¡Força Dharma!
Por razones que leerás a continuación, este capítulo está dedicado a la Companyia Elèctrica Dharma. Y me da igual nombrar a un grupo de música catalán cuando se supone que soy estadounidense. En esta historia las culturas no importan una mierda y la coherencia tampoco. Una vez dicho esto, vamos directos a la faena:
Eran cerca de las once y media cuando ya estaba listo. Durante aquella tarde, Gutts y yo estuvimos revisando el equipo que llevaríamos y estuvimos reforzando con la pluma toda la ropa que llevábamos, incluida la interior. Rodeamos con el coche el Instituto Dos Torres en dos ocasiones, analizando el terreno y echando un ojo a ver si veíamos al loco. No apareció, y parecía que en el instituto todo funcionaba con normalidad. Tampoco nos encontramos a Queen, seguramente estaba descansando. Nuestro objetivo era reunirnos con él y plantear una estrategia para atacar.
Salí de casa y, esperando en la escalerilla, me encontré a Gutts.
— ¿Listo para empezar la acción? —le dije.
— Tengo ganas y todo, mira tú por dónde —respondió el viejo con buen humor.
Subimos al coche. Yo llevaba las dos pistolas, la pluma y el lanzacohetes. Gutts llevaba las dos metralletas, su pistola y la fuerza del Toro. Y el enfermo de Queen vete tú a saber qué coño llevaba dentro de ese cuerpo infernal.
— Dígame, Gutts, ¿conoce a la Companyia Elèctrica Dharma? —pregunté mientras el viejo conducía.
— ¿Ahora me viene con un grupo catalán de hace más de veinte años, Cross? Le recuerdo que somos estadounidenses. Debería asumirlo de una vez.
— Calle, coño. Viva Catalunya libre y viva la Dharma. Se lo decía porque en los momentos de acción siempre suena alguna canción suya en mi cabeza.
— ¿Ah sí? ¿Y cuál sonará esta vez?
— No lo sé. Ya se lo diré cuando lleguemos.
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