Genes de Justin.
Amber POV's.
Desde pequeña que Paris, Francia era uno de mis sueños. Desde que tenía diez años y soñaba con que el niño que me gustaba (que en ese instante era Johnny, un chico bastante guapo que ahora sólo era un idiota arrogante) se me declarara en ese lugar. En cambio no fue Johnny quien se confesó, fue alguien muchísimo mejor y claramente supero todas mis expectativas.
Justin se había esmerado en que este viaje fuera un recuerdo bonito que marcará toda mi vida. Y lo logró. Agradecía cada segundo vivido aquí con él. Él estaba marcando una parte importante de mi vida y creó que el aún no es consciente de eso. Nunca había dicho "te amo" a alguien. Nadie que no fuera mi mamá, mis mascotas o Channing Tatum. Justin había sido el primer chico al cual le decía esas dos palabras y me hacía sentir realmente así.
Estaba arriesgando mucho por estar con él, incluso salir con un corazón roto de todo esto, por lo que conlleva estar con una celebridad como él. Pero debía arriesgarme, si en la vida no hay riesgos entonces nada de lo que somos hoy se habría realizado. Y yo no me arrepentía de nada.
Después de una noche en la cual conversamos acerca de nuestros sueños, nuestras aventuras de niños, nuestras familias, acompañadas de risas y bromas estúpidas que sólo nosotros entendíamos y además de Justin cantando en mi oído All of me de John Legend fueron las cosas que hicieron de esta cita probablemente la más romántica que había tenido en mi vida.
De vuelta en el hotel, se me fue difícil alejar mis manos de él. ¿Qué mujer podría teniendo a Justin como novio? Por lo que sellamos nuestra cita, teniendo una noche en que las palabras sobraron y sólo se basó en él y yo demostrándonos cuanto nos amábamos. Sentir su corazón latiendo junto al mío era una de las cosas más bonitas que podría experimentar, simplemente la complementación de nuestras pieles era una sensación inexplicable y la más satisfactoria.
Luego de unos minutos, me dedico a observar a Justin detalladamente, con sus ojos cerrados mientras se relaja con las caricias que propinaba en su mejilla. Sus largas pestañas decorando el borde de sus párpados, las líneas de su frente que se han marcado, que conociéndolo probablemente se han formado por pasar mucho tiempo haciendo una pose para una selfie o pasar mucho tiempo con el ceño fruncido. Sus labios carnosos, levemente rosados estaban entre abiertos con una leve sonrisa. Su nariz respingada, que a veces movía como un pequeño conejito haciendo que mi corazón se derrita de lo tierno que puede ser. Por último aquella cicatriz debajo de su ceja, que me hacía preguntar cuántas travesuras hizo de niño que terminaron por crear una herida profunda o una cicatriz en su piel y por último sus lunares, o aquel lunar que se encontraba cerca de su boca, transformándose en mi preferido.
— Tengo los ojos cerrados pero puedo sentir tu mirada acosadora sobre mí. — Lo oigo decir aún con sus ojos cerrados.
— Pff, no te estoy mirando. — Respondí tratando de simular mi verdadero acoso hacia él. Sus ojos se abrieron e inmediatamente agradecí la vista avellana que me otorgaban.
— Como mentirosa apestas — Se burló dándome una vista de su preciosa sonrisa blanca. Paso mis dedos por su cabello rubio desordenado y doy un beso en su mejilla, quedándome así por varios segundos. — Después de hoy, sólo nos quedaran cinco días juntos.
No había notado aquello y la realidad me golpeo. En cinco días debía volver a casa para comenzar mis estudios veterinarios. A pesar de que me emocionaba la idea de comenzar a estudiar lo que me gustaba y estaba entusiasmada por las clases, no podía evitar sentir un vacío en el pecho cada vez que recordaba que estaría alejada de Justin por unas dos semanas y que luego de eso, no sabía que vendría. Justin comenzaría sus promociones, debería viajar de aquí para allá por todas las ciudades y países, mientras yo seguía en Los Ángeles esperando por él. Sólo esperaba que la distancia no fuera un obstáculo.
— Me gustaría que pudieras quedarte más tiempo. — Se acomodó en la cama para ocultar su rostro en el hueco que hay entre mi cuello y hombro, para sentir sus labios propinando pequeños besos.
— Sabes que no puedo hacer eso. — Pronuncio trazando garabatos en su piel.
— Haré todo lo posible para terminar las promociones aquí pronto.
— Justin... — Digo para llamar su atención y que sus ojos se encuentren con los míos. — No quiero que te sientas presionado, has lo que tienes que hacer a tu tiempo, soy una chica paciente. — Guiñó mi ojo y el ríe, marcando un tierno hoyuelo en su mejilla. — Mientras, aprovechemos estos días juntos y no pensemos tanto en cuanto nos queda, ¿sí? — El asiente con su cabeza como un niño pequeño.
— Te amo. — Otorga un casto beso sobre mi frente antes de pasar sus manos por mi estómago y acomodarse para dormir.
— Te amo también Justin. — Respondo aun sintiéndome extraña por las interrogantes que están acumulándose en mi cabeza.
Al día siguiente viajamos hasta Italia, donde Justin estuvo de estación en estación, por lo que ni tiempo tuvimos para estar juntos, ni para visitar algún lugar, así que decidí quedarme en el hotel y ver los aburridos programas (por que no entendía nada de lo que querían decir) y cerca de la media noche volvimos al aeropuerto para nuestro vuelo a Australia.
El primer día ocurrió lo mismo, solo que está vez lo acompañe y pasamos un poco de tiempo juntos. Era divertido ver esa faceta de él, todo serio y esas cosas, algunas veces se tranquilizaba y podía ser el mismo pero en muchas ocasiones se ponía nervioso y solo respondía lo que era necesario. Las preguntas sobre mí se hicieron presentes y a pesar de que algunas las esquivo cambiando de tema, fue inevitable que no sacaran al menos una pequeña información, específicamente, de cómo nos conocimos.
— Ella básicamente me escribió un pene en el papel, me pareció gracioso y creo que desde ahí llamó más mi atención. — Su vista se dirigió a mí y pude notar sus mejillas ponerse de un color rojo.
— El público debe saber que ella lo está acompañando aquí y por eso él está tan avergonzado. — Lo molesto el entrevistador haciendo que todos alrededor riéramos. Minutos después la entrevista finalizó y Justin me acompaño al centro comercial (vestido lo más inadvertido posible para no llamar la atención) y me ayudó a elegir mis útiles para comenzar mis estudios.
— Cariño, debes llevarte este cuaderno. — Lo dio vuelta para dar a relucir la portada. Era él. Rodee mis ojos negando con mi cabeza.
— Olvídalo.
— ¿Por qué? Es para que no me extrañes. — Alzo sus cejas de arriba hacia abajo. — Vamos, lleva a Justincito contigo. — Hizo un puchero. — Si lo llevas, dicen que él podría aparecer en tu habitación por la noche. — Volvió a alzar sus cejas provocando un risa mía.
— ¿De verdad tengo que comprar esto para que aparezcas en mi habitación? — Le arrebato el cuaderno y lo lanzó al carrito de compras.
— Tú puedes tenerme en tu habitación cuando quieras. — Mostró su sonrisa coqueta y darse media vuelta para buscar más materiales, sin antes guiñar su ojo izquierdo produciendo que me convirtiera en un pudín. Miré al cielo y suplique porque Justin no me mate de un ataque con sus guiños.
De vuelta en el hotel, pedimos pizza a la habitación y le di de probar a Justin de la mía. Milagrosamente los vegetales que escogí de ingredientes le gustaron, tanto así que el cerdo termino por comerse toda mi pizza. Colocamos música y comenzamos a cantar y bailar sin miedo al ridículo.
En el reproductor salió de forma aleatoria "Hot" de Avril Lavigne y senté a Justin sobre una de las sillas que había, para fingir hacer una performance sexy. ¡Que no fue para nada sexy! La verdad es que soy un asco bailando, pero lo intente y Justin pareció quedar satisfecho. Tan así que término por empujarnos a la colchón e iniciar una sesión de besos.
Ahora ambos nos encontrábamos en el baño lavándonos los dientes. Yo se los cepillaba a él y él a mí. Éramos un desastre, el contorno de nuestras bocas estaba repleto de pasta mientras que algunas gotas se habían caído al piso y mi cabello se manchó, quedando pegajoso.
— Justin, ahora si tienes un bigote decente. — Me burle.
— ¿Que tienes contra mi bigote? Está creciendo nena, ya verás cuando tenga una barba.
— Ew, no, me vas a pinchar. — Hago una mueca de desagrado.
— Lo siento cariño, no arriesgaré mi futura barba. — Se terminó de enjuagar la boca seguido por mí.
Fui hasta los cajones por una camisa de él. Había una de Nirvana color rojo y no dude en colocármela. Me encantaba utilizar su ropa, además de que era cómoda, su olor estaba impregnado en ella y su perfume era algo que me encantaba. Vi la hora en el reloj que estaba colgado en una de las paredes de la habitación. Eran las doce de la noche por lo que antes de que mi madre se durmiera (y no la despertara ningún terremoto) decidí llamarla. Tomé el celular de Justin y sonreí al encontrar nuestra foto de fondo. Fue la nos habíamos tomado en el bote.
Teclee la contraseña y fui hasta el teclado donde marque su número y en tres tonos contesto.
— ¡Hola mamá!
— ¿Amber? Pensé que era Justin el que llamaba, ya me había emocionado. — Voltee los ojos mientras caminaba hasta el balcón para observar la ciudad.
— También te quiero mamá.
— Sabes que bromeo Amber, pero realmente pensé que él había reaccionado y te iba a dejar por mí, mi mente imagina demasiadas cosas. — Escuche de fondo la televisión y pude descubrir que estaba viendo una de sus teleseries extranjeras.
— ¿Mamá, que te he dicho de ver esa teleserie? ¡Luego sueñas con que Floripondio irá hasta tu puerta a declararse!
— No estoy viendo esa teleserie. — El volumen de televisor descendió. Ya descubrí de donde salió mi manía de mentir tan mal. — ¿Como la has pasado? ¿Te has divertido? Espero que no mucho, no quiero ser abuela aún. ¿Se han cuidado verdad? Aunque podría ser bueno que no...¡Imagínate tener los genes de Justin en esta familia, mi nieto sería el chico más guapo Amber! — Chilló emocionada.
— De acuerdo mamá, solo llamaba para decirte que estoy bien, la he pasado muy bien, y no, no serás abuela aún y por favor, deja de comer azúcar a esta hora de la noche, estás delirando. — Hable rápidamente. — Te veo en dos días, adiós. — Corté la llamada antes de que saliera con el tema de Justin y sus genes.
Reviso su galería para enviarme las fotos que tomó en París, ya que algunas no las tenía en mi móvil. Ingrese a Whatsapp para enviarme las fotografías pero algo llamó más mi atención. El nombre de Jayde estaba entre sus contactos, como "Jay ☺" Ella le había enviado un mensaje.
¿Por qué siquiera le pone una carita feliz a su nombre? Se supone que después de que se le tiro encima e intento meterse en sus pantalones, no debería tener ninguna carita feliz. ¡Ni siquiera debería seguir teniéndola en sus contactos!
"¡Supe que estarás en Londres pronto! Me encantaría que nos viéramos, ha pasado mucho tiempo :) Espero tu respuesta, xx"
Si no fuera porque mi fuerza y mi musculatura son nulas, hubiera apretado el celular hasta destruirlo con mis propias manos.
La puerta del baño se abrió, dejándome ver a Justin sin polera y con una sonrisa, que por mi expresión, se borró inmediatamente cambiando por una completamente confundida.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro