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DrAke

La alarma comenzó a sonar como cada mañana a las 5:00 A.M., la mano de Drake se asomó de entre las sabanas para hacer callar al aparato. Poco a poco fue incorporando hasta que finalmente, salió de la cama.

Como cada mañana, Drake se dio un buen duchazo de agua caliente. Al salir, pasó su mano sobre el espejo empañado y miró su reflejo. Una cara puntiaguda, tez blanca, ojos grises y un corto cabello castaño oscuro. En esos momentos, Drake se preguntaba seriamente si rasurarse o no su barba de candado. Al final decidió que no.

Se colocó su gafas cuadradas y dejó de ver borroso. Rebuscó en sus cajones y optó por vestirse con una camisa blanca y unos jeans negros. Tomó su móvil y lo metió en su bolso estilo bandolera que siempre cargaba, agarró sus llaves y su cartera y salió de su apartamento.

Drake tenía que caminar cinco calles para llegar a la estación de autobús. Otro día en que sus viejos tenis Converse demostraban que podían seguir dando de sí y no dejarían a Drake sin calzado.

Al llegar a la estación había una mujer de unos treinta años cargando a un niño —aparentemente su hijo— no mayor a diez años y un joven de unos dieciocho mirando el móvil, tecleando en él unas cuantas veces. Drake se arrepintió de no cargar con él un paraguas, el cielo no se veía muy amigable ese día.

El autobús que lleva al centro se detuvo en la parada y la señora se subió en él junto al niño. Dos minutos después otro autobús se detuvo, el chico del móvil se levantó y se subió, al igual que Drake. Rápidamente sacó su cartera y le mostró al chofer su licencia de estudiante mientras le tendía un billete de tres techlutas, el chofer no debía estar de buen humor porque casi le arrebata el billete tras matar a Drake con la mirada.

El chico del móvil se sentó hasta el fondo del autobús aprovechando que estaba casi vacío. Drake se sentó en el medio del lado derecho y como hacía cada mañana, miró por su ventanilla a apreciar el paisaje urbano.

Miró ese local que siempre está cambiando, hace un mes era un restaurante y ahora es una veterinaria. También miró ese parque en el que dan clases de taichí, el instructor no era el mismo, ahora estaba una mujer enseñando a los veinte alumnos —en su minoría adultos mayores— que asisten. El autobús pasó por un gimnasio que por lo que se ve, le va bastante bien, siempre esta abarrotado de gente.

Veinte minutos después, Drake estaba bajando del autobús en la estación que se encontraba de frente a la universidad a la que asistía. La UPVR —Universidad Politécnica del Valle de Robles—, era una universidad muy bien elogiada, con muchos premios, puede que no sea expresamente la mejor, pero es lo que la vida le pudo ofrecer.

Drake es estudiante de tercer grado en fotografía. Cada vez que alguien le preguntaba el motivo por el que había escogido esa carrera, él siempre respondía que le gustaba capturar momentos para poder preservarlos siempre.

—¡Daugherty! —llamó alguien aunque Drake sabía perfectamente bien de quién se trataba.

—Montgomery —saludó Drake sin mucho afán.

Alex Montgomery-Cheng, el rival de Drake. Alex y Drake siempre han tenido una lucha silenciosa para ser el mejor de la clase de fotografía. Ambos son muy talentosos, y eso es lo que los ha puesto en constante conflicto. Su madre desciende de alguna parte de Asia, por eso es que Alex luce como algún integrante de esas bandas de K-POP aunque tiene un tono de piel más bronceado que el blanco inmaculado de los idols.

—Quería preguntarte si ya tienes tus fotos para el concurso Harding.

El concurso Harding evalúa a los mejores fotógrafos desconocidos. En una galería se celebra una gala en la que se anuncia el ganador y se exponen sus obras. El premio consiste en un cheque de doscientos cincuenta mil techlutas, un equipo de fotografía y la oportunidad de conocer a fotógrafos exitosos.

—Eso no es de tu incumbencia —respondió Drake tajante.

—Sólo estaba preguntando, Daugherty, no es para que te pongas así.

Drake no tenía ni una foto preparada para el concurso, podía deducir que Montgomery ya las había tomado, de lo contrario no estaría mostrando tanto interés. Drake simplemente se dedicó a fulminar a su rival con la mirada para irse a su primera clase.

Las clases pasaron, al igual que las horas. La corazonada de Drake era correcta, comenzó a lover por toda la jornada y él sin sombrilla. Vaya suerte la de él. Cuando terminó su última clase a las tres de la tarde y vio que la lluvia no iba a terminar pronto, decidió ir a la zona de descanso para los estudiantes que no se encontraba muy lejos de donde se encontraba.

En la sala siempre había gente y Drake no los podía culpar, en realidad tenía buen ambiente. Los sillones azules que a pesar de tener manchas o que los cojines estuvieran rasgados, eran realmente cómodos. La máquina expendedora siempre estaba bien equipada con dulces y panes. El billar y el futbolito ni se digan, eran una buena forma de relajarse de todo el estrés de los exámenes finales, los proyectos y de la vida en general.

Drake entró y reparó en que, en realidad, no había merendado nada más que una manzana y un pure sin sabor que comió durante el receso horas atrás, pero en ese momento el cuerpo de Drake le pedía ingerir algo. Cuando se dirigió a la máquina expendedora, se decidió por un paquete de tres panqués con pasas.

Se sentó en un sillón y sacó de su bandolera un copia de "La Historia de la Fotografía" y mientras hojeaba las páginas del libro, Drake degustaba sus panqués. Entonces alguien se acercó a él, era un chico y dijo:

—Muévete, imbécil.

Drake miró al chico y reparó en su musculatura que se notaba a través de su sudadera roja. Su semblante era frío y duro lo que significaba que hablaba en serio, pero Drake no se levantaría de su asiento.

—¿Estás sordo, o qué, imbécil? —interrogó el extraño haciendo tronar sus nudillos.

—No voy a levantarme de aquí —respondió Drake.

—Charles tenía razón, eres un idiota.

El extraño se dio la vuelta y Drake se levantó súbitamente nervioso.

—¿Qué dijiste?

El extraño volvió a mirar a Drake.

—Que eres un idiota.

—¿Tú qué sabes de Charles? —preguntó Drake alterado.

El otro chico no decía palabra alguna, se quedó inmóvil. Era como una tumba. Drake perdió la paciencia con aquel tipo y lo empujó rompiendo en colera.

—¡Contesta!

La gente comenzó a mirar el alboroto, todas las miradas estaban posadas en Drake y el otro tipo. 

—N-no sé de qué estás hablando, viejo —dijo de repente el chico.

Drake al ver que ese chico estaba fingiendo, no pudo más y con su puño derecho le dio un buen golpe... bueno, un golpe que le dolió más a Drake que al tipo. Considerando que Drake no solía golpear a la gente, no sabía como hacerlo bien y sintió un horrible dolor en sus dedos.

—¡Oye, ¿qué te pasa?! —exclamó el tipo.

Entre dos personas tomaron a Drake de los hombros y lo prácticamente lo arrastraron fuera de la sala. Drake comenzó a maldecir bajo la lluvia y al darse cuenta de que el dolor no se iba, decidió ir a la enfermería.

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