Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 23: III

― Nada mal. ― Dice el peliblanco observando la casa de Cupido.

― ¿Qué te esperabas? ― Pregunta ligeramente ofendido, aunque en su cara se nota el orgullo.

― Una guardería.

Silencio.

― Fuera de aquí. ― Tira de mí alejándome del peliblanco, caminamos hacía las escaleras.

Escucho la risa de Jack a mi espalda, lo que provoca que una pequeña sonrisa se me escape.

― No sabes respetar a nadie. ― Sigue refunfuñando mientras sube las escaleras conmigo.

Una punzada intensa de dolor hace que me doble y quede agachada, me sostengo de la barandilla.

― ¿Qué pasa? ― Detiene el paso, es cuestión de segundos para que este agachado a mi lado. ― Aguanta un poco, te llevaré a la habitación.

Escucho los pasos apresurados del peliblanco, se agacha y pega un pequeño empujón al ojiverde alejándole.

― ¿Estás bien? ― Pregunta apartando el pelo de mi rostro, el frío roce de sus dedos no me pasa desapercibido. Asiento, aunque sigo sin poder moverme, incluso siento que me he quedado sin respiración.

― Quita. ― Le regaña y el peliblanco retrocede.

Me rodea con sus brazos y hace que me ponga de pie, pasa un brazo por detrás de mis rodillas y me levanta, reposo la cabeza en su pecho. Hasta mis oídos llega un pequeño maullido, veo al gato al final de la escalera que nos observa con curiosidad.

― Quédate aquí, luego tengo que hablar contigo. ― Dice al peliblanco con tono serio. Quiero preguntar y averiguar sobre lo que hablarán, pero el dolor no me deja pronunciar palabra.

― Vale. ― Acepta, no pensé que lo hiciera.

Me lleva hasta la habitación en silencio, intento respirar hondo y con lentitud para no aumentar el dolor. Aparta las sábanas y me tumba con cuidado, procede a quitarme los zapatos.

― Espera. ― Le interrumpo. ― Puedo cambiarme sola. ― Mi voz sale débil, creo que no me ha escuchado porque no se detiene.

Deja los zapatos en el suelo. Camina hasta el vestidor y vuelve con un vestido de pijama, debe ser por las rodillas de largo. Se me queda mirando a la espera, hago exactamente lo mismo.

― ¿Qué? ― Pregunto después de varios segundos.

― Tengo que quitarte el vestido. ― Responde, aunque era obvio el motivo.

― Puedo yo sola. ― Repito y hago el amago de incorporarme, con un pequeño quejido lo consigo.

― No voy a mirar si es lo que te preocupa. ― Hace una pausa. ― Cerraré los ojos.

― Me encuentro mejor, puedo hacerlo. ― Insisto, extiendo la mano para que me entregue el pijama.

― ____... ― Arrastra las letras de mi nombre con advertencia.

― Es verdad.

― Si no quieres que lo haga yo, lo hará Jack. ― Amenaza, frunzo el ceño ante sus palabras.

― No.

― ¿No qué?

― Ninguno lo hará. ― Respondo, niega con la cabeza.

― Tan cabezota... ― Susurra en un suspiro cansado.

Deja el pijama en mis piernas. Menos mal que lo he conseguido, no quiero que nadie me desnude, solo de pensarlo me invade la vergüenza.

Se da la vuelta y camina para salir de mi habitación.

― ¡Jack! ― Grita haciendo que me paralice. ― ¡Sube, ____ necesita ayuda!

Me dedica una última mirada antes de desaparecer por el pasillo. No puedo creer que haya sido tan rastrero, no entiendo la necesidad de que alguien me tenga que cambiar de ropa. Quizás pueda vestirme antes de que llegue a la habitación, aunque es muy arriesgado.

Vigilo la puerta que permanece abierta, mientras pienso si es buena idea intentarlo. Puedo lograrlo o puede ser que justo me pille desnuda, no sé si me dará tiempo. Bajo los pies al suelo y me siento en el borde la cama, observo la habitación todavía dubitativa.

Mi vista se detiene en la puerta del baño, no tardo en levantarme. Agarro el pijama y camino hasta allí.

― ¿____?

No, no me ha dado tiempo. Me detengo en seco.

― Hola. ― Susurro, en mis adentros rezo para que me deje vestirme sola.

― Túmbate, no te muevas. ― Regaña acercándose a mí.

Pone sus manos en mi cintura, me guía hasta la cama y me ayuda a tumbarme de nuevo.

― Cupido me dijo que prefieres que te cambie yo. ― Comenta con una sonrisa de lado, inmediatamente niego.

― Me amenazó con que lo harías, pero puedo sola.

― Déjame ayudarte. ― Pide, agarra el borde de la falda de mi vestido. Muevo la pierna bruscamente para que quite la mano, otra punzada en mi pecho aparece.

― Mierda. ― Gruño haciéndome bolita en la cama. Aguanto la respiración hasta que el dolor disminuye.

― Ves como no puedes.

Nos quedamos en silencio. Poco a poco vuelvo a ser capaz de moverme.

― No miraré, lo prometo. ― Añade. Por un instante pasa por mi mente la imagen de aquel sueño en el que nos besábamos, inmediatamente siento el calor subir a mis mejillas.

― ¡No! ― Reacciono más bruscamente de lo que quería. ― No es necesario, gracias. ― Bajo el tono de voz, cierro los ojos queriendo borrar esa imagen.

― Por favor... ― Suplica, aunque noto un aire amenazante detrás del tono lastimero.

― Te digo que no, deja de insistir. ― Me incorporo en la cama hasta sentarme, le doy la espalda.

Pasan unos segundos en silencio, entonces noto como acarician los mechones de mi cabello.

― Blanco. ― Murmura para si mismo, pero logro escucharlo.

― No entiendo por qué cambia de color tanto. ― Susurro alegre de poder desviar el tema.

― Habrá que averiguarlo.

Asiento, tampoco sé que más decir. Todavía siento como si estuviera en una nube, aunque el dolor hace que me baje. De todos modos, tengo tantos pensamientos en la cabeza que no soy capaz de centrarme en ninguno. No he pasado por alto el hecho de que Jack puede tocarme ahora, tampoco lo que pasó en la fiesta, ni lo que conseguí hacer con unos poderes que no sabía que tenía. Pero hay tantas cosas en las que pensar y meditar que no soy capaz de centrarme, ignoro todas y simplemente me dejo llevar.

Extiendo mi mano y contemplo mi palma, si ahora intentara hacer de nuevo todo lo que hice no sería capaz. Pensar en lo débil que estoy ahora es contradictorio, antes tenía una fuerza y energía que no había sentido nunca.

― Tienes que recuperarte, así podremos investigar. ― Añade al ver que me he sumido en mis pensamientos.

― ¿Qué tal te encuentras? ― Pregunto girando ligeramente el rostro en su dirección, pero sigo dándole la espalda. Siento su cuerpo detrás de mí debido al frío que desprende, permanece de pie cerca de la cama.

― ¿Yo? ― Pregunta tontamente, asiento. ― Ya sabes que estoy bien, gracias a ti.

Continúa acariciando mi pelo, sinceramente me gusta la sensación.

― Me gustaría hablar contigo de muchas cosas. ― Confieso en tono bajo, aunque decidido.

― Primero tienes que descansar.

Resoplo, pero soy consciente de que tiene razón. Ahora mismo no estoy en condiciones de hablar nada importante.

― Lo sé.

― Entonces te cambio de ropa, ¿no? ― Susurra cerca de mi oído tomándome por sorpresa. Me giro provocando que se separe, pero se vuelve a inclinar hacía mi rostro.

Quedamos a centímetros de distancia, en ese momento aprovecha para apoyar las manos en el colchón cerca de mis piernas. Siento su aliento contra mis labios, su mirada no se desvía de mis ojos.

― Tomaré el silencio como un sí.

― No, aléjate. ― A pesar de que quiero sonar molesta, mi voz tiembla al final.

― ¿Y qué pasa si no lo hago? ― La diversión que brilla en sus ojos me mantiene hipnotizada por unos instantes.

― Te pegaré. ― Respondo, está vez si logro sonar segura.

― ¿Ah sí? ― Arrastra las letras y se inclina más hacía mí, de inmediato me inclino hacía atrás.

― Sí.

Termino casi tumbada apoyada en mis codos. El peliblando ha subido una rodilla al colchón. Mi corazón late con nerviosismo.

― Pégame, vamos. ― Nuestras miradas no se separan ni un segundo, algo no me permite apartarla de sus ojos azules.

Nos quedamos en silencio. Nuestros cuerpos no se tocan, pero igualmente la posición en la que estamos es bastante comprometedora, al menos para mí, pero a él parece divertirle.

― Si no lo haces te quitaré el vestido. ― Amenaza, en ese momento reacciono e intento empujarle. No soy capaz, lo único que consigo es terminar tumbada completamente.

El peliblanco se ríe ante mi penoso intento, al principio le observo molesta, pero una pequeña sonrisa se va formando en mis labios.

― ¿Puedes quitarte de encima? ― Pido, detiene su risa y se deja caer a mi lado.

Ambos permanecemos tumbados, su brazo roza el mío.

― Hace mucho que no reía. ― Dice en un suspiro, niego con la cabeza.

― No mientas.

― ¿No te fías de mí? ― Gira el rostro para mirarme.

― No creo que sea posible el que no te rías. ― Le miro de reojo. ― Aunque es verdad que últimamente estabas bastante serio.

― Han pasado muchas cosas. ― Suspira.

― Demasiadas. ― Le doy la razón.

― Y todavía quedan más.

― No me lo recuerdes. ― Pongo el antebrazo tapando mis ojos. ― A veces echo de menos mi vida normal.

― ¿Solo a veces? ― Pregunta extrañado, asiento.

― No sabría explicártelo ahora mismo.

Busco alguna forma de expresarlo, de poder recopilar todos mis sentimientos y expulsarlos para que él lo comprenda, pero es imposible.

― Poco a poco. ― Susurra. Escucho como se mueve, segundos después su peso sobre el colchón desaparece. ― Levanta.

Hago caso y me incorporo hasta quedar sentada en el borde. El peliblanco se cruza de brazos y me observa, le devuelvo la mirada en silencio.

― El vestido ha quedado destrozado. ― Comenta dándole un repaso. La verdad es que es una pena, era demasiado bonito.

― Ya. ― Suspiro. ― Al menos estamos bien.

― Tú no del todo.

― Estoy viva, es suficiente. ― Me encojo de hombros restándole importancia.

― Hagamos una cosa. ― Extiende la mano frente a mí para que la agarre.

― ¿Qué cosa? ― Pregunto. Uno mi mano con la suya y me ayuda a levantarme.

― Cierro los ojos, te das la vuelta y me quedo cerca por si necesitas ayuda. ― Propone, ruedo los ojos con fastidio.

― No me dejarás hacerlo sola, ¿verdad?

― No, es tu única opción.

― De acuerdo. ― Susurro. No me gusta la idea, pero la prefiero antes que me cambie él.

Cierra los ojos y extiende los brazos, quedan cerca de mi cuerpo. Respiro hondo para calmar los nervios que empiezan a construirse dentro de mí, pero provoca que otro pinchazo doloroso aparezca en mi pecho. Me doy la vuelta e intento llegar al final del vestido, pero el dolor aumenta.

― Puedes alcanzarme el final de la falda, por favor. ― Pido en un hilo de voz, entre el dolor y los nervios no tengo fuerzas para hablar más alto.

No responde, sin embargo, se agacha y agarra el borde levantándolo hasta mis manos. Después, vuelve a la misma posición de antes, quiero creer que tendrá también los ojos cerrados.

Levanto los brazos para sacar el vestido por la cabeza, ahora mismo preferiría uno con cremalleras que cayera al suelo, sería mucho más sencillo. Otra punzada hace que me paralice y me tambalee, las manos del del peliblanco me sujetan por la cintura.

― Cuidado. ― Advierte detrás de mí, aunque a penas le he escuchado. Sus manos tocando la piel desnuda de mi cintura me manda escalofríos por todo el cuerpo, incluso consigue distraerme del dolor.

Tras unos segundos en los que me quedo paralizada, continúo sacando el vestido. Lo dejo caer al suelo, la verdad es que está hecho un desastre. Agarro la muda y subo los brazos para ponérmela, en ese momento siento una pequeña caricia haciendo que vuelva a quedarme quieta. El pulgar del peliblanco se mueve suavemente sobre mi piel, casi no es perceptible, pero todo mi cuerpo reacciona. Con torpeza me pongo el pijama rápidamente, los nervios han aumentado demasiado en un segundo.

― Puedes soltarme. ― Balbuceo provocando que me suelte, el pijama baja hasta un poco por encima de mis rodillas.

― ¿No te cambiaras la ropa interior también? ― Pregunta en cuanto me giro para mirarle, sus ojos me observan con curiosidad.

― Contigo no. ― Respondo inmediatamente, por un momento pasa por mi mente la posibilidad de que no haya cerrado los ojos. ― ¿Estuviste mirando?

― No lo hice, tranquila. ― Asegura. ― Ahora deberías descansar.

― Eso haré, gracias.

Me dedica una sonrisa antes de pasar por mi lado, le sigo con la mirada cuando se agacha y coge el vestido del suelo, lo pone sobre su antebrazo.

― Se lo daré a Cupido. ― Informa, pero no se vuelve a mirarme. ― Descansa, ____.

Camina hasta la puerta ydesaparece en el pasillo. Me quedo de pie por unos instantes más, pero terminopor meterme en la cama y cerrar los ojos.

***

¿Qué tal se encuentran? Espero que bien.

Quiero agradecer de nuevo a todos los que comentan y votan, aunque no responda me doy cuenta de todo. No os ignoro, os quiero demasiado como para ignoraros, me hacen muy feliz de verdad.  

Se que soy pesada repitiendo siempre lo mismo, pero no se de que forma agradeceros que apoyéis la historia.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro