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I

El curso se acababa y eso suponía que el equipo, tal y como lo conocían, se desintegraría para siempre. Por esa razón, los chicos del Karasuno había decidido hacer un “Viaje de Final de Curso” pero no con los chicos de sus respectivas clases sino con el equipo al completo; incluidos el entrenador y el profesor, en el caso de accedieran a ir. 

La propuesta era jugosa; siete días en la costa del país, solo playa y calorcito del bueno y como era una actividad ligada al instituto a los dos adultos les saldría gratis. ¿Lo malo? Que no eran realmente unas vacaciones pues con la ley en la mano ellos dos irían como totales cuidadores y responsables de los menores.

—Osea, que si uno se cae y se parte el culo a tantos kilómetros de sus casas será culpa nuestra… —comentó Ukai dando un trago a la cerveza.

Después de que los chicos les propusieran entusiasmados la idea al acabar el entrenamiento de aquel día, ellos dos había ido a un bar cercano a charlar sobre qué hacer.

—Siempre lo somos, en los partidos de algún modo también y cuando les llevamos en bus.

—Eso suena a que quieres ir, profesor.

—No estaría mal… Es más sino vamos ninguno de los dos no les dejarán ir a ellos y se nota que quieren.    

Ahora a quien se le notaba que se moría por ir era a Takeda. Ukai se rascó la sien.

—Yo no tengo tiempo ahora para organizar nada…

—Yo lo haré con gusto: buscar hotel, transporte... ¡todo! Anímate y ven, será divertido.

Ukai le miró detenidamente. No dudaba que fuera a ser divertido. Precisamente lo que le preocupaba era querer divertirse demasiado y es que el profesor le ponía más caliente que el sol del verano y si ya era difícil contenerse de normal, iba a ser imposible lograrlo en un entorno vacacional.

«Si vamos a la playa voy a verle en bañador… Pienso como un degenerado pero debo tenerlo en cuenta. No quiero tener una erección frente a todo el equipo».   

—Por otro lado… —comentó Takeda haciendo morritos—, comprendo que no quieras gastar tu semana de vacaciones con nosotros, tendrás otros planes... Siempre pienso que todos son unos solteros desfaenados como yo.   

—No digas eso… Además, a soltero desfaenado no me gana nadie.

—¿Eso significa que te apuntas?

—¿Qué remedio? Tampoco es como si los chicos realmente nos hubieran dado opción a decirles que no ¿no?

Takeda sonrió.

☀☀☀☀☀   

En unas pocas semanas el viaje ya estaba organizado, como si hubiera sido dicho y hecho, sobre todo porque todos “dijeron” pero solo uno “hizo”. Takeda lo escogió todo para que fuera perfecto y no demasiado caro para los chicos. Así, ahora ya estaban saliendo del aeropuerto tras el viaje en avión e iban rumbo a hospedarse en un hotelito cerca de la playa y, había sido una locura, pero había logrado que estuvieran todos en el mismo pasillo durmiendo por parejas, salvo él y el entrenador. ¿Qué si pudo haber aprovechado su ventaja como organizador del evento para meterse en un cuarto compartido con Ukai? Sí. Pero ante todo era un hombre responsable y sabía que iba para vigilar y cuidar a los chicos y no para que el entrenador le diera verga, por muchas ganas que le tuviera.

«Y eso en el remoto caso de que él quisiera darme…», pensó y se cubrió la cara. «Qué barbaridades pienso, necesito desquitarme…».    

—¿Estás bien, profesor? —le preguntó Ukai arrastrando su maleta junto a él—. Te ves colorado. ¿Tienes calentura?

«Técnicamente sí…», pensó Takeda.

—No, estoy bien.

—Menos mal, que fastidio llegar hasta aquí y tener que quedarte en la habitación todo el día.

—Ya…

—¡Hablando de habitaciones! —gritó Hinata—, profesor ¿podemos escoger con quién dormir?

Takeda le miró y miró a todos. ¡Qué responsabilidad!

—Mientras no haya peleas creo que sois suficientemente maduros todos para escoger con quien… dormir.

—¡Gracias por la confianza, profesor! —dijo Daichi.

—Hay nueve habitaciones, así que dormiréis de dos en dos, lo que sí me gustaría pediros es que no os cambiéis. Al llegar haremos una lista con el número de habitación y quién duerme ahí, para controlaros.

—Espere… ¿ha dicho nueve habitaciones? —dijo Yamaguchi contando con los dedos.

—Sí.                    

—Sino calculo mal… sobra una habitación.

—No… A ver, vamos a ir organizándonos antes de llegar, ¿todos habéis decidido con quién vais? —dijo Takeda.

—A mí también me sale una habitación de sobra en los cálculos… —comentó Suga.

—Sí, es cierto… —le respondió Tsukki.   

Todos estaban calculando, hasta Ukai. Takeda frunció el ceño; no, lo había sumado mil veces. Ellos eran catorce así que necesitaban siete habitaciones, otra para él y otra para Ukai: nueve. No iba a permitirse cometer un error y hacerles pagar de más… Hasta que se le encendió la bombilla.

—Chicos... —habló pero todos estaban concentrados a la suya—. ¡Chicos!

Lo dijo más alto y ahora todos se callaron y le miraron.

—No sé cómo lo estáis calculando pero por si acaso os recuerdo que el entrenador y yo no dormimos juntos.

—Ah… —se escuchó de forma generalizada.

Hasta Ukai había alzado las cejas. Sí, para no parecer un enfermo sexual había decidido no preguntar nada respecto dónde y cómo dormirían él y Takeda, así que aún albergaba la pequeña esperanza de compartir, no cama, pero sí al menos habitación con él.

Ahora esas esperanzas se iban por el sumidero.

«¿Creían que dormiría con Ukai? ¿Por qué lo daban por sentado?», se preguntaba Takeda. «Vamos, que podría haber aprovechado mi oportunidad de acostarme, digo, dormir, con él y nadie lo hubiera visto fuera de lugar. Ni el propio Ukai… ¡maldita sea! Soy tonto…».    

☀☀☀☀☀   

El sitio no estaba nada mal, las habitaciones eran espaciosas y el buffet libre entraba en el precio ¿qué más se podía pedir? Llegaron agotados y hambrientos así que sin deshacer las maletas bajaron al comedor. Dispusieron una mesa grande y se sentaron juntos a comer. A mitad de comida, los chicos le entregaron al profesor Takeda una servilleta con su decisión respecto a cómo iba a dormir, tal que así:

Kiyoko y Yachi.

Daichi y Suga.

Asahi y Noya.

Tanaka y Ennoshita.

Narita y Kinoshita.

Hinata y Kageyama.

Yams y Tsukki.      

Takeda la releyó un par de veces hasta que la memorizó.

—¿Todo bien? ¿está de acuerdo? —preguntó Hinata un poco nervioso mirando de refilón a Kageyama y los demás.

Se notaba a leguas que se habían separado por parejas para estar de follisqueo, no había de otra. Lo más lógico era que si el profesor lo notaba les separase.

—Sí… —decía sin quitar los ojos del trozo de papel—, es solo que…

Todos mantenían la sonrisa y una ligera tensión por si se le cruzaba un cable y les reorganizaba a su gusto.

—Hay algo que no termino de ver claro…

Daichi los miraba a todos, más preocupado que ninguno: “Hemos sido demasiado descarados…”.        

Ukai se asomó para mirar la servilleta y ver qué era eso que tanto pensaba Takeda.

Los chicos sudaban por segundos.

—¡Ya! —dijo de pronto Takeda y alzó la vista.

Fue mirándolos uno a uno como si buscara a alguno entre todos. Cada vez que la vista del sensei estaba sobre ellos procuraban sonreír y quedarse quietos y cuando pasaba al siguiente sentía un gran alivio.  

Se detuvo en Noya.

Todos se maldijeron internamente porque él era siempre el más bocazas.

—Nishinoya…

—¿Sí?

—Duermes con Asahi… ¿por qué?

—¿Cómo que por qué?

Takeda rió.

—Sí, perdona, es solo que creía que irías con Tanaka, como siempre sois tan amigos. ¿No estáis enfadados, no chicos?

—¡No! —dijeron los dos al unísono.

—Profesor… —intervino Ukai al notar el percal. Le quitó la servilleta de las manos y le dio un codazo—, deja que los chavales duerman con quien les dé la gana y no te metas. ¿No ves que están todos sonrojaditos?

En un primer momento nadie se rió, ¿les habían pillado? La tensión reventó y todos comenzaron a reír forzadamente, hasta Takeda quien creía que Ukai solo había bromeado con eso.

Al terminar la comida todos huyeron a las habitaciones para deshacer el equipaje e instalarse; básicamente saca una toalla y un par de bañadores, pero había que hacerlo.

—Ey, Asahi… —le llamó Ukai en las escaleras cuando todos subían y quedaron charlando al final.

—¿Qué ocurre, entrenador? —dijo un poco cohibido por las “bromas” de antes.

Ukai le dio un codazo suave en el costado, pero su tormento no había acabado.  

Como si fuera un hermano mayor cool o dios sabe qué, Ukai le acercó de escondidas un preservativo.

—Sé que eres responsable así que toma y pásalo bien con Noya.

«¿Por qué a mí?», se preguntó Asahi queriéndose morir.

—Cógelo, vamos.

—No es necesario, entrenador, de verdad…

—¡Ah! Ya has traído. ¿Ves? Ya sabía yo que ya eres un hombre con la cabeza en su sitio.

—Que no, que no. No hay nada de eso.

Ukai rió.     

—Que no soy tu padre, chaval, que no te dé vergüenza.

Pero el 90% de Asahi era pura vergüenza en ese momento.

—Bueno, pues gracias —dijo por salir de esa y agarró el condón.  

Ukai le palmeó la espalda amigablemente y Asahi aceleró el pasó hasta su habitación.       

—¿Qué le has dado? —preguntó Takeda a su espalda.

Ukai se sobresaltó.

—Creía que ibas delante del todo...  

—¿Por casualidad eso era un condón?

—¿Qué pasa si lo era?

—¿¡Cómo se te ocurre!?

—Ya tiene diecisiete o dieciocho años ¿no? y han quedado claras en el comedor sus intenciones en ese viaje.

—¿Asahi? Nada de eso. Lo que tú crees no va a pasar.    

—Claro que va a pasar. Y solo digo que si van a hacerlo al menos que lo hagan bien.       

—¡No van a hacerlo!

Ukai alzó una ceja.

—Ni tú eres tan inocente para creerte eso…

Llegaron al pasillo que ya estaba vacío porque todos los polluelos habían entrado a sus cuartos. Las suyas estaban una frente a la otra y eran las primeras del pasillo, así si los chicos entraban o salían a horas intempestivas deberían pasar frente a ellos y al menos uno de los dos podría oirles.

—Bueno… nos vemos, vecino… —comentó Ukai.

—¿Qué?

—”Vecino”, ya sabes, como estamos puerta con puerta pues… era una broma —explicó.

—Ah. Ya, vecino… —rió nervioso.

Se giró y fue a entrar en su habitación pero Ukai habló de nuevo.

—Los chicos van a bajar luego a la playa, lo han comentado en la comida… ¿tú irás?

—Pues estoy un poco cansado, pensaba quedarme durmiendo un poco y bajar luego.

—Creí que querrías ver la playa… —comentó Ukai; esperaba verle sobre la arena o mojadito por el agua. Debía convencerlo—, en el folleteo, digo, folleto, parece muy bonita, ¿no quieres verla?

—Sí, quiero verga. Digo, verla… La playa.  

—Pues deja la siesta para la noche y ya cogeremos la cama con más ganas.

—¡Tienes razón! Pues voy a ir a ponerme el bañador y nos vemos en la entrada con todos.

              

☀☀☀☀☀

Era temporada alta de turismo y veraneo así que la playa estaba petada de gente. Aun así lograron hacerse un hueco para tirar las toallas y literalmente fue lo único que los muchachos hicieron allí: tiraron las toallas y desaparecieron, unos que si a bañarse, otros de paseo por la arena, otros a la heladería… En fin que los perdieron de vista.

—Empiezo a pensar que esto de “Viaje del Karasuno” era una excusa para sus vacaciones románticas. Nos la han jugado… —dijo Ukai sobre su toalla, colocada estratégicamente junto a la de Takeda.

Takeda se rió. ¿Qué decir? Claro que le hubiera gustado estar todos juntos y revueltos pero también le gustaba este nuevo plan porque si eso era verdad solo se traducía en una cosa: mucho tiempo libre y a solas con el entrenador.

«Esta es mi oportunidad…», se dijo mirando el bronceado cuerpazo de Ukai, bañado ahora por el sol. Clavó los ojos en su bañador, tan apetecible. Por decencia volvió a subir la vista hasta el rostro de Ukai y de milagro este no le había visto, parecía concentrado. Takeda siguió la línea de los ojos de Ukai y este miraba a unas nenas en bikini que había cerca.

«Ah… muchachas», pensó con un mohín al ver los cuerpos hermosos de esas chicas. «Se le van los ojos, normal… Tampoco ha dicho nunca no le gusten las mujeres. Y más si son tan atractivas como esas…».  

Pero eso estaba muy lejos de lo que pensaba Ukai: «A ver… tengo que ver algo que no me ponga nada, porque como siga desnudando a Takeda con la mirada me voy a poner duro… Voy a caminar un poco y a serenarme».    

—Takeda, creo que voy a ir a la heladería yo también. ¿Te traigo algo?

—¿Eh? No. No… gracias.  

Takeda se tumbó sobre su espalda y rodó para ponerse boca abajo, luego cerró los ojos un rato.

«La historia de mi vida: lo organizo todo y al final me quedo “en el banquillo” cuidando las mochilas…», se dijo de un modo deprimente, pero lo dejó correr y se serenó escuchando el mar y las gaviotas, las risas y las charlas de la gente de alrededor.

A los minutos cuando ya casi se estaba quedando dormido, escuchó unas estridentes risas femeninas, de seguro eran las nenas que tenían al lado; las que Ukai miraba.

—¿Son todos vuestros, rubio? —se oyó coqueta la voz de una de ellas y luego las risillas de sus amigas.

Takeda se extrañó y estuvo a punto de abrir los ojos y contestar pero antes de moverse ni un poco oyó la voz de Ukai.    

—¿Perdona?

Takeda abrió un ojillo de reojo y le vio de pie cerca, regresaba de la heladería pero las chicas le habían llamado desde sus toallas.

—Los chicos. Os hemos visto llegar con un montón de críos ¿son vuestros hijos? —bromeaba sonriendo y tocándose el pelo.

Ukai se rió y también se llevó una mano al pelo.

«¿Están tonteando?», se preguntó Takeda, pero su papel era seguir haciéndose el dormido.     

—No… somos un club de vóley y estamos haciendo un viaje… —explicó Ukai.

—Oh, ¿deportistas? Ya comentábamos que se te vé muy bien…

Ukai rió de nuevo. Solían coquetearle muchas chicas pero esta se pasaba de descarada.

—Gracias, voy a volver con él que esto se derrite —dijo refiriéndose al helado.

—Está dormido, puedes quedarte con nosotras.

Ukai miró hacia Takeda, recordando que era verdad que le había dicho que tenía sueño.

—Eh… gracias… pero Igual iré ahí con él —les dedicó una sonrisa y las chicas le despidieron de nuevo con coqueteo y risas, y la invitación amplia de que “volviera cuando quisiera”.

Takeda le escuchó acercarse y procuró no moverse.

Ukai se tumbó a su lado también boca abajo, con su helado.

—Puedes ir con ellas… —murmuró Takeda sin levantar la cabeza.

—¿Tú no estabas dormido?

—Me habéis despertado vosotros.               

—Lo siento. ¿Quieres una chupadita como disculpa?

—¿De qué? —dijo girando el cuello hacia Ukai.

—¿“De qué”? Una chupadita de helado… —rió—, profesor...   

—No, ya te he dicho que no quería nada, gracias… —dijo totalmente rojo.

Ukai le dio un lametón. A él tampoco le apetecía pero esperaba compartirlo con Takeda. Ya se había imaginado al maestro chupando la nata con su lengua y el helado que se derritiera y cayera por sus dedos lo lamería diréctamente de ahí. Ya se imaginaba sus dedos hundidos en la boca de Takeda y este relamiéndolos con vicio.

«Menuda fantasía me he montado. Encima esas chicas no para de mirar hacia aquí, no voy a poder intentar nada con “intimidad”...».

—Takeda… Me estoy aburriendo aquí, vamos a dar un paseo ¡que te duermes! Y no quiero cargarte al hotel…

—Pero no podemos dejar las cosas de los chicos aquí.

—Son solo toallas y aperitivos. Además, “mi novia” de las toallas de al lado vigila…

Takeda no se rió pero sí se incorporó.

—Vamos pues…

Caminaron por el malecón, charlando de tonterías y procurando no fijar demasiado tiempo los ojos sobre el torso desnudo del otro aunque las vistas les traicionaban. Llegaron hasta el final del paseo y se sentaron en unos bancos que daban hacia el mar. Era la parte final de la playa y solo había unos chicos haciendo windsurf.

Hacía un buen rato que Ukai se había terminado el helado y ahora sin las manos ocupadas no sabía ni dónde ponerlas. Esa inquietud Takeda la interpretó como que volvía a aburrirse o como si prefiriera estar en otro lado.

—Podrías haberte ido con esas chicas, no me hubiera molestado… —comentó como de pasada.

—¿Qué? No… No quería ir con ellas.

—¿Por qué?

—¿Cómo que por qué? Porque es un viaje del equipo, no he venido de turismo sexual —se excusó.

—Ah… pero, ¿entonces por qué traías condones? Lo digo por el que le has dado a Asahi...

—Buena pregunta, Takeda… —se rascó el cuello con nervios—. Está bien, te lo diré ya que veo que no lo has notado… no he ido con las chicas porque a mí me ponen los hombres.

Takeda pasó por mil sensaciones pero la que más triunfó fue una sonrisilla tímida y morbosa.

—Espero que no te sientas incómodo conmigo ahora que sabes eso… —dijo Ukai disimulando, pues a Takeda sí se le notaba su gusto sexual por lo masculino. Vamos; la sorpresa sería que con esa cara de pasivo dijera ser hetero.

—No, incómodo para nada… yo… —su voz se fue apagando y la conversación se interrumpió.

Ukai no le estaba mirando, parecía impactado con algo a sus espaldas. Alzó un dedo y señaló a la espalda de Takeda, este se giró de golpe.

—¿Esos dos que se están enrollando en el banco de al lado son Tsukishima y Yamaguchi? —preguntó en voz baja Ukai.

Takeda hubiera querido asegurar que no, pero por la distancia no podía confirmarlo ni desmentirlo, desde luego se parecían.

—¿Te lo dije o no te lo dije? —recalcó Ukai orgulloso—, se están metiendo mano.

—¿No nos han visto?

—¿Tendrían la lengua en la garganta del otro si nos hubieran visto?

—Vamos —dijo Takeda poniéndose en pie.

—¿A molestarles?

—¡No! Vámonos y que se queden solos. Se nota que han venido aquí para que nadie les vea besuquearse.

—Tienes razón, les va a dar un corte terrible si nos ven. O pensarán que somos unos mirones de jovencitos.

—No creo que piensen eso…   

Con un sonrojo y entre risillas se marcharon de ahí, aunque ahora que ya no tenían ni ese sitio reservado no sabían qué hacer.

—¿Volvemos a la playa? —preguntó Takeda.

—¿Y arriesgarnos a pillar a otros dos en las toallas?

—No serían tan descarados…

—¿Volvemos al hotel?

Hablando de descarados.

—¿Al hotel? —preguntó Takeda como una segunda oportunidad para que Ukai matizara eso. No quería ponerse a malinterpretar a lo loco.

—Sí. A matar el rato.

—¿Cómo?

—Pues...

—¡Profesor! ¡Entrenador! —oyeron la voz de Hinata llamarles.

Venía junto a Kageyama -solo Kageyama-, pero eso ya no les extrañaba.

—¿Sí, chicos? —preguntó Ukai, con naturalidad como si no acabara de proponer algo muy impreciso y raro a Takeda.   

—Hemos pensado en ir todos a cenar a un restaurante con Karaoke, no está muy lejos. Suga lo ha mirado en el Maps. ¿Podemos ir?

—Claro que sí.

—¡Que bien, pues les enviamos la ubicación!

—Espera, dices ¿cenar todos allí?

—Claro, profesor, el viaje es para estar todos juntos. ¿Para qué sino?

Takeda miró de refilón a Ukai: “¿Ves? Algunos todavía son inocentes y vienen por el equipo”.

—No les vamos a pedir que canten, venga; ¡apúntense!

No les quedó más remedio que acceder. Los cuatro fueron a hotel a ducharse y Ukai y Takeda ya no volvieron a quedar a solas. Estaban en contacto por chat con el resto y después de que estos también pasaran por el baño, todos estaban listos para salir.

Quedaron en la entrada del hotel a las nueve para ir juntos hacia el sitio. El ambiente era relativamente formal. Tal vez era porque era de noche y nunca los había visto en ese contexto, pero todos se veían arreglados, con pantalones largos, bien peindos, ¡hasta perfumados! Todos unos ligones. Ukai y Takeda no eran menos.

Aunque a estas alturas ya no pensaban tanto en lo bien que le quedaba la ropa sino en cómo se vería sin ella.

En unas horas lo iba a averiguar.

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