Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 18.

— Matt ¿Por qué no viniste ayer? Te estuve esperando.

Matt le había prometido venir a su casa el fin de semana, pero no vino y tampoco mandó ningún mensaje diciendo que no podía venir, él ni siquiera respondió sus llamadas. De hecho, sólo pudo hablar con él el lunes a la hora de la salida de la escuela.

— Estaba ocupado —gruñó, apartando su mano de la suya—. Ya deja de ser tan pegajosa en público, me avergüenzas.

—...—apretó los labios ante sus palabras— ¿Acaso volviste a jugar esas carreras...?

Hace un tiempo, específicamente desde que sus abuelos le compraron una moto para su cumpleaños número quince, Matthew había comenzado a hacer cosas peligrosas, tales como unirse a ese grupo que corría carreras ilegales en la carretera que unía al pueblo con el resto del mundo. Como no era una ciudad muy popular para el turismo, ellos aprovechaban que los caminos estaban casi siempre vacíos para correr.

Ya había habido varios accidentes por el exceso de velocidad y la falta del equipo de protección correspondiente, algunos con resultados fatales. Pudo escuchar a su padre hablar de eso hace unos días con su madre, todos habían sido jóvenes entre los 15 y 25 años.

— ¡...!

Al ver la reacción de Matt pudo notar que sí, que él había vuelto a jugar a las carreras.

Lo tomó del brazo— Me prometiste que no volverías a hacerlo, ¡Sabes que es peligroso...!

¡Esos tipos ni siquiera usaban cascos para sus carreras...!

— ¡Ya te he dicho que ese no es tu asunto, deja de meterte en lo que no te incumbe! —ordenó, apartándola bruscamente— Deberías estar feliz por mí, ¡Por fin encuentro algo que me gusta! ¡¿Qué hay de malo en eso?!

— ¡Estás poniendo tu vida en riesgo! ¡Me preocupo por ti!

— ¡No quiero que te preocupes por mí!

Podía sentir las miradas de los demás sobre ellos, viendo cómo volvían a discutir en público, podía escucharlos hablar entre ellos, admirando lo patética que debía lucir ahora mismo. Hace sólo unos meses la única discusión que podían tener era sobre sus malos hábitos y Ruby, la hermana de Matt, pero todo había cambiado desde que apareció Amber, ya no podían hablar porque siempre terminaban teniendo fuertes peleas.

— ¡¿Sabes qué?! ¡Estoy harto, cuando dejes de una vez tus celos injustificados y tu maldito deseo de controlar mi vida podemos hablar! —le gritó, dando zancadas hasta su auto, cerrando la puerta del mismo con un portazo.

Odiaba esto.

Había días en que estaba todo bien y había días en que sólo peleaban. Él siempre daba vuelta la situación, haciéndola ver como la culpable de todo, siempre eran sus celos o que "no lo dejaba en paz", sólo se estaba preocupando por él.

‹De seguro Amber estaría muy emocionada por verlo ponerse en riesgo›. Pensó, dando un paso sólo pasa sentir como el peso de su mochila desaparecía de golpe seguido por un fuerte estruendo de sus libros cayendo. Suspiró al ver cómo su mochila finalmente se había roto. ‹Me gustaba esta mochila›. Se lamentó, concluyendo que se había roto por el peso de los libros y por el tirón que le dio Matt.

Todo se sentía tan irreal, no obstante, ya que hay una audiencia presenciándolo todo esto parece ser divertido, ¿No?

Un mundo donde sin importar lo que hiciera o el porqué ella siempre sería la mala, un mundo donde no podía ser feliz ¿Qué clase de mundo era este...?

‹Estoy segura de que en el futuro será igual›. Suspiró, comenzando a recoger sus libros del piso, aún sintiendo las miradas de los demás alumnos en su espalda. Nadie vino a ayudarla.

Ayer, hoy, mañana, esto se repetía una y otra vez sin importar que estuviera harta de ello, quizás... ¿Sería mejor sólo darse por vencida?

‹ ¿Podría alguien enseñarme a cómo querer este mundo...? ›.

— Parece que necesitas ayuda —escuchó la voz de Aylin. Cuando levantó la vista del piso pudo verla ahí con su habitual sonrisa, viéndola desde arriba con su ropa de deporte, si mal no recordaba la vio jugando basquetbol hace un rato.

Frunció el ceño— ¿Eso crees? —contestó de manera seca.

— Hush now darlin', don't say a word. Demons crawling, they'll eat your soul. I'm not sorry for what will come, what you don't know.

Como de costumbre, Aylin estaba escuchando la música demasiado fuerte. Ese hábito suyo iba a afectar sus oídos. ‹Aunque ya está algo sorda...›.

Aylin era el otro extremo de la vara, mientras sus días eran cada vez más miserables porque la escritora así lo quería, los días de esta chica siempre parecían ser tan divertidos; tenía muchos amigos, siempre rodeada de gente, siempre haciendo reír a alguien, incluso la autora no la odiaba, aunque fuera una mujer cerca de los protagonistas.

‹Yo realmente...›.

— Sí, eso creo —se rió, poniéndose en cuclillas para ayudarla a recoger sus cosas que cayeron al piso.

Como siempre, Aylin sonreía con tanta amabilidad mientras que ella se debatía entre odiar y amar esa sonrisa...

— Aquí tienes —le extendió sus libros sin dejar de sonreír.

— Sí... gracias —agradeció vagamente, extendiendo sus manos para tomar sus libros.

El calor humano transmitido desde la punta de sus dedos... el calor que pudo sentir cuando rozó su mano. Su mano era tan amable que sintió ganas de llorar ¿Desde cuándo algo tan tonto la afectaba de esta forma?

— No tienes que hacer esto...—dijo, con la voz un tanto ahogada por negarse a llorar. No ahora. No delante de ellos— No es como si fuésemos amigas...

Aylin parpadeó, luciendo confundida por sus palabras por un momento, pero rápidamente su sonrisa volvió a su rostro— Es cierto —admitió, recogiendo un rollo de cinta que traía en entre sus cosas, tal parece se había caído porque lo puso sobre los libros—. Creo que si usas esto podrás llegar a casa.

— ¿Cinta adhesiva...? —preguntó, incrédula.

Se encogió de hombros, tomando el extremo para separar un buen trozo de esta— La cinta lo arregla todo.

¿Qué clase de lógica es esa...?

‹ ¿Y por qué la estoy dejando hacerlo? › se cuestionó, sin entenderse a sí misma.

— Pero, la próxima vez, no te sobreesfuerces estudiando historia —comentó Aylin, cerrando horizontalmente su mochila con unas cuantas vueltas de cinta—. Incluso las mochilas de buena calidad se pueden romper si te excedes.

— ¿Cómo...?

— Historia no es tu fuerte, ¿No? —dijo con una sonrisa—, es por eso llevas todos estos libros a casa para así mantener tu A en la clase —dedujo, terminando de "empaquetar" la mochila, aunque por precaución cuando se levantó la dejó colgando en su mano, para así asegurarse de que aguantara todo el peso—. Listo, cerrada... al menos hasta que llegues al auto —dudó, extendiéndole la mochila.

Bajó la mirada.

— ¿Por qué...?

— ¿...?

¿Por qué esta chica que no tenía nada que ver con ella se daba cuenta de eso? ¿Por qué ella y no Matt?

La mirada de Aylin se suavizó un poco— Es sólo que me gusta esa parte de ti —admitió sin ningún tipo de vergüenza—. Trabajar duro durante tanto tiempo... hacer eso es realmente difícil —sonrió—. Realmente te respeto, Samantha.

Esa sonrisa... fue completamente diferente a todas las que la había visto poner ¿Esa sonrisa era su sonrisa real...?

Apretó los labios, tomando de manera un tanto tosca la mochila que ella le estaba extendiendo.

— Te odio.

Decir algo así a alguien que te ayudó y te dijo algo como esto era algo extremadamente grosero, lo sabía, pero no pudo evitarlo. No se sentía capaz de ser amable, no ahora, sólo podía sentir como sentimientos negativos se arremolinaban en su pecho. No era capaz de entenderlo, no era capaz de ponerle un nombre a lo que sentía.

Pero, lejos de enojarse por escucharla decir eso, Aylin contuvo una risa— Sí, yo también te odio —dijo, claramente sin sentirlo, para luego comenzar a caminar de vuelta al campo de entrenamiento de basquetbol.

Se sentía como si Aylin supiera lo que sentía mejor que ella misma y eso la molestaba mucho.

—...—un suspiro lleno de cansancio salió de su boca, viendo el mensaje del chofer de que llegaría pronto a la escuela. ‹Quisiera ser una persona más amable...›. Pensó, colocándose la mochila en el hombro. Tal parece que la cinta adhesiva sí había funcionado. ‹Desearía poder volverme fuerte...›.

Quizás, de esa forma, por fin dejarían de afectarle cosas así.

Si este mundo tenía personas como Aylin, entonces el mundo le gustaba un poco más...

— Lo siento, fue mi error. No debí gritarte ni hacer una escena en público.

Ese mismo día, en la tarde, Matthew vino a su casa con un ramo de flores.

— Sabes que estoy muy estresado, que están pasando muchas cosas y tú te la vives provocándome —se quejó, dando un paso adelante.

Suspiró— Siempre haces lo mismo.

Puso mala cara— ¿Por qué siempre te lo tomas todo personal? Sólo vine a disculparme. Quiero que estemos bien, yo también me estoy esforzando.

Siempre pasaba lo mismo, y ella siempre terminaba perdonándolo porque lo amaba.

— Lo siento, ¿Sí? —dijo, abrazándola y apoyando su mentón en su cabeza— No volverá a pasar, lo prometo.

— Sí...

Ella ya no estaba segura de que él cumpliría su palabra.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro