09
Finalmente, el tercer mísero día llegó.
Según Nikolai su cuerpo no sería capaz de aguantar un día más sin alimentarse, el suyo y el de cualquier otro humano.
Llorar era lo que le quedaba.
Sentado, con la espalda apoyada en la pared, con su vista nublada viendo hacia la misma nada, con ojos rojos de hinchazón y una patada en el corazón, pues quien era su ser más confiado, lo había traicionado.
Cuando su cuerpo estaba empezando a caer en crisis,por el rabillo de sus ojos, vió a un hombre, alto y delgado acercarsele.
-¿Tenías hambre?
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