N - El show
LINCOLN:
La vida volvió a la normalidad tras esa intensa tarde de sábado. El único día en que Luan y yo vivimos el romance que nunca debimos.
Los días pasaron tranquilos, sin ningún cambio significativo en nuestro diario vivir. Salvo que ella no me hablaba mucho.
Era casi como si todo lo vivido en aquel día había sido nada más un dulce sueño que al despertar se nos había olvidado. Digo "casi", porque aunque ya no hablábamos tanto como antes, siempre existían unas miradas de complicidad capaces de derretir el Polo Sur.
Yo procuraba estar cerca de ella, atento a ella, como si fuera el tesoro más valioso en mi adorada familia. Pero por cada cortesía mía, sólo ganaba un "gracias" más parecido a un muro de concreto que a una sentida gratitud.
Lo de no hablar se me empezaba a hacer molesto. Lo que vivimos fue tan bello que no ameritaba una frialdad de esa clase, aunque fuera fingida.
Aproveché el haberme encontrado a Luna sentada a la mesa de la cocina, tomando jugo de uva mientras escribía algo en un cuaderno, para averiguar un par de cosas.
—¿Has visto a Luan? Ha estado un poco callada, ¿verdad? —le comenté. Ella golpeteó la mesa con su bolígrafo.
—¡Pues sólo en tu presencia, hermanito! En la habitación, en especial antes de dormir, se vuelve toda una cotorra bocazas.
Disimulé mi sorpresa.
—Es curioso. ¿Y de qué tanto habla? ¿Más chistes malos?
—No... No sé si decírtelo, chico.
—¿Por qué? —dije un poco exaltado.
—Es que... Habla de haberte hecho una buena broma. Una bastante fuerte. Espero que no haya sido algo que te doliera.
—¿Una broma?
—Sí. No sé de qué va. Pero dijo que no te dijera nada... Por si hacías algo al respecto.
Guardé silencio. Ya no podía pensar en qué preguntar.
—No fue tan buena —mentí. —Tranquila.
Me alejé de ahí, dispuesto a encontrar a mi hermana y a encararla. Le preguntaría el por qué de su silencio, a cuál broma se refería, y si aquel maravilloso sábado aún era un error para ella.
—Oye, Linc. Si la buscas, ella ha salido. She's not there (*).
Luna había decidido brindarme más información.
—Fue a amenizar un cumpleaños, y de asistente llevó a Lisa.
—Gracias, Luna. Te agradezco.
¡Y había escogido a alguien que no era yo como asistente!
"¿Qué pasa contigo, Luan Loud?", pensé.
LUAN:
Esperé a Lincoln por días. Así que tuve que tomar medidas especiales.
Apoyándome en la poca discreción que suele caracterizar a mi amada hermana Luna, le di unas cuantas gotas de información falsa con la plena confianza de que la compartiría con mi hermanito. Y así fue.
Verás, tras lo que Linky y yo vivimos este sábado (y espero que él no te haya dado muchos detalles, en especial sobre aquello que pasó en el parque) he guardado la esperanza de que mi hermano todavía sepa lo que me hace feliz. Si por alguna circunstancia se mantiene actuando como lo hace, viéndome como lo hace, sentiré que lo que vivimos fue un error.
Inclusive dejé claro que iría a amenizar una fiesta infantil con temática de piratas, y que no sería junto a mi Dulce de Coco, sino con Lisa. Por lo menos no fue mayor problema trabajar con ella. Le exigí que no arrebatara el pastel a los niños, y ¡pan comido! ¡Ja, ja, ja! Pero ya en serio, eso fue todo.
Regresé muy satisfecha a casa, y saludé a toda mi linda familia... Pero no vi a Linc por ningún lado. Ni siquiera Luna sabía de su paradero. ¿Será acaso que...?
Lo mejor era que siguiera mi día como si no estuviera esperando nada. Decidí ir a mudarme de ropa. Fui a mi habitación, me desvestí, abrí el closet... Y ahí estaba Lincoln.
LINCOLN:
No sé ni cómo hago para ponerme en situaciones tan absurdas yo solito, sin ayuda de nadie.
Iba a explicarle a Luan qué era lo que hacía encerrado en su clóset, pero lo que tenía ante mis ojos me había bloqueado el cerebro. Ella gritó del susto, y yo después de ella. Tuve que pedirle que guardara silencio. No quería un ejército de hermanas siguiéndome con antorchas y buscando lincharme.
—Mejor abre la boca antes que yo misma intente convertirte en un pretzel humano. No sé como hacerlo, ¡pero arruinando se aprende, tarado! —dijo furiosa.
—¡Está bien, está bien! Quiero hablar contigo... Entré al cuarto, pero entonces vino Luna, y me escondí, y...
—Suena a algo muy Lincoln: Un plan que comienza bien y termina mal.
—Sí. Me conoces bien.
Nadie dijo nada en unos largos tres segundos.
—¿Y qué estás viendo? —preguntó en voz baja y con un tono desafiante. Me sentí abochornado.
—¡Nada, nada! Vístete —contesté de inmediato.
Tomó una blusa que había caído sobre mi cabeza y se la puso.
—Habla —dijo mientras se abotonaba.
—Yo sólo quiero... que seas tú quien me hable. Has estado distante conmigo. Además dijiste algo de una broma... ¿A qué broma te refieres? ¿No estás hablando de que lo nuestro...?
—¿Quieres una broma? ¡Aquí está, la que te va a dejar en coma! —gritó encolerizada, y tomando del suelo uno de sus calcetines sudados lo metió en mi boca, para luego decir: —¡No has cumplido tu promesa! ¿Cuánto tiempo tengo que esperarte? ¿Cuánto crees que pueda soportar?
Y así, usando solo la blusa y sus calzoncitos blancos, me expulsó a patadas de su cuarto.
Me quedé afuera, sintiéndome peor que hace unos minutos. Lo más incómodo es que Lana vio también esa escena desde el fondo del pasillo.
—De verdad que ustedes juegan raro —comentó frunciendo el ceño.
Deseé que la tierra me tragara.
LUAN:
Deseé que la tierra me tragara... En verdad me arrepentí de haber tratado así a Linky en ese momento. Él había sido amable y atento hasta entonces, pero eso no lograba hacerme sentir mejor. ¿Imaginas lo que es dejar ir lo que quieres? Mi mente sabe que hicimos lo correcto al terminar lo nuestro, pero no se sentía nada bien. Dolía.
Luna entreabrió la puerta.
—¿Pasó algo, hermanita? Oí unos gritos tuyos.
—No fue nada. Creo que sólo necesito algo de música suave.
—Estás de suerte, nena. Tengo un playlist para ti.
Pasé dos horas tratando de no pensar en mi problema, pero todas las canciones que me recomendó Luna me recordaban a Linc. No lo soporté.
Tuve que salir un rato. Y en el pasillo estaban las gemelas, jugando a ser policías.
—Señorita, tendrá que acompañarnos —me dijo Lana.
—Lo siento, señor Policía Bueno. Otra vez será.
—¿Así que será un trabajo para mí, entonces? —interrumpió Lola, dejando claro que era el Policía Malo.
—Ya qué. Las acompaño.
Me llevaron a su cuarto, y... Ahí estaba Lincoln, usando su traje de payasito.
—¡Hooolaaaa! ¡Bienvenida, amiguita! —dijo, como tratando de imitar mi estilo.
—Tome asiento. No retrase el show —me ordenó Lola. Me senté junto a sus peluches.
—¡Veo que tenemos una linda niña en el público! ¿Cuál es tu nombre, pequeñita?
Me acercó un micrófono de juguete. Decidí unirme al show.
—Luan.
—¿Escuché "Luan"? ¿Eso significa "chica perfecta de risa angelical"?
—Sí. Adivinaste —mentí. En realidad significa "desordenada" en chino.
—¡Qué curioso! Yo soy bastaaaaaante tonto, no creo haber adivinado. ¡Me caigo a cada rato, y molesto a las personas que más quiero, a veces!
—No te preocupes. La gente aun te quiere. Aunque te trate mal.
—¿De verdad? ¿Aunque sea tan bobo que no haya recordado una promesa que hice?
Eso me hizo sonreír.
—La recordaste, payasito. Y sin ayuda de nadie.
—¡Yupi! ¡Ya no soy tan tonto! ¡Esto amerita que... comamos pastel!
Y con media vuelta, descubrió un pastel que tenía en una de las mesas de la habitación. Lo puso frente a él.
—Mira qué rico pastel, hermosa Luan. Moca y caramelo. Sería una lástima si...
—¡TE LO COMIERAS TÚ SOLO! —grité con entusiasmo, y moviendo mi pierna golpeé el pastel hacia arriba, ¡y le dio justo en su cara! Las gemelas estallaron de risa. Lincoln lamió su propia cara.
—¡Santa cachucha! ¡Creo que soy alérgico!
Cayó al suelo fingiendo un desmayo. Una genuina carcajada salió desde lo más profundo de mi corazón. Mientras las gemelas reían, Lincoln me vio a los ojos aun acostado, agarró un buen pedazo de pastel y me lo arrojó justo en la cara. Las gemelas reían mucho más tras verme toda embarrada. Lo vi a los ojos, sorprendida, y él me sopló un beso.
LINCOLN:
Perdón por no haberte entendido antes, Luan. Aunque actuaras con toda serenidad, estabas triste. Ese hermoso, inolvidable sábado fue algo que no podías dejar ir, mientras que yo no quería dejarlo ir. Necesitabas con urgencia que yo cumpliera mi promesa de terminar nuestro romance con una risa tuya. ¿Y sabes qué? Yo también lo necesitaba.
Eso sí. Te lo advierto. Si me haces una broma, te la devolveré peor. Ahora sé claramente que, para ti, las bromas son algo serio.
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(*) She's not there: Canción de The Zombies.
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Hasta aquí llegó esta historia, la cual nació de un interesante reto literario con mi talentoso amigo AndresCaicedoCastro (escritor de las grandiosas "Poesía y Comedia" y "La Diseñadora Loud", a quien mando un gran saludo por este medio) para dar un nuevo tipo de fanfics dedicados a la inigualable Luan Loud. Sea cual sea el ganador, en realidad es esa adorable comediante la ganadora, pues dos obras de calidad han sido inspiradas por ella.
Asimismo, agradezco a todos los que leyeron, votaron y comentaron cada episodio. Saludos especiales a megaforxpro, pedrodanielsancheziz, machelo2510, mytro1, Tomas85612, Braixen2570, SydneyAaronJames y un largo etcétera. Un apoyo como el suyo es lo que cualquier escritor más anhela para proseguir.
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