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Después de los acontecimientos del día anterior, Quackity se encontraba en el supermercado comprando algunas cosas que en su casa hacían falta, escondía las heridas de su rostro que su esposo le había causado, bajo un cubrebocas y un par de gafas oscuras.

Con pocos animos, el estadounidense se dirigió a la caja para pagar por lo que se llevaría y finalmente salió para regresar a casa y preparar algo de comida para su esposo, sí es que no quería hacerlo enojar cuando este llegara del trabajo, había aprovechado su salida para comprar los ingredientes necesarios para cocinar la comida favorita de Wilbur con el propósito de que este no siguiera molesto con él por haberle fallado nuevamente al no haber podido darle un hijo.

Caminaba tranquilamente a casa pasando por un parque cercano a este cuando accidentalmente alguien lo derribó mientras corría tirando al piso junto con él todos los ingredientes que había comprado para la comida de su esposo.

—¡Oh coño, lo siento tanto!— La persona con el que se había estrellado se disculpó agachándose para ayudar a Quackity a levantarse.

—Está bien- Quackity le restó importancia mientras miraba las verduras que le servirían para aquel almuerzo tiradas en el piso.

—No, no lo está, tiré tu comida— el extraño chico de ropa deportiva aseguraba mirando las cosas en el piso.

—En serio no tienes que preocuparte, los accidentes pasan— Quackity insistió dándose media vuelta con la intención de volver al supermercado y comprar de nuevo los ingredientes.

—Por favor, déjame comprarte de nuevo lo que te tiré— El contrario insistió comenzando a seguir a Quackity.

—Bueno— Quackity asintió sin ánimos, gracias al estado tan deplorable en el que se encontraba el estadounidense, no tenía ganas de discutir para hacerle entender al contrario que no estaba enojado.

Ambos caminaron hasta llegar al supermercado con Quackity guiando al extraño hasta el lugar en donde se encontraban los ingredientes que necesitaba y en silencio los tomó.

—Déjame ayudarte— El contrario se ofreció al ver a Quackity intentar alcanzar una bolsa de fideos de un estante.

Y Quackity hizo una pequeña reverencia para agradecer sin el menor ánimo por hablar.

El contrario lo entendía, pues creía que estaba enojado con él por haberlo tirado y con él su comida mientras corría para ejercitarse.

—Luzu- Se presentó el chico con ropa deportiva —. Me llamo Luzu Borja y lamento lo que pasó.

Quackity asintió.

—¿Cuál es tu nombre?— Luzu preguntó al ver la forma tan desinteresada en el que el menor se portaba.

—Quackity.

Luzu asintió ante aquella cortante respuesta.

—¿Tienes apellido?— Insistió siguiéndolo por los pasillos de comida.

El menor asintió.

—Bueno, ¿y cuál es?

—Soot.— Volvió a responder cortante, no era para menos, él seguía triste por lo que había sucedido con su esposo.

—Lamento lo que pasó, no fué mi intención lastimarte o tirar tu comida, soy nuevo por aquí, estaba haciendo ejercicio y...

—Ya dije que está bien—Quackity lo interrumpió yendo a la caja para pagar por sus cosas.

Y Luzu bajó la cabeza, él aún se sentía culpable creyendo que el mal humor en el contrario era su culpa.

—¿Efectivo o tarjeta?— La cajera preguntó cuando terminó de pasar por la caja las cosas de Quackity.

—Efectivo...

—Tarjeta.— Luzu respondió al mismo tiempo que Quackity —Tarjeta.— Luzu insistió dando su tarjeta a la cajera —. Te dije que yo lo pagaría— Le recordó a Quackity notando como este asentía sin ánimos.

Y cuando la cajera terminó de cobrar, Quackity salió del supermercado sin decir nada más, no tenía ánimos de nada, su cuerpo dolía además de su corazón, el maltrato que recibía la había dejado así y él no podía hacer nada para olvidarlo tan fácil.

—Déjame ayudarte con eso— Luzu tomó las bolsas de supermercado de los brazos de Quackity.

Para el menor era algo irritante la presencia de aquel chico de acento español, sin embargo, no tenía los ánimos suficientes para discutir hasta que el contrario se fuera.

Así que solamente continuó caminando a casa con Luzu tras él llevando sus compras.

Al llegar a casa, Quackity abrió su puerta entrando hasta la cocina, por lo cual el extranjero lo siguió y dejó las compras en la mesa.

Luzu quería disculparse de nuevo, pero sabía que eso posiblemente enojaría más al contrario quién lo ignoraba mientras preparaba sus instrumentos de cocina.

—Ahm, creo que ya debo irme— Luzu rompió el incómodo silencio. Y Quackity solamente asintió comenzando a preparar el almuerzo.

El contrario resignada salió de esa casa sintiéndose algo mal por la forma en la que fue tratado, en parte sabía que era su culpa por no mirar su camino y tirar las cosas de Quackity, pero no se esperaba un trato tan frío después de eso, casi acababa de mudarse ahí y no quería tener problemas con algún vecino, pero por alguna razón el caos lo perseguía.

Al llegar a casa, el español continuó pensando en aquello, a decir verdad, fué demasiado extraño el comportamiento de el chico para él, demasiado grosero a decir verdad.

—¿Por qué me trató así? Es decir, entiendo su enojo, le tiré sus cosas, pero se las compré de nuevo y ni siquiera agradeció. Tch, que amargado que es— Luzu habló para sí mismo buscando algo en la nevera para comer.

Quackity por su parte, desde que Luzu salió de su casa, se quitó los lentes y cubrebocas, ya no había nadie de quien esconder las lesiones de su rostro, entonces sintiéndose algo seguro al estar solo continuó cocinando el almuerzo para su esposo, ignorando la culpa por haber maltratado a aquel amable chico.

Y un par de minutos más la puerta de su casa fué abierta nuevamente.

Quackity tuvo miedo, él conocía bien de quien provenía ese portazo, solamente pedía a todas las deidades existentes y por existir que aquel hombre que había llegado tuviese piedad de él.

Con las manos temblorosas tomó un plato y sirvió un poco del caldo con fideos que había hecho cuidadosamente para su esposo.

Esperaba que después de eso el hombre lo perdonara o que al menos fuese un poco menos violento con él y sin más lo llevó a la mesa en donde este se encontraba esperando.

El mayor probó de los fideos bajo la atenta y asustada mirada de su esposo y con violencia tiró los palillos sobre su plato.

—¡¿Qué carajos es esto?!— Preguntó gritando.

—Tu comida favorita— Quackity susurró bajando la cabeza.

—¡¿Qué parte no entiendes de que debes cortar los fideos antes de servirmelos?! ¡Te lo he dicho innumerables de veces!— El hombre tiró el plato al piso rompiéndolo en el acto y sin más se fué a su habitación.

Quackity comenzó a llorar y se agachó al piso para recoger los trozos del plato roto y limpiar la sopa que su esposo había tirado.

—Lo siento— Quackity susurró llorando a pesar de que su esposo ya se había ido.

Se me antojaron las ganas de hacer una historia BIEN DRAMÁTICA, y aquí está.

Disfruteemnn😽

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