Pensar que había pasado casi un año, un año de estar con su querido amante ruso, Fyodor Dostoyevski.

Todo era tan perfecto, desde la casa, hasta las cenas que diariamente compartían con gusto.
No había ningún drama en sus vidas, todo era bueno.

Nikolái estaba recostado sobre el regazo de Fyodor, quien leía tranquilamente, "Tarás Bulba" un buen libro sin dudas.
El ex bufón estaba perdido en sus pensamientos, hasta que una loca idea invadió su cabeza,

¿Podría él hacerlo...? Quizás con algo de valor era posible...

Se dio la vuelta para poder ver a Fyodor a los ojos sin levantarse, estaba nervioso, no sabía que podría pasar.

—Fyodor
Lo llamó mientras apartaba su libro levemente para que él también pudiera verlo.

— ¿Qué sucede?

— Te amo.
Lo había dicho, aunque llevara tanto tiempo viviendo con el, nunca se lo había dicho.
¿Como podía haber sido tan desconsiderado? Después de todo lo que había hecho por él, pero Nikolái solo tenía las palabras y acciones.

Tras oír esa declaración, Fyodor abrió los ojos levemente sorprendido, pero rápidamente le dio una sonrisa serena y se agachó a su altura.

— Yo también, Kolya.
Nikolái se tiñó de un rojo poco visible cuando escucho aquel apodo tan íntimo, pero el beso que luego Fyodor dejaría sobre su boca, no fue para menos.

Tan solo siguieron así, Fyodor leyendo, y aunque Nikolái ya lo sabía, aún agradecía ser correspondido.