Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

08- Vacas.

Estoy en la habitación de Tomás, acostada en su cama, él termina de pintar mis uñas de los pies. Estamos aquí escondidos para que mamá no nos mande a mover sus cajas con juguetes sexuales que han llegado hoy.

No sé por qué en lugar de mandarlas al local las mandan aquí.

Estoy aquí porque es mejor escondernos juntos, así no nos aburrimos. Aunque aún me molesta que por él pasamos la semana pasada completa barriendo la escuela.

—Están bien lindas— dice Tomás mirando mis pies orgulloso.

Miro que por primera vez las ha pintado bien.

—Vas mejorando— admito.

—Lo sé.

—Pregunta —digo pasando la mirada por la habitación, está vuelta un desorden, con cuadernos y cosas de la escuela tirados por doquier—. ¿Qué es este desorden?

Tomás va hasta una silla al lado de la cama y se tira a limarse las uñas.

—Estaba estudiando, saqué dos de diez en el examen que me dieron por quemar la práctica.

—¿Y? Yo estaría feliz, es una preocupación menos.

—Y estoy feliz, salté de la felicidad, pero tengo treinta preocupaciones más.

—¡Abran, perras!— grita Morgan desde el otro lado de la puerta.

Como si fuera Flash, Tomás se levanta y le abre.

—Su madre me encargó mover unas cajas, aún no me acostumbro a ver tantas cosas así. No sé cómo no están perturbados, de verdad— dice ella nada más entrar.

—Es normal— responde Tomás cerrando la puerta.

—Para ustedes. ¿Qué hacen?

—Nada, creo que es evidente— respondo acostándome sobre una almohada.

Tomás detrás de ella me mira mal y le sonrío.

—Vamos a montear— propone, voltea a ver a mi hermano quien asiente de inmediato.

—No lo sé, en el monte hay muchos mosquitos y las hierbas pican mucho, además— me callo al ver a Tomás.

Aun detrás de Morgan me señala con su dedo índice, luego se pasa el pulgar por el cuello en una clara amenaza.

—Kayli también viene, no tiene nada que hacer, es una vaga.

—Igual que tú, Morgan— digo levantándome con pereza de la cama.

Me acerco a la ventana y frunzo el ceño, logro ver a Joss sacando su cabeza por una ventana. Él achina sus ojos en dirección a la calle donde viene Kayli muy tranquila. Me despego de la ventana, la gente enamorada me da cringe.

—Voy a ponerme un pantalón largo y nos vamos— digo saliendo de la habitación.

Busco el pantalón y me lo pongo, luego bajo a la cocina y saco la bolsa de gomitas que escondí detrás de la nevera. Morgan y Tomás bajan abriéndole la puerta a Kayli, quien va directo a la cocina murmurando que quiere agua.

Me dejo caer en el mueble y empiezo a comerme mis gomitas, Joss entra como perro por su casa y lo miro incrédula.

—Hola, ¿a dónde van?— pregunta con las manos en su cintura. Mira por todos lados, tal vez buscando a Kayli.

—¿Y tú por qué entras así?— le pregunto.

—Dejaron la puerta abierta —espeta como si no fuera obvio—. Y bien, ¿a dónde van?

—Al monte.

—¿Para qué?

—A pasar un rato— Morgan lo mira exasperada, no le gustan las preguntas.

Kayli sale de la cocina con una funda más grande que ella y nos sonríe.

—Yo voy al monte a buscar pan de fruta, que nadie me pida— dice y nos muestra la funda.

—Nadie te va a pedir— le dice Morgan.

—De verdad, no quiero que me pidan, si quieren lleven sus fundas y busquen.

Yo sonrío y comparto una mirada con Morgan, al final no le respondemos nada y salimos de casa sin mucha prisa. Como si el destino nos quisiera juntos, nos encontramos con Marco, quien está sacando la basura.

•••

Yo estoy en el suelo con la cabeza recostada en las piernas de Marco mientras me como mis gomitas una a una.

Kayli está encima de una mata, tumbando unas cosas que es donde vienen las panas.

—Cañazo, me pica el culo— suelta ella y yo me rio.

—Bájate de ahí— le dice Marco como por cuarta vez.

—Me voy a bajar en un rato. Y no me pidan, que ninguno me está ayudando— dice ella subiendo aún más alto.

—¿Y si se cae?— me pregunta a mí.

—No se va a caer, ella se sube en matas desde que supo de la existencia de una— digo yo exagerando.

—Hay Dios.

—En el cielo— digo con burla.

—No es gracioso, se puede caer y romperse algo, yo qué sé.

—No le va a pasar nada— digo y tomo el último puñado de gomitas que me queda.

Estamos en una lomita y delante de nosotros hay un llano bastante amplio seguido de muchas matas.

—Oigan —nos llama Kayli preocupada y la miramos—. No sé si veo mal, pero un ejército de vacas viene hacia aquí.

Frunzo el ceño y volteo a ver hacia donde ella mira. No está mintiendo, como cinco vacas vienen corriendo hacia acá. Me fijo mejor y veo a los tres estúpidos que nos faltan correr delante de ellas.

—Ay Dios —murmuro intentando no reírme—. Ay Dios.

Mi hermano se cae y me rio en carcajadas. Se levanta y sigue corriendo, los tres gritan por ayuda. Yo y Marco ahora mismo parecemos dos focas epilépticas de tantas risas.

—Alguien que los ayude— dice Kayli sumándose a nuestras risas.

No puedo decir nada, me río tanto que ni aire puedo tomar bien.

—¡Ayuda, nos van a matar!— grita Tomás.

—¡Corre por tu vida!— le grita Kayli de vuelta.

—¡No van a aplastar vivos!— grita esta vez Joss.

—¡Auxilio, me desmayo!— dice Morgan y no puedo hacer nada más que reírme más alto.

Me fijo que los tres idiotas tienen hierbas en las manos, seguro y por eso las vacas los siguen.

—Cielo nuestro que estás en el padre— grita Tomás, nervioso.

Me apoyo en Marco agarrando mi estómago que empieza a doler, incluso siento que me meo.

—¡La sangre de Cristo tiene poder, la sangre de Cristo tiene poder, la sangre de Cristo tiene poder!— repite Joss mientras llega hasta nosotros.

Marco lo ayuda a subir entre risas, se ríe más que yo.

Kayli baja del árbol con su casi saco lleno de esas cosas.

Miro a los chicos quienes no dejan de correr y mi sonrisa se borra al ver que las vacas no se detienen.

—¿Qué coño le hicieron a las vacas?— pregunto nerviosa.

—A Tomás se le ocurrió la idea de subirse en una y por si no fuera poco les quitó la comida.

—Pido perdón, me pareció gracioso en el momento— dice mi hermano llegando, ayuda a Morgan a subir y luego sube él.

—A mí también me parece gracioso, pero no gracioso de risa, gracioso de retrasado mental— digo alzando la voz y remarcando lo último.

—Oigan —nos llama Marco y señala las vacas—. Esas cosas no se detienen.

—Sálvese quien pueda— digo y tomo la mano de Marco y salgo corriendo.

Todos empiezan a correr detrás de mí.

•••

Estamos en mi patio, es que todo tiene que ser en mi casa, ya parece la casa del pueblo.

Todos estamos bañados, tras bajar del monte cada uno fue a su casa y volvieron. Kayli volvió a hacer sus panas, y los demás a gastar mi dinero.

—Huele rico— menciona Joss y kayli voltea la cabeza de golpe.

Ella está sirviendo sus cosas en una olla de agua con sal más grande que la mitad de su cuerpo.

—No les voy a dar, coman mierda.

Aprovecho el momento para sonreír.

—A mí hay que darme, lo estás haciendo en mi casa y con mis cosas.

—¡Les repetí mil veces que si no me ayudaban no les iba a dar y no me hicieron caso!

—Yo quiero, recuerda que somos hermanos, somos panas, compañeros— dice Tomás.

—¿Eres estúpido?— le pregunta ella de mala gana.

—A veces, a veces, no siempre.

Me rio y me levanto, entro a mi casa y saco varias ollas hondas. Me sirvo bajo la mirada asesina de Kayli y vuelvo al círculo.

Cada uno hace lo mismo que yo.

—Los odio— murmura Kayli integrándose, está a punto de pelar una de las panas y comérsela cuando Joss tira una al suelo y hace una mueca.

—Una vaina sin salsa y sin nada, ay no— es lo que dice.

—Agárrenme que lo mato— pide Kayli.

No le hacemos caso y comemos las panas en silencio, al final Kayli no hace nada, pero mira mal a Joss. Quien, a pesar de que se las come, no duda en murmurar cada que puede que no tiene sal.

Kayli se cansa en algún punto y tira una pana en la cara.

—Tenías que hacerlo tú, mamaguevo.

—Me ofendes, yo no mamo guevo, otras cosas puede que sí.

—No te soporto, de verdad que no.

Joss se encoge de hombros como si no le importara.

Pasan unos minutos y los dos estúpidos empiezan a tirarse panas como dos idiotas. Kayli agarra un puñado de panas y se las tira a Joss con rabia, él se queda sorprendido, cuando reacciona agarra toda su olla y se la tira con todo.

—¡Maldito! ¿Qué hiciste?— grita Kayli y Joss se encoge con miedo.

—¿Ya lo dañé, verdad?

—Voy a rezar un padre nuestro por— Tomás no puede terminar su oración porque Kayli le lanza su olla a Joss.

—¡Hijo de perra!— le dice ella.

—Cállate, buena pendeja.

—Tú cállate, buen imbécil.

—¡Estás bien linda!

Hacemos silencio, nosotros somos como espectadores y las panas son nuestras palomitas.

—Te doy tres para que corras— le advierte Kayli.

—Ay, no, qué estrés— murmura Tomás y entra a la casa con su olla.

—Adiós, escoba con ojos— me dice Marco dejando un beso en mi mejilla.

Poco después se va Morgan también, Joss sale corriendo y Kayli se va detrás diciéndole todas las malas palabras que por su mente pasan.

—¡¿Y quién va a recoger esto?!— grito yo cayendo en cuenta de que me han dejado todo un desorden aquí.


Aprovecho esto para mostrar cómo es la habitación de Charlene.

Más o menos así me la imagino. Está ahí la ventana, ignoremos que la puerta no se ve porque pues le falta paredes, falta una lámpara que tiene con figuritas de personajes pero no había y hay que adaptarse. La pintura esa es de capítulos más adelantes entonces ignorémosla por ahora.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro