Capítulo 22.
Domingo, fin de semana. Nuevo capítulo, nuevos dibujos, nueva portada y nueva sinopsis, porque sí, porque pude :D disfruten <3
...
Samantha suspiró, acomodándose la bufanda para lidiar con el frío mientras estaba de compras con su mamá.
Hace un par de semanas que no sabía de Aylin, no desde que su suspensión coincidió con la llegada de las vacaciones de invierno. Lo que sí sabía es qué había pasado con Matt, al quien suspendieron tres días y su padre le dio un puñetazo por molestarla y por amenazar a una chica.
‹Su relación ahora es peor...›. Lamentó, acomodando las compras de última hora que su madre estaba haciendo para navidad. Estaba un poco preocupada por Matt, por lo que pasó en la escuela su padre y madrastra lo llevaron a donde sus abuelos, en otro país, para que pasara la navidad con ellos.
Pero... Aún no sabía nada de Aylin, era como que después de ser suspendida se hubiera borrado del mapa o, mejor dicho, del libro, y eso le preocupaba. La autora no le había hecho nada, ¿Verdad?, sabía que Aylin estaba siendo bastante popular entre los lectores, así que ella no iba a sólo hacerla desaparecer ¿No es así?
No creía o, mejor dicho, no quería creer que la autora la hubiera borrado del libro por lo que había pasado. La protagonista la había mencionado un par de veces en los capítulos, pero eso era todo, había habido más interacción entre los hermanos de Aylin y la niñera de estos que con la propia Aylin.
Quería hablar con ella para asegurarse que estuviera bien y que la autora no hubiera hecho algo detrás de escena por golpear a Matthew, pero no tenía su número y por ninguna maldita razón iba a hablar con esa chica.
Samantha suspiró, tocándose la nariz con la mano. Estaba helada incluso con la bufanda, hacía demasiado frío. ‹Estoy pensando demasiado...›. O eso es lo quería creer.
Era normal estar preocupada, después de todo ella se metió en este problema por su culpa...
— Vaya, miren nada más a quien veo —escuchó a su madre decir.
Samantha levantó la mirada de la bufanda, viendo a alguien usando una larga capa negra con capucha, jeans negros, botas negras y algo que le cubría el rostro; para ser honesta, cuando vio a esa persona no pudo evitar pensar que parecía algún tipo de personaje antiguo del medioevo. Junto a esta figura había un niño pequeño, bien abrigado con un abrigo verde musgo, una bandana roja y unos pantalones café, de pelo blanco y ojos rojos.
‹ ¿Albino...? ›.
Ese niño claramente era albino, era cosa de mirarlo: era casi tan blanco como la nieve.
— Aylin, mucho tiempo sin verte —le sonrió Melissa a la persona encapuchada, la cual se detuvo a mirarla—, y ¿Quién es este niño de aquí? —le sonrió al niño.
¿Cómo su madre pudo identificarla si era prácticamente imposible ver su rostro...?
— ¡Mucho gusto! —exclamó el pequeño, bajando un poco su bandana—. Soy Yona, tengo cuatro años —levantó cinco dedos, sacándole una risa a su madre.
Melissa se puso a la altura del niño y le sonrió— Mucho gusto, Yona, ¿Qué te trae por aquí? —le preguntó, dándose la libertad de hablar tan abiertamente con el niño pues estaban afuera de la tienda que pertenecía a su hermana, su tía Merry, a donde estaban dirigiéndose hace un par de minutos.
— ¡Vine a comprar ropa para navidad para mi hermana! —sonrió el niño.
— ¿...Ropa? —levantó la mirada, viendo a Aylin, quien se puso un poco nerviosa ante la mirada de la mujer.
— ¡Sí, ella quiere ropa para navidad!
— ¿Acaso quiere un vestido? —intentó mantener su sonrisa.
— No, ella quiere comprar calcetines.
¿Calcetines para navidad...?
Aylin comenzó a ponerse inquieta al notar la mirada de ambas sobre ella. Oh, Yona iba a estar tan castigado cuando volvieran.
— ¿Y tus regalos, pequeño?
