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Capítulo 11.

Samantha apretó el libro entre sus manos, leyendo los acercamientos entre su novio y la protagonista al tener que hacer el trabajo juntos. Obviamente no iba a haber peleas ni discusiones, todo iba a salir bien y ellos se iban a acercar aún más.

‹Esa desgraciada...› pensó, muy molesta.

Había tenido una mañana decente hasta ese momento, ignorando lo que pasó con Aylin y que, claro, ella tenía el sueño pesado y le costó un poco despertarla. Ya sabía ella que había tenido un día demasiado bueno para ser verdad...

‹Al menos la mitad del trabajo está hecho...› se consoló a sí misma, pensando que ahora el trabajo dependía de ella y no debía preocuparse de que Aylin no hiciera nada, eso era un buen consuelo.

— ¿Aylin fue a tu casa ayer? —preguntó Christina, viéndola mirar con odio el libro.

Samantha suspiró, dejando el libro en su pupitre— Joshua te lo dijo, ¿No es así...? —preguntó con un aire resignado.

Ella asintió— ¿Hicieron el trabajo? —preguntó, intentando desviar su atención del libro, el cual tomó de sus manos. No le gustaba que su amiga sufriera por culpa de Matthew, pero al menos podía distraerla un poco de eso.

— Ella hizo la mitad —respondió, cubriendo la mitad de su rostro con su mano derecha.

Levantó una ceja— ¿La mitad de lo que iban a hacer hoy? —preguntó, un tanto confundida.

— No, la mitad del trabajo...—admitió sin mirarla.

—...—la expresión de incredulidad de Christina fue clara. Las escuelas de élite eran algo increíble— Nosotras recién lo empezamos...

No era como si pudieran ayudarse mucho, el profesor le había dado a cada pareja un tema específico para impedir que se copiaran u ayudarán entre sí, lo cual aumentaba enormemente la dificultad del trabajo.

‹Ahora que lo pienso...›. Pensó, viendo a Karen llegar algo agitada porque llegó algo tarde a la primera clase del día, lo cual le valió una mala mirada del profesor ‹Aylin aún no llega›. ¿Acaso iba a llegar tarde...?

Habían pasado quince minutos desde el inicio de la clase cuando escucharon la puerta abrirse, logrando desviar la atención de los alumnos y el profesor de la lección que este último estaba dando.

— Vogel...—el profesor entrecerró los ojos al verla llegar más allá de los cinco minutos de atraso que perdonaba— Son las 8:15, llegas 15... No, 16 minutos tarde —dijo, mirando el reloj en su muñeca.

Al maestro no le agradaba esta chica, no le gustaba que se pusiera a jugar con los límites de las reglas sobre el uniforme escolar y las cosas que estaban prohibido llevar en la escuela, aunque nunca llegaba a transgredir alguna regla. Lo peor es que tenía excelentes calificaciones así que no podía hacer mucho.

—...—Aylin lo miró en silencio mientras se quitaba uno de sus piercings en las orejas. Se había quitado los de la nariz y el labio antes de llegar y con el que se quitó ya estaba en los márgenes que aceptaba el reglamento, así que no podían decirle nada— Pero llegué. Pude haber faltado —declaró sin mucho interés.

El maestro se molestó mucho ante esta respuesta, pero lo dejó pasar por esta vez— Tome asiento, Vogel.

Samantha se sintió un tanto decepcionada cuando vio a Aylin tomar asiento cerca de ella. Ella lucía exactamente igual que ayer, con el cabello desordenado, la ropa arrugada y, en general, con una apariencia descuidada.

— ¿Por qué me estás mirando así? —preguntó Aylin, notando su mirada en el descanso de diez minutos del cambio de hora.

— ¿Por qué viniste así? Ayer te veías muy linda —dijo, sin entender cómo se las arregló para volver a lucir descuidada tan rápido— Deberías tener más confianza y venir así a la escuela.

Era un desperdicio que ella viniera así, Aylin era realmente linda, de hecho era más linda que la protagonista.

Aylin la miró por un momento para luego sonreír— No te preocupes, sé que tengo una cara muy linda —declaró con autosuficiencia mientras se reclinaba en la silla— Pero, no sé si los demás sean capaces de manejarlo —se mofó.

‹En serio se tiene mucha confianza...› rodó los ojos. Tanta confianza podía confundirse con arrogancia— No seas tan creída sólo porque eres un poco linda.

— ¿"Un poco"? —Samantha se paralizó al sentir como Aylin, de pronto, había invadido su espacio personal— ¿Soy sólo "un poco linda"?

—...—Samantha tragó duro al notar que se había perdido en los ojos de esta chica mientras hablaba. No podía ser legal que esta chica fuera de esta forma— L-Linda, eres súper linda...—admitió con la voz temblorosa, incapaz de desviar su mirada de la suya.

Aylin sonrió— Eso está mejor.

Eso la hizo enojar.

— Eres una-...

— "Una" ¿Qué? —incitó a continuar sus palabras, apoyándose en su pupitre— Apuesto que si yo lo intentará, haría que te enamorarás perdidamente de mí —tomó un mechón de su cabello y lo colocó juguetonamente detrás de su oreja.

— ¿Qué tonterías estás diciendo? —casi gruñó, alejándose de su agarre— Eso no pasará —pero aun así se sintió incapaz de alejarse de ella. ‹ ¿Por qué me estoy poniendo tan nerviosa? ›

Aylin rió suavemente, acercándose a su oreja— ¿Quieres apostar? —preguntó, haciéndola estremecer al sentir su aliento rozar su oreja— Yo nunca pierdo una apuesta.

Esta simple declaración la hizo temblar desde lo más profundo de su ser, algo dentro de su corazón le dijo que Aylin no estaba mintiendo, y eso la molestó.

— Ya basta —ordenó, colocando su mano en su rostro y alejándola de ella— Esto no es divertido.

Aylin se rió al verla hacer eso, pero aceptó alejarse de ella— Mi intención no era que fuera divertido —admitió sin borrar su sonrisa tranquila, la cual en ese momento se sintió extrañamente amenazante.

Frunció el ceño— No te burles de mí.

— No me estoy burlando de ti —suspiró— Es difícil mantener una apariencia arreglada cuando cuidas a dos niños pequeños, ¿Sabes? —admitió, cambiando por completo el aura que estaba emitiendo.

— ¿Tú eres quien cuida a tus hermanos...? —preguntó con cautela, sin saber qué pensar de este repentino cambio de actitud en Aylin.

— Sí, y de hecho tuve problemas con Amber por su servicio de niñera —dijo con un aire de fastidio, tomando su silla para sentarse junto a ella— Aunque definitivamente estoy más molesta con la autora...—se quejó por lo bajo.

Samantha se permitió bajar la guardia al notar que el tema de conversación cambió por completo.

— Me pregunto qué es lo que la autora ha escrito de esa escena...—murmuró Aylin con una tenue preocupación.

— ¿Te peleaste con ella...? —repitió, algo confundida.

— Agh...—se puso la mano en el cuello— Sí, y de seguro la autora aprovechó eso...

Karen era quien tenía el libro ahora y ella había ido al baño, así que tendrían que esperar un poco más para saber qué escribió la autora, pero, por como actuaba Aylin, sonaba había sido una fuerte discusión...

— ¿Pasó algo mientras no estaba...? —preguntó Karen, notando algo de incomodidad entre Aylin y Samantha, al menos de parte de esta última.

— ¿Me prestas el libro? —preguntó Aylin, quien estaba sentada con la silla al revés al lado de la rubia.

— Claro.

Samantha se acercó a ver lo que decía el libro, aunque Aylin, quien estaba leyéndolo en el momento, lucía bastante indignada mientras contrastaba mentalmente lo que la autora escribió con lo que en realidad pasó.

— Hermana...

— Yona, ¿Qué te pasó? —preguntó, acercándose al niño, quien se veía pálido y mal en general.

— Vomité en la cama...—gimoteó— Y ensucié a Thoma...

El olor a vómito del cuarto dejaba en claro esto, pero la mirada del mellizo de Yona mostraba su disgusto por la situación, tanto que estaba llorando en el borde de la cama.

Suspiró, sintiendo ganas de darse la vuelta al ver ese desastre, aunque no podía hacerlo— Vengan, vamos a bañarlos —un baño caliente quizás les ayudaría.

Cuando terminó de limpiarlos ninguno de ellos parecía tener energía suficiente como para empezar una pelea en la bañera, por lo que decidió dejarlos relajarse ahí un momento, momento en que se acercó a Amber en busca de respuestas.

— Amber, ¿Qué les diste anoche? —le preguntó Aylin sin su habitual sonrisa.

— Bueno...—dudó, sintiéndose un tanto intimidada por la mirada que Aylin le estaba dando. Se veía algo enojada...— Compramos pizza y les dimos, además de unas cuantas oreos y gaseosas...—admitió.

Se cubrió el rostro con una mano, soltando un pesado suspiro— A Thoma ni siquiera les gustan las oreo —dijo, más para sí misma, y entonces volvió a mirar a su compañera de cuarto con reproche—. Te dije que sólo tenías que calentarles leche y dársela si me tardaba. Ellos ya tenían su cena en el refrigerador.

— ¡Pero es que Yona nos pidió pizza...! —intentó defenderse.

— Yona tiene cuatro años y tú tienes dieciséis —le reprochó, ya molesta por sus excusas— ¿Cuántas rebanadas comió? —preguntó. No era normal que Yona vomitara por comer algo así.

A este punto, la protagonista estaba muy asustada de la mirada que le estaba dando Aylin— Unas cuatro...

Era claro porque Yona vomitó, se había comido la mitad de una pizza él solo anoche— Sólo tenías que darles leche, nada más. Ellos no están acostumbrados a comer tanto en la noche.

— ¡Lo siento...!

— Nada de "lo siento" —gruñó—. Sólo tenías que hacer una cosa y mandarlos a dormir —le reprochó, dándole el trapero que estaba al lado de la cocina—. Ahora, limpia el desastre del cuarto mientras los baño —sentenció con una voz que no daba espacios a protestas.

— E-Está bien.

‹Así que por eso llegó tarde...› pensó mientras veía la expresión de Aylin echarse a perder con cada palabra que leía del libro.

En realidad la focalización del libro no era muy neutra y el mismo narrador omnisciente estaba sesgado, un poco porque la autora era inexperta y tenía su propia opinión de cada uno de ellos. Así que por su parte ella sólo se fijó en los diálogos ya que en lo demás podías notar como intentaban retratar a Aylin como una mala hermana que ni siquiera se preocupaba de sus hermanos y los dejaba al cuidado de la protagonista y Will sólo para actuar ofendida al siguiente día, aunque para ella tenía sentido que Aylin estuviera enojada.

Además, había otra escena donde Aylin le reclamaba a la protagonista porque Thoma no había comido nada, a diferencia de Yona, ya que a él no le gustaban los desconocidos y se mantuvo lo más alejado posible de Will y, por ende, de la pizza, pero intentaban hacerlo ver como una exageración. Aunque la verdad es que fue un poco diferente...

— Respeta los malditos límites de Thoma, él es demasiado tímido y odia tratar con desconocidos —le reclamó Aylin, haciéndoles el desayuno a los mellizos, uno ligero para Yona y otro un tanto pesado para Thoma.

— ¡Will no es un desconocido...!

— ¿Cuántas veces lo vio antes de ayer? —preguntó, sin despegar su mirada de la sartén.

— Nunca, pero-...

— Entonces es un desconocido —la interrumpió— Ni siquiera te aseguraste de que comiera algo antes de irse a dormir.

— Lo siento, la próxima vez...

— No te preocupes —la cortó— No habrá una próxima vez.

No debió confiarle esos dos a Amber, quien no tenía ni idea de cómo hacer un huevo frito sin quemarlo y, de paso, quemar la sartén. Tal parece que había sobreestimado sus capacidades al pensar que podía cuidar de Thoma y Yona por una noche, pero no volvería a cometer ese error.

—...—Amber abrió la boca para decir algo, pero nada salió de ella.

— Ya es hora de que vayas a la escuela si no quieres llegar tarde —señaló, sin mirarla.

— Pero...—no pudo decir nada más, pues no fue capaz de soportar la mirada que Aylin le dio— S-Sí...

‹Maldita autora› pensó Aylin, sintiendo como cualquier pizca de buen humor que le quedaba se arruinaba por culpa de lo que decía el libro, ¡Lo que decía ahí era completamente diferente a lo que había pasado...!

En realidad, no era muy exagerado decir que si a los lectores no le caía bien su vida estaba en peligro, y si les caía bien también podía terminar muerta, así que preferiría quedarse como un personaje secundario tal y como Karen y Christina, a quienes por momentos el narrador ni siquiera se molestaba en llamar por sus nombres y simplemente se referían a la primera como "la morena" y a la segunda como "la asiática", porque claro, la villana tenía que tener amigas interraciales porque sí.

—...—Samantha vio con cierta preocupación como Aylin parecía bastante enojada ahora mismo. Aunque tal parece se tardó demasiado debatiéndose si debía decir algo porque ella notó su mirada y le dio una mirada hostil que parecía decir "¿Qué miras?". ‹Creo que lo mejor es que la deje sola...› pensó para sí misma, negándose a admitir que en realidad esa mirada la intimidó un poco.

Al notar que asustó un poco a Samantha, Aylin suspiró y se levantó de la silla, dispuesta a volver a su asiento. No estaba de buen humor, pero no por eso debía tratar mal a los demás por algo de lo que también eran víctimas, así que lo mejor era alejarse hasta que se tranquilizara.

— Gracias por dejarme leer el libro —agradeció con un tono amigable y una pequeña sonrisa— Lamento las molestias.

— Ah... no te preocupes —dijo Karen, bastante sorprendida por la actitud de Aylin. ‹Al menos no es grosera cuando se enoja› pensó, recordando que, a pesar de que a Aylin le habían dado bastante protagonismo el último tiempo, no actuaba como los otros protagonistas cuando se enojaba. Cuando Amber se enojaba se ponía a llorar mientras que Matthew se ponía a despotricar sobre los demás y William, por su parte, se ponía agresivo. Era una sorpresa, pero una sorpresa agradable ver a una persona civilizada entre los personajes principales.

‹Vaya...› pensó por su parte Samantha, bastante sorprendida por las acciones de Aylin. A decir verdad no pensó que le iba a dar las gracias a Karen ni mucho menos que iba a disculparse por su comportamiento, de hecho no le hubiera sorprendido que les hubiera gritado o algo ‹ ¿Quizás es porque viene de otro libro...? › se preguntó.

Por su parte, Aylin había vuelto a su puesto justo a tiempo pues el maestro había vuelto al salón en el momento en que se sentó en la silla. Aun así, no tenía ganas de prestar atención a la clase, de todas formas esto ya lo sabía.

Ahora tenía que pensar en buscar alguna niñera que pudiera contactar ante cualquier eventualidad. No se sentía capaz de confiarle sus hermanos a Amber otra vez después de lo ocurrido esta mañana y así corría menos riesgo de que la autora quisiera matarla o algo así para hacer que esa chica jugara a la casita con alguno de los protagonistas masculinos usando a Thoma y Yona.

‹Sólo tengo que intentar pasar lo más desapercibida posible...›. Suspiró, preguntándose cómo haría eso cuando literalmente vivía con la protagonista y compartía un par de actividades extracurriculares con el segundo protagonista masculino. ‹Qué problemático›. Pensó, sin tener ganas de lidiar con los personajes principales de este libro.

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