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De marzo a junio hubo algunas cosas que no te conté

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Las 9:11, según una fuente super confiable de internet, podría ser una señal de cambio o transformación en nuestra vida. Supuestamente, nos prepara para dejar el pasado atrás y abrirnos a nuevas formas de presentes.

La primera vez que vi esa hora fue en mi cuarto, en la noche, no podía respirar, estaba temblando de pies a cabeza, le había rogado Dexter que viniera conmigo y lloré como nunca en la vida.

Más tarde, en la noche, solo descubrí que él había ido a los patines con otra chica.

Era un patron, él venía, ponía toda su atención en mí y después de eso, me la quitaba para ponérsela a otra persona, solo que esa vez fue diferente.

Él no volvió a fijarse en mí.

Me encantaría hacer el cuento más extenso de lo que fue, pero puedo resumirlo en esa hora.

A duras penas entendí que debía abrir los ojos, aunque el dolor me los cerrara de nuevo.

No tienes una idea de la cantidad de cosas que pude haber hecho estando enamorada, aunque seamos sinceros, ¿eso era amor? Estaba siendo más que consciente de que durante algún tiempo el único sentimiento que me generaban esos vínculos era el de ansiedad.

Para no arruinarlo más con Dexter, comencé a trabajar, me ocupaba durante la tarde y por suerte, me llegaba más dinero y creé una que otra amistad, pero aun así era desgastante, siempre me las ingeniaba para terminar llorando.

Dexter ya se había alejado hacía mucho tiempo, quizá desde el momento en que nos acercarnos. Cuando lo conocí apenas éramos dos niños que no sabían que tenían mucho en común, éramos dos versiones de nosotros que no sabía en donde había dejado y así sentía que durante lapsos pequeños de tiempo nos sentíamos cerca, ya no se trataba de nosotros, ni de lo que solíamos ser.

Esa última semana Dexter me pidió espacio, debí agradecer que lo hiciera, ya sabía que yo era incapaz de hacerlo, no sabía cómo dejarlo ir. Dexter me pidió que lo dejara respirar, justo cuando yo estaba teniendo una crisis de ansiedad. Estaba lidiando con una crisis de ansiedad en casa de mis padres, mientras él estaba en la suya. Paradójicamente, fue mi hermano, con quien no me hablaba en ese entonces, quien me calmó. A veces, las personas que menos esperamos se convierten en nuestros salvavidas.

Otra de las ironías fue que, en esa semana, mi mejor amiga, que daba por perdida, se disculpó. Yo hice una carta para Dexter, pero en el fondo sabía que lo mejor que podíamos hacer era continuar con nuestras vidas, cada uno por aparte, incluso si yo lo había incluido en todos mis planes, incluso si yo lo amaba con toda mi existencia y lo que eso implicaba, porque a conciencia de que un día lo llamé vida, supe que me la estaba arrebatando.

Soy una protagonista extraña, ¿verdad?

Esta historia debía ser sobre Chase, pero en muchos capítulos te he hablado de Dexter, de mi gran y distinguido mejor amigo, así es la vida, impredecible y llena de giros inesperados.

Aprendí que no siempre somos los héroes en nuestros propios cuentos; a veces, somos solo seres humanos luchando por encontrar nuestro camino en medio del caos y la confusión.

Porque al final, cada persona que entra en nuestra vida deja una huella, una lección. Sé perfectamente que pude haber actuado diferente en muchos aspectos, ¿pero que no son esos errores los que nos humanizan? Y aunque algunas cicatrices duelen más que otras, todas nos enseñan algo valioso.

Siempre quédate con eso.

Este proceso que viví junto a Dexter apenas había comenzado, lo arruiné con él, pero nos negábamos a distanciarnos. Él también se había aferrado a mí, quizá a mi forma de quererlo, o a todo lo que significaba tenerme en su vida.

Como amigo, él fue el mejor, pero eso era todo, mi cariño y afecto era para la persona que conocí, ese que tenía en frente de mí todos los días en la facultad, era casi un desconocido.

Un desconocido con el que compartía una gran historia.

Hasta que en mayo fue demasiado y en junio suficiente.

Creo que todas las personas tenemos límites y yo ya estaba en el mío, Dexter me había enfermado completamente, había sacado lo peor de mí.

Él también había enfermado.

Recuerdo que solamente recibía sus mensajes, desde el hospital, desde su casa y nuestra relación se volvió meramente académica. Uno de esos días yo lo llamé, recuerdo perfectamente que fue un domingo, no supe como decirle que no me había dado igual.

Dexter y yo hablamos, ambos sabíamos que todo había llegado a su final. En ese momento creo que me desconecté por completo de mi misma, ya no sabía quién era y sabía que el único modo de terminarlo todo era diciéndole a Dexter que yo nunca pasé la página.

Dexter dejó la universidad.

Y yo... yo deseé hacer lo mismo.

Iniciamos contacto cero después de eso, pero yo siempre fui incapaz de eliminar las fotos y las guardé todas en un álbum por si algún día volvía a saber de él.

La distancia y el silencio se convirtieron en mi nueva normalidad. A veces, era un consuelo pensar que algún día Dexter y yo podríamos volver a hablar, no como lo que fuimos, sino como dos personas que una vez compartieron un vínculo profundo. Pero en ese momento, lo que más necesitaba era encontrarme a mí misma. Aceptar que los errores y las cicatrices formaban parte de mi crecimiento. ¿No?

Chase, en su manera silenciosa y constante, estaba allí. Siempre había estado allí. Su presencia me ofrecía una especie de estabilidad, una calma que contrastaba con la turbulencia que había sido mi vida con Dexter. No fue fácil, y no sucedió de la noche a la mañana, pero lentamente empecé a reconstruir mi vida.

Poco a poco, comencé a reencontrarme con las cosas que me apasionaban, aquellas que había dejado de lado en medio del caos. Redescubrí mi amor por la lectura, por las caminatas solitarias, por las conversaciones profundas con amigos que verdaderamente me comprendían. El arte y...

Dexter siempre sería una parte importante de mi historia, una que no puedo ni quiero borrar.

Tú dirás, "Hope, ¿entonces qué sucedió al final con Chase?" y yo te diré que nada... En serio me había tomado muy en serio la amistad que él había puesto entre nosotros. Con todo y sombras, había aceptado que la única forma en la que él me veía era la que yo podía inventarme en mi cabeza.

Chase y yo compartíamos momentos, conversaciones y risas, pero nunca cruzamos la línea que separaba la amistad del amor. Él siempre fue claro conmigo, y aunque había momentos en los que deseaba que nos viéramos de otra manera, comprendí que su presencia en mi vida tenía su propio valor, sin necesidad de ser lo que yo imaginaba.

Y como nunca aprendía la lección, a finales de junio conocí a Ryan Walker.