14
La noche estaba inusualmente callada en aquella ciudad de locos. Su habitación, justamente, parecía la de uno.
Estaba encerrado, como ya estaba acostumbrado. Hacía frío, mucho frío. Sus ojos y boca estaban cubiertos por una tela, dos de sus cinco sentidos estaban bloqueados, sin contar que un tercero también quedaba inutilizable.
No estaba muriendo de hambre, pero ciertamente comería algo en ése momento. A su lado, había un plato de comida, pero esta vez, las cadenas se habían puesto estrictas con él, y no podía sacar sus manos de su espalda, por lo que el plato de comida era mera decoración. ¿Ustedes creen que ésto fue solo un error de cálculo? No, claro que no.
Podría morir de frío ahí mismo, más sin embargo había una manta que cubría la fina línea entre la hipotermia, y la mínima estabilidad.
El podría haber dejado de comer, y morir ahí mismo, y no es que le asustase el dolor, pero Nikolai no quería morir, no aún, había muchas cosas pendientes que resolver, muchas cosas.
Realmente se sentía asqueroso, quería un baño.
La saliva caía por la comisura de su boca debido a la tela, y ciertamente le dolía la mandíbula de tanto tenerla abierta.
Sus muñecas dolían como la mierda, no podía verlas, pero apostaría su entero torso, a que estaban, como mínimo, rojas y con alguna marca.
Sus ojos por suerte seguían igual, pero de sentía terriblemente indefenso por encontrarse así.
¿Era todo ésto un castigo de Dios? ¿O solo la firma al contrato con El Diablo?
Quería moverse, quería ver el cielo azul, donde todas aquellas aves preciosas planeaban con rumbo desconocido, quería poder sentir ese olor a tierra mojada, sentir el sol, la lluvia, lo que sea, quería salir de ahí.
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