Su cuerpo se estaba sobrexigiendo, no podía más, se sentía exahusto, ya no podía mantener ésto.

Llevaba más de dos semanas sin comer, y se sentía asquerosamente horrible.
Si seguía vivo, era únicamente por ingerir agua, pero para un buen castigo, hay que que obtener un arrepentimiento, ¿Verdad ?  y eso solo se puede con severidad.
Jugaban con sus límites, ya que, si bien bebía, lo hacía cada cuatro días, cuando ya juraría que estaba condenado a morir, pero no, nunca moría, aunque, si bien al principio no quería que eso suceda, dudaba de sus propias elecciones, pero ya era muy tarde para elegir, su futuro, ya no era suyo.

Nikolai ya estaba perdido, los días pasaban tortuosamente lentos. Él sinceramente creía que ya había pasado una semana, mientras en realidad, solo habían sido dos días. El sinceramente creía que ya iba a morir dentro de nada, mientras en realidad, eso no pasaría nunca.

No veía, no sentía, más si oía.
Escuchó la puerta ser abierta, Fyodor otra vez.
Le quitó una venda, primero la boca, rápidamente se limpió de los labios la saliva derramada, luego quitó la venda de sus ojos, los mismos comenzaron a sollozar por la abrupta luz luego de días, como siempre lo hacían.
Ciertamente, agradecía la presencia de Fyodor en momentos como esos, sabía que no todo estaba acabado.

El hombre ruso hizo una mueca, y se tapó la nariz.

-Hueles horrible- Gogol no se sentía mejor al oír eso, pero un desprecio era lo que menos importaba en ese instante, aunque por la presión del momento, sus ojos se opacaron en llanto- bien, me convenciste, vamos.