Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 21: I

Observo el agua de la fuente del jardín, tiene pequeños destellos al fondo. Ayer Cupido ya me enseño el resto de la casa, más o menos he intentado hacerme un mapa mental para no perderme. Me ha dicho que puedo moverme o usar lo que quiera, incluso la enorme sala de entrenamiento que tiene bajo la casa. Sinceramente me sorprendió, tenía armas de todo tipo, también me generó un poco de desconfianza, no imagine que tuviera todo un armamento. De todos modos, me dijo que me podría enseñar a usar las armas y defenderme, eso me tranquilizó.

Hoy he salido al patio según me he levantado, me apetecía que me diera la luz del sol. El sueño se ha repetido, exactamente el mismo. Me pregunto si Cupido lo habrá notado igual que el anterior.

― Buenos días. ― Escucho su voz a mi espalda, giro el rostro para darle una pequeña sonrisa.

― Buenos días.

― ¿Qué tal dormiste? ― Se sienta a mi lado.

― ¿Tú que crees? ― Vuelvo a mirar el agua.

― Otra vez soñaste con él. ― Afirma.

― Exactamente el mismo que el anterior. ― Estiro el brazo para tocar la superficie del agua con la yema de los dedos.

― Soy cotilla por naturaleza, ¿puedo saber de qué trataba?

Me mantengo en silencio unos segundos, debatiendo si debo contárselo. Él me está permitiendo estar en su casa y me protege, no creo que pase nada por contarle un sueño estúpido.

― Sentía un dolor, parecía que estaba sufriendo. Después, apareció Jack e intentó llevarme para curarme. ― Levanto la mirada encontrándome con la suya. ― Estábamos en un lago. Pero lo que más me perturbó es que no podía moverme por mi cuenta, como si estuviera encerrada dentro de mi cuerpo.

― Entiendo. ¿Algo más?

― Parecía que Jack y yo nos conocíamos desde hace mucho.

Se queda en silencio observando mis ojos fijamente, su mirada tan intensa empieza a ponerme nerviosa. No dice nada, lo cual me confunde más.

― ¿Qué pasa? ― Pregunto incómoda. Desvía la mirada.

― Estaba comprobando una cosa. ― Susurra mirando al fondo del jardín.

― ¿Qué cosa?

― ¿No crees que puede que no sea un sueño? ― Vuelvo a posar su vista en mí. Espero a que continúe. ― Quizás son recuerdos, se suponía que antes eras mitad espíritu.

― Pero Jack lo recordaría.

― Tienes razón. ― Nos quedamos en silencio.

Contemplo el cielo. Todo sería más sencillo si la voz estuviera aquí. Cupido se levanta y extiende la mano.

― Vamos a desayunar. ― Dice con una sonrisa encantadora, típica de él.

Acepto su mano para levantarme, después las separamos. Caminamos en un tranquilo silencio hasta el comedor. A mitad de camino se detiene para acariciar al gato, el cual ronronea bajo su toque. A partir de ahí nos sigue, una vez en el comedor se acomoda sobre las piernas de su amo. Me acomodo en mi sitio mientras observo acercarse las cosas flotando.

― La fiesta es en dos días. ― Rompe el silencio. Trago la comida que estaba masticando.

― Oh. ― Exclamo sin saber que decir, no llego a entender el funcionamiento de esas fiestas.

― Serás mi pareja, si no te importa. ― Levanta una comisura de forma arrogante. ― Todas las mujeres te tendrán envidia.

― Mientras no me intenten matar... ― Dejo la frase en el aire. Sigo comiendo con tranquilidad.

― Nadie se atrevería si estás conmigo. ― Levanta el mentón, lleva un trozo de galleta a su boca.

― ¿Tan poderoso eres en comparación a los demás? ― Levanto una ceja con burla. ― No será que tienes complejo de superioridad, ¿no?

Suelta una pequeña risa.

― Me temo que no. Todavía no hay ningún espíritu que se compare a mí.

― ¿El poder del amor es tan fuerte? ― Pregunto con cierto sarcasmo en mi voz.

― Más de lo que te puedes imaginar. ― La diversión desaparece convirtiéndose en seriedad. Quizás no debí hacer esa pregunta.

Seguimos desayunando en silencio, aunque se ha vuelto un poco tenso. Cuando terminamos la mesa queda totalmente vacía, excepto por la decoración que siempre hay.

― ¿Qué vas a hacer? ― Le detengo antes de que salga.

― Voy a entrenar un poco. ― Hace una pausa. ― ¿Quieres venir?

― ¿Yo? ― Balbuceo señalándome con el dedo índice. Asiente. ― No tengo ni idea de pelear.

― Te enseñaré, te viene bien aprender. ― Me rodea ligeramente con el brazo. ― Vamos, no seas vaga.

― Pero... ― Me interrumpe sin dejarme hablar.

― No quiero excusas, ¿tienes algo mejor que hacer? ― Me mira fijamente, esperando mi respuesta. Niego con la cabeza. ― Vamos.

Suspiro y dejo que me guie hasta la enorme sala de entrenamiento. No creo que sea buena idea, literalmente no sé hacer nada. Es cierto que no me vendría mal aprender, pero no va a ser fácil.

Una vez abajo se mete a una especie de vestuario, mientras espero en la puerta.

― ¿Vas a pelear con esa ropa? ― Levanta el tono para que pueda escucharle. Bajo la mirada a mi cuerpo, no veo cuál es el problema.

― Es ropa para hacer deporte. ― Contesto. Pasan unos segundos y la puerta se abre, Cupido me lanza un mono negro.

― Ponte eso, lo hice para ti. ― Sonríe antes de volver a cerrar la puerta.

Estiro el mono frente a mí, es de cuerpo completo y tiene pequeños destellos por toda la tela. No soy capaz de reconocer el material, tiene un brillo y una textura que no había visto antes.

― ¿Pretendes que me cambie aquí? ― Observo alrededor, estoy en mitad del pasillo. No hay nadie, pero tampoco hay nada para que deje la ropa.

Abre la puerta. Tiene el mono puesto hasta la cintura, parece del mismo material. Mi mirada se encuentra con su torso desnudo y los innumerables músculos que se ven perfectamente, sin poder evitarlo los repaso. Su cuerpo parece perfecto, tallado por los dioses. Subo la mirada hasta su rostro, una sonrisa arrogante se forma en sus labios y mis mejillas se calientan.

― ¿Te gusta? ― Flexiona su brazo, presumiendo. ― Claro que te gusta.

― No. ― Desvío la mirada al marco de la puerta. ― Me tomaste por sorpresa.

― Haré como que te creo. ― Suelta una carcajada, se echa a un lado dejando el paso libre. ― Cámbiate dentro, anda.

Entro pasando por su lado sin mirarle, bastante vergüenza siento ahora mismo. ¿Por qué tengo que hacer el ridículo de esta forma? Solo a mí se me ocurre quedarme mirando por varios segundos.

Me tenso cuando posa sus manos en mis hombros, siento su aliento cerca de mi oreja.

― Te espero fuera, preciosa. ― Susurra y se aleja dejándome sola. Suelto el aire que no sabía que estaba conteniendo.

Soy estúpida, ahora se pensará que me atrae o algo parecido. Obviamente es Cupido y la belleza que posee no parece de este mundo, pero eso no quiere decir que quiera algo con él. Es normal que no pueda evitar mirar, ¿no?

Meneo la cabeza, no quiero pensar en ello. Voy a borrar lo que acaba de pasar, nunca ha sucedido nada vergonzoso.

Me quito la ropa y la dejo sobre un banco. Agarro el mono y le doy vueltas buscando alguna cremallera o algo parecido, pero no hay nada. ¿Cómo se supone que me lo voy a poner?

― ¿Cupido? ― Levanto la voz.

― Zed. ― Me corrige, ruedo los ojos.

― Zed. ― Repito alargando su nombre. ― El mono no tiene cremallera.

Escucho su risa al otro lado.

― Piensa en que se abre para poder ponértelo.

Arrugo las cejas sin entender, pero hago lo que me dice. Lo sostengo en mis manos y lo observo fijamente, hago mi mejor esfuerzo para concentrarme e imaginar que tiene una cremallera que se abre sola. Después de unos segundos el torso del mono se parte en dos, de una forma un tanto brusca que me toma por sorpresa.

― ¡Creo que lo he roto! ― Grito. inmediatamente escucho la puerta abrirse.

Levanto la mirada encontrando al ojiverde. Asustada y avergonzada tapo mi cuerpo con el mono y me muevo para que no pueda ver mi espalda desnuda.

― Déjame ver. ― Se acerca caminando, extiende la mano.

― ¡No! ― Doy varios pasos atrás hasta que me choco con una pared, al estar en contacto con mi piel noto la superficie fría. ― Eres un pervertido. ― Le acuso cuando sigue acercándose, se detiene y me mira confundido.

― ¿Perverti...? ― Se interrumpe quedándose callado por unos segundos. ― Solo quiero ver el mono, no a ti. ― Levanta las manos a los lados enseñando las palmas.

― Estoy en ropa interior, vete. ― Ordeno señalando la puerta con un movimiento de cabeza. Se da la vuelta y sale, aún con las manos en alto en señal de rendición.

Dejo escapar el aire que había acumulado en mis pulmones. Estoy pasando más vergüenza últimamente que en toda mi vida. Sigo en la misma posición esperando a que cierre la puerta, pero no lo hace.

― ¡La puerta! ― Regaño, le escucho bufar antes de que se cierre. Al fin puedo respirar tranquila.

En mis costados siento algo que empieza a hacerme cosquillas, una especie de hormigueo que también aparece en mi torso y piernas. Me muevo hasta la ropa del banco, aún con el mono tapándome. Una vez al lado intento dejar el mono en el banco, pero no puedo alejarlo de mi cuerpo, es como si estuviera pegado. Hago más fuerza, suelto un quejido cuando algo me araña los costados. Bajo la mirada, mi boca se abre en asombro, segundos después suelto un grito desde lo más profundo de mi pecho.

― ¿Qué pasa? ― Entra corriendo y se acerca a mi lado.

Siento los latidos de mi corazón en mis oídos. Hago toda la fuerza que puedo, una y otra vez intento quitarme el mono, el cual ahora mismo está comiéndome, poco a poco va rodeando todo mi cuerpo. Estoy tan nerviosa que mis manos tiemblan mientras tiro una y otra vez. El cosquilleo se ha convertido en arañazos y escozor.

― ¡No puedo quitármelo!

― Detente, ____. ― Hace amago de agarrar mis manos, pero me escapo y sigo estirazando. ― ¡Para!

― ¿Esto era una trampa? ― Le acuso alejándome de él.

― Si sigues será peor. ― Gruñe, antes de darme cuenta tiene agarrados mis brazos. Los sostiene inmovilizándome, me remuevo queriendo soltarme.

EL cosquilleo cubre todo mi cuerpo, se ha vuelto molesto por los anteriores arañazos que sentí.

― Mírame. ― Muevo la cabeza esquivando su rostro. ― Mírame, ____.

Agarra mis muñecas con una sola mano en mi espalda, con la otra agarra mi mandíbula obligándome a que nuestros rostros queden frente a frente. Sus ojos me observan fijamente, el color verde tiene pequeños destellos de muchos colores que me dejan hipnotizada. Mi cuerpo se rinde ante él y deja de poner resistencia. No sé el tiempo que ha pasado cuando me suelta.

― ¿Mejor? ― Agarra mi cintura sosteniéndome. Todo mi cuerpo está relajado.

Asiento. Bajo la mirada, el mono está pegado a mí como una segunda piel. No me había fijado, pero el suyo también lo está.

― Se estaba amoldando a tu cuerpo. ― Acaricia mi cintura. ― Al ponerte nerviosa y estirazar el mono se agarraba a ti, imagino que te habrá dolido.

― Sentía arañazos, todavía siento como escuece.

― Porque tienes la piel irritada, en breves se te pasará. ― Da un paso atrás dejándome espacio. ― No te ha hecho heridas, tranquila.

― ¿Cómo lo sabes?

― Nunca las hacen. ― Asegura. Muevo los brazos y las piernas, observo la tela sobre mi piel.

― ¿Qué me hiciste? ― Pregunto e inclina la cabeza ligeramente hacía un lado. ― Tus ojos estaban diferentes.

― Usé mis poderes para relajarte. ― Sonríe con los labios juntos, me da una palmada en el hombro. ― Vamos a entrenar. ― Se da la vuelta y camina fuera del vestuario.

Doy un último vistazo ami cuerpo. Me siento desnuda, es como si no llevara nada encima. Agarro unpequeño trozo de tela del brazo y estiro, la sensación de escozor apareceinmediatamente. Me quedo parada, aún estoy ligeramente impactada. ¿Por qué todoes tan raro y me confunde?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro