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Capítulo 7: I

Un cosquilleo me recorre todo el cuerpo, siento todos mis músculos como si estuvieran dormidos y no soy capaz de moverme.

-Lo hemos logrado.- Susurra la voz, algo frío roza mi mejilla con suavidad.- Ya puedes abrir los ojos.

La chica de mis sueños me sonríe, nunca la había visto tan contenta. Es muy extraño cada vez que la veo, es como si me mirara en un espejo pero que mi propio reflejo tuviera vida propia. Su mano acaricia mi mejilla, parece el tacto de un fantasma porque casi no se siente, solo es como una brisa fría.

-Estoy orgullosa, aguantaste.- Su sonrisa aumenta al hablar, frunzo el ceño en confusión.- Pensé que sería nuestro fin.- Susurra y me ayuda a incorporarme. Me siento ligera, como si flotara, pero no puedo moverme.

Intento hablar pero mis cuerdas vocales no obedecen, carrespeo y ella acaricia mi espalda.- Tranquila, todavía estás débil.

¿Qué ha pasado?

-Hemos escapado del polo norte.- Responde a la pregunta que había formulado en mi cabeza, me deja un poco confundida.- Se todo lo que piensas, somos la misma persona.- Se coloca de forma que quedamos frente a frente, se sienta y observa el paisaje.

Un bosque nevado.

-Antes amaba la nieve sabes, ambas la amábamos en realidad.- Suspira con pesadez.- Es raro hablar como si fuéramos dos personas distintas.- Sus ojos ahora blancos observan cada rasgo de mi rostro y sonríe con los labios juntos.- Estamos más cerca de volver a unirnos.

***

Varios meses después...

Desperté en mitad del mar. La voz dice que llevo mucho tiempo allí, que necesitaba recuperarme y había estado atrapada en nuestra mente, aún que yo solo lo sentí como un día excesivamente largo. El porqué estaba sumergida en el mar todavía no lo entendía muy bien, decía que así sería más fácil que no encontraran nuestro cuerpo y nos volvieran a intentar matar.

Sí, recordaba todo lo que pasó en el taller, al menos hasta que perdí el conocimiento y también alguna imagen suelta de después. Lo que si sabía con seguridad es que habían intentado acabar con nosotras, no podía confiar en nadie.

Lo primero que pensé cuando llegué a tierra firme fue en mi supuesta familia, digo "supuesta" porque la voz dijo que nosotras no teníamos familia, que solo era para mantenernos atadas al mundo humano.

Puede que me haya vuelto loca del todo y ya no exista forma de curarme, pero no me sonaba tan disparatado. Después de todo lo que había pasado en tan poco tiempo ya me esperaba cualquier cosa, al menos si seré una loca tendré que ser una loca feliz.

La voz se había vuelto mi mejor amiga, cosa que me hacía parecer una total demente. Pero, ¿a quién le importaba?

Además, la sentía familiar y cercana, como si fuera parte de mí. Aún que aveces me sacaba de quicio, no fue una ni dos veces cuando se apoderó del control de mi cuerpo para obligarme a usar nuestros poderes. Todavía me sorprendía y me parecía imposible pero no me servía de nada negarme a lo que veía y sentía. Ahora mismo estaba en una de esas ocasiones.

-Debes saltar, hasta que no te aceptes no podremos hacer nada.- Al terminar la frase se acercó dos pasos más al borde. Con miedo intenté recuperar el control, pero era como si me encontrara en segundo plano.- No te preocupes, podemos volar.

No sabía que en Francia hacían edificios tan altos o quizás nunca estuve en la azotea de uno, pero ahora mismo desearía no haberlo descubierto. Me preparé mentalmente para el impacto cuando solo quedaba un paso para caer.

-Abre los ojos, idiota. Mira eso.- Casi sentí como me abofeteaba, agradezco que esté encerrada en mi mente.

Mire al callejón que se encontraba al frente, entre las sombras una figura se movía. Sin previo aviso una figura totalmente negra salió a la luz de las farolas, venía a toda velocidad hacía mí. Me cubrí con los brazos y sentí la energía rodearme, eran como pequeños choques eléctricos a mi al rededor. La figura negra me atravesó, no sé si gracias a mi campo de fuerza o a que no pretendía hacerme daño.

-¿Qué fue eso?- Murmure mientras observaba como se alejaba en el cielo, era de noche y casi no lograba distinguirla. Extrañamente la voz no respondió, por un momento me sentí totalmente sola.

Varias figuras negras aparecieron, se movían de un lado a otro sin parar y eran todas idénticas. Me quedé quieta esperando a que alguna se diera cuenta de mi presencia pero ninguna de acercó a mí otra vez, me senté en el suelo de la azotea contemplando el cielo. Hoy la luna no brillaba, había sido tapada por las nubes.

***

Jack Frost.

Habían pasado varios meses desde la desaparición de _____, la estuvimos buscando pero no había rastro de ella y todos se rindieron, menos Norte y yo. Conejo quiso darla por muerta, cosa que me molestó bastante, bueno en verdad me molestaba todo de él. Todos volvimos a nuestras tareas como espíritus, todos menos yo, no dejé a los niños de lado ni dejé de traer el invierno pero no volví al Taller de Norte, estaba ocupado buscándola en mis tiempos libres.

Thomas me sacó de mis pensamientos, estaba estirazando de mi sudadera.- Creo que te están llamando.- Señaló al cielo, más concretamente a la Aurora. Asentí, antes de irme me despedí de Thomas. Venia a verlos bastante a menudo, tenía la vaga esperanza de que ____ volviera con ellos. Pero para mi desilusión Thomas no la recordaba, intenté hablar sobre eso con Norte al principio pero evadió todas mis preguntas.

No quería regresar al Taller, pero debía cumplir con mi deber como guardián. Espero que sea algo importante.

***

-Estoy muy ocupada, más vale que no me hayas hecho perder el tiempo viniendo hasta aquí. ¿Sabéis a cuántos niños se les caen los dientes en esta época? Parece que se ponen todos de acuerdo, es un completo desastre, no sé como no se quedan sin dientes...- Hada se encontraba relatando uno de sus tantos discursos, Norte no la prestaba atención ya que estaba ocupado mirando a la luna. Conejo por su parte acababa de llegar a la vez que yo, Meme era el único que parecía escucharla.

-¿Qué tal, palo de hielo?- Conejo preguntó con sorna a mi lado, le miré de reojo sin darle mucha importancia.

-¿Palo?- Bufe mientras me cruzaba de brazos.- Pensé que era "cubo" de hielo o algo así.

-Palo de hielo te queda mejor, eres demasiado delgado.

-Y tú demasiado gordo.- Respondí sin pensar, su comentario me había ofendido. Más quisiera tener mi cuerpo, no todos tienen tanta suerte.

Empezamos a discutir cómo era costumbre, odio a este maldito experimento fallido.

-Pitch a vuelto.- La voz de Norte retumbó en toda la sala, inmediatamente guardamos silencio.

-¿Otra vez?- El canguro golpeó el suelo con una de sus patas.- ¿Nunca se cansa?- Se notaba la molestia en su voz, no tanto como cuando estaba discutiendo conmigo.

-Pero ahora no está solo.- Eso nos extrañó a todos, Meme creó una interrogación sobre su cabeza. Norte no le estaba mirando, mantenía la mirada fija en el suelo.

Así que decidí preguntar yo por Meme.- ¿Quién está con él?

-No lo sé.- Se da la vuelta y observa el mundo. Todos nos acercamos y hacemos lo mismo.

Las luces de muchos países estaban parpadeando, eso significaba que los niños estaban empezando a dudar de nosotros. Pero lo que más me preocupó fue Francia, ya no quedaba ninguna encendida.

-Tenemos que ir rápido.- Su voz suena como la de un sargento.- Al trineo.- Eleva la voz al ver que no le seguimos, soy el primero en seguirle y Conejo se queda atrás como siempre. Es un cobarde.









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