Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 26: III

―¿Hola? ―murmuro con timidez. Ni siquiera estoy segura de lo que voy a hacer.

Observo la espalda tensa de Cupido. Su pelo parece más rubio a los rayos del sol, pero no pierde ese toque cobrizo.

Detengo mis pasos a unos metros de distancia. No me ha respondido ni ha hecho ningún movimiento. Inhalo llenando mis pulmones, intentando coger valor de alguna parte.

Es Cupido, debo confiar en él.

Exhalo el aire en un suspiro tembloroso. Una brisa repentina pone mi piel de gallina. Las palabras se atascan en mi garganta, incapaz de empezar la conversación.

―¿Estás mejor? ―pregunta en un susurro, sin girarse a mirarme.

Dudo, pues llego a pensar que ha sido mi imaginación.

―¿Qué?

―¿Estás mejor? ―repite más alto y claro.

―Sí, estoy bien.

Silencio.

Mientras venía en su busca, no pensé que fuera tan complicado iniciar la conversación. Tengo las palabras en la punta de la lengua, pero no soy capaz de pronunciarlas.

Desvío la mirada en un intento de distraerme, pero me cruzo con los ojos azules del peliblanco. Se encuentra esperándome dentro, aunque no pierde la oportunidad de vigilarnos desde una ventana. Sus ojos sobre nosotros solamente consiguen ponerme más nerviosa, recordándome todo lo que pasa entre nosotros. Niego con la cabeza de forma casi imperceptible, necesito concentrarme.

Doy un paso al frente para colocarme al lado de Cupido pero, antes de que pueda dar otro y acercarme, escucho su voz.

―Tengo que irme unos días ―informa tomándome por sorpresa.

―¿A dónde?

―Trabajo ―responde simplemente, como si eso resolviera cualquier duda.

No necesito conocerle demasiado para saber que está ocultando algo. Entonces, creo que es el momento para empezar.

―No te quieres ir por lo que ha pasado, ¿verdad? ―inclino la cabeza, permaneciendo atenta a su reacción.

―He dejado mis obligaciones apartadas durante estos días, tengo que volver.

Suspiro. Vuelvo a caminar hasta poner la mano en su hombro, sintiendo como se tensa bajo mi toque.

―Antes necesito hablar de una cosa.

No dice nada, por lo que continúo hablando.

―Lo que ha pasado ahí dentro... ―empiezo con desconfianza, pensando que me interrumpirá, pero no lo hace―. No entiendo por qué has atacado a Jack, sé que os lleváis mal, pero no era necesario que intentaras matarlo...

―No intentaba matarlo ―interrumpe.

―Se estaba asfixiando.

―Me descontrolé un momento, pero no le iba a matar ―repite seguro de sus palabras, al menos eso es lo que transmite el tono que utiliza.

―¿Por qué te descontrolaste? ―insisto poniéndome a su lado, viendo su perfil―No tiene sentido...

―No lo entenderías ―responde y percibo como aprieta la mandíbula. Mi mano sigue en su hombro.

―Pues explícamelo ―pido, esperanzada de que lo haga.

Niega sin decir nada. Quito la mano y cruzo los brazos sobre mi pecho.

―Lo entenderé si me lo explicas, pero no soy adivina.

―No puedo.

Sus ojos permanecen en el suelo, ni un segundo ha desviado la mirada hacía mí. Frunzo el ceño sintiendo la molestia crecer en mi interior.

―Sí que puedes, otra cosa es que no quieras.

―Ojalá fuera tan fácil como decírtelo y ya ―suelta una carcajada que me deja paralizada un segundo. No había ningún rastro de diversión.

Nos quedamos en silencio, mientras analizo su actitud intentando buscar una respuesta a sus acciones. Desvío la mirada pasándola por el jardín, los rayos del sol iluminan de forma preciosa cada detalle.

―Cuando intenté pararte, tuve una especie de... ―hago una pausa, sin saber cómo nombrarlo.

―¿De qué?

―No lo sé, pero te vi y estábamos hablando ―le echo un vistazo de reojo, sigue en la misma posición―. Tus ojos brillaban y estábamos en un lugar distinto, no conseguí diferenciarlo, pero había mucha luz como si estuviéramos bajo el sol. Me dijiste que fuéramos a la sombra y yo conteste que me gustaba sentir el sol.

Me quedo en silencio, recordando la sensación que me invadía, aquella paz y tranquilidad que pocas veces he sentido.

―¿Y qué pasó? ―pregunta, su tono de voz más bajo de lo normal.

―Quitaste mis manos de tu cara y se acabó.

Bajo la mirada a mis manos y las extiendo ante mi vista, mientras un detalle que había ignorado se abre paso en mis pensamientos. Estaba acariciando su rostro con cariño.

―¿Qué fue eso que vi? ―pregunto rompiendo el tenso silencio que se formó. No consigo respuesta― Se sentía muy real, ¿hiciste que tuviera alucinaciones?

Niega.

―Entonces, ¿qué era? ―insisto, sin conseguir nada―. ¿Por qué la voz confía en ti?

Eso parece llamar su atención, porque levanta la mirada fijándola en mí.

―¿Cómo?

―Ella me dice que confíe en ti, ¿por qué?

Su rostro se contrae ligeramente confundido, pero rápidamente se recupera volviendo a su expresión vacía.

―¿Cuándo te ha dicho eso?

―Ayer, cuando apareció.

―No me lo contaste ―recrimina, aunque no noto enfado en su tono.

―No desvíes el tema. La voz confía en ti, eso debe significar algo, y si le sumamos lo que vi hace un rato...

―¿Qué sospechas?

Observo sus ojos verdes por unos segundos, intentando buscar alguna pista que confirme mi teoría. Él me devuelve la mirada en silencio, esperando pacientemente.

―Me conocías antes de todo esto ―pregunto, pero suena más como una afirmación.

Su rostro permanece vacío. Sus ojos no se despegan de los míos, sus labios están juntos en una línea y puedo ver la tensión en cada uno de sus músculos.

No responde inmediatamente, parece que está debatiendo en su interior. Aunque me está mirando, no siento que me esté observando ahora mismo, podría decir que está perdido en sus pensamientos.

Espero, estática en mi lugar. Suplico en mi interior porque me diga la verdad y no haga más complicada la situación.

No sé cuanto tiempo pasa hasta que sus labios se mueven y los latidos de mi corazón se paralizan un segundo.

―Sí.

En el fondo me esperaba esa respuesta, pero escucharlo directamente de él lo hace más real. La conmoción me deja paralizada por un instante, observándole perpleja sin creer que todo este tiempo ha estado a mi lado sin decir nada.

―P-pero... ―tartamudeo sin saber lo que preguntar primero. Un millón de dudas pasan por mi mente.

―No podía decírtelo, ____. Si hubiera sido por mí, lo habría hecho desde el primer momento ―explica, aunque simplemente me parece una excusa.

―Todo este tiempo sabías quien era.

Asiente. Se acerca acortando la distancia y agarra mis hombros manteniéndome en mi lugar. Mis piernas flaquean y me agarro de sus antebrazos.

―Confía en mí, de verdad que no podía decirlo.

―¿Por qué?

―No depende de ti o de mí, es mucho más complicado.

―No entiendo nada.

Suspira y cierra los ojos. Aprovecho ese momento para inspeccionar su rostro. ¿De qué nos conocíamos?

―Escúchame ―abre los ojos encontrándose con los míos.

Mueve las manos hasta mis mejillas, donde las acuna en sus palmas con delicadeza. Acerca su rostro, sin permitir que desvíe la mirada.

―Mi único objetivo es ayudarte, siempre lo ha sido ―susurra mirándome fijamente―. No puedo decirte todo, porque te pondría en peligro.

―Sería más fácil si me dijeras todo lo que sabes ―contradigo, sacando fuerzas del fondo de mi ser, pues la confesión ha aturdido mi cerebro.

―No, desearía que fuera así ―hace una pausa―. Estaré a tu lado y te seguiré ayudando hasta que todo se solucione. Intentaré responder todas las preguntas que pueda y que no te pongan en peligro.

―¿Por qué? ―antes de que pueda contestar, repito la pregunta―. ¿Por qué me ayudas? ¿De qué me conocías?

―Creo que deberíamos ir poco a poco.

―No ―muevo la cabeza, soltándome de su agarre―. Quiero saberlo todo, quiero respuestas reales.

―Las tendrás, pero no ahora.

Unos pasos aproximándose hace que cierre la boca, antes de que siguiera hablando. Movemos la cabeza para ver al peliblanco acercándose, con el rostro bañado en seriedad.

―Atrás, no te acerques a ella ―amenaza poniéndose entre Cupido y yo.

Me da la espalda y le enfrenta, Cupido le observa por un segundo y vuelve la mirada a mí por encima de su hombro.

―Estábamos hablando ―explico mientras agarro su brazo y tiro de él, queriendo que se quite.

Me ignora.

―No quiero que la vuelvas a tocar.

―Jack, no me estaba haciendo nada malo ―levanto el tono de voz―. Por favor, vete.

Se gira con el ceño fruncido, me contempla confuso y ligeramente molesto.

―¿Se te ha olvidado lo que ha hecho hace un rato?

―No, claro que no ―respondo rápidamente, suelto su brazo―. Pero estábamos hablando y has interrumpido.

―¿Sobre qué?

―Luego te lo cuento, por f...

―Entonces, puedo quedarme escuchando ―interrumpe y se coloca a mi lado, con las manos en el bolsillo de su sudadera.

Me quedo quieta observando con enfado al peliblanco. Le avise de que no se metiera en la conversación y no me ha hecho caso.

―Estaba diciéndole a ____ que me tendré que ir unos días ―explica Cupido llamando nuestra atención―, intentaré darme prisa.

―¿Qué tienes que hacer? ―pregunta con curiosidad el peliblanco a mi lado.

―Mis obligaciones, ser Cupido no es tan sencillo como parece ―responde sin especificar.

―Cuanto más tiempo tardes, mejor para mí.

Golpeo su brazo con el codo, suelta un quejido y me mira con el ceño fruncido. Le devuelvo la mirada molesta. ¿Cómo puede hacer esos comentarios ahora?

―Cállate ―siseo por lo bajo.

Desvío la mirada hacía el ojiverde, quien observa al peliblanco sin expresión. Los nervios aumentan ligeramente, temiendo que pierda el control y le ataque de nuevo.

Levanta una de sus comisuras ligeramente, enseñando una pequeña sonrisa ladeada.

―Intentaré volver lo más rápido que pueda ―sus pupilas se posan sobre mí. Asiento.

No quiero dejar la conversación así, mucho menos si se irá de verdad. Una pequeña parte de mí desconfía, contempla la posibilidad de que no vuelva, pero es una tontería pensar en eso porque estamos en su casa, tarde o temprano tendrá que volver.

―¿Será mucho tiempo? ―pregunto, dejándome llevar por mis pensamientos.

―No, un par de días imagino.

Eso me tranquiliza, pero igualmente no quiero dejar la conversación así.

Observo de reojo al peliblanco, suplicando en mi mente para que nos deje solos. Necesito respuestas y con él no me las dará.

―¿Cuándo te vas? ―interviene Jack con fingido interés.

―Hoy.

Amplio los ojos con sorpresa, sospechaba que se iría pronto, pero no imagine que fuera tan inmediato.

―Perfecto ―comenta poniendo las manos detrás de su cabeza y estirándose, como si no le importara―. ¿Vienes, ____?

Antes de que pueda responder, agarra mi muñeca y tira de mí hacía la casa. Giro la cabeza para ver a Cupido observándonos en silencio mientras nos alejamos. Vuelvo la vista a Jack dispuesta a gritarle que me suelte, pero me dedica una mirada de advertencia haciendo que cierre la boca.

―Te dije que no intervinieras ―reprocho al entrar, sigue sin soltarme mientras camina por los pasillos.

―Y yo te dije que si te tocaba lo haría.

―No dijiste eso ―niego y me detengo, obligándole a que él también se pare.

―¿No? ―frunce el ceño, pero rápidamente desaparece y sonríe ligeramente―. Entonces lo pensé, da igual.

―No da igual, Jack.

―No me gusta que estés con él ―dice retomando el camino mientras me arrastra―. Has visto lo que ha hecho antes, es peligroso.

―Perdió el control ―le defiendo inmediatamente, pues creo en sus palabras.

―Con más motivo, si no es capaz de controlarse podría hacerte daño.

―No creo que lo haga ―insisto, ganándome una mirada molesta por su parte.

―No puedes confiar en alguien que no conoces, _____.

Sí que le conozco, al menos la voz lo hace.

―Me ha ayudado todo este tiempo ―digo en su lugar, pues no creo que le siente bien saber la verdadera razón de mi confianza.

―Podría estar fingiendo y ser un plan.

Me suelto de su agarre y se detiene observándome con el ceño fruncido.

―Quienes quieren hacerme daño son los guardianes, no Cupido.

Aprieta los labios en una fina línea y veo en sus ojos como le ha molestado lo que he dicho.

―Puede que él también quiera algo de ti ―hace una pausa acercándose― y no precisamente bueno.

Tengo que levantar ligeramente la cabeza para mirarle a los ojos.

―Confío en él ―repito remarcando cada palabra.

Enfrento su mirada sin titubear, pues la molestia de que haya interrumpido la conversación es mayor a mis nervios. Permanecemos así durante un rato, no sabría especificar exactamente cuánto tiempo, pero termino perdiéndome en el color azul y distrayéndome.

De repente, suspira y da un paso atrás alejándose de mi cuerpo.

―No quiero seguir hablando de él.

Extiende la mano en mi dirección, mostrando su palma y esperando a que le de mi mano. La acepto y entrelaza nuestros dedos inmediatamente.

―Vamos a tener tiempo solos y pienso aprovecharlo ―susurra con una ligera sonrisa, haciendo que un escalofrío recorra mi cuerpo.

―¿A qué te refieres? ―pregunto temerosa, no me ha gustado como ha sonado eso.

―Ya lo verás ―guiña un ojo antes de empezar a caminar conmigo. Me dejo llevar en silencio, pensando en todos los posibles escenarios que pueden surgir.

Espero que el ojiverde vuelva pronto.

***

Uy.

Me voy lentamente sin decir nada más :)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro