Capítulo 25: II
Cada vez siento que me hundo más en mi sitio. Desde que hemos empezado a hablar todo ha sido caos, no han dejado de discutir por cualquier cosa. He llegado a desconectar y centrarme en mis pensamientos hasta que se relajen, se den cuenta de que sigo aquí y vuelvan a retomar la conversación con tranquilidad, para después discutir de nuevo entre ellos.
Cuando volvíamos de la fiesta llegué a pensar que se llevarían mejor, de verdad que lo creí al principio, pero esa ilusión no ha durado mucho tiempo. No entiendo el motivo de su continua rivalidad infantil.
Vuelvo a prestar atención cuando Cupido se levanta amenazante, Jack se pone rígido a mi lado.
― ¿Cómo puedes ser tan irresponsable? ― Le acusa con el ceño fruncido con enfado. ― ¿Qué hubiera pasado si ese hombre la hubiera secuestrado?
― Haz el favor de callarte. ― Gruñe el peliblanco, parece preparado para levantarse en cualquier momento.
― Silencio los dos. ― Arrastro las palabras con cansancio. ― ¿Podéis seguir con lo importante?
Como esperaba ninguno me hace caso, ni siquiera me han mirado. Suelto un suspiro dándome por vencida y volviendo a mis pensamientos. Clavo la vista en un punto fijo de la mesa mientras escucho sus voces de fondo.
Ni siquiera he terminado de contarles todo lo que me pasó, interrumpen continuamente haciendo que mi paciencia se agote. Cupido se ha mostrado sereno y atento en escucharme y analizar mis palabras, aunque no desaprovechaba lo más mínimo para tirarle comentarios al peliblanco, quien respondía con obvia molestia. Sin embargo, la serenidad ha desaparecido y ambos están más que molestos.
― Ella me importa, no quiero que la pase nada. ― La voz del peliblanco capta mi atención de nuevo.
― Callad o me voy. ― Amenazo levantando el tono. Solo recibo la mirada de ambos por unos segundos, después vuelven a ignorarme.
Me levanto con un bufido y camino hasta la puerta sin mirar atrás. No pienso seguir perdiendo el tiempo con idioteces, dijeron que íbamos a hablar con seriedad y no lo están cumpliendo, en ese caso no tiene sentido que siga aquí.
Una cálida mano me rodea la muñeca haciendo que me detenga.
― ¿Qué? ― Escupo dándome la vuelta.
― Sigamos hablando. ― Pide haciendo el amago de volver a los sofás. ― No discutiremos más. ¿Verdad, Jack?
― No prometo nada. ― Se cruza de brazos en su sitio, aunque se acomoda de forma más relajada.
Muevo la mirada de uno a otro, no me creo que se mantengan en silencio.
― La última oportunidad. ― Advierto. Me suelto de su agarre y vuelvo a mi sitio junto al peliblanco.
Conseguimos retomar la conversación por donde lo habíamos dejado, específicamente cuando encontré ese extraño chico en el pueblo. El tiempo pasa rápido. Intento contar con los máximos detalles que puedo recordar, sin dejar ningún espacio en blanco. Se muestran confundidos la mayoría del tiempo, sobre todo el peliblanco a pesar de que sabía casi todo. A través de los ojos de Cupido puedo ver como repasa una y otra vez todo, buscando alguna relación con cualquier cosa nueva que suelto por la boca. Me ahorro mis sueños, un repentino nudo en mi garganta no me ha dejado hablar. Termino por decirles lo que pasó en la fiesta desde mi punto de vista, haciendo un esfuerzo por explicar cómo me sentía con ese extraño poder.
― Hay demasiados cabos sueltos. ― Suspira echándose hacía atrás. Observa el techo pensativo. ― Quizás sea buena idea que vayamos a investigar.
― ¿A dónde? ― Pregunta con recelo el peliblanco.
― A todos los lugares donde han pasado cosas. ― Sus ojos se encuentran con los míos. ― No es necesario que vengas.
Me encojo de hombros sin darle importancia. Ahora mismo no me apetece ir a ningún lado.
― ¿Tú no tenías nada que contarnos?
― Sí. ― Se acomoda apoyando sus codos en sus rodillas e inclinándose hacía delante. ― Estuve pensando e investigando por mi propia cuenta. He llegado a la conclusión de que ____ no es humana, pero tampoco un espíritu. Ni siquiera creo que seas un híbrido como te dijo el Hombre de la Luna.
― Entonces, ¿qué soy? ― Pregunto recordando las palabras de la voz. Nunca me llegó a decir que se suponía que éramos con claridad.
― No existe nada más. ― Interrumpe el peliblanco. ― Seguramente sea un espíritu.
― Piensa un poco. ― Le reprende con una mueca de desagrado. ― No usas tu cerebro muy seguido, pero haz un esfuerzo.
Agarro el antebrazo del peliblanco cuando hace el amago de levantarse. Su mirada se une con la mía y relaja el rostro manteniéndose sentado. Después de unos segundos, Cupido vuelve a hablar.
― Respondiendo a tu pregunta, no tengo ni idea. Hay historias y rumores de que hace años existieron otras criaturas, nadie habla sobre ello en estos tiempos, pero aún recuerdo cuando era joven de escucharlas. Igualmente creo que es demasiado complicado, deberíamos ir poco a poco, tarde o temprano lo sabremos. La voz podría ayudarnos.
― Ya te dije que no me contesta. ― Suspiro. Si la voz hubiera querido decírmelo, lo habría hecho hace tiempo.
― Lo sé, pero debemos tener esperanza. De momento, creo que lo mejor será entrenar para ver y analizar tus habilidades.
― ¿Qué más averiguaste? ― Pregunto impaciente, me gustaría saber todo.
― Todo son sospechas, no estoy seguro de nada. Pero, al igual que Jack, siento la extraña energía que desprendes y desde la fiesta es mayor. ― Lee la pregunta en mis ojos. ― No sabría explicártelo, lo siento.
― ¿Tendrá que ver con el regreso de la voz? ― Interviene el peliblanco con tranquilidad.
― Estoy casi seguro de ello. Tenemos que averiguar cuál es su propósito y el motivo por el que desapareció.
― Quiere que volvamos a ser una. ― Explico, recordando que sin querer me salté esa parte. ― Dice que fuimos separadas porque así somos débiles y vulnerables.
― En caso de que eso sea verdad, me hace pensar que alguien partió en dos tu alma. ― Me observa detenidamente. ― ¿Sabes lo que eso significa? ― Niego. ― Querían hacerte débil para matarte, precisamente lo que están intentando los guardianes.
Jack se tensa a mi lado, no necesito verlo para darme cuenta. Sinceramente lo que dice tiene mucho sentido, aunque me cuesta pensar en la voz y yo siendo una misma persona. Pero recuerdo el vacío que sentí cuando desapareció, solo eso hace que su teoría tenga más peso.
― ¿Cómo pudieron hacer eso de dividirme?
― Seguramente con magia antigua, no conozco nada que pueda hacer eso ahora.
― ¿Qué opinas, Jack? ― Pregunto en su dirección, permanece con la mirada fija en otro punto lejos de nosotros.
― Después de lo que pasó, me espero cualquier cosa. ― Se encoge de hombros como si no le importara, pero la tensión que desprende su cuerpo me demuestra lo contrario.
― Creo que antes de sacar conclusiones precipitadas, deberíamos ir a investigar. ― Se endereza en su sitio. ― Tengo muchas posibles teorías, pero no quiero decir ninguna hasta que no consigamos más pistas. Necesitaremos ayuda, así que lo mejor será que les informe a Alex y Axel, es en los únicos en los que confío.
― No. ― Niega rotundamente el peliblanco. ― Serán tus amigos, pero nosotros no confiamos en ellos.
― Necesitamos aliados, Jack. Los guardianes la buscarán para matarla lo antes posible.
― No lo harán, están ocupados con Pitch.
― Puede que Pitch y sus aliados también la estén buscando. ¿Viste cómo fue a por ella ese maldito? ― Se levanta mostrándose imponente. ― Puede que hasta vengan a buscarla todos juntos.
― Nunca harían algo así, son enemigos desde siempre. ― No tarda en levantarse también.
― No esperes nada de nadie, eres demasiado ingenuo. Pensabas que nunca intentarían matarla, pero lo hicieron más de una vez.
― Tendrán algún motivo por el que hacen todo esto. ― Aprieta los puños a sus costados.
― ¿Algún motivo? ― Suelta una carcajada amarga. ― ¿Insinúas que ella hizo algo malo y se lo merece?
Sus palabras me toman por sorpresa. Presto atención a la reacción del peliblanco, quien aprieta la mandíbula y hace una fina línea con sus labios.
― No pienso eso. ― Susurra entre dientes.
― Entonces, no tienen ningún motivo para intentar matarla, simplemente son unos asesinos.
Me levanto antes de que Jack se tire contra él. Agarro la manga de su sudadera entre mis dedos, llamando así su atención. Sus ojos azules se encuentran con los míos, pero está vez permanecen más oscuros por los pensamientos que rondan su mente. Sonrío ligeramente intentando aliviarle.
― Creo que es suficiente por hoy. ―Desvío la mirada hacía Cupido. ― Tenemos muchas cosas que hacer y deberíamos organizarnos, pero puede esperar a mañana.
Asiente sin mediar palabra. Vuelvo la mirada al peliblanco que no la ha despegado de mí.
― Hablaré con mis amigos. ― Comenta el ojiverde después de levantarse. Acomoda su camisa y carraspea llamando nuestra atención. ― ¿Te parece bien, ____?
― Si estás seguro de que son de fiar, entonces sí.
La primera vez, cuando los conocí, no me generaron desconfianza. Confiaré en el criterio de Cupido, en el fondo nos vendrían bien más aliados, no sabemos a lo que nos enfrentamos exactamente.
Procede a salir dejándome sola con el peliblanco. Ante la ausencia del ojiverde su cuerpo se relaja, al igual que la tensión en el ambiente disminuye.
― ¿Se puede saber qué os pasa a los dos? ― Pregunto tomándole por sorpresa, me observa con los ojos entrecerrados.
― No nos llevamos bien, ya lo sabes.
― Podrías hacer un esfuerzo por no discutir todo el rato.
― ¿Crees que provoco yo las discusiones? ― Frunce el ceño indignado. ― ¿No ves lo que él hace?
― Me da igual, ambos deberíais hacer el esfuerzo de llevaros bien.
― Pues díselo a él, no me quiere aquí. ― Señala la puerta por donde se ha ido. ― Solo le pedí ayuda aquel día, no le pedí que se uniera a nosotros.
― Deberías estar agradecido de que nos ayude. ― Me cruzo de brazos. ― Si no fuera por él seguiríamos en la cueva.
― Y habría sido lo mejor, no estarías herida.
― ¿Por cuánto tiempo? ― Levanto el tono de voz. ― Sabes que tarde o temprano algo malo habría pasado, había indicios de que no era un lugar seguro.
― No. ― Niega con la cabeza.
― Tengo razón, solo un tonto no se daría cuenta. ― Acuso levantándome de mi sitio. ― Hablaré con Cupido para que se comporte, espero que hagas lo mismo. No voy a soportar siempre vuestras peleas.
― Te tendría que dar igual.
― Soy yo quien está en peligro. ― Llevo la mano a mi pecho señalándome. ― ¿Cómo vais a ayudarme si lo único que hacéis es pelear como niños?
Aprieta los labios en una fina línea y baja la mirada. No me importa que se haya molestado conmigo, he dicho la realidad. Entiendo que se lleven mal, aunque desconozco el motivo. Pero deben entender que, comportándose así siempre, en vez de ayudar serán un estorbo. Han llegado a ponerme de muy mal humor mientras hablábamos, a veces sus discusiones son entretenidas, pero me cansan cuando son continuamente.
Ante su silencio decido que lo mejor será salir de aquí. Camino hasta salir al pasillo, una vez allí ando sin rumbo fijo. Podría ir al jardín, aunque no me apetece después del momento con Jack. Aún siento la textura de sus labios en la comisura mi boca. Meneo la cabeza queriendo borrar ese pensamiento.
― Pensé que te quedarías con él. ― La voz de Cupido a mi espalda hace que me detenga. ― ¿Qué ha pasado?
Ignoro su pregunta. Prefiero no pensar en la posibilidad de que haya notado mi corazón acelerado.
― Quería hablar contigo. ― Cambio de tema rápidamente. Me doy la vuelta para verle en medio del pasillo, a unos pasos de mí.
― Siempre es un placer hablar contigo, preciosa. ― Extiende una mano en mi dirección, no pasa desapercibida la sonrisa ladeada en su rostro.
Acepto su mano y dejo que me guíe por los pasillos. Su pulgar deja una caricia de vez en cuando.
― Deberías dejar de discutir con Jack. ― Decido ser directa, no tiene sentido que ande con rodeos.
― ¿Te molesta? ― Pregunta dándome una mirada de reojo.
― Sí, bueno, no siempre lo hace. ― Hago una pausa cogiendo aire. ― Pero creo que tenéis que llevaros lo mejor posible, para que las cosas sean más fáciles.
― Tienes razón. ― Murmura. Sonrío aliviada de que lo entienda tan rápido. ― Pero ese espíritu es demasiado inmaduro.
Mi sonrisa se borra inmediatamente.
― He hablado con él y se lo he dicho. Necesito que los dos pongáis de vuestra parte.
― Si me lo pides, haré el esfuerzo de no discutir. ― Se detiene y tira de mi mano para que me acerque. ― ¿Él que opina?
― Creo que se ha enfadado conmigo. ― Confieso cuando estamos a un paso de distancia. Se inclina ligeramente hasta que nuestros rostros están más próximos.
― Ves, es un inmaduro. ― Suelta una pequeña risa. ― No soporta que sea mejor que él, eso le desespera.
― No creo que sea para tanto, ni que él fuera una mierda. ― Defiendo. Aunque es verdad que me he dado cuenta de que se siente inferior cerca de Cupido.
― No he dicho que lo sea. ― Agarra mi mentón entre sus dedos. ― No quiero seguir hablando de él. Te prometo que intentaré portarme mejor.
Muevo la cabeza disimuladamente para soltarme de su agarre. Su cercanía hace que piense en cierto peliblanco, así que pongo distancia entre ambos dando un paso atrás.
― Gracias. ― Agradezco con una pequeña sonrisa.
― Por ti lo que sea. ― Guiña un ojo. Levanta la mano dejando una caricia en mi pelo y sigue caminando con tranquilidad.
Suspiro. Al menos uno de ellos parece dispuesto a dejar de pelear siempre.
***
Me aburro demasiado.
Doy vueltas en la cama, a pesar de que he intentado echarme una siesta ha sido imposible. A falta de algo que me entretenga, llevo todo el rato pensando cuando se le pasará el enfado al peliblanco. No ha vuelto a dirigirme la palabra, literalmente. Incluso en la comida ha permanecido en silencio, a pesar de que intentara sacarle conversación. Al final con el único que pude hablar en la comida fue con Cupido, mientras que Jack le mandaba malas miradas. Al menos a él le miraba, a mí ni eso. No entiendo su comportamiento, primero está a punto de besarme y luego se enfada por una tontería.
He estado vagando por toda la casa desde entonces, incluso me tomé el tiempo de estar con el gato un poco. Sin embargo, ahora me he quedado sin nada para hacer, al menos no hay nada que me llame la atención. Todavía faltan varias horas para la cena.
― ¿Estás ahí? ― Pregunto al aire, aunque mi propósito es que la voz responda. ― Por favor, estoy aburrida.
Cierro los ojos y entierro la cara en la almohada. Nada.
Unos golpes en la puerta hacen que me incorpore rápidamente.
― ¿Se puede pasar? ― Asoma la cabeza esperando mi aprobación. ¿Qué hace aquí?
― Eh, sí. ― Balbuceo confundida. ― No sabía que estabas aquí, pensé que os habíais ido.
Sonríe haciendo que sus ojos se entrecierren ligeramente, aún me sorprende el color amarillo brillante que posee.
― Hemos vuelto porque Zed quería hablar. ― Da unos pasos al interior de mi habitación. ― Mi hermano está con él todavía.
― ¿Os ha contado todo? ― Asiente ante mi pregunta. Me acomodo sentándome con las piernas cruzadas en el borde de la cama, hago un gesto para que tome asiento.
― Hemos aceptado ayudarte. ― Informa dejándose caer a mi lado. De cerca sus ojos son mucho más intimidantes.
― Lo agradezco, espero que no sea un problema.
Es cierto que necesitamos ayuda, pero en parte me siento culpable si algo malo les pasara a todos.
― Tranquila, llevábamos tiempo sin nada que hacer. ― Mueve la mano restándole importancia. Su mirada se desvía a mi pecho por un segundo.
― ¿Qué tal la herida? ― Pregunta e instintivamente me tapo con las manos, aunque con la ropa es imposible que vea nada.
― Mejorará poco a poco.
― Es impresionante que hayas sobrevivido, eso demuestra que no eres una simple humana. ― Por su tono de voz intuyo que pretendía ser un halago, aunque me he dado cuenta del cambio al pronunciar las dos últimas palabras.
― Gracias, supongo.
Nos quedamos en silencio unos segundos, en los que aprovecha para examinar mi habitación con la mirada.
― En la fiesta no imaginé que vivieras aquí con él. ― Vuelve la mirada a mí. ― Me sorprende.
― ¿Por qué?
― Nunca ha traído una chica a ninguna de sus casas. ― Frunce el ceño. ― En cambio, tú estás viviendo aquí. Aunque después de lo que nos ha contado, no me sorprende tanto. Es obvio que eres especial.
― A mí también me sorprende que me ayude tanto. ― Ignoro lo demás que ha dicho.
― Zed es muy buena persona, demasiado diría yo. ― Ríe haciendo que sus hombros tiemblen ligeramente. ― Eso le ha pasado factura en el pasado, a veces no piensa y simplemente actúa movido por sus emociones.
― ¿Qué quieres decir con eso? ― Inquiero sin conseguir descifrar su mirada.
― Justo lo que he dicho. ― Se encoge de hombros. Arrugo las cejas sin entender, he notado que sus palabras tenían un doble sentido, pero no parece querer revelarlo.
― Te dije que me esperaras, Alex. ― Otra voz viene de la puerta, concretamente la de su hermano. Sus ojos rojos se cruzan con los míos. ― Hola, ____. ¿Qué tal estás?
― Bien.
Entra en la habitación y se detiene frente a su hermano, se cruza de brazos.
― Espero que no te haya molestado. ― Dice refiriéndose al chico de ojos amarillos a mi lado. Niego con la cabeza.
― Solamente estábamos hablando.
― ¿Te ha dicho que vamos a ayudar? ― Pregunta y asiento, sonríe sin enseñar los dientes.
― ¿Dónde se ha quedado Zed? ― Interrumpe Alex mirándose a su hermano.
― Con ese espíritu hablando.
Obviamente se refiere al peliblanco, no hay nadie más.
― ¿De qué? ― Pregunto haciendo que ambos centren su mirada en mí. Me encojo ligeramente en mi lugar.
― No sabía que eras cotilla. ― Dice Alex y pone una mano en mi hombro, se inclina un poco. ― Todavía tenemos mucho que conocer de ti.
― No digas esas cosas, la asustarás. ― Le regaña haciendo que quite la mano.
― No lo digo con malas intenciones, pero ya que la vamos a ayudar, lo mínimo es que nos conozcamos. ― Comenta despreocupadamente. Tiene razón, no me vendría mal entablar alguna especie de amistad con ellos.
― Yo también quiero conoceros. ― Sonrío ligeramente de forma amigable.
― Ves.
― Tendremos tiempo de sobra, no tenemos que agobiarla.
Ambos hermanos se miran mutuamente por varios segundos, casi parece que están hablando sin necesidad de palabras.
― Sois Alex y Axel, ¿no? ― Les señalo respectivamente. No estoy segura de que recuerde los nombres correctamente.
― Sí. ― Asiente Axel, después sonríe. ― Me sorprende que te acuerdes.
― Casualidad. ― Me encojo de hombros.
Unos pasos se aproximan, haciendo que los tres nos quedemos en silencio. Por la puerta entran Cupido y Jack, con sus semblantes inexpresivos.
― No habéis perdido el tiempo. ― Comenta el ojiverde acercándose a sus amigos. Pasa el brazo por encima de los hombros de Axel. ― ¿Te han contado?
Asiento. Observo al peliblanco quedarse alejado de nosotros, sin embargo, no aparta la mirada de Alex que permanece a mi lado.
― Te dejaremos descansar. ― Dice levantándose de la cama, no sin antes dar un pequeño apretón en mi hombro. ― Mañana volveremos.
― Podéis quedaros a cenar. ― Ofrece el ojiverde, pero ambos se niegan.
― No queremos incomodaros. ― Explica Alex y su hermano asiente dándole la razón. ― Parece que mi presencia no es bienvenida por el espíritu. ― Dice sin importancia, aunque noto un ligero tono de burla.
― Es mi casa, él no tiene nada que decidir aquí.
Observo al peliblanco que se ha cruzado de brazos y espera apoyado en la pared. ¿Ha pasado algo entre ellos? Lleva todo el día enfadado, quizás ha discutido con ellos según los ha visto.
― Prefiero ahorrarme problemas innecesarios. ― Vuelvo su atención hacía mí y extiende la mano, la acepto y se agacha llevándola a sus labios. ― Nos vemos, ____.
Me dedica una última mirada cuando sus labios rozan mi mano, después se incorpora y se acerca a Axel que también me observa.
― Adiós, ____. ― Menea la mano en forma de despedida. Hago lo mismo un poco cohibida, el comportamiento de su hermano más la intensidad de sus ojos me han dejado confundida.
Cupido les sigue para salir de la habitación, el peliblanco no se mueve de la pared cuando pasan por su lado. Una vez que la puerta se cierra levanta la cabeza, sus ojos azules se posan sobre mí.
― ¿Qué? ― Pregunto ante su silencio.
Se separa de la pared y viene hasta la cama, se sienta a mi lado y agarra mi mano examinándola. Intento quitarla, pero aprieta su agarre sin hacerme daño.
― No me fío de ellos. ― Vuelve a mirarme, su rostro sumamente serio.
― Son amigos de Cupido, necesitamos ayuda.
― No me generan confianza, siento que quieren algo de ti.
― ¿Por qué piensas eso? ― Inquiero, él desvía la mirada a mi mano.
― No era necesario que besara tu mano. ― Cambia de tema. Levanto una ceja ante sus palabras.
― ¿Qué más da? ― Quito la mano de su agarre. ― Creo que es una costumbre que tiene, no es la primera vez.
― ¿Lo ha hecho más veces? ― Asiento. ― ¿Cuándo?
― Eso da igual, Jack. ― Me levanto de la cama poniendo distancia. ― ¿Sigues enfadado?
― No estaba enfadado contigo. ― Responde con un suspiro. No le ha gustado que ignorara su pregunta, pero me parece una estupidez. ― Estaba pensando sobre lo que dijiste.
― ¿Tanto piensas que me ignoras? ― Pregunto con sarcasmo, ruedo los ojos. ― Estabas molesto, admítelo.
― Un poco, pero he hablado con Cupido y hemos llegado a un acuerdo. ― Se inclina apoyándose en sus rodillas. ― Intentaremos no discutir delante de ti.
― Bien. ― Doy la conversación por finalizada.
Doy la vuelta y me dirijo al balcón, me apetece tomar un poco el aire. Cuando estoy a unos pasos de distancia, sus dedos rodean mi muñeca y siento el característico frío que desprende.
― No te puedes ir. ― Pronuncia detrás de mí. Giro la cabeza para verle.
― ¿Por qué?
― Todavía tenemos algo pendiente. ― Levanta una de sus comisuras ligeramente. Acorta la distancia y pone la otra mano en mi cintura, inmediatamente me tenso. Vuelvo la mirada al frente.
― Déjame. ― Protesto queriendo ignorar su cercanía. Mi espalda no llega a tocar su pecho, pero siento su respiración cerca de mi oreja.
― Repite conmigo. ― Susurra haciendo que un escalofrío se extienda por todo mi cuerpo. ― Jack es genial y perfecto.
― No voy a... ― Me interrumpe antes de que pueda terminar.
― Mírame. ― Ordena, hago caso y me doy la vuelta para enfrentarle.
Mi mirada se pierde en el azul claro de sus ojos. Veo ese brillo que no consigo descifrar, pero que aún así me atrae. Sus pupilas se mueven examinando mi rostro, ¿qué será lo que piensa ahora mismo?
Suelta mi muñeca y sube la mano acariciando mi brazo desnudo, después la deja descansando en mi mejilla.
― Jack es genial y perfecto. ― Insiste inclinándose un poco. El tacto frío sobre mi mejilla es agradable, más de lo que pensaba. ― ¿Por qué no quieres decirlo?
― Ya te lo dije una vez. ― Recuerdo, exactamente fue en la cueva.
― Otra más. ― Pide con una sonrisa divertida, que no cuadra con la expresión de sus ojos.
― ¿Y por qué no dices tú eso de mí? ― Protesto. Mueve el pulgar en una caricia.
― Genial y perfecta se te queda corto.
― No intentes seducirme con frases tan típicas. ― Suelto una risa nerviosa, no esperaba que dijera algo así.
― ¿Quién dice que intento seducirte? ― Interroga separándose solo unos centímetros para verme mejor.
― Eso parece. ― Contesto con vergüenza. Quizás su única intención era jugar conmigo y entendí mal su comportamiento.
― No intento seducirte, ____. ― Quita la mano de mii mejilla. Agacho la cabeza avergonzada, he malentendido todo.
― Lo siento. ― Me disculpo dando un paso atrás, pero pone la otra mano en mi cintura y con ambas me acerca hacía él con fuerza. Coloco las manos en su pecho por instinto. ― ¿Qué haces?
― Te seduciré cueste lo que cueste, estoy seguro de que lo haré. ― Nuestros cuerpos permanecen pegados, inclina la cabeza hasta que su nariz roza con la mía. ― No es un intento.
Me quedo totalmente en silencio ante su confesión. Ni siquiera pienso en la cercanía que tenemos ahora, no puedo dejar de pensar en sus palabras. Escucho el latido desbocado de mi corazón en mis oídos, también el calor fluyendo por mi cuerpo, contrastando con el frío que él desprende.
― ¿Es alguna especie de broma o juego? ― Pregunto temerosa en un balbuceo. No puedo dejar de pensar en la posibilidad de que todo sea mentira.
― No. ― Me aprieta más contra su cuerpo, haciéndome consciente de que ni siquiera un centímetro nos separa. ― Llamaste mi atención desde el primer día que te vi y cada vez me siento más atraído por ti. ¿Tú no lo sientes? ― Asiento incapaz de hablar. ― No se que me pasa contigo, pero quería serte sincero antes de que fuera tarde.
― ¿Tarde? ― Ignora mi pregunta y sigue hablando.
― Si tú no te sientes atraída por mí, me alejaré. Pero veo como reaccionas cuando estamos cerca.
Su cuerpo, sus labios, sus ojos, sus palabras... todo de él me abruma y hace que no pueda pensar con claridad. ¿En qué momento las cosas entre los dos cambiaron? Quizás la atracción existía desde el principio, pero la ignorábamos. Estoy mucho más sensible a lo que me provoca después de la fiesta, ni siquiera llego a entender el motivo por el que reacciono así.
― No lo entiendo. ― Susurro cerrando los ojos. Siento sus labios rozar los míos y mi mente se queda en blanco.
― Yo tampoco, pero vamos a dejarnos llevar.
***
No me odien, gracias.
Se que es el peor momento para dejar el capítulo ahí, pero me gustaría escribir la continuación bien y sin prisas, al igual que cuando este inspirada. Además, tengo unas cosas que pensar sobre la historia.
¿Qué les parece?
Se que me odian ahora mismo jajajaja pero yo os quiero igualmente.
💜
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro