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Capítulo 1.

Las cervezas chocaban de mesa en mesa y distintos clientes celebraban de manera individual logros personales o alguna que otra alegría pasajera. Pero este no era el caso de un zorro de pelaje rojizo anaranjado, que estaba con las patas puestas contra sus ojos mientras que dejaba escapar aire. Ni logro ni felicidad tenía en aquellos momentos, sólo internamente, pero con la compañía de un buen amigo suyo de orejas largas que ha estado a su lado desde hace mucho tiempo que ni el mismo zorro lograba recordar, por eso siempre decía que jamás lo cambiaría por nada en el mundo.

―Vamos, anímate Nick. ―el conejo le dio unas cuantas palmadas en la espalda al desgraciado y desesperado animal de cola larga―. Sabíamos que iba a pasar tarde o temprano. De todas maneras, ese maldito de Muriñez jamás nos habría dicho si el elefante era culpable de los cargos si se lo pedíamos.

―Pero de todas maneras lo hizo y eso provocó que todos en la corte se dieran cuenta que nuestro servicio era una desgracia. Nunca antes había pasado eso. ―pasó las patas de sus ojos a sus sienes para agarrarse la cabeza con fuerza pero, soltándose inmediatamente, desganado―. Este mes era el decisivo para demostrar lo que valíamos como policías y ahora nos sacarán. ―se soltó totalmente la cabeza, para luego lanzarla contra la barra, golpeándosela duramente y haciendo sonar un poco las jarras de los animales ahí―. Estamos perdiendo todo Jack, no sé cuánto más podremos estar así. ―le dijo a su amigo, casi al borde de las lágrimas.

Su compañero orejudo suspiró pesadamente y pidiendo otras dos cervezas, puso su pata izquierda en el hombro de su amigo y tomó aire para hacer algo que Nick conocía bien, darle sermones motivacionales para la vida.

―Mira... Sí, estos días no han sido de lo máximo como solíamos decir en nuestros Tiempos de Oro pero tampoco es nuestra culpa. El alcalde ahora confía más en los drones y en la seguridad computarizada que en un animal razonante. ―el tabernero llegó con las dos cervezas pedidas anteriormente y Jack tomó la suya―. Verás que todo va a mejorar. Solo habrá que esperar. Sabes que siempre salimos de algún modo de este tipo de problemas. ―el zorro miró a su amigo más tranquilo, viendo en él la esperanza que le faltaba a sí mismo, después agarró su cerveza para alzarla, dejándola frente a la de su compañero.

―Siempre le ves el lado bueno a todo. ―dijo chocando su vaso contra el del conejo.

―Claro, yo soy el optimista. Tú eres el de los planes. ―exclamó con un aire orgulloso.

―Uy, golpe bajo.

―Tarde. ―rieron por última vez y siguieron tomando sus cervezas que se encontraban a una temperatura refrescante y totalmente fría.

«Desde que recuerdo, Jack siempre ha estado a mi lado.» pensó el zorro con alegría, mientras dejaba la jarra en la barra y observaba a su amigo tomar el último poco de líquido que quedaba en el suyo. «Es mi amigo, es mi hermano. Con él siempre hemos sido el "Dúo Imparable" de la comisaria. Durante un tiempo tuvimos una racha de veinticinco casos resueltos y cerrados evitando las mayores catástrofes de Zootopia. Pero ahora, al parecer, la racha nos ha abandonado...» agachó su cabeza, mirando el interior de su jarra, viendo como la espuma que quedó en los filos se resbalaba hacia el fondo lentamente.

«Este mes ha sido uno de los peores como para decir que nuestra "Época de Oro" queda como un simple recuerdo de un buen momento. Un bueno momento que espero que vuelva. Si esto sigue así, no sé si podre seguir en la comisaria. Me siento inútil; siento que no merezco la amistad de Jack. Él siempre me ha ayudado cuando más lo he necesitado y ahora que más necesitamos suerte, yo no hago nada por ayudarlo y eso me hace sentir mal y me hace preguntarme: ¿En serio Jack debería arriesgar tanto por mí?... Yo creo que no pero...»

«Mañana será otro día.»

***

―Señores ―el búfalo de cuernos blancos llamado Bogo abrió la carpeta ligera con las asignaciones del día, mientras que los demás hacían silencio para escucharlo.―, hoy no tenemos tantos casos en los que investigar, así que dividiré los trabajos extras para los que necesitan recuperar horas. Y sí, te estoy viendo Higgins. ―todos los presentes rieron al ver que el hipopótamo fue agachándose en su propio asiento, algo imposible está más decir, avergonzado y hasta se le podía notar un pequeño rubor en su piel rosada. El búfalo fue nombrando a todos los que necesitaban sus horas extra hasta dejar la sala casi vacía. A todos menos al zorro rojizo y al conejo de rayas negras en la cabeza―. Wilde, Savage, vengan conmigo.

«Esto es nuevo de la rutina perdedora.» pensó Nick sorprendido, mientras se levantaban para seguir al búfalo por las instalaciones. Este los llevó desde la primera planta al segundo piso donde se encontraba el Cuarto de Archivos; una vez dentro, pidió a los oficiales que esperaran un momento fuera de la habitación mientras Bogo. Dentro, el mamífero con cuernos abrió un cajón no muy alto, a la altura de su rostro, buscó una carpeta en específico y segundos más tarde se encontraba nuevamente frente a los oficiales que lo esperaban apoyados contra la pared.

―Seguramente, ya están enterados de su "baile en la cuerda floja" de este mes. ―dijo Bogo, mirándolos a ambos que se irguieron al escuchar la frase―. El alcalde ciertamente está pensando en contratar a una compañía tecnológica para reemplazar a los policías inservibles. ―«Gracias, un momento más para recordarnos nuestra miseria» pensó el zorro―. Y sé que no es lo que quieren escuchar, así que aquí están las buenas noticias. A mí tampoco que gusta la idea de drones y máquinas recorriendo la ciudad, por lo que le pedí al alcalde que nos dé una oportunidad más para demostrar que el patrullaje y cuidado realizado por un oficial vivo es más eficiente que el de una máquina.

― ¿El punto de todo esto es...? ―dijo Nick, aparentando estar cansado pero Jack, molesto, le propinó un codazo en el estómago―. ¡Oye! ―quejó agarrándose la zona mientras tomaba aire.

―El punto de todo esto, Wilde ―dijo Bogo molesto por aquella pregunta mal intencionada mientras abría la carpeta que tenía en las pezuñas―, es que esta... o mejor dicho, ella será su nueva misión para demostrar que aún son de utilidad para la ciudad. Señores, ustedes estarán a cargo de la novata oficial, Judy Hopps. ―dio la vuelta al expediente dentro de la carpeta y se lo acercó a los oficiales para que estos observaran más cuidadosamente.

En los papeles se mostraban las destrezas y habilidades de la novata pero por alguna razón, no se encontraba ninguna imagen o descripción de su especie más que saber que era hembra. Los datos demostraban que su desempeño en el campo y en lo laboral de la oficina se registraba excelente. Los niveles a los que llegaban los resultados finales eran muy altos y sorprendentes... Pero no eran sorprendentes para el zorro ni para el conejo tampoco. Ella era, en fin, todo lo que es una novata ilusionada. Al menos, así se recordaban ellos cuando recién ingresaron a la Policía.

«Al menos tuve a Nick para apoyarme en ese momento.» pensó Jack con nostalgia mientras continuaba viendo el expediente de la novata junto al zorro.

―¿Qué se supone que debemos hacer con ella señor? ―ambos oficiales en igual medida estaban confundidos, por lo que la pregunta salió al mismo tiempo de sus hocicos.

―Ustedes tendrán que enseñarle a ser una policía de verdad. ―explicó finalmente el búfalo con una sonrisa segura y de confianza―. Demostrarle que este es un trabajo increíble y el punto más importante, demostrarle al alcalde Leonzales que nosotros aún somos mejor que unos simples robots. ―tal vez para Jack, la encomienda no era de lo más descabellada, hasta cierto punto. Pero para el otro oficial, lo que había escuchado en realidad había sido que debían ser niñeros para salvar su trasero, en vez de estar resolviendo casos de verdad.

«Pero que idea más estúpida. ¿Estar a cargo de una niña inexperta? No gracias, para eso, que me despidan primero.» pensó con total enojo el zorro, mientras dejaba la carpeta en patas del conejo y le decía a su jefe:

―Gracias, es todo. ―dijo Nick secamente alzando sus patas y caminando hacia el frente, pasó del jefe Bogo y salió del Cuarto de Archivos para volver a su cubículo de trabajo.

― ¡Nick! ―escuchó gritar al conejo detrás de él, mientras se acercaba al nombrado a rápidamente―. Nick, espera.

―Vamos Jack. ―contestó por fin, dándose vuelta para encarar la expresión disconforme de su compañero―. ¿No crees que es suficientemente degradante decirnos que somos peores que maquinas?

―Sé que es la peor idea que se la ha ocurrido al jefe. ―admitió―. Yo tampoco estoy de acuerdo de ser niñero de una novata pero tendremos que hacerlo Nick. No gastaste dos meses de tu tiempo en entrenamiento y seis años de tu vida en ser policía para rendirte por una tonta idea. Es desesperado, lo sé. Pero no nos queda de otra. ―«Maldito conejo. No sé cómo es que siempre me convence de seguir con estas cosas... Lo haré.»

―Bien... haré el trabajo. ―Jack, en cierta parte emocionado y por otro lado agradecido, empezó a sonreír tanto lo que sus mejillas se lo permitían emocionarse―. Pero si en algún momento ella dice algo estúpido, te prometo que no me contendré y la dormiré con mis tranquilizantes. ―añadió rápidamente, a lo que el conejo cambió su gran sonrisa emocionada, a una incrédula junto con su mirada.

―Jajá. Como si tuvieras mi puntería.

―La tengo, solo que esa vez falle por el movimiento del auto.

―Claro, te creo mucho querido amigo. ―dijo el conejo con sarcasmo―. Vamos, hay que seguir con el patrullaje.

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¡Hola Hola! Bienvenidos a "Esto es la Guerra", una nueva historia de Zootopia en la que he estado pensando. Espero que les haya gustado este primer capítulo y como siempre, que se la hayan pasado bien. Pronto, más capítulos.

Nos vemos.

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