Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

26- Parque nocturno.

Estamos cerrando la tienda, creí que sería incómodo, pero no. Estamos como si nada, excepto porque me duele un poco la entrepierna.

—¿Vamos al parque?— pregunta Marco mientras baja la rendija de la puerta.

—Vamos, no quiero ir a mi casa ahora.

—¿Por qué?

—No quiero y punto, ahora maneja, esclavo— pido entrando al auto.

—Si madan— responde sonriente, cerrando la puerta del auto como metido en el papel.

Rio y no tardamos en empezar el viaje, casi llegando, compramos dos paletas de helados, una de chocolate para él, y otra de fresa para mí.

Camino hacia los toboganes y me acuesto en uno destechado, Marco se tira encima de mí y suelto un quejido.

—Pesas— le digo mordiendo mi paleta de helado.

—Tengo sueño.

—Ya es tarde, ¿duermes temprano?

—Sí, me acuesto como a las doce o dos de la mañana.

—Eso no es temprano, Marco— reprocho yo.

—Para mí, sí —dice y se levanta—. Echa para allá.

Ruedo los ojos y me muevo, él se acuesta a mi lado y quedamos como dos chicles de lo pegados que estamos. Él pasa su brazo por debajo de mi cabeza y yo vuelvo a morder mi helado.

—No lo muerdas, deberías ir presa, es delito— me dice recién destapando el suyo.

Espero a tragar el helado en mi boca y sonrío.

—Déjame ver el tuyo— digo mal, porque mi lengua se siente dormida.

Marco se ríe por eso, baja la guardia mientras se ríe y con rapidez muerdo su helado.

—¡No!, mi helado— grita él.

—Buenísimo— vuelvo a decir con la lengua media dormida y la boca llena de helado.

Él me mira incrédulo, tapo mi boca y me río, entonces él también intenta morder mi helado, pero lo muevo y no lo logra.

Me calmo tras un momento y continúo comiendo de mi halado mientras nos mantenemos en silencio.

—¿Que quieres hacer cuando termines la escuela?— me pregunta Marco, como si no lo supiera ya.

—Entrar a mi selección de futbol femenino favorita, ser reconocida y tener dinero, ¿y tú?

—Yo quiero casi lo mismo, no estoy seguro.

—Pues está seguro, ya falta poco— digo, miro al cielo que ya está oscuro.

—Si tuvieras que elegir sobre tu carrera y el amor, ¿Qué elegirías?

Frunzo el ceño y lo miro, él me ve expectante, tal vez esperando una respuesta, siento que con esto quiere decirme algo, pero me niego. Decido responder lo más sincera que puedo, así que con seguridad digo:

—Escogería mil veces mi carrera, el amor es mental, en corazón solo bombea sangre —afirmo, hago una pausa—. Lo que no es mental son los sueños y ambiciones que tienes, con el amor que crees sentir no llegarás a nada.

Marco me mira fijo aun cuando ya acabé de hablar, tras un momento mueve la cabeza en afirmación.

—Pensaba lo mismo hasta hace tiempo.

Sonrío pícara.

—¿Quién te hizo pensar eso?

Marco sonríe mientras muerde sus labios, voltea la mirada y mejor termina su helado mientras yo me río.

—Me gusta estar contigo, eres tan importante para mí como es mismo aire que respiro, Charlene, recuérdalo— susurra.

Sonrío discretamente.

—Muy cursi.

—Y también muy cierto.

—Eso no le quita lo cursi— contradigo y él niega.

Hacemos silencio, termino mi helado y me siento en el tobogán, escondo mi cara entre mis rodillas y me río.

—¿Qué te pasa?

—¿No va a cambiar nada entre nosotros dos, verdad?— pregunto, levanto un poco la cabeza viéndolo.

Él hace silencio, lo que me preocupa.

—No va a cambiar nada, pero tengo algo que decirte.

—¿El qué?

Marco hace silencio, parece que lo piensa, me distraigo cuando mi teléfono suena y veo la hora y mil mensajes de Tomás que tengo.

—Son las las doce— digo y me levanto.

Tomás me llama y cuelgo la llamada, entro a su chat con todos esos mensajes y escucho la última nota de voz que me envió:

—Escucha bien, te quiero aquí en dos minutos, tengo un bate y asesino gente, estás muerta. Cuidado con lo que haces, dije dos minutos y van tres ya verás.

Miro a Marco quién se ríe, se levanta y sacude sus piernas.

—Vamos a llevarte antes de que a tu hermano le dé algo.

Guardo mi teléfono y lo miro, recuerdo que él estaba a punto de decir algo hace solo momentos.

—Sí, pero, ¿que ibas a decirme?

—No iba a decirte nada— miente.

Trago seco, aunque no lo diga, sé lo que es que quiere decirme o al menos me lo imagino.

—¿Es sobre tu padre e irte del país?

Marco se tensa, sonríe de inmediato, queriendo parecer relajado. Yo por mi parte finjo que no me afecta, cuándo lo único que quiero es que lo niegue.

Puede ser egoísta, pero no quiero que diga que lo pienso no es cierto.

Supongo que prefiero vivir en una mentira antes que escucharlo decir la verdad.

Él se acerca, toma mi mano y niega. Truena y miro al cielo, está oscuro y ya hasta película de terror parece.

—No tiene nada que ver con eso.

—Pero recuerdo que dijiste que te ibas del país— digo sería, un nudo se forma en mi garganta.

—Mi padre quiere llevarme.

—Eso no quita que te vas a ir.

Él baja la mirada, mi respiración se vuelve pasada y empieza a llover, nos empezamos a mojar, pero para ambos no importa.

Él agarre en mi mano se afloja y la alejo, él vuelve a verme, cada vez es más difícil respirar por el agua que cae sobre nosotros, aun así nos miramos a los ojos.

—Debía irme hace tiempo, lo única razón por la que aún estoy aquí es porque no quiero dejarte. Eres como una droga que ahora no tengo el valor de dejar atrás. Si me pides que me quedé lo haré. No importa lo que me pidas, Charlene, siempre lo haré por ti.

Mi corazón se encoge en mi pecho, suelto algunas lágrimas que la lluvia que cae sobre mí disimula, o eso quiero y necesito creer. Me aclaro la garganta y paso saliva, porque sé que si hablo así sin más, mi voz saldrá sin fuerzas.

—No me pidas que te diga algo así, no es justo.

—Pero.

—Si yo tuviera que elegir entre mis sueños y un amor que no sé si durará —digo interrumpiéndolo—. Elegiría sin dudar mis sueños.

—¿Por qué eres así?

—Solo estoy siendo sincera, Marco.

Él vuelve a agarrar mi mano, esta vez la sostiene con fuerza. Apoya su cabeza en mi hombro mientras sostiene mi mejilla con su mano libre.

—Quiero irme a mi casa— murmuro.

Marco suspira, se aleja y me da una mirada triste, simplemente me apresuro a caminar hacia el carro como si nada sucediera.

•••

Entro a hurtadillas en la casa, las luces están apagadas. Subo con cuidado a mi habitación, me tiemblan los pies de los nervios y otras cosas. Para qué me niego.

Subo hasta mi habitación y adentro trato de cerrar la puerta lo más silencioso posible.

Suelto su suspiro aliviado y me doy la vuelta.

La luz se enciende de golpe y suelto un grito que ahogo con mis palmas. Ahí, en mi silla, está sentado Tomás como una señora que espera a su hija tarde en la noche.

—Dios mío, casi me da un infarto— digo dándome golpecitos en el pecho.

—¿Dónde estabas?— pregunta ignorándome por completo.

—En la casa de Marco, ¿Por qué?— digo intentando hacerme la calmada.

—¿Haciendo qué?

—¿Esto es un interrogatorio?

—Estoy preocupado, así que dime qué hacías.

—Veíamos un anime— digo y desvío la mirada tranquilamente quitándome los zapatos.

En parte no miento, estábamos viendo un anime.

—Si hubieras visto solo un anime de verdad, no habrías entrado como una delincuente— dice y achina los ojos.

El aire se me va.

—Es porque es tarde.

—Has llegado más tarde y entras como si vivieras sola, haciendo ruido y despertando a todos. Como para que sepamos que llegas tarde— afirma serio.

—Bueno, es que, ya sabes, las personas cambian.

Me quito el abrigo de Marco y tomo el mío de dormir, me siento en la cama para cambiarme al pantalón de pijama dándole la espalda a Tomás.

Cuándo termino me volteo y fuerzo una sonrisa. Tomas me mira con aún más sospecha.

—¿Por cierto? —susurra entrelazado sus manos debajo de su barbilla—. ¿Por qué tienes el cabello mojado?

—Me mojé de camino.

—Pero es que tu cara... No sé, hay algo extraño— dice, se empeña en seguir viéndome.

Me levanto nerviosa de la cama y camino hasta mi escritorio tomando mi teléfono que carga ahí.

—¿Por qué caminas así?— pregunta de golpe.

—¿Así cómo?— pregunto negándome a verlo y negándome a caminar.

—Como un pato... —ambos nos quedamos en completo silencio—. ¡Ya no quiero saber! ¡Perdón!— dice de golpe y sale de la habitación rápido.

Maldigo en voz baja y me acuesto.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro