Crimen
—Lo hice.
—¿Cómo te sentiste al hacerlo?.
—Fue asombroso, lo volvería a hacer sin dudarlo.
—Te dije que te iba a gustar, hombre. Pero recuerda, debe ser nuestro secreto.
—Lo sé, podríamos terminar en la cárcel.
—Y no queremos eso, ¿verdad?.
—En efecto.
—Mierda...
—¿Qué sucede, viejo?.
—¿Qué está haciendo la policía aquí otra vez?
—No me jodas.
—¿Sabes qué?, tengo que irme.
* * *
Poco a poco, Drake abría sus ojos y se incorporaba de su sofá. Escuchaba su alarma aún con la puerta de su habitación. Del interior del dormitorio salió Mary bostezando, con los ojos algo hinchados.
Vestía una pijama que le quedaba ridículamente grande, su cabello rubio y rizado lucía más esponjado que de costumbre.
—Buenos días —saludó Daugherty.
—Buenos días —respondió Mary, aún somnolienta—. Tu alarma es muy efectiva.
—Es lo que me levanta todos los días.
Drake entró a su habitación para darse una ducha y vestirse para ir a la universidad que probablemente iba a suspenderlo. Eso no sonaba muy motivante, pero al menos Mary creía en su inocencia.
—¿Crees que estarás bien sola? —inquirió preocupado Daugherty saliendo de su habitación—, ¿no preferirías que me quedara aquí?.
—No, Drake, ya hablé con la universidad para notificar que no asistiré al menos hoy e intentaré comunicarme con la policía —Mary ya no estaba tan asustada como antes, ya parecía ser la alegre Mary que Drake conoció.
—De acuerdo, adiós.
—Espera, ¿quieres que te lleve? —ofreció la mujer rubia amablemente.
—Eso es muy amable de tu parte, Mary, pero creo que es mejor que te quedes aquí y descanses —contrapuso Drake pensando en el bien de su "roomie".
—De verdad no me molesta —insistió Mary—. Ayer me ayudaste y quisiera devolverte el favor.
Daugherty no quería molestarla, pero tampoco quería menospreciar su tan amable ayuda. Él miró a los ojos de la enfermera y el brillo suplicante de éstos lo terminaron por convencer.
El aventón de Mary lo hizo llegar más temprano de lo que alguna vez había llegado en autobús. Normalmente, llegaba con el tiempo justo para llegar a su primera clase, pero en ese momento disponía de unos minutos de sobra.
—Gracias, Mary —agradeció Drake—. Espero que todo se resuelva.
—Yo también lo espero.
Daugherty salió del Volkswagen azul y se encaminó por las rejas del UPVR. El aire de otoño mecía las hojas anaranjadas de los altos árboles y mientras Drake se adentraba en el campus alguien llamó su nombre. Él volteó a ver quién llamaba su nombre y se quedó helado al ver al profesor Gottesman, al director de la UPVR, el señor Hastings, dos oficiales de policía, uno de ellos era el oficial Ramírez y otro parecía un detective porque no tenía un uniforme, sino un traje formal, era rubio, de tez blanca, alto, de cuerpo atlético y de ojos marrones.
El director de la Universidad Politécnica del Valle de Robles, es un hombre alto, de cincuenta y tantos años, de descendencia marroquina, piel morena, ojos oscuros, pelo negro con algunas canas y tenía un fino bigote. El director es un hombre muy formal, vistiendo siempre de traje y está comprometido con su rol en la institución.
—¿Él es el segundo estudiante al que le dio una cámara de la escuela, señor Gottesman? —interrogó el director.
—Afirmativo, señor Hastings —confirmó el profesor Gottesman.
—Muy bien, entonces. Señor Daugherty, ¿le importaría darme la cámara que le proporcionó su profesor?.
Fue entonces que Drake cayó en la cuenta de que con el asunto de Mary, había olvidado esa cámara. Él tenía en su bolso la que usa para sus clases, pero le solicitaban la otra cámara. No tenía caso mentir no tenía pues, lo que sea que estuviera pasando, él no tenía nada que ver.
—La dejé en casa.
—Entonces, señor Daugherty —dijo el oficial Ramírez—, nos acompañará a su domicilio para entregarnos a esa cámara.
—¿Por qué es tan importante esa cámara? —preguntó Drake.
—Creemos que puede ser evidencia para un homicidio —contestó fríamente el detective.
—¡¿Homicidio, pero de quién?! —exclamó Daugherty sorprendido.
—De Caleb Clay.
Drake no podía verse el rostro y pero sí sabía que la expresión que reflejaba daba de qué hablar. La única persona que conocía llamada Caleb, era el exnovio de Mary. Como un flash, a Daugherty revivió la conversación que tuvo con Mary la noche anterior. Ella estaba tomando el té de jengibre. Con cada sorbo que daba, parecía tranquilizarse un poco más.
Tras exhalar por la boca, Mary reunió todo su valor para confesar lo que había sucedido con Caleb.
—Como ya sabrás, Caleb fue mi novio —comenzó ella un tanto avergonzada por decir esas palabras—. No sé que fue lo que vi en él en primer lugar, pero tanto fue que me enamoré que le propuse que viviéramos juntos... ahí fue cuando me di cuenta que no era el hombre que pensé.
Mary hizo una pausa en la que sorbió un poco del té, se notaba que le costaba contar sobre Caleb, pero Drake no quería interrumpirla por medio a que se molestara.
—Rompimos y me mudé a otro departamento, no lo volví a ver hasta el incidente de Radley... no sé como averiguó mi dirección —la voz de la enfermera se le estaba haciendo un nudo—, pero hoy se presentó y por más que intenté que no pasara, él uso la fuerza y entró y me sometió diciendo que necesitaba recordar como era un hombre de verdad. De inmediato, supe lo que iba a hacer, así que me las arreglé para zafarme de él, tomar mis llaves y huir.
Drake no tenía palabras para describir la impotencia que sentía en ese momento. Sintió una ira que no sentía desde hace mucho recorrer su cuerpo.
—Lo voy a matar —dijo él, molesto.
Mary sonrió.
—¿Qué es tan gracioso?.
—Es que no te imagino haciendo algo así.
—¿Por qué?.
Mary hizo crecer más su sonriso y contestó:
—Porque tú no eres así, tú eres una buena persona.
Drake regresando a su situación de la cámara pérdida, sintió una presión en el pecho, sintió miedo porque se cuestionó si de alguna manera, perdió la razón y llegó a asesinar a Caleb y no lo recuerde.
—Mi residencia se encuentra en Calle Elm, número trece, interior sesenta y cinco —replicó Drake.
El detective y el oficial Ramírez subieron a Daughery a la patrulla y llegaron a la dirección. Al llegar al apartamento, el detective reclamó la cámara, y cuando Drake fue a buscarla en la estantería que se encontraba cerca del sofá, ésta ya no estaba.
—¿Sucede algo, Daugherty? —inquirió Ramírez con sorna.
—Es la cámara... no está.
—Tal y como sospeché —confesó el detective—. Drake Daughery, tendrá que acompañarme a la fiscalía para hacerle un par de preguntas.
Drake miró al detective inexpresivo y al oficial Ramírez con cara de satisfacción. Significaba que lo consideraban como sospechoso en el homicidio de Caleb Clay, y si era el Caleb que él conocía, sí tenía motivos para matarlo, los suficientes como que una parte de él que creía extinta tomara posesión de él una vez más.
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