Capítulo 24: III
Jack Frost
Me siento en la barandilla dejando mis pies colgando. He salido al balcón para ver las estrellas, prefiero estar al aire libre que en una habitación encerrado. Supongo que se debe a la costumbre de andar de un lado a otro por tantos años.
Mentiría si digo que me encuentro bien. Poder ver de cerca la herida de ____ provocada por Norte me ha afectado, nunca imaginé que sería capaz de algo así. Ni siquiera soy capaz de pensar en todo lo que puede hacer, porque seamos realistas, después de esto es capaz de hacer cualquier cosa, ya sea buena o mala. En parte me siento engañado y decepcionado, he pasado tantos años con alguien que en realidad desconocía. Por otra parte, sigo con la esperanza de que hay un motivo para lo que está sucediendo, pero eso no es excusa. Había llegado a considerar a los guardianes como una familia, más allá del deber de proteger a los niños, incluso había cogido cariño a pelear con Conejo. He decidido quedarme aquí por eso, después de lo que pasó para mí son unos extraños, el Norte que conocía nunca mataría a una chica sin miramientos.
― Deja de pensar tanto. ― Escucho la voz burlona de Cupido. ― No te pega.
― ¿El qué?
― Pensar, si sigues dándole vueltas te explotará el cerebro. ― Sube por las escaleras hasta el balcón.
― ¿Qué quieres? ― Pregunto cuando llega a mi lado, apoya los antebrazos en la barandilla.
― Nada en concreto.
Nos quedamos en silencio. Si no quiere nada podría irse y dejarme solo, estaba bastante tranquilo.
Escucho una puerta abrirse, seguramente sea la del baño y ____ haya salido. Sigo mirando el cielo estrellado, no tengo intención de entrar todavía. Estoy meditando la opción de quedarme toda la noche aquí, no creo que sea capaz de dormir.
― Hay muchas cosas que me gustaría hablar contigo. ― Rompe el silencio y le observo a la espera. ― Dime, ¿qué sabes de mí?
― Eres el espíritu del amor, aunque no te comportas como uno. ― Eso parece llamar su atención, me apremia para que continúe. Suspiro. ― Todos los humanos pueden verte, convives con ellos como si nada. Hay muchos rumores de que más que un espíritu pareces un humano, todos los demás te envidian por eso.
― El amor es algo inevitable. ― Hace una pausa. ― Todos en algún momento lo sentimos.
― No estoy del todo de acuerdo. ― Vuelvo la vista al frente. He visto personas que no parecían amar a nadie.
― Te limitas al amor en pareja, pero ese no es el único amor que existe. Hay amor en la amistad, hay amor en las familias, hay amor por uno mismo... Todo el mundo siente amor, ya sea de una forma u otra.
― Por eso todos pueden verte. ― Termino por él. Dentro de mí, en lo más profundo, siento envidia por la suerte que tiene.
― Así es, pero nadie sabe que soy Cupido. ― Se encoge de hombros. ― Prefiero ser alguien anónimo, que me vean como a otra persona cualquiera. ¿Qué más sabes de mí?
― ¿Esto es un interrogatorio? ― Pregunto con una pequeña sonrisa, aunque solo intento disimular lo que de verdad han provocado sus palabras en mí.
― Tengo curiosidad, ahora seremos aliados, me gustaría saber que escuchaste de mí.
― ¿Aliados? ― Le miro de reojo. ― Ni que antes fuéramos enemigos.
― Nunca me han gustado los guardianes.
Después de sus palabras me quedo en silencio. ¿Sigo siendo un guardián? Quiero pensar que sí, pero quizás quedarme aquí será tomado como una traición. Cierro los ojos librándome de esos pensamientos, la decisión que he tomado ha sido la correcta, no puedo arrepentirme pase lo que pase.
― Los espíritus te tienen envidia porque todas las chicas están detrás de ti. ― Decido continuar con la conversación sin mencionar a los guardianes. ― También dicen que ninguna se te escapa.
― Vaya. ― Exclama junto a una carcajada. ― Se sorprenderían si supieran que esas cosas no me interesan.
― No te creo. ― Respondo rápidamente, es imposible.
― Desde antes de ser espíritu, solo me interesaba una chica, y eso continua hasta ahora. Solo me interesa ella.
― ¿Quién es? ― La curiosidad me hace preguntar, aunque sigo sin creerle.
― La única chica que se merece todo mi amor.
Capto la indirecta, no quiere hablar de ella conmigo. Aunque me sigue resultando muy poco probable que no haya estado con más, de todos modos, no insistiré.
― ¿Qué hacéis? ― La voz de ____ se escucha a nuestra espalda. Cupido se gira para mirarla, pero yo permanezco en la misma posición.
― Hablar. ― Responde. ― ¿Qué tal?
― Bien. Tú, no me ignores. ― Su pequeña mano golpea mi espalda, una sonrisa escapa de mis labios.
― ¿Qué ha sido eso? ― Pregunto haciéndome el confundido. Me apetece molestarla un poco, así no pensaré en sus heridas.
― Estúpido. ― Me insulta en tono serio, lo que solo provoca que aguante una risa.
Totalmente por sorpresa, pone las dos manos sobre mi espalda y empuja con fuerza, haciendo que caiga de la barandilla. Antes de tocar el suelo, me detengo y quedo flotando.
― ¿Estás loca o qué? ― Grito volviendo arriba, aunque no me ha molestado.
― No es tanta distancia, no te habría pasado nada. ― Le resta importancia moviendo la mano.
Permanezco en el aire mientras la observo, es imposible fingir que estoy enfadado cuando veo el brillo divertido en sus ojos.
― Una dama no tira a gente por los balcones. ― Se mete Cupido, ahora mismo desearía que se fuera. Es más, haré que nos deje solos.
― No soy una dama. ― Desvía la atención hacía él.
― Entonces, tomaré venganza. ― Ni siquiera lo pienso y me abalanzo contra ella, pero antes de tocarla me detengo y la agarro con cuidado. No quiero hacerla daño.
― ¿Qué haces? ― Chilla cuando la pongo sobre mi hombro. Empieza a dar patadas dificultándome mi propósito.
Cupido nos observa en silencio, sus ojos analizándonos a los dos.
― Te has portado mal. ― Regaño. Por un momento pierdo el equilibrio, Cupido nos sujeta antes de que caigamos al suelo.
― Ten cuidado y no la hagas daño. ― Clava su mirada en la mía, casi parece una amenaza. Consigue molestarme, mi intención nunca es hacerla daño.
― Cállate y vete. ― Gruño, me desafía con la mirada y se la mantengo, no pienso desviarla.
― Bájame. ― Ordena ____, pero ambos la ignoramos.
― No tienes fuerza suficiente. ― Dice en un susurro, seguramente ____ no haya logrado escucharlo. ― Casi la tiras al suelo.
― Tengo más fuerza de la que crees. ― La acomodo sobre mi hombro y me enderezo seguro de mí mismo.
Frunce el ceño ante mi gesto. ― Como la hagas daño...
― Haz el favor de callarte. ― Le interrumpo, rápidamente entro en la habitación y cierro la puerta del balcón.
Me encamino a la cama sin mirar atrás, seguramente siga ahí observando.
― Oye, bájame ya. ― Suplica dando un golpe en mi espalda baja. Cuando llego al borde de la cama me agacho y la bajo con cuidado. En otra situación la habría tirado contra el colchón.
Cuando la suelto y me pongo de pie, pierde el equilibrio y se agarra a mí. Sus manos han agarrado mis antebrazos, y yo he aprovechado para posar las mías en su cintura.
― Eres muy torpe. ― Digo con una sonrisa divertida, de verdad que lo es.
― Me había mareado de estar así. ― Se justifica. Su rostro está algo sonrojado, quizás es verdad y la sangre le ha bajado a la cabeza. Es adorable.
― Te lo mereces por tirarme. ― Sonrío, es imposible no hacerlo ante su cara roja.
― Sabía que podías volar. ― Intenta empujarme, pero afianzo mis manos en su cintura y tiro de ella hacía mí. Pone las palmas de sus manos en mi pecho, para mantener un mínimo de distancia. ― Suéltame.
― ¿Y si no qué? ― Paso la lengua por mis labios y después muestro una sonrisa ladeada, en forma de provocación.
Se queda en silencio unos segundos, en los que observa mi sonrisa. Sube la mirada a mis ojos.
― Dormirás en el jardín. ―Amenaza en un susurro.
― ¿Si te suelto podré dormir aquí?
Asiente.
No sabe lo que acaba de hacer. Sonrío victorioso e inmediatamente la suelto dando un paso atrás, ella suspira tranquila.
― El sofá está... ― La interrumpo al acercarme de nuevo. Su cuerpo se tensa y aprovecho para pasar un brazo por detrás de sus rodillas y otro en su cintura. ― ¿Qué haces? ¡Suéltame!
La siento en la cama y después empujo sus hombros ligeramente para que se tumbe. No soy un salvaje como piensa Cupido, lo hago con cuidado para no hacerla daño.
― No dijiste que no podría volver a tocarte. ― Ante mis palabras sus ojos se entrecierran con molestia, aparentemente está enfadada conmigo. Pero su cuerpo tenso me demuestra que está nerviosa.
He sentido la necesidad de acercarme a ella todo este tiempo. Sin embargo, después de tenerla en mis brazos creyendo que estaba muerta, esa necesidad es aún mayor. Pensaba que la había perdido y que la había fallado.
― Déjame tranquila, por favor. ― Suplica e intenta empujarme cuando me inclino sobre ella. Agarro sus muñecas y las sujeto contra la cama a cada lado de su cabeza.
― Estás castigada por tirarme. ― Le recuerdo, toda la situación me divierte.
― Jack, no estoy de humor. ― Avisa, pero no me engaña, solo quiere que la suelte.
― Yo tampoco. ― La sigo el juego. Subo una rodilla en la cama, al lado de sus piernas.
Me inclino más hasta que casi mi nariz roza con la suya, la sonrisa desparece de mis labios. Deja de poner resistencia y observa mis ojos con intensidad. Sus ojos me dejan hipnotizado, siempre lo han hecho, es como si tuviera un brillo especial y diferente que me lleva a otro mundo. Cualquier diversión ha desaparecido, reemplazada por una intensa necesidad de cerrar la distancia.
¿Ella también lo sentirá?
Desvío la mirada a sus labios entreabiertos, solo tengo que acercarme un poco más y podré saber que tan suaves son. Me muevo por instinto y por necesidad, nunca he estado tan cerca con una chica, solamente con ella. Me dejo llevar y bajo lentamente para probar sus labios, estoy tan absorto en el momento que no pienso en nada más.
Algo tira de la capucha de mi sudadera hacía atrás, haciendo que por unos segundos me ahogue. Caigo al suelo aturdido, levanto la mirada sin saber que ha pasado. En ese momento, veo a Cupido caminar hasta ___ y ofrecerle su mano para ayudarla a incorporarse. El entendimiento se abre paso en mí, fue él quien me empujo hacía atrás. ¿Por qué tiene que meterse en medio siempre? La rabia me carcome, no tengo el cayado aquí sino le lanzaría un rayo con todo mi poder.
― Debes respetar su espacio. ― Regaña aún sin mirarme. ― Estuviste a punto de forzarla, como vuelvas a hacerlo me ocupare de matarte. ― Amenaza provocando que la rabia se convierta en ira. ¿Forzarla?
― No estaba haciendo nada malo. ― Me incorporo del suelo y me pongo de pie, ____ nos observa en silencio sentada en la cama.
― Deja de comportarte así. ― Se acerca hacía mí, antes de poder reaccionar agarra el cuello de mi sudadera. ― No permitiré que la toques. ― Susurra, quito sus manos con brusquedad.
― ¿Quién te crees que eres? ― Le desafío con la mirada, él hace lo mismo.
― Calma. ― Se levanta y se interpone entre nosotros, pone una mano en su hombro. ― No me estaba forzando.
Levanto la barbilla desafiante. Él me observa con seriedad, ni siquiera se ha tomado la modestia de mirar a ____.
― Simplemente estábamos jugando, sabes como es Jack. ― Insiste poniéndose frente a él, dándome la espalda. Baja la mirada para observarla.
No pronuncia palabra alguna, simplemente se da la vuelta y sale de la habitación, no sin antes darme una mirada de advertencia. ___ se vuelve hacía mí.
― Olvidemos lo que acaba de pasar. ― Dice y asiento, aunque no lo olvidaré. Estaba tan cerca de sentirlos que incluso nuestros labios rozaban, pero tenía que interrumpir el maldito espíritu del amor.
¿Por qué interrumpe? No tiene ningún derecho para hacer eso, ni que ____ fuera de su propiedad o algo parecido, que estemos en su casa no significa nada.
Además, ¿cómo se atreve a decir que la estaba forzando? Nunca le haría algo así, al igual que nunca le haría daño. Me hubiera detenido si ella me lo hubiera pedido, pero su cuerpo y su respiración me incitaron a seguir.
― Vamos a dormir. ― Agarra la manga de mi sudadera y tira de ella, provocando que la siga. Me lleva hasta el sofá y me suelta. ― Puedes dormir ahí o donde quieras.
Asiento. Ella camina a la cama y aparta las mantas, para después tumbarse y cubrirse con ellas. Permanezco de pie, aún sigo pensando en la interrupción de Cupido. Apaga la luz.
― ¿Te estaba forzando? ― Pregunto después de unos minutos en silencio, quiero asegurarme.
― No quiero hablar de eso, te dije que lo olvidemos. ― Escucho como se mueve en la cama. Una tenue luz entra por los cristales, suficiente para poder distinguir.
Me quedo en silencio, sus palabras provocan duda en mi interior. No la estaba forzando, nunca pensaría en hacerlo, pero quizás ella se sintió así y por eso no quiere hablar. Un sentimiento de culpa y arrepentimiento empieza a invadirme.
― Lo sien... ― Me interrumpe antes de que pueda disculparme.
― No pasa nada. ― Hace una pausa. ― No estabas forzándome, Jack.
Sus palabras alivian lo mal que me estaba sintiendo conmigo mismo. A la vez, abren una esperanza e ilusión en mí.
***
Subí un capítulo antes hace unos días, por si alguien no lo había visto.
¿Qué les parece la aparente tensión entre Jack y ____? Quiero saber que opinan.
No quiero que las cosas sean repentinas y muy forzadas, esas historias personalmente no me gustan y no quiero que la mía sea una de ellas. Por eso, intento hacerlo poco a poco, aunque me he dado cuenta que es más complicado de lo que parece.
Su opinión sincera me ayudaría a saber si lo estoy haciendo bien o necesito cambiar algo.
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