Sinopsis
¿Les gusta el MiHyo? ¿Cuánto?
«Es mejor cuando se siente mal»
La japonesa despertaba poco a poco de aquel extraño sueño que había tenido, un sueño que a medida que despertaba era más borroso.
Aunque se sintió bastante real a su parecer, como si se tratase de un día más en su vida.
Salió de el instituto y acompañó a su novia caminando a casa escuchando su animada plática y respondiendo sus curiosas preguntas sobre la situación en su casa, una que conocía bastante bien. Pero como siempre ella las disfrazó para que la pelirroja no se preocupara más de lo debido.
Justo y como hacia siempre le dio un tierno beso de despedida en los labios y otro en la frente para después caminar con dirección a su casa, aunque con las ganas que tenía de evitar un encuentro no deseado en su hogar cambió algo esa tarde, su ruta.
«Allí reside lo extraño» pensó recordando como al llegar a una zona totalmente desolada alguien cubrió su boca con un pañuelo, cuyo olor la hizo marearse y caer profundamente dormida.
«Entonces no estoy en casa» volvió a pensar confirmando su hipótesis al intentar llevarse una mano al rostro y sentir como estas estaban atadas tras su espalda. Y cuando intentó mover su pie se dio cuenta que estaba sentada y sus pies también estaban atados por lo que si estaba totalmente inmovilizada.
«Muy observadora Myoui» se reprochó sarcásticamente en su mente.
Movió su cabeza y algunos mechones de su cabello rubio cubrieron su rostro. —Joder... — Murmuró ante la punzada de dolor que sintió en la misma.
Al lo lejos se escuchaba un sonido que sólo empeoró su estado, pero no supo de que se trataba hasta que sus ojos negros se abrieron y se vio en medio de una habitación bagamente iluminada por una bombilla en el centro de ella.
Había una figura femenina dándole la espalda a unos metros mientras aquel irritante sonido volvía a invadir su audición. «Patearé su trasero si no deja de hacer eso» pensó frunciendo el ceño.
—¿Podrías dejar de hacer eso por favor? — Pidió en un susurró que la contraria escuchó a la perfección.
—Despertaste pronto. — Respondió aquella chica sin voltearse. —Lo siento. — Una sonrisa se formó en sus labios antes de girar su rostro y mirar sobre su hombro como la rubia la miraba con el ceño fruncido y los labios apretados, pero por alguna razón seguía viéndose adorable.
Mina por su parte contuvo el aliento al ver su perfil, era realmente hermosa y aquella sonrisa divertida en su rostro la hizo sentirse extrañamente cómoda.
—¿Que fue lo que me hiciste? — Preguntó tranquila. —Mi cabeza esta por explotar. — Hizo una mueca de dolor escuchando como la contraria apagaba la máquina y elevaba una daga recien afilada frente a ella. «Por eso hacía tanto ruido» concluyó suspirado.
La chica se volteó dando un paso al frente para mirarla sin dejar de sonreír. —Se llama secuestro, Mina.
La japonesa se tomó el tiempo de detallarla antes de responderle, lo primero que llamó su atención fueron sus brillantes ojos claros, dorados o plateados tal vez, que parecían tener vida propia.
Su cabello era de un perfecto tono castaño chocolate, y se veía brillante y saludable con su flequillo cubriendo su frente, vestía de negro, un short, botas cortas, y un suéter ajustado que dejaba en evidencia los grandes atributos delanteros que poseía.
Obviamente no se sorprendió de que supiera su nombre, si la había secuestrado al menos debía saberlo, le sorprendió el hecho que su rostro le era extrañamente familiar, pero no tenía idea de donde la había visto.
—Puede que tu cabeza duela por lo que inhalaste o tal vez ya te haga falta tu familia. — Se burló la castaña encogiéndose de hombros y jugando con la punta de su daga con sus dedos.
—¿Porque piensas que me hiciste un mal alejándome de ellos? — Preguntó la rubia, había diversión y algo de amargura en sus palabras, que lograron llamar la atención de la contraria. —Creo que no lo analizaste bien. — Tarareó sonriendo de lado.
—Parece que tu vida perfecta no era un paraíso después de todo ¿No? — La castaña se burló pasando a su lado para llegar a la mesa a sus espaldas.
—Ni te molestes en pedir rescate, ninguno se dará cuenta de mi ausencia. — Agregó Mina logrando que la castaña entendiera todo, sonriendo al recordar un pequeño detalle.
—¿Ni siquiera tu novia? — Cuestionó levantando una ceja sin borrar la sonrisa juguetona de su rostro.
—Nayeon... — Murmuró la rubia con nostalgia. —Espero que al fin se dé cuenta de lo mucho que la ama Sana, no merece toda la mierda que es mi vida. — Dijo tomando una profunda bocanada de aire. —Quizá esto ayude a que se alejé de mi de una vez por todas.
—¿No la amas? — Inquirió la castaña, agudizando su mirada sobre ella, se negaba a creer que la chica fuera capaz de mostrarse indiferente ante el nombramiento de su novia. Sobretodo después de decir aquellas palabras. —Porque ella no deja enviarte mensajes. — Informó deseando averiguar más.
—Le tengo el afecto suficiente como para querer que esté bien, un bienestar que sé, solo Sana podrá darle. — Suspiró la rubia bajando la mirada, haciendo que la desconocida celebrara en su interior. —Es probable que sea la única que sabe que desaparecí. — Agregó, con una mueca descomponiendo su expresión serena.
Mientras la contraria la miraba atenta «Entonces sí tienes sentimientos» pensó analizando cada una de sus palabras, comprobando como había sinceridad en ellas, definitivamente algo que no esperaba de alguien tan fría como Myoui Mina. —No eres tan gilipollas como creí. — Comentó sorprendida.
—¿Que caso tiene ya? — Cuestionó Mina volviendo a levantar la mirada para posarla en ella, tan profunda e intensa como opacada por el dolor. Cambiando de expresión casi de forma inmediata. —Además tengo que agradecerte por traerme aquí, definitivamente no deseaba encontrarme con mamá, y mucho menos con el detestable de Jeno. — Dijo con desprecio, por supuesto que sabía quien era el pelinegro, el insufrible esposo de la madre de la rubia, con una fama de jugador y borracho que nadie superaba en la ciudad. Igual de astuto que traicionero, lo que provocaba que todo el que lo conociera lo odiara de forma inmediata, como era el caso de la japonesa. —Aunque extrañaré a Momori, ella y papá son los únicos que siempre me quisieron sinceramente. — ¿Y como olvidar a la hermana igual de seria que la rubia tenía? La castaña había pensado raptarla a ella en un primer momento, pero con el historial en las artes marciales que la rubia mayor tenía, su foco de atención se dirigió a la menor, y empezaba a agradarle aquella decisión.
—Hasta que llegó tu novia ¿No? — Preguntó una vez más, jamás espero que la japonesa fuera tan fácil con las palabras, aunque no sabía si se debía a la situación, cualquiera en su lugar habría cooperado para no salir demasiado lastimado.
Sin embargo había algo curioso con ella, en lugar de parecer nerviosa o temerosa por su vida y su bienestar, Mina se veía resignada, mucho más relajada que cualquiera que haya tenido la castaña antes en sus manos.
—Nayeonnie es especial. — Admitió Mina con simpleza, sonriendo por primera vez con algo más que amargura, una felicidad casi nostálgica, y entonces la castaña supo que ella en verdad debía importarle. —Pero ya te lo dije no merece alguien tan jodida como yo en su vida. — Repitió sin titubear.
Y con una sonrisa y un asentimiento la castaña volvió a caminar frente a ella jugueteando con su daga nuevamente. Aquella corta conversación había cambiado todo el plan que había organizado meticulosamente por tantos días pues tenía que admitir que no esperaba que la rubia fuera tan sensible y madura.
—¿Y que sigue ahora? — Cuestionó Mina de pronto, como si en verdad disfrutara de estar allí. —¿Tardará mucho? Porque...
—Bueno en vista de que no eres como las anteriores... — La castaña la interrumpió mirándola sin dejar de sonreír. Mina parecía no tener miedo a morir, como si estuviera acostumbrada al sufrimiento y esperara por ello sin otra opción cada día. —Supongo que podría ser diferente. — Contó con una nueva sensación en su interior, el presentimiento de que se divertiría ante lo que suponía lo desconocido.
—No te alarmes con la sangre, suele ser escandalosa. — Informó Mina con una sonrisa juguetona.
—Puedes tener la seguridad de que no es algo que me moleste. — Respondio la castaña con seguridad, la rubia debía estar loca para atreverse a bromear con algo así, como si de un juego se tratase. —Pero te tomaré la palabra, Minari. — Bueno, si era un juego después de todo.
Y Mina no supo porque pero había algo en la forma que su nombre salía de los labios de la chica que la hacía estremecerse, provocando que un escalofrío recorriera su cuerpo, pero no era por el miedo que alguien en su posición experimentaría, era uno diferente, agradable.
Puede que se debiera a que por primera vez no estaba fingiendo estar bien ante alguien, o puede que simplemente estuviera loca.
—¿Aún no recuerdas mi nombre no es así? — Murmuró la castaña acercándose peligrosamente a su rostro mientras ella tragaba y negaba nerviosa. —Es Jihyo. — Susurró rosando sus labios y Mina ladeó una sonrisa.
—Sabía que te había visto en alguna parte. — Comentó Mina sonriendo ampliamente, dejando una pequeña franja de sus dientes a la vista. —Eres hermana del Mochi Park ¿No es así? — A su mente llego la imagen de aquel chico de cabello rosa, mejillas regordetas y labios gruesos, que asistía a sus clases de danza contemporánea y era demasiado alegre para su gusto.
—Lo recuerdas entonces. — Jihyo se alejó de ella sonriendo divertida. —Es cierto, somos hermanos, por desgracia. — Su sonrisa se transformo en una mueca de fastidio, no es que odiara a Jimin, solo le desagradaba lo afeminado que podía llegar a ser el menor, tan dramático, delicado y asustadizo que a veces dudaba que tuvieran los mismos genes.
—Esa fiesta fue una locura. — Río Mina devolviéndola a la realidad. —Vomité por dos horas seguidas el día siguiente. — Sonreía antes el recuerdo, así que a la castaña le fue inevitable no contagiarse.
—Bebiste como desquiciada ¿Que esperabas? — Se burló, negando suavemente.
Y Mina asintió dándole la razón a su argumento. —Definitivamente no aquel desastre pero... ya que. — Hizo un mohín volviendo a suspirar.
Fue tan tierna su expresión que la coreana no pudo evitar quedar cautivada. —Eres tan malditamente hermosa. — Jihyo se quedó hipnotizada por su belleza, volviendo a acercarse para acariciar su mejilla. —Tienes una belleza envidiable ¿Te lo han dicho? — Susurró cerca de sus labios.
Mina sintió sus dedos en su mentón y paso su lengua por sus labios en un reflejo de nerviosismo.
Sin embargo sonrió con cinismo. —Lo escucho con frecuencia. — Alardeó mordiendo su labio, embriagada por el perfume de la contraria. —Aunque jamás con esas palabras. — Agregó.
—Me alegra oír eso. — Musitó la castaña. —Podría mirarte por horas sin cansarme. — Acomodó un mechón rubio tras su oreja y Mina cerró sus ojos ante la caricia que la coreana dejó en su rostro, pasando sus dedos por cada uno de sus lunares, sus mejillas y finalmente sus cerezos, tan suaves y tentadores que deseó probarlos de una vez.
—¿Coqueteas conmigo? — Bromeó Mina sonriendo coqueta, abriendo sus ojos para encontrarse con su rostro a escasos centímetros del suyo.
—Puede ser... — Susurró Jihyo demasiado bajo y suave, pero debido a la cercanía de sus rostros Mina la escuchó a la perfección. Sintiendo como su boca se hacía agua al sentir su aliento chocando en su mentón.
Pero ni por más cerca que la tuviera pudo prever sus siguientes movimientos. Con una jovial sonrisa Jihyo dirigió su mano hasta el primer botón de la camisa de cuadros que usaba y lo abrió sin dejar de mirarla.
Mina podía sentir el escalofrío en su piel a medida que aquellos fríos dedos la rozaban y contuvo la respiración en el momento que su camisa estuvo totalmente abierta dejando su marcado abdomen a la vista y la castaña no dudó en pasar su mano por él, antes de sustituirlos por la punta de su daga.
El frío del metal la hizo suspirar antes de escuchar su voz. —Me gusta lo que veo. — Dijo la castaña sonriendo contenta.
Y Mina sonrió de lado al ver el brillo en sus ojos. —Bueno, hago lo que puedo. — Presumió, sintiendo como la contaria se alejaba un momento de ella. Creyó que su juego terminaría allí, que la castaña finalmente había decidido hacer lo que se había propuesto, pero se equivocó.
Jihyo cambió su daga por un arma y se sentó en su regazo, pasando el objeto por su mentón, su cuello, sus clavículas bajando por su esternón hasta su abdomen. —Me gusta mucho. — Volvió a decir mordiendo su labio, aumentando las ansias de la japonesa que la observaba en silencio.
Fue por eso que dejó de contenerse y rodeó el cuello de la rubia con sus brazos, presionando sus labios contra los suyos, sonriendo a mitad del beso al sentir las vehemencia con la que esta le correspondía.
Mina no tenía forma de daber porque aquello se sentía tan bien y tan excitante, su beso estaba tan cargado de deseo y necesidad, una extraña lujuria que su captora provocaba en ella con la sensualidad que irradiaba de cada uno de sus movimientos y de su mirada verdosa, que cuando decidió entregarse y seguirla, su forma de besar la dejó sin aliento.
—Sabes muy rico Minari. — Dijo la castaña al separarse de sus labios, saboreando la sangre que brotó de uno de ellos cuando la mordió.
Y una acelerada Mina pasó su lengua por su propio labio antes de sonreír levemente. —Apuesto mi vida a que tu sabes mejor. — Susurró con los ojos aún cerrados, aumentando el morbo y la excitación de la contraria, que rió suavemente.
—Pero cariño, si tu vida ya es mía. — Dijo dulcemente, y con aquel apodo y la forma en la que la palabra salió de sus labios, y la mirada que le dedicó, Mina se dio cuenta de que aquella era la locura más hermosa que le había pasado en su vida.
Por eso sonrió ampliamente, terminando de conquistar a la castaña con su sonrisa de encías. —Jamás diría lo contrario. — Apoyó sintiendo unos dedos enredándose en su cabello.
Jihyo volvió a besarla sin tener ningún tipo de cuidado por su labio, aunque pasaba su lengua por este muy despacio. Separándose poco a poco de ellos para ir bajando por su mentón hasta llegar a su cuello.
Y Mina jadeó al sentir los labios y los dientes de la chica seguidos de su lengua en la que era la parte más sensible de su piel, provocando que la castaña se separara abruptamente de ella. —Si vuelves a hacer eso te liberaré. — Amenazó esta entre jadeos.
Mientras que Mina simplemente sonrió de lado. —Y con lo bien que la paso de este modo. — Bromeó mostrando su gummy smile otra vez. —Puedes hacer lo que quieras conmigo. — Se inclinó tomando el labio inferior de Jihyo entre sus dientes para jalarlo levemente y luego soltarlo demostrándole que ella también sabía como jugar.
Y aunque sorprendida, Jihyo estaba completamente satisfecha de aquella faceta de su atractiva rehén. —Que no te quede la menor duda de ello. — Respondió antes de volver a besarla con el mismo deseo y quizá un poco más de necesidad de seguir probándola.
¡Hey! ¿Que tal? Dije que actualizaría algo, y decidí que fuera esto, ya que no publiqué nada por el #JihyoDay y con la llegada del mes del #MinaDay, se me ocurrió dejar esto por aquí, entonces...
¿Que les pareció?
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