— ¡Papá y mamá nos enviaron muchos regalos y juguetes a Thoma y a mí! Pero ninguno a mi hermana... Y dijeron que iban a venir y hacer una fiesta de navidad y año nuevo con nosotros pero ahora dijeron que no pueden venir por el clima...—se quejó, bajando la mirada.
— Yona, eso no es algo que debas decirle a alguien que acabas de conocer —lo regañó Aylin, sin saber muy bien qué hacer ahora que se metió en este lío por culpa de que su hermano era demasiado hablador. ¿Qué debía hacer para que este niño dejara de hacer eso?
— Pero tú la conoces, ¿No es así?
Suspiró— Sí, pero yo soy la que la conoce, no tú. A los demás no les importan estas cosas —tomó su mano, decidiendo que este niño ya habló demasiado con desconocidos. ¿Por qué de todas las personas se fue a topar con Samantha y su madre?—. Nos tenemos que ir. Si me-...
— A mí sí me importa —la interrumpió Melissa, muy seria— Calcetines no es un buen regalo para alguien de tu edad.
— Eso...
— ¡Thoma dijo lo mismo pero ella no escucha! —se quejó Yona.
Aylin suspiró, maldiciendo su suerte y ese mal hábito de su hermano— Yona...
— ¿Quieres venir a mi casa para navidad?
— ¿Eh...?
Aylin por un momento se cuestionó si sus audífonos fallaron. ¿Qué acababa de decir...?
Melissa no se retractó de sus palabras, todo lo contrario— Estar solos en navidad suena algo triste. Si quieres puedes venir a cenar con nosotros —propuso.
— E-Eh...—si Aylin tuviera su rostro al descubierto, su nivel de nerviosismo sería obvio. Dirigió su mirada a la mano de Yona, pensando en cómo iba a castigarlo cuando saliera de este lío—. No quiero ser una molestia...
— ¡No lo serás! Y puedes traer a este par de niños también —sonrió.
‹ ¿Par? ›. Repitió Samantha en su mente, todavía intentando procesar lo que su mamá estaba diciendo ahora mismo. Ella sólo veía un niño.
— Y también les daré regalos, ¿Qué les parece? —propuso.
— ¡¿Regalos?! —repitió Yona, claramente emocionado— Hermana, ¿Podemos ir?, ¿Podemos ir? —preguntó, tirando a Aylin de la capa.
‹Eso es trampa›. Pensó Aylin mientras Yona le jalaba de la ropa— No lo sé. Mi hermano es muy tímido...
‹ ¿"Tímido"? ›. Repitió Samantha en su mente. Este niño no parecía nada tímido.
— ¡Thoma! ¡Vamos, di que sí...! —entonces el niño apartó la parte baja de la larga capa, dejando ver a un segundo niño, un poco menos abrigado que Yona, escondido ahí, haciéndole recordar a Samantha que Aylin no tenía un hermano, sino dos, y que uno de ellos era muy tímido.
‹ ¿Cómo olvidé eso...? ›. Se cuestionó Samantha, recordando que Aylin juró que jamás volvería a dejar a sus hermanos bajo el cuidado de la protagonista. Aunque, en su defensa, el viento y la posición en la que estaban no ayudaban a que él se viera a simple vista en la capa.
Esta era la primera vez que veía a los hermanos de Aylin, el libro realmente no los había descrito más allá de un vago "son completamente diferentes entre sí" y ahora podía decir que... sí, el contraste entre ambos niños era obvio. Thoma tenía el pelo negro y ojos azules mientras que Yona tenía el cabello blanco y ojos rojos, sin mencionar que Thoma tenía más color en la piel que su hermano, pero algo que le llamó la atención a Samantha era que este niño era una copia idéntica de Aylin. Sabía que eran hermanos y que los hermanos se parecen, pero es que eran iguales.
—...—Thoma las miró con desconfianza, aferrándose a la pierna de Aylin. Era obvio que él estaba molesto porque su hermano lo sacó de su escondite sólo para obligarlo a interactuar con gente que no conocía.
— ¿Hay algo que quieras para la cena de navidad? —le preguntó Melissa, notando la mirada del niño.
—...—desvió la mirada, sin soltar a su hermana— Quiero un bizcocho...
— Si vas, te prometo que haré uno —sonrió la mujer.
Pese a que estaba evitando mirarla, Melissa pudo notar que los ojos del niño brillaron antes de dar un tímido asentimiento. Melissa entonces se levantó y miró a Aylin con una sonrisa confiada, sabiendo que había logrado su cometido.
— Eso es trampa —se quejó la chica al ver que había puesto a sus hermanos en su contra.
— Vamos, prometo que será divertido —sonrió con amabilidad—. Estoy segura que a Samantha le gustaría verte ahí.
Al ser incluida de pronto en la conversación, Samantha se puso nerviosa— Mamá...—protestó, un tanto avergonzada, ocultándose tras el hombro de su madre— Por favor, no me metas en cosas así...
Sí, quería saber cómo estaba Aylin, pero invitarla a la cena de navidad era algo completamente diferente. Ni siquiera Matthew había ido a la cena de su familia porque era sólo para sus familiares.
Aylin se quedó en silencio un momento, meditando la situación mientras Yona le suplicaba que aceptara ir.
— Está bien —aceptó, un tanto resignada, consiguiendo un "¡Viva!" de su hermano menor. Escuchar a Yona celebrar le sacó un suspiro—. De todas formas, ellos cancelaron los planes para ese día —admitió, refiriéndose a sus padres.
— Me alegra que aceptes —entonces Melissa tomó su brazo— ¡Ven, hay mucho de lo que hablar...! —y así la arrastró al interior de la tienda de su hermana, logrando que la chica pusiera cara de miseria, una que nadie pudo ver por su gorro.
‹Auxilio...›. Pensó, sabiendo lo que le esperaba.
‹ ¿Aylin en serio va a venir? ›. Se cuestionó Samantha, viendo a su madre felizmente arrastrando a Aylin por la tienda de su tía. Sin su capa y su gorro ruso podía ver su rostro, la expresión que tenía era divertida. ‹Se cortó el pelo›. Pensó, notando que el cabello de Aylin estaba más corto, y no sólo eso, su cabello ya no tenía mechones lila y azul, sólo tenía las puntas azul marino. ‹ ¿Es dip dye o ombré? ›.
— Señorita —entonces Yona la jaló de la manga, distrayéndola de su hilo de pensamientos.
— ¿Pasa algo? —sonrió, un tanto nerviosa. Ella no era buena con los niños, pero fue la única que pudo vigilar a esos dos pues la tienda estaba muy movida en estas fechas.
— Si hacen algo mientras no estoy, voy a esconder los mandos de la consola. Están advertidos.
Esa fue la advertencia de Aylin antes de irse y, hasta ahora, había funcionado bien.
— ¡Usted es muy bonita! —exclamó Yona con una sonrisa.
—...—parpadeó. Eso no se lo esperaba— Gracias...
Este niño era igual de descarado que Aylin.
— ¿Cierto, Thoma? —entonces el niño jaló a su mellizo del brazo, quien no estaba feliz con las acciones de su hermano, o eso es lo que decía su ceño fruncido.
— Ya deja de molestar a los demás. No quiero perder mi tiempo de videojuegos por tu culpa —sentenció, apartando su brazo de su agarre con cierta brusquedad, asustando a Yona, quien se escondió detrás de ella.
Sí, Thoma también se parecía a Aylin. Definitivamente esos tres eran hermanos.
Sin embargo, pronto a Yona se le pasó el miedo, pero no ocurrió lo mismo con su exceso de energía.
— ¡Señorita, señorita, mire! ¡Soy un mago! —exclamó el claramente hiperactivo niño con la capa de su hermana puesta, la cual le quedaba muy grande por los casi 70 centímetros de diferencia entre ellos. Mientras tanto, la mirada de Thoma dejaba en claro qué pensaba de su mellizo.
‹Parece una foca›. Por su parte, Samantha contuvo una risa.
Sí, eran un par de niños revoltosos, pero eran una ternura, y tampoco se portaban particularmente mal, lo cual influía mucho en su opinión.
‹Me pregunto qué es lo que ella se pondrá en la fiesta...›. Divagó un poco, viendo como esos dos discutían sobre el color del vestido que estaba en exhibición, que si era verde azulado o azul verdoso. ‹En realidad es turquesa›. Pensó, sin saber cómo decirles eso.
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