La mansión y hogar de Fyodor Dostoyevski, aclamado cellista, popular en su comuna. Gran y antiguo amigo se Nikolái, quien era mucho menos reconocido que él. Ambos personajes que compartían algo, la pasión y dedicación por sus propósitos, que de por sí, ya eran distintos y complicados, pero de alguna forma, siempre acababan en el mismo lugar.

Recientemente, el gran terreno corría con desempleo, nadie supo porque, pero Dostoyevski decidió que prefería estar solo, y sin nadie husmeando en su casa. Es por esta razón, que ciertas áreas ya no estaban tan cuidadas como antes, y como amigo íntimo que conoce cada rincón de su palma, decidió llamar a Gogol, quien probablemente no lo juzgaría, o sacaría un artículo sobre el y su hogar.

-Así que, ¿Te da vergüenza eh? -Dijo Gogol burlezco- Sigo sin entender porque te quejas tanto de no tener espacio, éste realmente es un sótano enorme, ya me gustaría tener algo así.

-Pues a mí no me parece la gran cosa, sabes- Fyodor que siempre había tenido dinero, miro con disgusto aquel suelo lleno de polvo y excusas -Sin contar que bueno, pronto le daré un uso y dejará de ser tan espacioso.

Nikolai, que ni siquiera le prestó atención a las palabras reales del hombre, se apuró a gritar desde el otro lado de la habitación: ¿Enserio? ¡Pues me alegro hombre! Digo, literalmente podría vivir aquí sin complicaciones ¿sabes?

-Mhm, puedo imaginarmelo.