Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 26: I

La claridad provoca que apriete los párpados, para segundos después abrirlos lentamente. Doy la vuelta y tapo mi cara al sentir un ligero dolor de cabeza.

¿Qué hora es?

Suspiro. No me apetece moverme ni un centímetro, así que permanezco tumbada intentando dormir de nuevo.

La imagen de un niño pequeño aparece en mis pensamientos e, inmediatamente, recuerdo a la voz. Levanto la cabeza con los ojos entrecerrados en busca del peliblanco. No se encuentra en la habitación.

Me siento al borde de la cama y estiro la espalda, sintiendo por un segundo un ardor en la herida. Camino hasta el baño y lavo mi cara, consiguiendo despejarme un poco.

Observo mi reflejo visualizando el parecido entre ambas. Es innegable que somos la misma persona, pero lo que ella irradia es totalmente diferente, casi haciéndonos parecer personas distintas. Como dos gemelas que lo único que tienen en común son los rasgos, pero absolutamente nada más.

Recuerdo los rasgos atemorizados del niño, también aquellas escenas donde el niño era más mayor. Su rostro siempre me parece extremadamente familiar. Juraría que es el peliblanco, incluso sus nombres se parecen:

Jack Frost y Jackson Overland.

Pero, si pienso con lógica, no pueden ser la misma persona. Básicamente porque el peliblanco es un espíritu y el niño parecía humano. Además, en el caso de que fueran el mismo, Jack me recordaría y nunca ha dicho que me conociera de hace mucho tiempo. Aunque viendo todo lo que ha pasado últimamente, no estoy segura sobre qué pensar.

Salgo del baño después de asearme, justo en ese momento tocan a la puerta del dormitorio.

―¿Estás despierta? ―la voz de Cupido se escucha al otro lado.

―Pasa.

La puerta se abre, pero permanece fuera.

―Vamos a entrenar ―informa cruzándose con mi mirada. Asiento en respuesta―. ¿Qué tal dormiste?

Me detengo de camino a cambiarme de ropa. Pensar en lo que pasó con el peliblanco antes de dormir acelera mi corazón, intento relajar mi pulso para que no se entere.

―Bien ―respondo en un pequeño carraspeo.

Continúo hacía el probador y cierro la puerta detrás de mí, permitiéndome soltar el aire que no sabía que estaba conteniendo.

Salgo una vez vestida con ropa cómoda, aunque no sé lo que vamos a hacer. El ojiverde está apoyado en el marco de la puerta, esperando pacientemente.

―¿Y Jack? ―pregunto al llegar a su lado. Se encoge de hombros sin darme una respuesta.

―Entonces, ¿dormiste bien? ―insiste mientras andamos por el pasillo.

―Sí, ¿por qué lo preguntas?

Se queda en silencio unos segundos, me mira de reojo y vuelve la vista al frente.

―Noté algo raro en ti por la noche ―comenta de forma despreocupada, aunque la tensión en sus hombros no dice lo mismo.

―No pasó nada.

Las palabras de la voz se pasean por mi mente: Confía en Zed, por favor.

Muerdo mi labio inferior, dudando si contar lo que sucedió o mantenerme en silencio. Hay muchas cosas de Cupido que todavía no entiendo, que es lo que me hace dudar sobre que tan confiable es. Sin embargo, es cierto que lo único que ha hecho es ayudarme hasta ahora, menos algún detalle que me ha molestado.

Cojo aire con resignación, preparándome para serle sincera.

―Bueno ―llamo su atención, bajo la mirada al suelo mientras bajamos las escaleras―. La voz apareció de noche ante mí, no estoy segura de si era un sueño o estaba despierta.

Se detiene al final de la escalera volviéndose en mi dirección. Veo la curiosidad en sus orbes verdes, que permanecen fijos en mi rostro.

―¿Qué quería?

Procedo a contarle todo, intentando no dejar ningún detalle, incluso le cuento sobre el pequeño niño y su parentesco con Jack. Se mantiene en silencio escuchando atentamente, su semblante no cambia en ningún momento. Llegamos a la planta de entrenamiento justo cuando termino de hablar.

