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Capítulo 19.33.

[Advertencia: Este capítulo contiene maltrato infantil, abuso físico y psicológico, muerte de un personaje (en el pasado) y consumo de sustancias ilegales. Se recomienda discreción.]

Ser amado, eso que muchos toman por hecho, eso que muchos otros anhelan. Aunque muchos decían que era algo natural, el ser amado por los demás era algo totalmente opcional, sin importar quién seas o quienes sean, sin importar cuanto tiempo convivan, nadie está obligado a quererte aun si son tus progenitores. No todos los padres aman a sus hijos y no todos los hijos aman a sus padres.

— ¿Sabes la razón por la que fuiste creado, Vermillion? —preguntó ese hombre, jalándolo del cabello para obligarle a mirarlo— Tú fuiste creado como un banco de sangre para Carmilla, ¿Y sabes que va a pasar cuando ella ya no necesite beber sangre? Ella te desechará, porque nadie te necesita, nadie necesita a un estúpido slime sin sangre ni lágrimas. ¿Por qué no sólo te vas al bosque a comer pasto y desapareces de una vez? Nos harías un gran favor a todos.

Así fue como llegó al mundo, sin un padre ni una madre, sólo como una bolsa de sangre para una vampiresa, sólo un peón más en un gran tablero llamado destino. Él... no fue muy diferente de una vaca-, no, las vacas son caras y apreciadas, a la vaca definitivamente la hubieran tratado mejor...

¿Quién es más despreciable? ¿La persona que hace el mal o la persona que permite esas acciones? ¿Quién es peor, la persona que fingía tratarte bien delante de los demás y cuando no había nadie te trataba como si fueras un pedazo de basura, o la persona que decía quererte, pero permitía que abusaran de ti...?

‹Mentirosa›.

El miedo, el abandono, la desesperación de esos días... Aun si pasaran décadas, siglos, milenios, sin importar cuánto pasara esos recuerdos seguían grabados con fuego en su memoria como cicatrices que nunca se borraran. Aquellas palabras fueron el inicio de una existencia en la que sólo le esperaba mucho dolor. No fue un cuento de hadas, nadie vino a salvarlo y al final fue devorado por la oscuridad de la maldición de Ragnatela, sin poder obtener ni siquiera una pizca de amor y sin siquiera poder acabar con todo, todo gracias al egoísmo de los dioses, quienes no estaban dispuestos a liberarlo de un destino que, originalmente, ni siquiera le correspondía, sólo un peón más en el tablero...

Las personas comenzaron a llamarlo monstruo, entonces se volvió un monstruo y s̴̟͔͉͐̕e̸͍͍͔̾͝͠ l̴͎̺̦̈́͐̾o̸͍͓͎̾͐͋s̸̘͖͑̀͜͠ c̵͎̫̪̾͠o̵̻̻̻̔̓m̴̡͔͖̿̈́̿i̵̙̫̿̽͝ó̸͖̟͎̿͋̓

— Sigue así, ya lo tienes. Tiñamos este mundo de un hermoso color rojo.

Todavía podía recordar la alegría con la que Ragnatela dijo eso mientras él lloraba rodeado de los cadáveres de aquellas personas que hicieron su existencia un infierno. Si tan sólo no hubiera sido tratado como un esclavo, si ese hombre no le hubiera puesto ese maldito collar, si no hubiera dado esa maldita orden...

‹"Hubiera"... Es una bonita expresión›

Aún tenía pesadillas de esos días, pero no había nada que pudiera hacer incluso en aquel entonces. Aun si el pasado fuera reescrito, esos ojos...

‹Tal vez sólo existo para arruinar la vida de las personas...›

Aun si tomaras la misma alma y la hicieras vivir mil veces ninguna de esas mil vidas será igual. Cada vida estaba decidida por cosas sobre las que nunca tuvo el control: el lugar donde nacía, la época y, por último, sus padres y familiares. ¿Cuántas veces había renacido ya? Había dejado de intentar contar después de la número quince; había vivido en los más grandes lujos que uno podía imaginar y había vivido en la más absoluta miseria, había sido venerada como una santa y había sido odiado como un demonio. Una y otra vez se repetía aunque tuviera suficiente de ello, entendiendo que la salvación no estaba a la mano.

— Sí, sí, este es tu destino después de todo.

Y esta vez no fue diferente...

— Tenemos pruebas de que la niña sufre de trastorno reactivo del apego.

A ella... sólo le había tocado otra mala mano...

En esta vida sus familiares nunca tuvieron intenciones de mostrarle ningún tipo de amor y eso no cambió ni siquiera cuando el "incidente" ocurrió-, no, en ese momento todo cambió... para peor. Ante la ausencia de su abuelo el resto de su familia tuvo que cuidarla y lo hicieron, a regañadientes, con la esperanza de que cuando su abuelo volviera él se haría cargo de la molestia una vez más y les recompensará por las molestias que su presencia les significaba. Sus tíos sólo lo hicieron por dinero y la promesa de una retribución, fuera de eso no había nada más...

Era un secreto a voces que su abuela paterna era una bruja, ni siquiera entendía qué es lo que se suponía que ella hacía o cómo lo hacía, pero de todos modos su familia había decidido que ella era una maldición de su abuela en contra sus padres ¿Por qué una madre maldeciría a su propio hijo? Porque él se enamoró de la hija de la sirvienta y huyó con ella, y aquella extraña teoría sólo pareció reafirmarse cuando fue la única sobreviviente del ataque al auto en el que se encontraba porque, después de todo, los humanos sólo creían lo que querían creer.

La situación llegó a un punto donde la casa estaba dividida entre ella, sus tíos, quienes se esmeraban en tratarla como un ser inferior en todo momento; y sus hijos, a quienes ellos mimaban a niveles absurdos mientras que a ella le negaban todo lo que pudieran negarle, porque nadie haría nada por ella, nadie levantaría la voz ni intentaría defenderla porque a nadie le importaba, y ellos tenían razón, nadie haría nada por ella...

‹Esto... se siente familiar...›.

Aun cuando había nacido en el seno de esta familia, aun cuando era una hija de esta casa, era claro que no era bienvenida por ellos ni por ningún Vogel en general.

— No llores... No está bien llorar... tus lágrimas son tan preciadas que muchas personas las codiciaran... No importa qué, no demuestres cuánto duele, sin importar cuánto esto te hiera...

Era extraño, pero... de alguna forma las memorias de esas tristes vidas la consolaban, recordándole que, sin importar cuándo doliera, no moriría por algo así, que todo esto podría ser peor y que había pasado cosas mucho peores. Pensar que podría ser peor podía ser un pobre consuelo, pero era un consuelo de todas formas, a fin de cuentas ella pasaba la mayor parte del día lejos de esa casa por culpa de la larga jornada del preescolar del internado, un internado de ricos donde los padres, más que preocuparse por la situación académica de sus propios hijos, estaban más interesados en las familias de los demás niños y en las posiciones de estas en la sociedad para así ver si era beneficioso para ellos entablar contacto o no, por ello fue sólo cosa de días antes de que todos en la escuela supieran lo que había pasado...

Aylin ni siquiera podía explicar lo dañino que fue para ella la manera en que la gente a su alrededor la veía cuando se destapó el ataque y el secuestro a la cabeza de la familia Vogel. Sin importar qué ella seguía siendo una niña de cinco años a la cual todos comenzaron a ver con los ojos llenos de lástima, como si fuera algún tipo de animal lisiado.

— Nah, no te preocupes por eso...

— Podrías lastimarte, sólo siéntate y espera, ¿Okay?

Mientras en casa de sus tíos era tratada como una molestia y como algo menos que un ser humano, en la escuela la trataba con pinzas o directamente la evitaban porque se sentían mal por ella. Todos lucían muy incómodos por su situación familiar, pero aun así nunca hicieron algo porque ese no era su problema...

Se sentía como si fuera una carga para todos a su alrededor, ya no podía ser sólo "Aylin". Con sus tíos era "esa mocosa", para los niños de su edad era "la niña que perdió la memoria", con los demás estudiantes era "la chica cuyo abuelo fue secuestrado" y para sus maestros era "la niña con una infancia traumática que sigue sufriendo". Le habían quitado su identidad y la reemplazaron con lástima e incomodidad.

Lo odiaba, odiaba esos ojos llenos de lástima que veía en niños y adultos, lo odiaba, no había forma de describir cuánto odiaba que le tuvieran lástima.

‹No quiero pasar el resto de mi vida de esta manera›.

Honestamente, ni siquiera recordaba muchos detalles de lo que había pasado antes de quedar al cuidado de Joel, ese era un mundo que no le interesaba recuperar y su mente hizo un gran trabajo suprimiendo esas memorias. Esos recuerdos no eran importantes, no había nada que valiera la pena recordar de ese entonces, pero aun así había cosas que no pudo olvidar por más que quiso hacerlo...

Joel era el hijo del hermano mayor de su abuelo, el hijo del dueño real de la empresa, el verdadero heredero y propietario de la empresa que su abuelo manejaba antes de ser secuestrado y devuelto tiempo después en pedacitos dentro de una maleta. Un genio era como lo describían, al punto en que había adelantado ocho cursos en la escuela y había obtenido un título universitario antes de los doce años. La posición de Joel en esta familia era todo lo contrario a la de ella puesto que todos querían el favor del futuro heredero de la compañía.

— ¿Quieres venir conmigo?

La verdad es que Aylin estaba bastante segura de que Joel aceptó cuidarla y pagar su educación solamente porque estaba aburrido y porque quería quitarles dinero a sus cuidadores. Por más inteligente que fuera él seguía siendo un adolescente de 15 años, uno que ni siquiera podía ir a la escuela porque se había graduado hace años y que tampoco podía trabajar porque era muy joven y la gente no lo tomaba en serio cuando les decía que ya se había graduado de la universidad, así que se dedicaba a obtener títulos varios de diversa envergadura en línea. No tenía amigos y su única conexión con el mundo exterior eran sus familiares y el internet.

Fue... extraño, cuando llegó al sótano donde Joel vivía todo estaba ordenado, todo estaba limpio, pero era incómodo de ver. ¿Por qué no había nada ahí? Sólo había un futón, un estante con premios y diplomas, un pequeño refrigerador, un closet, una silla y una mesa con una computadora, nada más. Todo se sentía... vacío, las paredes ni siquiera estaban pintadas y el gris del hormigón sin ninguna fuente de luz solar no hacían más que causar un ambiente deprimente.

Tiempo después Aylin supo la verdad tras ese deprimente espacio: muchos años atrás el cuarto de Joel alguna vez estuvo arriba y lleno de cosas que cualquier chico quisiera tener, o así fue hasta que su madre conoció a hombre joven y guapo en internet, Javier, quien se mudó con ellos a los dos meses de comenzar a salir con su madre.

Al mes de su mudanza a la casa de su novia, Javier tiró todas las cosas de su hijastro que se encontraban en el garaje mientras él se encontraba en la escuela, ¿La razón?

— No quería que toda tu basura llenara mi garaje.

Unas semanas después Javier repitió su comportamiento, pero esa vez él ni siquiera se molestó en dar las razones por las que entró en su cuarto y se deshizo de sus libros, de su colección de cartas, de sus cómics y de su consola de videojuegos, él sólo lo hizo porque pudo y porque su madre no hizo nada para detenerlo.

Tres meses después el abuso físico hacia Joel empezó. Cada vez que él hacía algo que Javier considerara como una "muestra de rebeldía" lo golpeaba, también lo hacía cuando estaba borracho o cuando estaba frustrado, siempre tenía una excusa para golpearlo y cuando no la tenía la inventaba. Su madre nunca hizo nada, de hecho parecía consentir el comportamiento abusivo de su pareja hacia su hijo, comportamiento que rozaba el sadismo; ella nunca hizo nada para impedir el comportamiento de su pareja, ni siquiera cuando Javier la insultaba, o cuando la maltrataba a ella o a su hijo, o cuando él se ponía a consumir drogas en el patio con sus amigos a plena luz del día, frente a los vecinos.

Todos sabían lo que pasaba, todos lo sabían, entonces ¿Por qué nadie hizo nada...?

Vecinos, profesores y amigos, incluso había registros en el sistema de menores del abuso que Joel estaba sufriendo en casa, todos sabían que pasaba en esa casa, pero nadie hizo nada para impedir que el abuso continuará hasta llegar al nivel donde él no tenía prácticamente nada y había sido exiliado al sótano para que "dejara de ser una mierda inútil", aun cuando el dinero de su herencia era el que los mantenía a ellos y a sus vicios.

Quizás su madre no lo quería o tal vez sólo era demasiado sumisa con "su hombre", mientras que, por parte de su familia paterna, los Vogel sólo jugaban a impedir que el otro tomara el control de Joel pues, si denunciaban, él iría al sistema de menores y uno de ellos obtendría su patria potestad, pero, a su vez, si lo hacían nada les aseguraba que serían ellos quienes se quedarían esa "mina de oro", quizás él sería enviado con otra familia, alguien que no serían ellos, además... quizás de esta manera él sería mucho más dócil y fácil de manejar cuando tomara el control de la empresa. Y mientras tanto el mundo, tan cruel como siempre, dejaba tales cosas ocurrir sin castigo alguno.

— No quiero ir a la escuela —se quejó Aylin, dejándose caer de lado en el futón—. Todos me miran con lástima...

Joel pareció molestarse un poco ante sus palabras, o eso es lo que parecía decir su ceño levemente fruncido— ¿Por qué tú, Aylin Vogel, permites que esos idiotas te vean con lástima? —cuestionó con una mirada demasiado intensa, tan intensa que la hizo desviar su mirada a la sábana del futón— Si quieres que te dejen de mirar con lástima vuélvete alguien a quien nadie pueda volver a mirar en menos.

Contrario a lo que los Vogel deseaban, Joel tenía una personalidad muy fuerte y despiadada, del tipo de persona que uno esperaría fuera un capo de la mafia, pero, a su vez, él fue la primera persona que mostró un interés genuino por cuidarla y conocerla, él se había convertido en su protector y su modelo a seguir pues simplemente no había ningún adulto que pudiera tomar ese rol en su vida, quizás por eso fue porque decidió hacerle caso y cuando volvió a clases después de las vacaciones de verano se aseguró de hacer exactamente lo que él le había dicho.

— Este examen es difícil incluso para los de cuarto grado, ¿Cómo una niña de su edad puede resolverlo...?

Ella se volvió alguien imposible de ignorar.

Con ayuda de sus memorias pasadas y el apoyo de Joel, las personas a su alrededor se vieron obligadas a dejar de mirarla en menos y, en su lugar, debieron comenzar a pensar en ella como alguien a quien tener en cuenta.

— ¡Cómo se esperaba de Aylin...!

— ¡Sabía que podías hacerlo!

— Estamos dependiendo de ti en esto, ¡Realmente eres la mejor de nuestro equipo!

Pronto la gente dejó de tratarla como si estuviera desahuciada, ya nadie se atrevía a verla con lástima. Que la gente obviara su esfuerzo era molesto, pero para ella era mucho más aceptable cargar con el peso de las expectativas de los demás que lidiar con su lástima.

— Vaya, realmente lo lograste.

Cada fin de semana Joel se daba el tiempo de visitarla en el internado y en vacaciones él nunca dejó que el comportamiento abusivo de Javier fuera hacia ella. De hecho, Joel le dejaba a ella usar el futón mientras él se quedaba en la silla, pero aun así él no pudo evitar que Javier les quitará el futón de vez en cuando por alguna "mala acción" como respirar muy fuerte, obligándolos a ambos a dormir en el suelo...

— En realidad... hay algo muy extraño de mí —admitió un día mientras lo veía jugar DOOM en su computadora. 

— ¿Qué es? —le preguntó Joel con una sonrisa, sin dejar de mirar el juego.

— Esta no es mi primera vida.

Nunca pensó que le diría la verdad a alguien más porque de seguro nadie le creería, pero aun así lo hizo. Como era de esperar, al principio Joel no le creyó, pero su expresión comenzó a cambiar cuando comenzó a decirle eventos históricos que no debería saber, lenguas muertas que ella no debería entender y comenzó a analizar con demasiada precisión los materiales de los que se componía el lápiz que él usaba para tomar notas de sus clases online.

— ¿Cómo...?

Joel era un chico muy racional, por eso al verse obligado a enfrentarse a una situación donde la lógica convencional no aplica no supo cómo actuar. Sin embargo, cuando terminó de asimilar la información, no perdió el tiempo y comenzó a hacerle preguntas de la vida hace muchos años y le pidió que le hablara cómo funcionaba la magia, algo que pareció emocionarlo bastante aun cuando ninguno de ellos podía usarla. Eso... fue mejor de lo que esperaba...

El tiempo siguió su camino, trayendo novedades consigo: la madre de Joel estaba embarazada, era de Javier, y Javier se piró sin decir nada cuando supo eso. Meses después de la noticia, en la primavera de su sexto año de Aylin, un hombre y sus hijos se mudaron a la casa de al lado de la de Joel, la cual había estado desocupada por mucho tiempo, a decir verdad.

El nuevo vecino había enviudado hace años y tenía dos hijos, el mayor, que ya tenía veinte años e iba a la universidad; y el más joven, Phillip, quien era cuatro años menor que Joel y seis años mayor que ella.

A pesar de vivir con su padre y su hermano, Phillip siempre estaba solo y ninguno de sus familiares se preocupaba por él e incluso había sido aislado por los demás en la escuela. Al igual que ellos, Phillip no tenía a nadie y de alguna manera durante su ausencia él terminó uniéndose a Joel en su pequeña "base secreta" en el sótano, la cual tenía una entrada independiente de la puerta principal de la casa.

— ¡Wow! ¡¿Tienes comida aquí?! —exclamó Phillip, sorprendido al encontrar comida en el refrigerador de Joel, lo cual le valió una mirada llena de incredulidad por parte del mayor. ¿Acaso no era normal que los refrigeradores tuvieran comida en su interior...?

Por esas fechas nació André, el hermano menor de Joel, a quien Aylin no pudo conocer hasta que comenzaron las vacaciones de verano. Aun con un bebé recién nacido en casa y con Aylin y Phillip acostumbrándose a la presencia del otro, fueron unos meses muy tranquilos pues desde que supo de la existencia de André, Javier dejó de pasar tiempo en casa y en su lugar se la pasaba de fiesta en fiesta por ahí; a veces no volvía en semanas o incluso meses, además de que no pagaba la pensión ni aportaba nada en la casa, ni siquiera en cuidados para propio hijo porque ese era "trabajo de la mujer", pero aun así él no quería hacer el "trabajo de un hombre" y trabajar para mantener a su mujer e hijo porque él prefería parasitar la pensión de Joel y vivir la vida loca a expensas del dinero de su hijastro a hacer algo productivo con su vida.

La paternidad no hizo cambiar ni un poco a Javier, sólo lo hizo estar menos tiempo ahí, pero todo estaba mejor sin él, incluso André estaba más tranquilo cuando él no estaba cerca, pero eso era algo que la madre no quería entender.

A veces Javier volvía, completamente borracho, y la cosa terminaba en una pelea a gritos con su ahora esposa con la cual luego se encerraba en el cuarto para tener sexo hasta altas de la noche, o sólo se enojaba y terminaba pateando a Joel en el suelo hasta que se cansaba. Para su fortuna, Aylin casi nunca estaba ahí cuando él volvía porque la mayor parte del tiempo estaba en clases en el internado, pero Phillip sí estaba ahí...

— ¡Joel...! —Phillip entró en pánico al ver a su mejor amigo en el piso del sótano, cubierto de moretones porque Javier tuvo ataque de ira pues, por más ilógico que aquello sonara, lo vio jugar con un avión de papel en el sótano.

El chico rió, aunque eso le sacó una mueca por el dolor en sus costillas, probablemente estaban rotas— No llores, te ves feo llorando —bromeó, intentando levantarse sin éxito, al final Phillip tuvo que ayudarlo a levantarse.

Ellos sólo eran tres chicos solos que se reunieron en un intento de sentirse queridos, una estrategia común entre los adultos que, esta vez, fue llevada a cabo por unos niños...

— Un tipo en la escuela me está molestando...—se quejó Phillip, recostándose en el futón, dándole a Aylin, quien no tenía clases esta semana por unos eventos deportivos en el internado, la oportunidad de jugar con su cabello.

Entonces Joel se dio la vuelta en su silla y los miró, a ambos— Sólo rómpele la cara a ese idiota —habló, dándole un sorbo a su taza de té.

— ¡¿Eh?! ¡Pero los maestros dicen que la violencia no resuelve nada...!

— Si la violencia no resuelve nada es porque la estás implementando mal —sentenció, apoyando sus brazos en los reposabrazos— Si lo ignoras sólo será peor, a ese tipo de gente le gusta abusar de aquellos que no se pueden defender.

Joel a veces realmente actuaba como un jefe de la mafia...

— Joel, creo que no lo hice bien —dijo Phillip, bajando la mirada cuando entró en el sótano unos días después— Tal y como me dijiste, le pegué una paliza al chico, pero... se quedó tan asustado que ya no ha vuelto a clases...

— Tú no estás equivocado, él era el que estaba mal —sentenció Joel mientras le hacía unas trenzas a su sobrina— De hecho, lo has hecho demasiado bien —sonrió un poco— ¿Qué te parece si te pago clases de artes marciales? Sería un desperdicio ignorar tu talento —habló sin que se le moviera un solo pelo por decir algo así, ganándose una mirada incrédula de parte de Aylin. ¿En serio sus familiares creían que podrían controlar a alguien tan inteligente y con una personalidad tan maquiavélica como Joel...?

— ¡¿Eh...?! ¡¿En serio harías eso por mí?!

La sonrisa de Joel aumentó, ignorando la mirada que Aylin le dio al escucharlo decir eso— Por supuesto, ya estoy pagando las clases de Aylin, pagártelas a ti también no hará mucha diferencia —y de esa forma podría reducir la cantidad de dinero que obtenían su madre y Javier de los dividendos, pues estos gastos eran descontados de ese dinero de manera directa y ellos no podían hacer nada contra ello, quizás de esa forma dejarían de dejar solo a un bebé de meses por meterse drogas en el patio delantero, delante de todos los vecinos y gente que pasaba por ahí.

— ¡Prometo que no te defraudaré...!

Pero, sin importar lo maduros que fueran, en el fondo seguían siendo niños en un mundo cruel y frío...

Era el verano de su séptimo año cuando pasó eso, Javier había vuelto después de abandonar a la madre de Joel por un par de meses, él... se había comportado, él no se había drogado en el patio con sus amigos y sólo le había dado una cachetada a Joel en toda la semana, algo increíble considerando que él parecía disfrutar usarlo como si fuera su saco de boxeo personal, aprovechando que era más grande y alto que él; pero ahora a ellos se les prohibía estar en el sótano hasta que fuera la hora de dormir porque Phillip podía venir y él no quería que ese "sucio mexicano" (Phillip ni era mexicano, pero Javier sí y se casó con la madre de Joel para que no lo deportaran) entrara a su casa. Era obvio que él sólo quería seguir torturarlos quitándoles la poca privacidad y seguridad que obtenían al estar lejos de su vista.

Ese día Javier había bebido y estaba en el cuarto, encerrado. En esas circunstancias ellos tenían prohibido hacer ruido, cualquier ruido, ni siquiera podían hablar o encender el ventilador para combatir el calor en la sala porque si lo hacían él se levantaría y les gritaría por horas para luego golpear a Joel, así que, para evitar esto, ellos hablarían en lengua de señas y usarían un abanico de plástico para combatir el calor, pero... André era un bebé, un bebé de sólo veinte meses que quería atención y estaba de mal humor por el calor, por lo que comenzó a saltar en su cuna.

No fue un ruido fuerte, sólo un leve sonido que similar al que producía el saltar en una cama elástica, ni siquiera tenía el típico timbre metálico de esas cosas y era tan suave que nadie debería poder escuchar a más de dos metros de distancia, pero antes de que Joel pudiera tranquilizar al niño él salió del cuarto y se desató el infierno.

Javier, un adulto, tomó a André, un bebé que ni siquiera había cumplido los dos años, y lo comenzó a sacudir con fuerza mientras le gritaba y gritaba obscenidades a diestra y siniestra porque lo habían despertado a las una de la tarde. Acto seguido, le dio un empujón tan fuerte que lo envió al otro extremo de la cuna.

Ellos estaban ahí cuando pasó, vieron como ese loco golpeaba a un niño de menos de dos años, su propio hijo, de manera extremadamente mientras que su esposa se quedaba en la puerta de la cocina sin hacer nada, ella ni siquiera movió un dedo cuando la piel del bebé, su bebé, tomaba a tomar un color azulado y comenzaba a convulsionar, todo mientras Javier, con los ojos inyectados en sangre, seguía gritando como un maldito desquiciado, tan fuerte que sintió sus oídos pitar.

‹ ¿Por qué? ¿Por qué no haces nada para detenerlo...? ›

Ese día André estuvo a punto de morir, y Joel también, pues cuando intentó detener el ataque de su padrastro hacia su hermano este tipo comenzó a golpearlo de tal forma que ni siquiera parecía humano, no, eso no era una persona, era un monstruo...

Esa fue la primera vez que ella llamó al 911, nunca antes lo había hecho, sabía que si lo hacía se metería en problemas pero la sangre de Joel comenzó a manchar las manos de ese monstruo, quien no parecía estar cansándose ni en lo más mínimo. Ese tipo no tenía alcohol en el cuerpo, no sabía qué era lo que se había metido, pero era aterrador.

— 911, ¿Cuál es su emergencia...?

— A-Ah...—sintió un nudo en la garganta mientras tomaba el teléfono de la cocina entre sus manos, de fondo podía escucharse el sonido que producían los puños al impactar el cuerpo de Joel— P-Por favor, envíen una ambulancia y la policía...

Cariño —al escuchar la voz de una niña, la voz de la operadora se suavizó un poco— ¿Sabes la dirección? ¿Qué está pasando?

— S-Sí, s-sé la dirección...

De no ser porque la ayuda llegó muy rápido, Joel y André hubieran muerto ese día.

Javier fue detenido por la policía, quienes a duras penas pudieron quitárselo de encima a Joel; se necesitaron cuatro hombres adultos para someterlo a él y al cóctel de drogas duras que había en su interior. Ese mismo día su esposa puso una orden de alejamiento en su contra, pero... todo eso fue mentira, ni siquiera había pasado una semana desde la internación de emergencia de André, a Joel ni siquiera le habían quitado los puntos del labio ni la gasa de la nariz cuando esa mujer pagó la fianza de ese monstruo y él volvió a casa ese mismo día. Nada cambió, absolutamente nada...

Una mujer que ponía a su pareja sobre sus hijos, ella... no podía entenderlo... ¿No se suponía que ella sí quería a André? ¿Acaso ignoraba que era cosa de tiempo antes de que ella fuera la que recibiera los golpes de Javier?

Aun cuando se suponía que los tribunales encerrarían a ese tipo él seguía ahí... sin consecuencias, y nadie hacía nada, nadie... ¿Acaso tenía que morir alguien para que alguien hiciera algo...?

— Sólo pon este polvo en su cerveza cuando te grite para que le traigas una. Él no lo notará —el día que ese monstruo volvió, en el sótano, lejos de la mirada del monstruo, Joel le entregó un frasquito con un brillante polvo blanco y una simple instrucción. No sabía de dónde lo había sacado, y tampoco preguntó, pero tal parece ser él sabía que esto iba a pasar.

Nadie vendría a salvarlos y ellos acabarían muertos, siendo noticia en algún titular mientras los demás se lamentaban de manera hipócrita porque "debieron saber que esto iba a pasar". Si él pudo hacerle algo tan horrible a su propio hijo, a un bebé, ¿Qué le impediría hacerles a ellos algo peor...?

Sólo unas horas después Javier le gritó al verla sentada en el sofá "siendo una maldita floja", así que le ordenó que hiciera algo "productivo" y le trajera una cerveza. Cuando fue a la cocina puso la mitad del contenido del frasco en la cerveza, sin estar segura de que él no notaría que la cerveza estaba adulterada, aun cuando sabía que la suerte estaba de su lado no quería dejar nada al azar, pero este polvo se deshizo en la bebida sin dejar ni una sola prueba de su presencia en esta.

— ¡Maldita perra, ¿Dónde mierda está mi cerveza?!

Para que nadie más tuviera que sufrir, para por fin acabar con ese monstruo, ella obedeció y le entregó la cerveza mientras se disculpaba por su tardanza. Él no sospechó nada.

— Ya era hora de que vinieras —gruñó, quitándole la lata de las manos y bebiéndosela de golpe— Tráeme otra, ¡Ahora!

Javier era un alcohólico consumado, un abusador de primera que disfrutaba maltratar a todos los que estuvieran por debajo de él y un maldito parásito adicto a las drogas, por eso a nadie le sorprendió que muriera, de hecho a nadie le importó saber de qué había muerto. La negligencia de las autoridades por fin les jugó a favor, ellos sólo culparon a la cirrosis para luego cremarlo y entregarle las cenizas a su viuda, quien era la única que parecía dolida por esto, tan dolida que se fue, ella sólo... se esfumó ¿Dónde fue? A quién le importaba, pero si volvía recibiría una condena por dos cargos por abandono de un menor edad. Por cierto, Joel tiró las cenizas de su padrastro al excusado y jaló la cadena, poniéndole fin a esto de una vez por todas.

Si alguien hubiera intervenido antes, Joel no hubiera pasado la mitad de su vida siendo torturado por su padrastro. Si alguien hubiera hecho algo, Javier estaría pudriéndose en la cárcel, pagando por sus crímenes, sin poder hacerle daño al sistema de drenaje local con sus cenizas. Si tan sólo alguien hubiera intervenido André no hubiera quedado ciego...

"Sé el adulto que necesitabas cuando eras niño".

El adulto que necesitaron era sólo uno que le importará lo suficiente para hacer algo, alguien que les ayudará. Ayuda, algo que jamás tuvieron, algo que les había marcado profundamente y fue lo que lo hizo ser quienes eran ahora, aun cuando eso los hizo más fuertes ellos eran sólo unos niños en ese entonces, ellos no necesitaban ser fuertes, ellos necesitaban estar a salvo...

Era un tanto contradictorio, pero por su infancia se sentía incapaz de pedirle ayuda a los demás, pero a la vez no podía sólo quedarse mirando cuando algo así pasaba, después de todo, lo único que la gente mala necesitaba para lograr sus fines es que la gente buena mirara y no hiciera nada, aunque... Ella no era una buena persona.

[Estado]

Nombre: Aylin Nilya Vogel Raisa.

Raza: **** (censurado), ***** ****** (censurado), ****** (censurado), ****** (censurado), ¿Humana?

...

Joder, que capítulo más largo y denso, y encima puse el capitulo 16 como 17 y no lo noté arghhhhhh *suffering Rye sounds*.

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