Capítulo 14.
Aylin se quedó mirando la pantalla de su celular en silencio, sin mucho que hacer y sin muchas ganas de quedarse ahí.
‹Quiero hidromiel›.
Aunque ciertamente el sabor de la cerveza ciertamente era mejor en esta época, seguía sin gustarle, además de que la idea de tener resaca mientras cuidaba a dos niños pequeños... sí, iba a pasar del alcohol hoy.
Decidiendo que prefería comer a beber alcohol, Aylin se acercó a la mesa de bocadillos y comenzó a sacar algunas cosas mientras escuchaba un escándalo a unos cuantos metros porque una chica se puso demasiado borracha y se puso a bailar encima de una mesa. Ver esto reafirmó su decisión de que prefería pasar la noche comiendo que haciendo el ridículo mientras estaba ebria.
‹Me pregunto si habrán actualizado el manga...› se preguntó por un momento mientras comía unos nachos, pero cuando tomó su celular de su bolsillo para revisar notó algo: susurros. Los susurros normalmente no eran algo que preocuparse... a menos que vivieras en un libro adolescente, y estos fueran lo suficientemente altos para escucharse a pesar del ruido en el lugar.
— Si supieras las cosas que le haría —escuchó esa frase, seguida de un montón de obscenidades muy descriptivas. Lo peor es que los amigos siguieron su hilo de ideas como si fuera algo muy divertido.
Curiosa, Aylin dirigió su mirada al lugar donde venían los susurros, notando un grupo de chicos "susurrando" mientras estaban mirando a un punto específico de la sala. Preguntándose a quién estaban profanando mentalmente esos chicos, siguió sus miradas hasta que notó que estaban mirando a Samantha, quien estaba sentada en uno de los bancos de la cocina, claramente borracha.
Unas cuantas alarmas sonaron en su cabeza al ver esto. ‹Esto no me gusta›. Pensó, guardando su celular y acercándose a la rubia en la barra.
No confiaba ni un poquito en la autora ni mucho menos en esos chicos, no sólo porque confiar ciegamente en desconocidos era algo muy tonto sino porqué la mayoría de los extras tenían una voluntad débil y eran muy influenciables a los deseos de la autora, ¿Y que deseaba la autora? Humillar a la malvada villana que maltrataba a la protagonista, o sea, a Samantha. El detalle era ¿En qué formas deseaba humillarla...?
— Samantha, ¿Estás despierta? —preguntó, apoyando su antebrazo en la mesa, viéndola derrumbada en esta. Podía sentir a Abismo alertar como loco sobre las miradas que estaban clavadas en su espalda, la alerta incluso tenía tintes rojos muy fuertes, algo que no había visto en mucho tiempo.
Lo sabía, esos tipos no tenían buenas intenciones. Se iba a asegurar de recordar sus rostros por las dudas.
— Sí...—respondió Samantha con una voz arrastrada, sin levantar la cabeza de la mesa.
‹De seguro Matthew hizo algo, otra vez› concluyó, quitándole la lata de cerveza que tenía entre las manos. Samantha no lucía como el tipo de persona que se emborrachaba de esa forma sólo porque sí, pero, al parecer, aún le quedaba un poco de voluntad— Ven, ¿Hay algún cuarto donde puedas descansar tranquila? —preguntó, tomándola del brazo.
A pesar de que no quería involucrarse en la trama principal de este libro no había forma en el infierno que se quedara ahí mirando. No confiaba en la autora y no tenía ganas de descubrir que le pasó algo a Samantha mientras estaba borracha, todo porque el retorcido "karma" de la autora lo exigió.
— Hay una... habitación de invitados en el segundo piso...—respondió Samantha, sintiéndose muy mareada por todo lo que había bebido. Normalmente no hubiera permitido que nadie la tomase del brazo y la alejara de los demás, pero... era Aylin quien lo había hecho— ¿Por qué haces esto...? —preguntó, sintiendo como ella la tomaba su brazo izquierdo y lo ponía en su cuello en un intento de mantenerla en pie.
— ¿Mm? —la miró raro— ¿De qué hablas?
— Yo soy la villana y... tú eres amiga de la protagonista...—habló con un tono arrastrado— ¿Por qué me ayudas?
Suspiró al escucharla decir eso— No eres la villana.
No había forma en que esta chica fuera la villana ¿Antagonista? Quizás, pero no era la villana.
— Pero...
— No me importa lo que digas ahora que estás borracha, seguiré creyendo eso —sentenció, aún con la alerta de Abismo por las miradas sobre ella— Ahora, ten cuidado. Vamos a subir la escalera.
— Tu voz me perturba —murmuró para sí misma—. Te odio...
— Sí, sí —le restó importancia, afirmándose del pasamanos en un intento de no caer con Samantha ante algún tropiezo de esta.
— Eres demasiado amable, por eso nunca lloras o huyes.
No pudo evitar recordar esa frase con la que describían a Aylin en su libro.
‹Realmente... muy amable›.
— ¿Cuál es el cuarto? —preguntó Aylin una vez subieron la escalera y la alerta de Abismo desapareció. En el segundo piso había varias puertas, demasiadas ¿Para que querían tantos cuartos...?
— Es la del fondo, a la derecha...
Sus párpados pesaban, tenía mucho sueño, así que se dejó llevar por Aylin hacia el cuarto de invitados, ese en el que había dormido innumerables noches en casa de Matt. Pudo sentir el colchón en su espalda, y entonces...
— ¿Qué diablos estás tratando de hacer? —frunció el ceño, sintiendo que estaba quitándole la ropa.
— ¿Acaso quieres dormir con zapatos y esta ropa incómoda? —elevó una ceja, sin entender muy bien su comportamiento.
— Eres realmente horrible...—refunfuñó entre dientes— ¿No deberías estar con esa chica con la que estabas antes...?
— Así que lo viste —comentó sin mucho interés, doblando de manera descuidada la chaqueta para dejarla en el escritorio que había junto a la cama. No le sorprendía que Samantha las viera, después de todo ella estuvo un buen rato teniendo que lidiar con Sofía—. Ella es una chica con la que me acosté —admitió como si nada, mirando el cuarto. Como se esperaba de un niño rico, hasta la habitación de invitados parecía un departamento sin cocina, de seguro esa puerta que estaba viendo era el baño.
—...—Samantha sintió que su cerebro adormilado por el alcohol dejó de funcionar un momento con esa información— Pero... En el libro no decían nada de que te gustaran las chicas...
— ¿"El libro"...? —fue en ese momento que Samantha notó que habló de más. Una sonrisa traviesa apareció en los labios de Aylin— Así que lo leíste...
—...—quiso buscar una excusa, pero la verdad es que en ese estado no se le ocurrió ninguna, pero su expresión de pánico logró sacarle una risa a Aylin.
— Tranquila, no es como si te fuera a prohibir leer ese libro. Eres libre de leer todos los libros que quieras —le restó importancia, sentándose en la silla del cuarto y comenzando a girar suavemente en esta—, pero, estás equivocada si crees que puedes comparar mi vida pasada con esta. Mis niveles de libertad son completamente diferentes.
En este libro ni siquiera era influenciada por los deseos de la autora, ¿Quizás porque venía de otro libro? No lo sabía, pero estaba bien con eso.
— Volviendo al tema, estás muy borracha. Deberías dormir —declaró, levantándose de la silla, pero una mano jalando su cárdigan lo impidió— ¿Pasa algo?
—...—tragó duro, sin encontrar las palabras correctas— ¿P-Podrías... quedarte? —apenas esas palabras salieron de su boca Samantha se sintió muy avergonzada ¿Por qué estaba pidiéndole algo así a Aylin...?
—...—Aylin pareció meditarlo un momento. Su plan original era cerrar la puerta por dentro porque seguía sin fiarse de esos tipos y luego irse, aunque parece que Samantha no estaba de acuerdo con esto. Suspiró— Está bien, pero déjame cerrar la puerta primero —aceptó.
De todos modos, no es como si tuviera algo mejor que hacer y dormir aquí no sonaba como un mal plan para la noche, por lo que, tomando una decisión, después de ponerle el seguro a la puerta y apagar la luz con el interruptor, Aylin se volvió a sentar en la silla en silencio con los ojos cerrados.
— ¿No vas a apagar la luz? —preguntó la rubia, un tanto confundida al ver la luz de la mesita de la noche aún encendida.
Abrió un ojo, mirándola con parsimonia— Pero a ti te da miedo la oscuridad —señaló, un tanto confundida ante estas palabras.
¿Cómo es que lo sabía...? Ella no recordaba haberlo dicho— Tienes razón...—admitió, desviando la mirada. Sí, ella le tenía miedo a la oscuridad, no podía dormir sola en la completa oscuridad.
Estuvieron un momento en silencio, Aylin estaba dormitando en la silla sin ninguna preocupación mientras Samantha miraba a algún punto en la pared, cuestionándose si debía preguntarle o no.
— Aylin...—la llamó, consiguiendo un "¿Mm?" en respuesta— ¿No es incómodo dormir en una silla...?
— He dormido en cosas peores —admitió, sin pensárselo mucho—. ¿Acaso te molesta que duerma aquí? —cuestionó, abriendo los ojos para así mirarla.
— No es eso —se quejó— ¿Por qué no duermes en la cama?
— Estás ebria.
— ¿Y eso qué tiene que ver? —frunció el ceño.
‹Qué terca›. Pensó mientras escuchaba a Samantha quejarse porque ella fuera la que durmiera en la silla, ¿Acaso quería cambiar de sitios? Estaba ebria, ni siquiera podía estar parada sin tambalearse, de seguro iba a perder el equilibrio y se caería si se sentaba en esta silla giratoria.
Cuando decía que había dormido en cosas peores no mentía, sólo limitándose a esta vida varias veces durmió en el suelo de cemento del sótano porque Javier castigaba a Joel quitándole el futón, un castigo bastante absurdo si esperas disciplinar de esa forma a un adolescente, pero la verdad es que ese hombre sólo disfrutaba torturar a Joel. En comparación con ese piso de cemento, dormir en una silla era bastante cómodo.
‹Agh, qué molestia› pensó, sin ganas de discutir con una chica alcoholizada a esta hora.
Entonces Samantha pudo ver con cierta curiosidad cómo Aylin se levantaba de la silla, ¿Acaso estaba aceptando su idea...?
No, no lo hizo.
— Muévete —ordenó, subiéndose a la cama y colocándose en el lado junto a la pared por si Samantha necesitaba ir al baño o algo así en la noche.
Dormir en una cama de una plaza con otra persona no era lo más cómodo, pero para Aylin no era muy diferente a dormir con sus hermanos menores así que no le pareció especialmente molesto, aunque Samantha no podía decir lo mismo.
— Estás muy cerca...—protestó, sin saber qué pensar al estar en una posición tan embarazosa con alguien más.
Rodó los ojos— Si quieres puedo volver a la silla.
Esto la alarmó— N-No... Estoy bien.
Tardaron un buen rato en encontrar una posición cómoda para ambas o, mejor dicho, que Samantha se lograra acomodar sin morir de vergüenza ni caerse de la cama en el intento. Al final Aylin se aburrió de verla retorcerse y la abrazó por la espalda, truncando su libre movimiento.
— Ya duérmete —se quejó, queriendo dormir.
—...—no respondió, estaba demasiado avergonzada para responder.
Estaban tan cerca que pudo sentir como la respiración de Aylin se normalizaba y se quedaba dormida a los pocos minutos, pero ella no tenía sueño, ni un poco. No creía que alguna vez hubiera estado más avergonzada en toda su vida y lo peor es que Aylin no parecía importarle nada de esto.
‹ ¿Por qué estoy tan nerviosa? ›.
Ambas eran chicas, dormir juntas no era nada, ¿No es así?
Su mente, alterada por todo el alcohol que bebió, se negó a dejarle dormir a pesar de que estaba muy cansada ¿Eso siquiera tenía sentido?
Al final, sin poder responder ninguna de las preguntas, en algún punto de la noche Samantha terminó cerrando los ojos y cayendo en un profundo sueño.
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