―¿Cuántas veces has visto a ese niño?

―Bastantes, sobre todo cuando pasó lo de la fiesta.

Se detiene en la puerta de los vestuarios, el recuerdo del mono arañando mi piel provoca un ligero picor en mi cuerpo.

―¿Cómo se llamaba?

―Jackson Overland ―pronuncio por primera vez su nombre en voz alta. Un escalofrío recorre mi columna vertebral.

Por un milisegundo, su mirada se vuelve más opaca. Pero gira el rostro abriendo la puerta, sin permitir que vea su reacción.

Sigo sus pasos cuando entra, pero la puerta se cierra en mi cara dejándome confundida. ¿Se ha enfadado?

Doy un paso atrás esperando a que salga. ¿Sabrá que he omitido lo que pasó con el peliblanco?

No tengo porqué contarle todo, eso no creo que sea de importancia para resolver mi problema. Aunque hice totalmente lo contrario a lo que me aconsejó, pues precisamente no tuve mucho cuidado.

El sonido de la puerta abriéndose corta mis pensamientos. Sale con una bolsa colgada en su hombro.

―Vamos ―dice sin mirarme. Abro la boca para preguntar qué hay dentro, pero decido mantenerme callada de momento.

Sigo sus pasos hasta la sala del otro día, pero está vez la atravesamos hasta llegar a otra sala vacía separada por unos cristales. Deja la bolsa en el suelo, apoyada contra un cristal. Solo una de las paredes es completamente de cristal, permitiendo ver la otra sala en la que ya entrené. En una de las otras tres paredes, hay dos puertas de color negro que permanecen cerradas.

―¿Qué vamos a hacer? ―pregunto al ver que se sienta en el suelo.

―Practicar tus poderes ―responde levantando la vista para mirarme― y descubrir cuáles son.

―No puedo controlarlos.

―Todo es cuestión de práctica ―se acomoda apoyando la espalda en el cristal―. Ponte ahí sentada.

Señala el espacio a unos metros de distancia, justo enfrente suya. Me dirijo hasta ahí y me siento con las piernas cruzadas.

―¿No deberíamos desayunar antes?

Me dedica una mala mirada mandándome callar.

―Cierra los ojos y concéntrate en escuchar tu corazón.

Frunzo el ceño ante su petición, no tengo sus poderes.

―Pero...

―Hazlo ―interrumpe. Respiro hondo y hago caso, aunque no creo que sirva de nada.

Una vez con los ojos cerrados, intento vaciar mi mente y centrarme en buscar el sonido de los latidos, pero no consigo escuchar nada. De todos modos, no me rindo tan rápido y sigo buscándolos.

Escucho que se levanta, haciendo que pierda toda la concentración y abra los ojos para ver que hace.

―¿Te dije que pararás? ―levanta las cejas ante mi mirada. Ignoro su tono brusco y borde.

―¿A dónde vas?

Suelta un sonoro suspiro y clava la vista en el cristal. Miro en esa dirección, pero la sala está vacía.

―Nuestro queridísimo espíritu de hielo está buscándote ―dice con sarcasmo impregnado en cada sílaba. Abre la puerta de cristal y sale sin decir nada más. Observo su espalda mientras atraviesa la sala de entrenamiento y me quedo sola.

Está raro.

Últimamente no ha estado de buen humor, pero cada vez tiene menos.

Cuando desaparece de mi vista, desvío la atención a la bolsa. ¿Qué hay? La curiosidad que me invade quiere que mire dentro.

***

Zed.

Los latidos cada vez más frenéticos del maldito espíritu me están provocando dolor de cabeza. Puedo sentir su nerviosismo desde aquí, provocando que no pueda concentrarme en _____.

Como desearía echarlo de mi casa y que nunca más se acercara. Puedo hacerlo y lo único que me detiene es ella, porque soy consciente de que no le gustaría y que, en el fondo, necesitamos la máxima ayuda posible. Aunque él nunca ha sido de fiar.

Estoy cerca, porque sus latidos retumban en mis oídos. No necesito usar mis habilidades para localizarle. Me detengo antes de entrar en la cocina, reuniendo toda la paciencia posible para no desintegrarlo.

―¿Qué buscas, Jacky? ―estiro los labios en una sonrisa irónica. Frunce el ceño ante la forma de llamarle.

―Jack ―corrige, haciendo que mi sonrisa aumente―. Ni se te ocurra volver a llam...

―¿Qué buscas? ―interrumpo antes de que termine. Nadie me amenaza y menos un crío como él, solamente lograría terminar sin cabeza.

―No encuentro a _____.

Obviamente la estaba buscando a ella, pero la simple mención de su nombre provoca una pequeña corriente de rabia en mi interior.

―Estamos entrenando ―informo sin interés. Doy la vuelta dispuesto a irme, he perdido demasiado tiempo viniendo hasta aquí.

―Voy con vosotros ―dice y siento como se acerca a mi espalda. Me detengo y él hace lo mismo a unos pasos de distancia.

―No te necesitamos ―sentencio mirándole por encima del hombro. Se cruza de brazos ignorando mis palabras.

―No te voy a dejar solo con ella.

Me doy la vuelta enfrentándole. No sabe cual es su lugar y alguien debería enseñárselo.

―¿Temes que la haga algo? ―pregunto con sorna, mostrándome divertido ante lo ridículo de la situación. Aunque en el fondo lo único que quiero es partirle la cara.

―No confío en ti.

―Me alegro que el sentimiento sea mutuo ―acorto la distancia, mantengo la mirada en esos ojos azules que deberían estar muy lejos―. Un guardián como tú nunca será de confianza, así que mantente alejado de ella.

Siento la rabia e ira aparecer en su débil cuerpo. Lo cual aumenta la mía, haciendo que apriete los puños ligeramente. Un maldito espíritu creyéndose en disposición para desafiarme...

―Ya te dije que no me alejaré, hagas lo que hagas. No la voy a traicionar y no la haré daño.

―Tu palabra no vale nada ―escupo, luchando por controlar mis impulsos.

―Estoy aquí para ayudarla y ella confía en mí, eso es lo que importa.

Nos quedamos en silencio. Mantengo bajo control los impulsos de mandarlo lejos, sería tan sencillo hacer que desapareciera...

―Si no fuera por mí, ella estaría muerta ―le recuerdo, porque alguien como él nunca podrá protegerla.

―No te pedí ayuda en el bosque. No te pedí que te metieras en nuestros asuntos.

Una sonrisa amarga se extiende en mis labios. Tan ignorante... tan débil... sería tan sencillo extender la mano y...

Un movimiento a su espalda capta mi atención. Unos ojos felinos me observan con reproche y sé lo que está pensado. No puedo hacerlo, tengo que pensar en ella y su bienestar.

Usando toda mi fuerza de voluntad, doy un paso atrás creando más distancia. Aprieto la mandíbula conteniéndome de soltar algo, hay tantas cosas que quisiera decirle...

Vuelvo a cruzarme con los ojos felinos que tan bien conozco y que durante tanto tiempo me han acompañado. Suspiro.

―Ven ―me rindo. Camino sin esperar a que reaccione para que me siga, a los segundos siento su presencia detrás.

"Todo lo que hago es por ella", me recuerdo una y otra vez durante el camino.

***

He vuelto, ahora sí.  ¿Qué tal estáis todos? Os he echado mucho de menos.

Sinceramente, me ha costado mucho volver a tener la inspiración y ganas para escribir, porque he estado bastante mal respecto a mi vida personal y sentimental.

Pero lo he conseguido, aunque sea corto ya he roto ese bloqueo que tenía, encima os traigo el primer fragmento que narra Cupido. Espero que lo hayan disfrutado.

Gracias a todos los que hayan esperado, os lo agradezco muchísimo de verdad. Pronto habrá otro capítulo, os recompensare con varios capítulos durante estas semanas, después volveremos a un capítulo (mucho más largo que este obviamente) cada domingo.

Os quiero :)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro