Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 22: II

― ¿Estás mejor? ― Pregunta con fingida preocupación, en realidad se ríe de mí.

Todo a mi alrededor da vueltas, además es borroso y solo veo figuras de colores. Siento los brazos de cupido sujetándome contra su cuerpo, si no fuera por él estaría tirada en el suelo.

― Cállate. ― Gruño, escucho su risa cerca de mi oído.

― ¿Eres capaz de mantenerte en pie o vas a destrozar el vestido?

Me muevo, dándole a entender que me deje libre. Aparta los brazos de mi alrededor, pasa un segundo cuando me precipito contra el suelo. Cierro los ojos esperando el impacto, pero sus brazos vuelven a sujetarme.

― Van a pensar que te hice algo. ― Su aliento choca con mi cuello. Me ha incorporado y me mantiene pegada a su cuerpo.

― Odio eso. ― Murmuro intentando fijar la vista en algo, cualquier cosa.

― Te acostumbraras.

Me sostiene mientras me recupero. Pasan los segundos y poco a poco voy sintiéndome mejor. El mundo deja de dar vueltas, ahora solo se tambalea ligeramente, nada que no pueda soportar. Mi vista borrosa se vuelve más nítida, aunque sigo sin distinguir los detalles. Un enorme puente de cristal es lo primero que distingo.

― Buenos días, Zed. ― Saluda una voz masculina que desconozco. Giro la cabeza demasiado rápido, cierro los ojos con fuerza.

― Buenos días, Alex.

― ¿Qué tal todo? ― Su tono es amigable, hace una pausa. ― Te veo ocupado.

Abro los ojos y fijo la vista en el chico a nuestro lado. No puedo evitar abrir la boca sorprendida. ¿Por qué todos los espíritus son tan atractivos?

― Se encuentra mal. ― Justifica, ya no siento su aliento.

― ¿Qué te pasa? ― Se dirige a mí, sus ojos amarillos me dejan inmóvil. Ahora que nuestras miradas están unidas puedo apreciar el color brillante que posee. Su pupila está rasgada, dándole un aire intimidante.

― Mareos. ― Responde por mí, en el fondo se lo agradezco. Ahora mismo parezco una estúpida.

― Entiendo. ― Vuelve la vista a Cupido. Mis neuronas vuelven a funcionar.

― Estoy mejor, puedes soltarme. ― No hace ningún amago, pero se que me ha escuchado.

― ¿Segura? ― Pregunta en un susurro solo para nosotros. Asiento.

Sus brazos me liberan, aunque los mantiene extendidos a mi alrededor. Mantengo el equilibrio, mi vista ha vuelto a la normalidad y solo quedan pequeños restos de la sensación de mareo. Después de unos segundos aparta los brazos por completo, me giro para quedar frente al extraño. Cupido me ofrece su brazo, esta vez lo acepto.

― Ella es ____ , mi acompañante. ― Me presenta, el extraño de ojos amarillos me examina.

― Puedes llamarme Alex. ― Extiende la mano frente a mí, la acepto pensando que es para estrecharlas, pero antes de que pueda reaccionar la lleva a sus labios y deposita un beso.

― Demasiado típico. ― La voz seca de Cupido hace que salga de mi sorpresa, el chico suelta una carcajada.

― Solo intento ser amable, ya me conoces. ― Suelta mi mano, una sonrisa se dibuja en sus labios. Se dirige a Cupido. ― Hace mucho que no te veía.

― Lo mismo digo. ¿Y tú hermano? ― Mira alrededor con el ceño fruncido. ― ¿No lo habrás tirado por el precipicio?

Ambos ríen, pero yo no lo entiendo. Entonces miro alrededor y lo capto. El enorme puente de cristal está construido sobre el precipicio, no se ve el fondo desde aquí. El miedo me recorre al pensar en caminar por ahí, con la posibilidad de que se rompa en cualquier momento.

― Ojalá.

― ¿Ojalá qué? ― Otra voz masculina interrumpe. Es exactamente igual al chico de ojos amarillos, la única diferencia son sus ojos rojos.

― Axel, cuanto tiempo. ― Cupido sonríe, le da una palmada amigable en el hombro.

― Hombre. ― Sonríe. ― Pero si es el desaparecido de Zed.

Sus ojos se posan en mí, antes de que pueda preguntar Cupido vuelve a presentarme.

― Encantado. ― Dice con educación, se inclina hacía mí y me da un beso en cada mejilla. Cuando se aparta le sonríe de nuevo a mi acompañante. ― Siempre buscas lo mejor. ― Susurra, seguramente intentando que no le escuche. Cupido niega divertido con la cabeza.

― Ellos son buenos amigos míos. ― Explica clavando su mirada en mí, asiento y les dedico una pequeña sonrisa.

― ¿Qué has estado haciendo todo este tiempo? ― Pregunta Axel con fingido reproche.

― Os lo contaré luego tranquilamente. ― Suspira. ― Me toca presentar.

Ambos hacen un sonido de pena a la vez, después proceden a reírse.

― Que pereza. ― Dicen al unísono, lo que provoca que oculte una sonrisa. Parecen gotas de agua, menos por los ojos.

― Tenemos que irnos adelantando. ― Asienten. Cupido empieza a caminar conmigo, escucho sus voces detrás nuestra.

― ¡Suerte! ― Gritan los dos, no puedo evitar girarme un poco para mirarlos. Me dedican una sonrisa y el de ojos amarillos mueve la mano en señal de despedida. A pesar de su aspecto intimidante parecen bastante amigables.

Mientras nos acercamos al puente no dejo de pensar en ellos. Su piel extremadamente blanquecina hacía contraste con su pelo negro, incluido con sus ojos que parecían brillar con luz propia. Ambos llevaban un traje negro que les hacía ver aún más imponentes.

― Son insoportables, pero buenas personas. ― Comenta sacándome de mis pensamientos.

― ¿Los conoces de hace mucho? ― Pregunto, no han interactuado demasiado, pero parecía haber confianza.

― Demasiado, ni siquiera recuerdo hace cuantos años los vi por primera vez. ― Sonríe y, simplemente en su expresión, soy capaz de ver que les tiene cariño.

― Parecen agradables.

― Seguro que os lleváis genial. ― Su comentario me toma por sorpresa, eso significa que vamos a pasar tiempo con ellos. Un sentimiento agradable aparece en mi pecho, me gusta la idea. Nunca he tenido muchos amigos.

Caminamos por el puente y no puedo evitar mirar hacía el fondo. Me agarro con más fuerza del brazo de Cupido.

― No tengas miedo. ― Murmura en un tono que transmite tranquilidad a todo mi cuerpo. Levanto la mirada encontrándome con sus ojos verdes.

― No tengo miedo. ― Intento sonar convincente, pero se que he fallado en cuanto veo la sonrisa burlona en su rostro. Nos detenemos.

― Entonces no te importará que me adelante. ― Un escalofrío me recorre ante la idea de quedarme sola en medio del puente. Afianzo el agarre en su brazo.

― No puedes dejar a tu pareja sola. ― Suelta una risotada ante mis palabras, seguimos caminando.

Escucho voces a mi espalda, giro la cabeza con curiosidad. Varios espíritus caminan en nuestra dirección, hablan entre ellos como si se conocieran de toda la vida. Lo que más llama mi atención es que no todos tienen aspecto humano, algunos parecen criaturas sacadas de un cuento. Aunque no me sorprende después de ver a los guardianes.

Vuelvo la vista al frente y disfruto del aire acariciando mi piel desnuda. Los mechones de mi cabello ondean, al igual que el vestido con cada paso que doy.

― Una vez que lleguemos al final pasaremos una puerta mágica. ― Dice mirando al frente. Entrecierro los ojos intentado verla, pero lo único que hay es un camino y bosque a los lados.

― No hay nada.

― Ya lo verás. ― Me dedica una sonrisa ladeada cuando me mira de reojo. Nos vamos acercando al final del puente.

Escucho el bullicio de los espíritus detrás nuestra, si no te das la vuelta parece gente normal hablando. No me había dado cuenta de lo mucho que echaba de menos escuchar más voces.

― ¿Preparada? ― Pregunta mirando al frente. Asiento y llegamos al final.

Una sensación pegajosa y viscosa aparece en todo mi cuerpo, me siento asqueada e instintivamente quiero deshacerme de lo que sea que tengo pegado. He cerrado los ojos por el asco que siento, cuando los abro un enorme palacio aparece ante mí.

― Bienvenidos. ― Una voz sin sentimientos llama mi atención, una silueta hace una reverencia. No soy capaz de distinguir exactamente qué es. ― El anfitrión le está esperando, Cupido.

― Gracias. ― Responde sin siquiera mirar en su dirección. Miro al ojiverde confundida y lee la pregunta en mis ojos. ― Vamos.

Tira de mí y seguimos caminando, no puedo evitar mirar a la silueta intentando adivinar qué es. Lleva una armadura, como los caballeros medievales, en cambio cuando miré su rostro a través del casco no había nada.

― ¿Qué era eso? ― Pregunto cuando estamos lo suficientemente lejos para que no nos escuche. Me da un vistazo de reojo mientras seguimos caminando.

― Es una creación del anfitrión. Se le conoce por crear marionetas y controlarlas a su antojo, esa era una de ellas. ― Explica en voz baja. ― Nunca me han gustado.

Concuerdo con su opinión. La voz que tenía y el hecho de que no hubiera nada dentro de la armadura han dejado un mal sentimiento en mi cuerpo.

― Habrá marionetas por todos lados, por protección seguramente. ― Comenta haciendo que arrugue la cara en desagrado.

― ¿Protección de qué?

― Hay espíritus con malas intenciones, eso ya lo sabes.

Inmediatamente viene a mi mente el recuerdo de los guardianes, no he sabido nada del peliblanco estos días.

― Los guardianes no vendrán, ¿no? ― Quiero asegurarme, no quiero cruzarme con ellos nunca más.

― Ya te dije que nunca vienen a estas cosas, tranquila. ― Sonríe y automáticamente me relajo.

Llegamos a las grandes puertas de la entrada, están abiertas y se ve la multitud en el interior. A nuestros lados veo más marionetas e intento ignorarlas, pero la mala sensación recorre cada parte de mi cuerpo.

Hay pequeños grupos de espíritus reunidos, hablando entre ellos animadamente. No paso desapercibidas las miradas que lanzan a Cupido, todas le miran con anhelo. Sus miradas no tardan en recaer en mí, veo confusión y envidia, también curiosidad y molestia.

― No hagas caso. ― Susurra, levanto la mirada a su rostro. ― Noto que estas incomoda.

― No lo estoy. ― Miento, aunque sé que puede notar mis emociones, pero admitirlo en voz alta no está entre mis planes.

― Te tienen envidia por estar conmigo. ― Dice en tono socarrón, suelto una carcajada amarga.

― No me había dado cuenta. ― Escupo con ironía. Niega ligeramente con la cabeza mientras agacha la cabeza y oculta una sonrisa.

Llegamos a unas enormes escaleras, todo en este palacio es enorme.

― Tengo que hablar con el anfitrión. ¿Puedes esperarme aquí? ― Se suelta de mi agarre con delicadeza y se coloca frente a mí. ― Será rápido. ― Asegura.

No es de mi agrado quedarme sola, menos aún entre tantos espíritus. ¿Pero qué otra cosa puedo hacer?

― Date prisa, por favor. ― Pido en un susurro, se que nota lo poco que me gusta la idea de quedarme aquí.

Sonríe y se inclina hacía mí, antes de poder reaccionar coloca una mano en la parte trasera de mi cabeza y deja un beso en mi frente. Me quedo paralizada, el calor sube a mi rostro. Se separa lo suficiente para mirarme.

― Nadie te hará nada porque estás conmigo. ― El tono de su voz relaja mis músculos tensos, sus ojos transmiten paz y me siento cómoda a su lado por unos segundos. Sin embargo, la vergüenza y la confusión por su comportamiento vuelve a inundarme.

― Vete, rápido. ― Me separo y quita la mano de mi cabeza. Desvío la mirada y escucho un suspiro de su parte.

― No te muevas de aquí. ― Dice antes de darse la vuelta y subir por las escaleras. Observo su espalda mientras se aleja.

Cuando desparece de mi campo de visión vuelvo a ser consciente de las miradas clavadas en mí, se que están cuchicheando sobre lo que acaba de pasar. ¿Tan raro es que Cupido venga con una chica? Es cupido, por favor, seguro que está con muchísimas chicas y seguro que ha venido con una distinta cada vez.

― Miren, ha llegado Afrodita. ― La sala se llena de voces pronunciando lo mismo. Miro a la entrada con curiosidad. ¿Afrodita la diosa del amor?

Una chica con un vestido ajustado y largo entra contoneando sus caderas, su pelo le llega un poco más allá de la cintura, sus curvas resaltan llamando la atención de todos los hombres. No soy capaz de distinguir sus rasgos desde aquí, pero para llamar la atención de todos de esta manera me imagino como será. Aunque el aura que hay a su alrededor no es como la de Cupido, no irradia esa belleza y elegancia que tiene él.

Las mujeres evitan mirarla, sin embargo, los hombres babean con cada paso que da. Se detiene a hablar con otros espíritus, la sonrisa no desaparece de su rostro.

― Cada día está más guapa. ― Escucho comentar a una voz masculina, ruedo los ojos. Parece que están desesperados.

Después de unos momentos, el ambiente se relaja y vuelve a ser igual que antes. He dejado de prestarle atención a las voces de los demás. Una pregunta ronda por mi mente, ¿los espíritus también son dioses?

― Ya he vuelto. ― La voz del ojiverde me saca de mis pensamientos. Me sonríe al llegar a mi lado, le devuelvo la sonrisa.

― Tardaste mucho. ― Regaño, aunque es evidente que no lo hizo.

― Lo siento por dejarte sola. ― Pasa el brazo por mis hombros y me pega a su costado. ― No puedes vivir sin mí.

Le doy un codazo y se encoge ante el repentino dolor, pero no pasan ni diez segundos cuando se ha recuperado como si nada.

― ¿Qué fue eso? ― Pregunta sorprendido, un matiz de diversión tiñe su voz.

― Por creído.

Suelta una carcajada y abre la boca para responderme cuando unas marionetas aparecen en la escalera, inmediatamente su rostro se vuelve serio.

― Podéis ir pasando a la sala principal. ― Esa voz vacía y sin sentimientos manda escalofríos desagradables por mi columna. Cupido me acerca más contra su costado, paso mi brazo por su cintura devolviéndole el abrazo.

Los espíritus no parecen afectados por esas criaturas, suben las escaleras y siguen charlando tranquilamente. Las marionetas se han apartado a los costados y se mantienen inmóviles.

― Vamos. ― Quita el brazo de mis hombros y hago lo mismo. Subo los escalones con cuidado de no caerme.

Los espíritus no dejan de llegar, nunca imaginé que hubiera tantos y tan diferentes entre ellos.

***

Jack Frost.

― ¿Quieres subir al trineo, Conejo? ― La molestia es clara en la voz de Hada.

Nos hemos reunido en el taller de Norte para ir todos juntos a la fiesta, antes hemos repasado el plan para buscar a los aliados de Pitch Black sin levantar sospechas. No voy a negar que estoy nervioso.

― Iré por mi propia cuenta. ― Protesta, parece un cachorro asustado. No puedo evitar reírme. ― ¿Tú de que te ríes? ― Me lanza una mirada asesina, lo que provoca que mi risa aumente.

― ¿Quieres que te llevemos en brazos como a un bebe para que no tengas miedo? ― Levanto una ceja.

― Baja aquí y te demostraré quién es un bebe. ― Golpea el suelo con una de sus patas.

― Sube tú, me da pereza bajar. ― Digo sabiendo que no lo hará, la situación me divierte.

― Vamos a llegar tarde por tu culpa. ― Escupe Hada, nunca la había visto tan enfadada. Aunque se que para ella la fiesta es importante, mas allá que para encontrar a esa escoria.

― Conejo, haz el favor de subir. ― Norte arrastra las palabras con cansancio.

Meme observa la escena con aburrimiento a mi lado.

― Dije que voy por mi cuenta. ― Se cruza de brazos. Hada sale del trineo y le agarra de una de las orejas. ― ¿Qué haces? ― Chilla con voz aguda, la risa explota y no puedo controlarla.

― Vas a subir al trineo por las malas. ― Hada sigue tirando de su oreja sin piedad. Hace mucho que no me reía así, últimamente las cosas han estado muy tensas.

― Suéltame, loca. ― Lloriquea intentando alejarse de ella.

Hada consigue su propósito, aunque no suelta su oreja en ningún momento, ni siquiera cuando el trineo arranca y salimos volando.

― ¿Qué te pasa, Conejo? ― Pregunto para molestarle, no se mueve mientras tiene los ojos cerrados y se agarra con fuerza al trineo.

― Jack, cállate. ― Me regaña Hada cortando la diversión, bufo dejándolo pasar.

Después de un viaje lleno de silencio, al fin llegamos a la fiesta. Norte aterriza el trineo en un patio y casi chocamos con un árbol. Nos bajamos y observo alrededor, había visto el enorme palacio desde las alturas, pero desde aquí parece aún más inmenso.

― Bienvenidos. ― Una voz llama nuestra atención. Una armadura está parada frente a nosotros, ¿en qué momento ha aparecido ahí?

― Perdón por el desastre. ― Se disculpa Norte en tono amable, hace días que no lo escuchaba en él.

― No se preocupe, el amo está muy agradecido de que hayáis venido. ― Arrugo las cejas al escuchar su voz tan extraña. ― Les guiaré a la entrada si quieren. ― Hace una reverencia y al incorporarse me fijo en su rostro, o mejor dicho donde debería estar su cara, pero no hay nada.

― Claro, gracias. ― Acepta Norte. Escucho los quejidos de Conejo por el viaje.

La armadura se da la vuelta y empieza a caminar. Miro a Norte confundido, pero simplemente camina sin mirarme. Le sigue Meme que encoje los hombros ante mi mirada.

― Vamos. ― Hada le mete prisa a Conejo que está tirado en el suelo.

Seguimos a la estatua en silencio, solo se escucha a veces la entusiasmada voz de hada y a Conejo quejarse. Llegamos a un camino que lleva a unas puertas gigantes que están abiertas, no puedo evitar mirar todo asombrado, hay un montón de espíritus andando hacía el interior.

Las miradas se clavan en nosotros, en ese momento me doy cuenta de la vestimenta de los demás, van arreglados cuando nosotros venimos como siempre.

La armadura se detiene, hace una última reverencia antes de desaparecer.

― Los guardianes han venido, que sorpresa. ― Dos chicos iguales se detienen al vernos, no puedo evitar fijarme en sus ojos.

― ¿Quiénes sois? ― Pregunta Norte intentando sonar amable, pero se nota la desconfianza en su voz.

― Yo soy Alex y él es Axel. ― Se presenta, a continuación, sonríen los dos a la vez. ― Hemos escuchado mucho sobre vosotros.

Hada se adelanta y se pone frente a ellos, extiende una mano y sonríe.

― Yo soy Hada, encantada de conoceros. ― Revolotea nerviosa, cualquiera podría darse cuenta de que está desesperada por conocer espíritus.

― Un placer. ― Responde el de ojos rojos, los demás nos mantenemos en silencio.

― Íbamos hacía dentro, pronto empezará. ― Habla el de ojos amarillos, señala con la cabeza el palacio. ― Espero que podamos hablar más tarde, nos encantaría conoceros.

― Claro que sí. ― Chilla emocionada, Norte da unos pasos al frente y apoya la mano en el hombro de Hada.

― Yo soy Norte, ellos son Jack, Meme y Conejo. ― Nos señala a cada uno, cuando sus miradas caen sobre mí asiento en modo de saludo. ― Encantado.

― Nos vemos luego. ― Se despiden y siguen caminando mientras hablan entre ellos.

No pasan ni dos segundos cuando más espíritus se detienen a hablar con nosotros, parece que nadie se esperaba que viniéramos por aquí. Después de varias conversaciones cortas decidimos que deberíamos entrar.

― Ni siquiera ha empezado y ya hemos hablado con espíritus. ― Hada sigue revoloteando emocionada a nuestro alrededor.

― Tampoco es para tanto. ― Comento con aburrimiento, aunque en el fondo también tengo curiosidad por los demás.

― No olviden el motivo por el que estamos aquí. ― Norte habla haciendo que la realidad caiga sobre nuestras cabezas. No hemos venido a conocer gente y hacer amistades.

Caminamos hasta la entrada, las miradas siguen puestas sobre nosotros mientras hablan de lo extraño que resulta que estemos aquí. Me siento nervioso e incómodo, aunque también estoy preocupado por el tema de encontrar a los aliados de Pitch.

***

Se viene lo bueno ya de ya.

Por cierto, algunas chicas del grupo de Whatsapp me pidieron si podían salir en la historia como espíritus, una de ellas es Afrodita que es CatitaaMunoz :)

Si a alguien le hace ilusión aparecer puede inventarse su propio espíritu y decírmelo por el grupo, el enlace está en mi perfil.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro