Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 3: I

Hoy había sido un día normal, como cualquier otro: levantarse, ir a clases y luego volver a casa. Uno de esos días en los que tu vida es demasiado monótona y aburrida. Lo único bueno es que el dolor de cabeza no ha vuelto.

Decidí irme a casa de Alex, mí mejor y único amigo de verdad, no tenía nada que hacer por la tarde y para estar aburrida prefiero estar con él. Por desgracia, mi padre me obligó a llevarme a Thomas conmigo para que juegue con el hermano de Alex, tiene 10 años y al parecer tiene una obsesión por mí. Suspiro con cansancio recordando todas las veces que ha intentado llamar mi atención.

Llegamos a su casa, llamo al timbre, pero nadie abre. Vuelvo a llamar, de nuevo nada. Me doy la vuelta para irme cuando Thomas abre la puerta.

―Estaba abierta ―se excusa ante la mala mirada que le dedico.

―Eso no está bien, vámonos.

Empiezo a caminar cuando se escucha un ruido de algo rompiéndose, me detengo echando un vistazo al interior. Otro ruido suena en algún lugar, pero no parece que haya gente dentro. Frunzo el ceño extrañada, por un momento pienso en la probabilidad de que sea un ladrón, pero la descarto inmediatamente por la hora. ¿Quién entraría a robar en plena tarde? Cualquier vecino podría verle.

Agarro el brazo de mi hermano para irnos, lo que pase en esa casa no es asunto nuestro. Cuando me encuentre con Alex le contaré, pero ahora no podemos hacer nada. No voy a entrar en su casa sin su permiso.

Thomas protesta intentando zafarse de mi agarre.

De repente, una suave melodía se escucha desde el interior de la casa. Toda mi atención recae sobre ella, una extraña sensación familiar me invade.

Mis pies empiezan a moverse para entrar en la casa en contra de mí voluntad, no me doy cuenta hasta que estoy subiendo las escaleras hasta llegar a un desván. Intento detenerme y salir, pero mi mente se nubla imposibilitando que forme un pensamiento coherente.

Hay un montón de muebles tapados por sábanas blancas, pero uno en concreto capta mi atención, se encuentra tapado por una sábana roja con los bordes dorados. Mi mirada no se despaga ni un segundo mientras me acerco.

La sábana solo tapa la mitad del espejo y puedo ver mis pies y piernas reflejados en la parte de abajo, algo me dice que no es buena idea destaparlo, pero otra parte de mí desea hacerlo.

La melodía sigue retumbando en mis oídos.

Mis dedos rozan la tela y está cae al suelo antes de que pueda darme cuenta para impedirlo. Levanto la mirada observando mi reflejo.

De repente, desprende una luz brillante que me rodea. Intento cubrirme con los brazos pero es demasiado tarde, pues ha conseguido cegarme y rápidamente pierdo el conocimiento.

***

Frío.

No siento nada más allá del frío.

―Despierta... escucho una voz a lo lejos, pero el frío me mantiene paralizada y no puedo abrir los ojos―. Ven...

Intento hacer cualquier movimiento, pero me resulta imposible, algo me mantiene quieta. Mi voz no sale de mi garganta, no puedo hablar ni hacer ningún ruido. Ni siquiera siento mi cuerpo por completo.

Libérame., llevamos mucho tiempo separadas La voz cada vez es más clara―. Una sin la otra no somos nada, déjame volver a ti.

Algo empieza a quemar en medio de mi pecho, como si estuviera derritiéndose encima de mi piel.

Mira lo que nos han hecho. Confiamos y nos traicionaron... escucho como empieza a divagar, hablando de cosas que no logro entender.

El calor empieza a contrarrestar al frío.

Con dolor consigo abrir ligeramente los ojos y un paisaje blanco me da la bienvenida, pero también una chica que juraría que es igual que yo menos por los ojos, los cuales parecen dos diamantes que brillan con luz propia. Pequeños copos de nieve se encuentran en su cabello que se mueve ligeramente. Observo con detenimiento cada uno de sus rasgos, quedándome hipnotizada en sus ojos que, además del brillo propio, tienen pequeños destellos de colores distintos.

Al fin despiertas.

Jack Frost.

Estoy en el taller de Norte molestando a los yetis y duendes, pero Norte me arruina mi diversión, como siempre.

―Jack, necesito hablar contigo.

Bufo dejando en paz al duende que había congelado sus pies. Camino detrás de Norte y llegamos a la sala del mundo, contemplo extrañado la imagen de una chica que me resulta familiar. Norte se para en seco y me golpeo contra su grande espalda.

―¿Qué pasa? ―pregunto sobándome la frente.

―¿La conoces? ―señala a la chica.

Observo la imagen con más detenimiento, mis ojos se amplían con sorpresa al reconocerla. La hermana mayor de Thomas. Desvío la mirada hacía Norte, preguntándome internamente por qué quiere saber sobre ella. Me obligo a mantener un rostro indiferente.

―Sí, bueno, sólo la he visto unas cuantas veces ―le quito importancia encogiéndome de hombros.

―¿Ella te podía ver? ―pregunta demasiado serio para mi gusto. ¿Qué pretende?

Medito mi respuesta, pensando en la posibilidad de mentir y ahorrarme el explicar la situación, pero suspiro dándome por vencido. Es Norte, si quiere saberlo tendrá un buen motivo.

―No ―respondo con sinceridad, pues nunca me ha visto a pesar de estar muchas veces con su hermano―, pero de repente sí.

Recuerdo la pequeña guerra de nieve que tuvimos, una sonrisa divertida intenta escapar de mis labios, pero la contengo manteniéndome serio.

Todavía no entiendo a donde pretende llegar, no es la primera vez que alguien más mayor es capaz de verme. Incluso algunos adultos y abuelos son capaces.

―¿Cómo que de repente sí?

―Hace poco consiguió verme, no preguntes porque no lo sé.

―¿Cómo actuó? ―frunce el ceño y se cruza de brazos.

Siento que estoy en un interrogatorio.

―Pues...--me quedo en silencio, recordando su reacción―. Demasiado normal, como si fuera lo más normal del mundo. Esperaba que entrará en pánico o...

―De acuerdo ―me interrumpe y guardo silencio.

Espero a que siga hablando, pero se queda mirando la imagen. Muevo el pie con aburrimiento mientras mantengo las manos en mi bolsillo.

Pasa el tiempo y no dice nada, a pesar de que le he preguntado varias veces.

―¿Qué es lo que ocultas? ―insisto, acercándome a él para que no pueda ignorarme.

―Deberías irte, tengo cosas que hacer.

Ni siquiera me mira al hablar, simplemente se da la vuelta y camina alejándose.

Si quieren ocultarme cosas yo mismo puedo descubrirlas, creo que soy de confianza como para que me informen. Así que decido ir a visitar a Jaime, que según me contó es amigo del abuelo de esa chica.

Norte.

Tiene que ser ella.

Ese pensamiento se repite una y otra vez en mi mente. Repaso todo lo que me contó el Hombre de la Luna, será mejor que vaya a asegurarme.

Llamo a los yetis para ir a la casa de la chica, pero al llegar solo está su padre. Recorremos volando la ciudad, esperando encontrarla por las calles, hasta que veo un niño llorando mientras sale corriendo de una casa.

No debería desviarme, pero soy incapaz de seguir e ignorarle. Bajo hasta quedar a su lado cortando su carrera.

―¿Qué te sucede, pequeño? ―pregunto saliendo del trineo.

―Mi hermana... no despierta ―dice entre sollozos. En un arrebato desesperado agarra mi ropa―. Por favor, ayúdala.

Estoy a punto de negarme y decirle que busque un adulto, pero mi conciencia me repite que es un pobre niño que necesita ayuda.

―¿Dónde está?

Sin decir nada, empieza a correr entrando en la casa. Miro a los yetis que siguen en el trineo.

―Ahora vuelvo ―les informo para que no se muevan.

Sigo al niño hasta llegar a un desván. El cuerpo de una chica permanece en el suelo inmóvil.

―¡____! ―solloza lanzándose al suelo a su lado, la mueve pero ella no responde.

Frunzo el ceño al escuchar ese nombre. Me acerco agachándome junto al niño, observo a la chica llevándome una sorpresa al reconocerla. Es ella.

Por un momento me siento confundido, pues no esperaba encontrarla en este estado, pero no hay tiempo para pensar.

Con cuidado, paso los brazos por debajo de su cuerpo y la levanto sin mucho esfuerzo. La llevaré al Taller, allí podré investigar para saber lo que la pasa.

―¿Cuánto tiempo lleva aquí?

―No lo sé ―tartamudea―, creo que 3 horas.

Empiezo a caminar con el pisándome los talones, sin despegar su vista de su hermana mientras de sus ojos todavía caen lágrimas.

―¿Y vuestros padres? ¿Cómo os han dejado solos?

―Se supone que veníamos a ver a un amigo ―corre poniéndose delante de mí, obstruyéndome el paso―. ¿Qué la pasa?

―Debe haberse desmayado por estar cansada ―respondo lo primero que se me ocurre para no preocuparle más―. Ve a casa con tus padres, seguro que te están esperando.

―Pero... ____... ―se mueve inquieto, aprovecho para rodearle y seguir mi camino fuera de la casa.

―La llevaré al Polo Norte para que se recupere, cuando este bien la traeré a casa.

El niño se detiene al escuchar mis palabras. Dejo a la chica en el Trineo y los yetis me ayudan a colocarla correctamente en el interior.

Una pequeña mano tira de mi ropa haciendo que me vuelva y mire abajo, encontrándome con el niño mirándome fijamente. Se limpia las lágrimas de sus mejillas, pero sus ojos siguen ligeramente enrojecidos.

―Confío en ti, Norte ―sus palabras están impregnadas de sinceridad, lo que provoca que mi estómago de un vuelco y mi pecho se contraiga.

―Recuerda portarte bien ―me despido rápidamente, incapaz de mirarle a la cara sin derrumbarme.

Es por el bien de todos,me repito una y otra vez intentando borrar las palabras del niño.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro