Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 16: II

― Gracias por la ayuda, preciosa. ― Dice Cupido con una de sus sonrisas.

― No hice nada. ― Comento extrañada, aumenta la sonrisa como si eso fuera posible.

― Exactamente. ― Guiña un ojo y chasquea la lengua. Ni siquiera me doy cuenta a tiempo de que me está echando en cara que no hice absolutamente nada.

¿Cómo se liberó? Yo tampoco lo entiendo, pero el hielo se empezó a derretir hasta convertirse en un charco a sus pies.

― Si no llega a ser por mi magnífico poder, este cuerpo se habría quedado congelado para siempre. ― Continúa hablando mientras señala su torso. Su ropa está mojada, por lo que se adhiere a su piel resaltando sus músculos. ― Habría sido un desperdicio.

Decido no responder ni seguirle la conversación, pero el me observa fijamente esperando alguna reacción de mi parte. Después de unos pocos segundos desvío la mirada, pero aún tengo la sensación de sus penetrantes ojos puestos en mí.

― ¿Qué pasa? ― Escupo volviendo a encontrarme con su rostro, esta vez inexpresivo.

― ¿Qué te pasa a ti? ― Pregunta con un tono tan serio que me toma por sorpresa, lo poco que le conozco se ha mostrado muy alegre, aunque perfectamente podía estar fingiendo.

Me quedo en silencio, le miro con desconfianza y me alejo unos pasos de él, de camino a la salida de la cueva. Se mueve en mi dirección insistiendo con la pregunta, provocando que la desconfianza en mi interior aumente.

― No te acerques. ― Ordeno pero, obviamente, no me obedece. Cuando vuelve a moverse ando rápidamente hasta la salida.

En un parpadeo, su rostro aparece delante del mío, tapando la visión de la salida. Me detengo en seco, chocándome con su cuerpo.

― No deberías salir, es peligroso. ― Su tono de voz ha dejado esa seriedad, aunque no quiere decir que mi desconfianza haya desaparecido.

― ¿Y tú que sabes? ― Contesto bruscamente, chasquea la lengua con desaprobación.

― Estabas inconsciente en mitad del bosque, eso no parecía muy seguro. ― Se cruza de brazos, como un padre haría cuando prohíbe algo a su hija. Frunzo el ceño y maldigo entre dientes.

Tiene razón, fue él quien me trajo hasta aquí.

― ¿Dónde se fue Jack? ― Desvío el tema, reacia a darle la razón. Abre los ojos ligeramente, cayendo en cuenta de su existencia.

― Ese trozo de hielo... ― Gruñe entre dientes, pero después sonríe como si nada. ― No te preocupes, tengo más comida para ti.

― No pregunté sobre la comida... ― Me interrumpe cogiéndome de la mano, tira ligeramente para que le siga.

― Vayamos fuera, no te vendrá mal un poco de sol. ― Comenta alegremente, protesto intentando soltarme.

Una vez fuera nos adentramos un poco en bosque, no demasiado ya que se puede ver la cueva desde aquí. Se sienta apoyando la espalda en uno de los árboles y hace un gesto con la mano para que me aproxime. Palmea el suelo a su lado, lugar donde me siento igual que él.

― Aquí tienes. ― Chasquea los dedos y una galleta aparece en su mano. ― No es mucho, pero será suficiente hasta mañana.

― ¿Mañana? ― Pregunto apartando su mano.

― Te llevaré a mi casa, allí podrás comer todo lo que quieras. ― Sonríe y, por un momento, parece un ángel.

― ¿Jack sabe de eso? ― Vuelve a extender el brazo ofreciéndome la galleta, pero no hago ningún amago de querer cogerla.

― Iba a decírselo, pero decidió comportarse como un crío, ― Acerca más la galleta, niego con la cabeza. ― Entonces abre la boca. ― Sugiere dirigiéndola a mis labios, me echo hacía atrás.

― No creo que sea buena idea. ― Digo poniendo las manos abiertas frente a mí.

― ¿Crees que te haría algo malo? ― Pregunta aparentemente dolido, por un milisegundo mi corazón se encoge.

― No lo sé. ― Confieso y cualquier pizca de felicidad desaparece por completo. El brillo de sus ojos posee una mezcla entre tristeza y algo que no soy capaz de descifrar.

― Desconfías de mí... ― Susurra dolido, baja la mirada. Me mantengo quieta, intentando averiguar cuáles son sus pensamientos.

― No te conozco. ― Me excuso al ver que no mejora su ánimo. Suelta una carcajada amarga, pero vuelve a mirarme.

― Es cierto, no me conoces. ― Sonríe falsamente. ― A veces se me olvida.

Levanto una ceja extrañada. Su sonrisa aumenta mostrando sus blancos dientes, pero sus ojos siguen teniendo el mismo brillo.

Nos quedamos en silencio, ambos hemos desviado la mirada y contemplamos el paisaje del bosque. La galleta sigue en su mano, parece una galleta normal. Observo su perfil de reojo, desprende un aura de tristeza demasiado fuerte. ¿Por qué?

― Esa galleta... ― Carraspeo llamando su atención. ― ¿Es como la tarta?

― También te ayudará a recuperar energía y poder, pero muy poco.

― ¿A qué te refieres con energía y poder? ― Pregunto al recordar la reacción del peliblanco.

― Jack me contó que eres mitad espíritu. Esta comida es especial, hecha exclusivamente para los espíritus. ― Explica levantando la galleta delante de su cara, como si pudiera ver algo diferente en ella.

― Parece... normal. ― Comento inspeccionándola. Suelta una pequeña risa y me mira de reojo.

― Dime tú comida favorita. ― Pide con voz suave.

Abro la boca para responder, pero mi mente está en blanco. ¿Cuál es mi comida favorita? Es imposible que lo haya olvidado. ¿Tengo una comida favorita?

Me quedo en silencio, me esfuerzo por intentar recordar, busco la palabra o la imagen de la comida en mi cerebro. Empiezo a agobiarme, no puede ser que no recuerde algo tan básico.

― No sé... ― Tapo mis ojos con las palmas de mis manos.

― ¿No tienes ninguna? ― Pregunta extrañado. Aprieto con fuerza los ojos cerrados, no puede ser.

― No lo recuerdo. ― Murmuro más para mí que para él, ni siquiera sé si me ha escuchado. Aprieto los dientes con impotencia y hago mis manos puños.

― ¿Estás bien? ― Pregunta, segundos después siento su mano en mi rodilla. Golpeo su brazo por instinto, me levanto rápidamente y doy varios pasos lejos de él. ― Tranquila.

Me observa todavía sentado, levanta las manos a los lados en forma de rendición. Hasta mis oídos llega el sonido de pisadas, giro la cabeza en esa dirección.

― ¿Qué está pasando? ― El peliblanco se detiene cuando se encuentra con mi mirada. ― ¿Estás bien, ____? ― Frunce el ceño con preocupación, noto como sus nudillos se vuelven más blancos al agarrar con fuerza el cayado.

― Se ha puesto así de repente. ― Contesta ganándose una mala mirada de Jack. Le manda callar y vuelve su atención a mí.

― ¿A dónde fuiste? ― Pregunto acercándome a él, da varios pasos atrás. Me detengo confundida, ¿por qué se aleja?

― Tus ojos son negros. ― Dice y levanta la mano en frente suya. ― No sé que ha pasado, pero tranquila.

― Estoy tranquila ahora que estás aquí. ― Confieso e intento acercarme de nuevo, vuelve a echarse hacía atrás. ― ¿Jack?

― No te entiendo, ____. ― Acomoda su cayado en mi dirección. Le observo confundida. ― Relájate, por favor.

― Debimos darle la tarta. ― Dice Cupido acercándose al peliblanco. ― Tienes que hacerme caso. ― Susurra cerca de su oído, igualmente soy capaz de escucharlo.

Doy otro paso hacía ellos, ambos retroceden. Mi pecho empieza a doler, ¿por qué huyen de mí?

El peliblanco me observa con preocupación y cautela, incluso veo desconfianza y miedo en su mirada, se encuentra en posición de defensa. Sin embargo, Cupido me analiza y me observa con curiosidad e interés, no veo miedo ni preocupación en su mirada.

Me mantengo en mi lugar para que no sigan huyendo de mí, el doler aumenta cada segundo que pasa.

― Estoy bien. ― Susurro extendiendo la mano hacía ellos, ofreciéndoles a que se acerquen a mí. Este movimiento parece consternar más al peliblanco que se pone tenso, en cambio Cupido se aproxima a mí. Sonrío aliviada.

― Vuelve aquí. ― Le ordena Jack en un susurro sin despegar sus ojos de mí. ¿Me ve como una amenaza?

Ignora al peliblanco y se detiene a unos pasos de mí, mantiene mi mirada. El dolor sigue aumentando y mi mano empieza a temblar. Extiende su brazo y posa su mano en la mía, la envuelve con fuerza y tira de mí hacía él. Me rodea con sus brazos y todo el dolor desaparece, no queda rastro. También a desaparecido el agobio y cualquier sentimiento negativo. Unas pequeñas lagrimas se escapan de mis ojos del alivio, ni siquiera era consciente de que lo estaba pasando tan mal. Cierro los ojos y me relajo entre sus brazos, su cuerpo me transmite un calor agradable.

― Tenemos que hablar en la cueva, con urgencia. No podemos retrasarlo más.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro