embargo, ¿Por qué dos de los niños de una familia como los Vogel consumirían productos lácteos caducados?
En su casa los botes de leche no duraban mucho, de hecho, una vez abierto sus hijos y su esposo parecían competir por quién se lo acababa primero, y en el caso de que uno estuviera mucho tiempo abierto y notara que lucía raro ella o su esposo lo desecharían de inmediato, sin mencionar que Yona tenía cuatro años, los niños de esa edad no cocinan y no siempre pueden abrir el refrigerador ¿Acaso sólo el niño fue y se bebió el bote sin notar el olor? ¿Y le pasó dos veces, con productos lácteos diferentes? Sin mencionar que Aylin lo dijo así, sin más, no parecía avergonzada o preocupada cuando lo dijo, como si sólo lo supiera porque alguien se lo dijo.
‹Aquí algo raro está pasando›.
Tampoco era muy normal que una chica de dieciséis cuidara a sus hermanos así, con sus padres lo suficientemente lejos para que el clima les impidiera venir. Quizás estaba pensando demasiado en los hijos de los Vogel, la única relación que tenía con ellos era que eran dueños de la empresa que se encargaba de los software de contabilidad y stock de la empresa, pero... era preocupante, con cada cosa que sabía sólo le parecía más preocupante.
— Ya es algo tarde —comentó Melissa, viendo a esos tres comer helado, Yona con clara emoción y a Aylin y Thoma de manera tranquila—. Y sí, quizás nos pasamos con las compras —rió un poco—, ¿Les gustaría un aventón hacia su casa?
— Eso sería de mucha ayuda.
Para la sorpresa de la mujer, Aylin esta vez cedió sin problemas a su oferta.
‹Vaya, pensé que iba a negarse›. Pensó Melissa, pero, tenía sentido que no quisiera llevar las bolsas ella sola— Entonces, cuando terminen su helado podemos llevarlos —sonrió.
‹Me pregunto si ella me trataría igual si supiera que le rompí la cara a su yerno...›. Pensó Aylin vagamente, recordando a ese tipo tan molesto.
— Wow, no sabía que había una chica nueva.
Ese día el profesor le pidió a Logan que le enseñara la escuela, pero, desgraciadamente, se toparon con ese idiota. Quizás Matthew le pudo haber... bueno, pudo no haberlo odiado si no se le hubiera pegado y le hubiera puesto las manos encima.
Frunció el ceño— ¿Quién te dio permiso de tocarme? —casi gruñó cuando este tipo invadió su espacio personal y le puso una mano en la cintura.
— Vamos, no seas así —sonrió, sin quitar su mano— Sólo estoy tratando de ser amable, dulzura.
Este idiota ¿Quién se creía que era?
Ya harta, sin decir nada, Aylin tomó a Matthew del hombro y lo obligó a ponerse a su altura sólo para susurrar— Vuelve a hablarme así y te cortaré la lengua —sonrió, presionando suavemente su "navaja" mariposa, que en realidad era un peine pero este tipo no necesitaba saber eso— Así que, si quieres seguir entero, me vas a quitar las manos de encima antes de que te borré esa molesta sonrisa tuya por las malas, ¿Quieres, Matty?
El cuerpo de Matthew tembló de pies a cabeza ante esta advertencia y se alejó de ella, espantado.
— Sólo era una broma —puso mala cara, pero ella pudo ver sus manos temblar.
Sonrió, disfrutando su miedo mientras guarda su "navaja"— No me gustan las bromas, así que guárdatelas si no quieres problemas conmigo.
Ahora que lo pensaba, desde entonces Logan fue muy amigable con ella, algo curioso porque al inicio parecía estar sufriendo porque lo obligaron a mostrarle la escuela ¿Quizás es porque al principio pensó que era sólo otra chica que se iba a enamorar de los intereses amorosos cuando los viera?
— Eh, ¿Pasa algo? ¿Acaso el helado no fue de tu gusto? —escuchó a Melissa preguntarle, parecía preocupada.
— Ah, no, no es eso —se apresuró a responder. Tal parece su expresión cambió al recordar eso— Sólo recordé algo —respondió de forma vaga.
— Ya veo —sin embargo, Melissa pareció un poco preocupada por esto.
‹Debí golpearlo más fuerte›. Pensó para sí Aylin, terminando el cono con una expresión muy pacífica.
Lo más molesto de ese momento fue que literalmente se acababan de conocer pero él se sintió con derecho a hacer eso a pocos minutos de hablar, de seguro estaba acostumbrado a hacer esas cosas; lo peor es que ellos ni hablaron en realidad, él estaba hablando con Logan cuando sintió ganas de ponerle las manos encima.
En serio, ¿Por qué un tipo así era "atractivo"?
De todas formas, ignorando que seguía con ganas de romperle los huesos al yerno de la familia Becker, el resto del tiempo fue bastante tranquilo. Algo que le sorprendió un poco fue que el auto que Melissa manejaba era muy normal, mucho más que el que Samantha usaba aunque no es como que ese fuera un auto de alta gama o de un color chillón, es sólo que... No era el auto que uno esperaría ver conducir a alguien con una tarjeta de platino, de hecho se notaba que era un modelo viejo por la carrocería, pero era un BMW así que...
— Nos vemos en la cena de navidad —se despidió Melissa con una gran sonrisa mientras que su hija, en el asiento del copiloto, se despedía con un gesto con cierta timidez.
‹Eh... ¿Este no es el barrio de Karen? ›. Se preguntó Samantha, notando que la protagonista y su amiga vivían cerca.
Al ver el auto alejarse, Aylin suspiró y miró a esos dos, Yona tenía que lavarse la cara porque era un descuidado al comer— Me van a ayudar con esto —sentenció con un tono que no dejaba espacio a réplicas, entregándole una bolsa con ropa a cada uno mientras ella buscaba las llaves en su bolsillo. El patio estaba lleno de nieve y tendría que ordenar la ropa nueva. ‹Qué flojera›. Pensó, tomando la llave para abrir la puerta.
Sus planes iniciales de dormir en navidad se arruinaron, pero al menos no tendría que cocinar ese día. De todas formas, Amber se iría a pasar la Navidad con Will para así tener un momento familiar y muy pro ship.
— Aylin, ¿De dónde sacaste esa ropa? —preguntó la protagonista, mirando las bolsas que había junto al sofá donde esta chica estaba recostada viendo a los mellizos jugar minecraft.
— Por ahí —respondió sin interés, cambiando de posición para seguir con el trabajo de kintsukuroi que tenía en la mesa de la sala.
La protagonista sonrió— Vamos, no es muy normal que compres ropa, ¿Alguna ocasión especial? —sin embargo, la chica no se rindió y siguió insistiendo demasiado con que le dijera.
Ya molesta por lo entrometida que era su compañera de piso, Aylin, decidiendo no decir un muy hostil "¿Y a ti qué carajos te importa?", respondió con lo primero que se le vino a la cabeza.
— Me la compró mi sugar —sentenció, haciendo la mezcla para reparar el plato que Thoma tiró sin querer.
— ¿Sugar...? —repitió Amber, un tanto conmocionada.
— Sí —respondió, sin mirarla. Reparar el plato le era más divertido que hablar con ella.
‹ ¿Su...gar? ›.
El nuevo look, ropa nueva de una tienda cara, no quiere hablar del tema...
‹ ¡¿Un sugar daddy?! ›.
Tal parece que esa respuesta le quemó las neuronas a Amber, quien miró a los mellizos en busca de una respuesta, pero estos fingieron demencia mientras miraban a la televisión de la sala. Ellos no eran tontos, sabían que si hablaban ahora se quedaban sin consola y que para hacerlos sufrir aún más su hermana iba a jugar en su lugar y, quizás, en represalia les quemaría con lava la casa que estaban haciendo en el juego.
La falta de respuesta de los niños no ayudó a la sospecha de Amber y definitivamente no ayudó que en ese momento el celular de Aylin sonara ni mucho menos ayudó que la chica contestara.
— Oye, Aylin, ¿Quieres ir a una fiesta? —escuchó la voz de Julien del otro lado de la línea.
— Ah, claro —respondió Aylin, sin pensárselo mucho, con el celular cerca del oído— Suena divertido, ¿Cuándo será?
— El viernes. Puedes, ¿No?
— Sí, puedo contratar a Mary para que cuide a mis hermanos mientras estoy ahí —respondió, uniendo las piezas de cerámica, las cuales, afortunadamente no se separaron.
— Bien, será en mi casa el viernes. Recuérdalo.
— Sí, sí, no olvidaré ir —en ese momento, Aylin notó que Amber estaba escuchando su llamada desde el pasillo, por lo que decidió jugar con ella un poco.
— ¡Genial! Entonces, nos vemos.
— Nos vemos...—cortó— Darling~ —le sonrió al celular, dejándolo junto a su trabajo para dejar ver el mensaje de "llamada finalizada".
‹ ¡Espera un momento, ahora mismo...! ¡¿Ella estaba hablando con él?! ›.
Por cierto, los lectores pensaron igual o peor que Amber ya que ninguna escuchó lo que Julien dijo ni al propio Julien, pero a Aylin no le pudo importar menos que la consideraran la "amiga fácil de la protagonista", ella tenía estándares mínimos con quien se liaba y estos eran más altos que los protagonistas masculinos que la autora hacía, quienes eran capaces de acostarse con cualquiera, algo muy marcado en Jun, el protagonista del libro yaoi.
‹Me siento mal por Jimmy...›. Pensó, sin darle mucha importancia porque no conocía a ninguno de los personajes de ese libro. Si este mundo no fuera un libro de seguro Jun ya se habría contagiado algo raro.
En fin, ya tenía suficiente con involucrarse en la trama de un libro de esta autora, ella estaba bastante cómoda sin involucrarse en la trama del otro libro.
...
Demasiados dibujos :^
Y ahora, un meme:
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