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Estéril (16)

Las duras palabras de Nayeon aún resonaban en la cabeza de Tzuyu, había sido como una apuñalada directo al corazón, ella se había ido de su vida.

Para siempre.

Eso dolía, sin duda lo hacía, ahora Nayeon esperaba un hijo con un hombre al cual Tzuyu odiaba con su alma entera, estaba tan lastimada y tan molesta, no con Nayeon, definitivamente jamás lo estaría con ella, Tzuyu estaba molesta con el destino que a ambas les había tocado, porque ella sabía que Nayeon había sido la indicada, era la persona correcta, simplemente la había conocido en el momento equivocado, si tan solo hubiese llegado cinco años atrás, si tan solo ella fuera su esposa, sabía que eso era algo imposible, pero Tzuyu estaba segura de que la vida de Nayeon no tenía porqué haber sido así, ella era una persona bastante buena para sufrir de esa manera, era como un ángel que el mundo no merecía y sabía que el hecho de que la menor la hubiese sacado de su vida era a causa del miedo de que su esposo se enterase de la relación que ellas habían tenido y mucho peor cuando ahora Nayeon estaba a punto de formar una familia con él.

Todo se había ido a la mierda, Tzuyu debió sospecharlo, había sido demasiado bueno para ser verdad, Nayeon era demasiado buena para ella, sabía que no la merecía, pero quien menos la merecía era el hombre que estaba casado con ella, una injusticia total que la vida le restregaba a Tzuyu en la cara.

Le era difícil concentrarse al momento de dar sus clases, pues en las noches después de terminar su turno se iba a ahogar sus problemas en alcohol a un bar y regresaba a casa totalmente ebria para terminar con una gran resaca al día siguiente, y nuevamente repetía la rutina, una rutina tan sencilla, pero tan miserable, mañanas con dolores de cabeza, mareos, e incluso vómitos en algunas ocasiones, tardes de trabajo con la mente bastante distanciada de lo que realmente debía hacer y nuevamente noches con exceso de alcohol.

Creía que podía lidiar sola con toda su mierda, pero hoy, precisamente hoy después de casi un mes con una rutina bastante desgastante terminó casi inconciente en aquel mismo bar, estaba tan alcoholizada, toda la gente se había ido ya, pero ella seguía tirada en la barra pidiendo más bebida cuando los empleados ya le habían dicho que debía retirarse.

—Llamen a Shuhua— Tzuyu pidió entregando su celular al empleado que le insistía en que ya era hora de volver a casa.

Y el joven lo hizo, tomó aquel celular para buscar entre los contactos a alguien llamada Shuhua.

El teléfono de Shuhua sonó despertándola a altas horas de la madrugada, no entendía la repentina llamada de Tzuyu, sin embargo supuso que nuevamente Tzuyu necesitaba desahogar los bajones que por las últimas semanas estuvo teniendo, entonces contestó.

—Señorita, le hablo desde Privilege Bar para pedirle si podría venir a recoger la dueña de este celular, está muy ebria y nos pidió que le llamásemos a usted— La voz de un chico sonó al otro lado de la linea.

—Cuanto lo siento, en unos minutos estoy ahí— Shuhua respondió y colgó la llamada comenzando a levantarse a toda prisa para ir en busca de su amiga.

Un par de minutos después llegó a dicho bar y bajó de su auto para entrar y buscar a Tzuyu.

—Llamen a Shuhua— Tzuyu seguía pidiendo sin poder si quiera abrir los ojos.

—Dios mío Tzuyu, pero, ¿Qué te pasó?— Shuhua preguntó preocupada al llegar hasta donde Tzuyu se encontraba.

—Llamen a Shuhua— La mayor pidió de nuevo aferrándose a Shuhua.

—Soy yo, mi vida, yo soy Shuhua— Ella habló tiernamente intentando llamar la atención de Tzuyu.

Pero todo parecía en vano, pues Tzuyu ni siquiera abría los ojos.

Entonces Shuhua suspiró y se las ingenió para sacar fuerzas de donde no las tenía y cargar a Tzuyu hasta su auto.

Odiaba ver a su amiga de esa manera, le dolía que Tzuyu recurriera a la bebida en lugar de recurrir a ella.

Fugazmente echó un vistazo al asiento del copiloto mirando el rostro relajado de una Tzuyu dormida. ¿Quién pudo haberle hecho tanto daño a su alma gemela? Era verdaderamente doloroso.

Una vez llegó a casa aparcó su auto en el estacionamiento y nuevamente reunió todas sus fuerzas para bajar a Tzuyu del auto y llevarla al interior de su hogar no sin antes quitarle los zapatos.

“Maldición, sería incómodo si duermo en el sofá, pero tampoco puedo dejarla aquí tirada en la sala” Shuhua pensó aún teniendo a Tzuyu en brazos.

—Solo no me vomites, por favor— Shuhua pidió llevandose a Tzuyu hacia su habitación y sin más la dejó sobre su cama para después entrar ella a su lado.

Iba a dormir dándole la espalda hasta que sintió la mano de Tzuyu sujetar firmemente su cadera y tirar de ella.

—Hola guapa, ¿Quieres un mojito con limón?— La mayor habló dormida.

—No mierda, ya no estás en ese bar— Shuhua la regañó quitándo la mano de Tzuyu de su cuerpo para minutos después sentir a Tzuyu entrelazar sus piernas y abrazarla.

Y Shuhua rió levemente volteando para abrazarla de frente. Tzuyu parecía una niña pequeña queriendo dormir entre los brazos de su madre para ser protegida de cualquier pesadilla.

—Apestas a alcohol— La menor se quejó antes de cerrar sus ojos mientras acariciaba el cabello de su amiga hasta quedarse dormida.

Afortunadamente Tzuyu no vomitó sobre Shuhua aquella noche, descansó tranquila bajo los cuidados de Shuhua y despertó por el sonido de la puerta siendo abierta viendo a la menor entrar con una badeja de comida para ella.

—Que bueno que despiertas, estoy a punto de irme al trabajo— La menor habló dejando la bandeja en la mesita al lado de la cama.

—Mi cabeza duele demasiado— Tzuyu se quejó frotándose los ojos.

—Date una ducha, cepillate los dientes y tómate la pastilla que te traje antes de desayunar.

—Lamento molestarte de esta manera— La mayor se disculpó notando todo el esfuerzo que Shuhua había hecho por ella.

—No es nada, sabes que siempre estaré para ayudarte.

—Yo…— Tzuyu hizo una pausa —Creo que volveré a Taiwán.

—¿Qué mierda dices? ¿Por qué?— Shuhua se alarmó.

—Tal vez no logré adaptarme a la vida coreana, además, últimamente no me va muy bien en el trabajo.

—Mira, yo también he tenido problemas en el trabajo últimamente, pero no por eso dejaré algo que realmente vale la pena, Tzuyu tú tienes el trabajo que muchos desean, no puedes desperdiciarlo solo porque sí— Shuhua habló sentándose en la orilla de la cama mientras miraba a Tzuyu de frente.

—Shuhua, no lo entiendes, estoy pasando por un momento difícil.

—¿Es por la chica con la que te veías todos los días?

Tzuyu guardó silencio por unos segundos para después asentir lentamente.

—Nunca me dijiste su nombre— Shuhua recordó esperando a que Tzuyu lo dijera.

—Y será mejor que no lo diga, simplemente debería olvidarla.

—¿Y dejarme con la duda?— La menor insistió.

—Bueno…

Entonces Tzuyu lo pensó, no había problema alguno con decirle a Shuhua, Nayeon no era la única mujer con ese nombre y no es como si Shuhua la conociera, entonces, ¿Por qué no decirle? No encontraba nada de malo con hacerlo.

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